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Turquía: Un carnaval brillante a la sombra de un estado vengativo

7 de julio de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

5 de junio de 2013. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. "Empezó alrededor de un parque, pero ahora se trata de todo", alguien tuiteó en medio de la noche mientras los manifestantes se enfrentaban a la policía en la plaza Taksim de Estambul.

Los acontecimientos comenzaron el lunes por la mañana el 28 de mayo cuando unos 50 manifestantes se pararon frente a las niveladoras a punto de atacar los árboles en el parque Gezi, junto a la plaza de Taksim. En los siguientes días, el parque fue ocupado durante todo el día por los jóvenes con afinidad al movimiento global Ocupar y otros resueltos a conservar uno de los últimos espacios verdes de la ciudad. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan había anunciado que el cuartel militar otomano que alguna vez estuvo en este sitio se reconstruirá para albergar un centro comercial y condominios, junto a una nueva mezquita. El carácter simbólico y provocador de su anuncio se hizo aún más evidente cuando se supo que había decidido destrozar los árboles ahora y traer a los arquitectos más tarde.

Este proyecto representa la intersección del islamismo y los aspectos más especulativos y monopolistas del capitalismo turco bajo Erdogan. El propósito era demoler una plaza centrada en torno en un monumento a Mustafa Kamel Ataturk, quien transformó el destrozado Imperio Otomano de Turquía con la fundación de una república laico después de la Primera Guerra Mundial y que enriqueció aún más a los desarrolladores y financistas relacionados con el círculo íntimo del primer ministro.

A las 5 de la mañana del viernes 31 de mayo, atacó la policía. Dispararon rondas de gas lacrimógeno sobre las tiendas de campaña donde las personas dormían, incluidos los niños; enviaron las excavadoras para rodar por encima de todo y prendieron fuego al campamento. Cientos de manifestantes, periodistas y transeúntes resultaron heridos. Se dispersó un intento de un plantón de brazos cruzados. En lugar de poner fin a las protestas, este asalto hizo que muchos miles de personas de todos los sectores sociales sintieran que tenían que acudir al rescate. Algunas personas gritaban: "¡Gracias, Tayyip, para el llamado de atención".

Los jóvenes quienes tiraban piedras y otros objetos se defendieron contra la policía en batallas campales que duraron todo el día y toda la noche. Al día siguiente, la policía se retiró de la plaza y los manifestantes cerraron las entradas con altas barricadas construidas con adoquines y las barreras de control de masas de la policía, señales de tráfico y otros artículos. Los simpatizantes dejaron sus automóviles y autobuses para bloquear el acceso a la policía. Los habitantes de los apartamentos cercanos ofrecieron sus baños para los manifestantes. La plaza se convirtió en un lugar para el debate político, conciertos y bailes, un área de almuerzo para los trabajadores de oficina con curiosidad y simpatía y un hogar para las personas lejos de sus hogares quienes vinieron por su primera protesta política y nunca se fueron. Se adquirió una estación de primeros auxilios y una biblioteca.

Muchas personas no vinieron con la intención de pelear, pero bajo los ataques lo hicieron de todos modos. Hubo chistes sobre el tema de "Gezi Gazzi": no pude evitarlo, estaba gaseado (borracho), o yo estaba cansado, pero el gas me prendió en Gezi.

Había estudiantes de secundaria y universitarios y maestros y profesores (las universidades suspendieron los exámenes finales); artistas, arquitectos, urbanistas y otros intelectuales (algunos de los primeros manifestantes); médicos y abogados (sus asociaciones defendieron a los manifestantes, y muchos vinieron a ayudarles); jóvenes de barrios marginales y sus padres, muchos de éstos de origen kurdo; trabajadores de cuello blanco y empresarios; tenderos (a menudo repartían limones y leche para calmar los ojos quemados por el gas lacrimógeno y gas pimienta); vendedores ambulantes sobre ruedas; y amas de casa de todos los orígenes, incluidas las familias campesinas tradicionales, algunas cubiertas, la mayoría no. Unos días más tarde, las dos confederaciones sindicales de servicios públicos convocaron a una huelga de dos días, y sus miembros se unieron a la juventud.

