Manifestantes denuncian desestimación de cargos contra el policía asesino

Voces de la protesta de El Bronx

26 de mayo de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Unas 150 personas se congregaron y marcharon el sábado 18 de mayo, en protesta por la escandalosa decisión de un juez de desestimar los cargos contra Richard Haste, el policía que mató a Ramarley Graham, 18, en febrero de 2012.

Los padres de Ramarley convocaron al acto y lo dirigieron. Entre los oradores y participantes figuraron los familiares de las víctimas del asesinato policial, activistas y muchos moradores del barrio Wakefield en El Bronx, Ciudad de Nueva York, donde Ramarley vivía y fue asesinado. Un corresponsal de Revolución escuchó los discursos y entrevistó al público sobre los motivos de su presencia.

Un ánimo de furia, infundido de dolor y resolución, hizo que acudiera la gente. Muchas eran jóvenes, como dos que habían estado con Ramarley unos minutos antes de que fuera asesinado. Muchos más eran mujeres con sus propios hijos. Una y otra vez, las mujeres hablaron del dolor que comparten con los padres de Ramarley, que ni podían imaginar el dolor de enterrar a un hijo asesinado a sangre fría en los albores de la vida. Pero una y otra vez agregaron que lo que le pasó a Ramarley se da todos los días, hablaron de otros casos de asesinatos policiales, del hostigamiento, golpizas y encarcelamiento injusto contra sus propios hijos y de su sensación de que “si esta oficial se sale con la suya, esto sucederá de nuevo, sucederá mucho más”.

El mitin lo inició la madre de Ramarley, Constance Malcolm, quien le dio la bienvenida a todos y tocó una hermosa canción acerca de Ramarley y la lucha por la justicia que habían recibido de la tierra de la familia, Jamaica: “Ramarley, te fuiste muy temprano… El pueblo llora… Que la Justicia siga su curso”. De ahí, retomó el micrófono y habló de la necesidad de que las personas “tomen posición”, que tomen partido con el pueblo contra la brutalidad policial. Señaló con agudeza que los 5 del parque Central (cinco jóvenes negros y latinos inocentes condenados en un ambiente de chusmas de linchamiento de un crimen brutal en los años 1980) pasaron muchos años en la prisión, pero que el policía asesino Richard Haste todavía no ha pasado ni un día en la cárcel.

Muchas personas más hablaron, como los familiares de otras víctimas del asesinato policial: Natasha Duncan, la hermana de Shantel Davis, 23, asesinado por la policía en East Flatbush, Brooklyn y Carol Gray, la madre de Kimani Gray, 17, asesinado en el mismo barrio. Cada una de estas mujeres habló con dolor y furia no sólo por su propio ser querido sino también de los otros jóvenes asesinados como si fueran de su propia familia y alzaron la voz contra lo que se les están haciendo a tantos jóvenes negros y latinos por todo Estados Unidos.

Carol Gray señaló la forma en que la policía trató de vilipendiar a Kimani después de matarlo, tachándolo de “pandillero” y delincuente, cuando iba en camino a la escuela todos los días a fin de hacer algo de su vida. Agregó: “Están poniendo de patrulla a los supremacistas blancos en nuestros barrios. No valoran a los jóvenes negros. Estos muchachos no tienen nada que hacer. No hay nada de programas para ellos, nada de centros de actividades. Y bueno, se llevan los pantalones huangos colgados para abajo — miren, ¡no les decimos a los demás cómo se deben vestir! Y su forma de vestir no les convierte en asesinos ni criminales. Son seres humanos”.

Otras personas hablaron de los atropellos cometidos por la policía; una mujer dijo que llamó a la policía a acudir a su casa cuando alguien la había atacado ahí y que luego los policías se la llevaron esposada, junto con sus dos hijos. Pero dejaron a su hijo de 7 años de edad solo durante horas. Otros comentaron que esto ha estado ocurriendo durante décadas y casi nunca hay castigo para los policías.

Noche Díaz del Club Revolución-Nueva York señaló que existe una enorme furia entre las personas y que la única manera de conseguir la justicia es conectarse con la furia de las personas “quienes viven bajo la bota de este Nuevo Jim Crow” y llevar a las personas a las calles. Expresó una resolución de estar en las primeras líneas de dicha lucha.

Frank Graham, el padre de Ramarley, dijo que muchas personas han tratado de minar la lucha contra la brutalidad policial denunciado a los “fuereños” que participen en la misma. Comentó que se vio mucho de esto en el momento álgido de la lucha en Brooklyn contra el asesinato de Kimani Gray. Dijo: “Cuando oigo que estos sujetos hablan de los ‘fuereños’ en la lucha contra la injusticia, yo les digo: ‘¿Dónde —Están — Ustedes?’”

Luego, la gente se tomó las calles, mediante voto de voz se decidió marchar en la calle sobre una avenida importante, y al parecer la policía decidió que más le conviniera al sistema no intentar detenerla. Marcharon lentamente, coreaban fuertes “Sin justicia, no habrá paz” con grandes pancartas del retrato de Ramarley y muchas personas agitaban el periódico Revolución o afiches confeccionados de la primera plana. Así la marcha atraía muchísima atención y apoyo. Al pasar las filas de autos en el carril contrario, los conductores tocaron sus cláxones fuertemente en apoyo y bajaron las ventanas para conseguir literatura.

Sobre la marcha, la gente en sus casas salía a los porches y voceaba su apoyo. Casi todos sabían del caso y estaban enojados por la desestimación de los cargos y de nuevo, muchísimas personas señalaron las injusticias perpetuadas en su contra y sus hijos. Una mujer describió que encerraron a su hijo, en ese entonces 16, en un barco que el sistema de detención de la Ciudad de Nueva York utiliza para el “exceso” de población en sus cárceles apiñadas. Habló de visitarlo en el barco, de que estaba tan apiñado y hacía tanto frío que los dedos de su hijo se les amorataban y que su hijo le decía que en esas condiciones y al escuchar el estrepitosos ruidos de los motores del barco como el traqueteo de las cadenas en la noche, “solamente podría imaginarse cómo estuviera para los esclavos en las bodegas de los barcos negreros” de antaño.

Por fin, la marcha llegó a la delegación 42, el hogar de los policías asesinos, done de nuevo la gente contaron sus agravios con la conducta criminal de la policía.

Con la profunda ira expresada por todos los presentes, se combinaban distintos punto de vista sobre por qué esta situación continúa, sus causas y lo que hay que hacer al respecto. Se reconocía en cierto grado en que el problema es muy generalizado y que el sistema no funciona. Se hacían llamamientos a presionar a los políticos y los funcionarios para que “cumplieran con su deber” o que pusieran a mejores individuos en los cargos públicos.

En este contexto, habló Jamel del Club Revolución, y llamó a la gente a acudir el 20 de mayo al diálogo entre Cornel West y Carl Dix, “Encarcelación en Masa + Silencio = Genocidio: ¡Tomar acción para PARARLA ahora!”, para llevar a nuevas alturas la lucha de masas contra el lento genocidio que comete el sistema contra los jóvenes negros y latinos. Recalcó que para poner fin a todo esto, se requeriría una revolución, nada menos.

El mitin terminó con una resolución de continuar la lucha para Ramarley y el ánimo de hacerlo como parte de la mucha más amplia lucha contra la criminalización y el asesinato de nuestra juventud.

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