Haciendo caso omiso de la protesta, el primer ministro celebró la ceremonia programada para la inauguración de la construcción de un tercer puente sobre el Bósforo, un proyecto concebido para deleitar a los especuladores de bienes inmuebles y financieros y llevar a la expulsión final de las clases bajas y la naturaleza misma de esa parte de la ciudad. Hablando de los manifestantes de Gezi, dijo: "No importa lo que hagan. Tomamos una decisión y vamos a seguir adelante con esa decisión". El puente, anunció, sería nombrado Yavez (el Grande) Sultán Selim, por el gobernante hereditario del siglo 16 que hizo del Imperio Otomano un califato (estado islámico), también de triste fama por la masacre de los miembros de la minoría religiosa aleví.

Mientras que los principales canales de televisión estaban transmitiendo los concursos de belleza y programas de cocina y haciendo caso omiso de la noticia, el hashtag #Direngeziparki de Twitter se convirtió en el más popular del mundo, con 25 millones seguidores. Erdogan tildó a Twitter y otras redes sociales de ser "la peor amenaza para la sociedad".

Liderados por un vehículo de construcción que requisaron pero que originalmente servía para demoler el parque, los jóvenes atacaron las oficinas del primer ministro en Estambul. Decenas de miles de personas de la parte de la ciudad al otro lado del Bósforo se enfrentaron a la policía y marcharon a través de un puente normalmente cerrado a los peatones a unirse a las protestas.

Un video aéreo nocturno de la ciudad muestra el parpadeo de las luces solidarias, en edificios de apartamentos que se extienden por toda la ciudad, y en todas partes se oyen los cacerolazos de la gente y los golpes sobre los faroles de la calle, incluso en Bulgurlu, considerado un bastión del partido gobernante AKP de Erdogan.

Las oficinas del partido de gobierno fueron incendiados en Ankara e Izmir. Las manifestaciones y enfrentamientos con la policía también se llevaron a cabo en Adana, Antalya y muchas docenas de ciudades y pueblos, en hasta tres cuartas partes de las provincias de Turquía

En los enfrentamientos con la policía, los ataques y contraataques, innumerables mujeres estaban en la vanguardia de la lucha, disfrutando de la oportunidad de luchar por lo que ven como un conflicto sobre qué tipo de mundo en donde van a vivir. Había mujeres en vestidos de sol extendiendo los brazos en un gesto burlón de "Tráigalo" a la policía antidisturbios, y las mujeres vestidas de delgadas camisetas sin mangas, con las manos envueltas en trapos para que pudieran tomar botes de gas lacrimógeno; muchos estudiantes jóvenes vestidos de mezclilla, algunos se llevan en la cabeza pañuelos y unos pocos mascarillas Ocupar también; y otras mujeres de todas las edades y clases.

Algunas mujeres pelearon; algunas se arremolinaban como la mayoría de la gente, algunas trajeron pan fresco y té para animar a todos, algunas se fueron a casa y golpearon el ritmo de los cantos en sus vecindarios. La policía, que estaba rociando la gente en la cara con chorros de gas pimienta y disparando de cerca balas rompe-huesos que penetran el tejido, muestra un odio particularmente violento hacia las mujeres. Las fotos de la web muestran una u otra mujer rebelde atrapada en un fuego cruzado de cañones de agua cargadas de gas suficientemente fuertes como para causar lesiones graves.

Pocas mujeres entraron en la refriega sin tener conciencia de los peligros especiales, pero tal vez su entusiasmo por la confrontación simbólica y física se derive de la sensación de que son un objetivo central del programa de Erdogan. Él trató de prohibir los nacimientos por sección cesárea y poner restricciones sobre el aborto, no tanto en nombre de la religión, sino porque, como alguna vez opinó en la televisión, "las mujeres turcas" (es decir, aquellas de origen turco, y no las minorías del país) deberían tener más bebés. En el clima abiertamente patriarcal que Erdogan ha contribuido a fomentar, los asesinatos por honor, durante mucho tiempo una plaga en Turquía, han aumentado considerablemente, con pocos juicios. Esta participación de las mujeres no es sólo una característica interesante y positiva. Es una de las mejores características de este movimiento.

Otra característica es que hay un torrente de oposición al gobierno de parte de muchas decenas de miles de personas, mientras que los partidos políticos de la oposición no han estado jugando un papel dirigente. La atención se centra en el gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Muchos manifestantes le exigen que escuche al pueblo. Otros, desde el principio, pidieron su dimisión y cada vez más su cabeza. Pero esto es más bien una convergencia masiva de diversas corrientes que una coalición política.

Hay un malestar general para con Erdogan y su reciente aceleración de la islamización de la sociedad turca. Recientemente, el pianista de renombre mundial Faisal Say fue juzgado y condenado por un tuit que comparó la visión musulmana de los cielos a una casa de prostitución. Una joven pareja se metió en problemas por besarse en el metro de Estambul. La venta de alcohol era limitada, y Erdogan declaró que sólo los alcohólicos lo tocan. Esto se entiende como una bofetada a Ataturk, que hizo una declaración política al beber como parte de establecer un estado y sociedad no religiosos occidentalizados.

Enfurecidas por todo esto, en un barrio residencial cerca de la plaza Taksim, una mujer de edad muy avanzada y la mujer mucho más joven del campo que limpia su apartamento marcharon desde su edificio de apartamentos brazo en brazo, compraron un poco de cerveza y se sentaron en un banco de la parada del autobús. Sorbieron un poco y sostuvieron las latas en el aire para que el mundo pudiera ver su solidaridad con los manifestantes que coreaban: "Gracias por la prohibición del alcohol, ya nos hemos recobrado nuestros sentidos". Las personas también celebraron besuqueos en masa.

Ahora, en las calles parece que hay un enorme deseo de unidad. En una ciudad desgarrada por las rivalidades del fútbol mortales, había manifestantes usando las camisetas de un equipo y las bufandas de sus enemigos acérrimos. Una foto ampliamente publicada muestra a un trío de jóvenes que hacen los gestos de mano de los Lobos Grises fascistas, los kemalistas laicos y los izquierdistas. Había pancartas de los derechos de los gays y algunos retratos de Ibrahim Kaypakayya (el fundador del movimiento maoísta). El principal partido de oposición, el desinflado CHP que se considera heredero de Ataturk, no ha jugado un papel de importancia hasta ahora. Muchos manifestantes votaron a favor de Erdogan y mucha gente está harta de todos los partidos políticos. Pero los símbolos políticos más comunes han sido las insignias, banderas y retratos de Ataturk. Mientras los kurdos como individuos están participando y hay ocasionales banderas y coros en apoyo al PKK [el Partido de los Trabajadores del Kurdistán] y de su líder Abdula Ocalá, en general, la cuestión de la liberación del pueblo kurdo se ha perdido en un mar de banderas turcas.

Algunos manifestantes son creyentes religiosos que consideran que Erdogan está instrumentalizando su fe. Algunos se oponen a la dominación religiosa en general. La mayoría parecen considerarse laicos. Pero esta laicidad en sí abarca unas tendencias contradictorias. El kemalismo (tal como se le llama la ideología de Ataturk) siempre ha sido reaccionaria. Su visión de la "unidad" de Turquía siempre ha significado la opresión de los kurdos y otras minorías que constituyen una gran parte de la población. Cuando los manifestantes en Estambul cantan "Somos turcos, no árabes", una de las ideas emblemáticas de Ataturk, de enganchar a Turquía a las potencias occidentales y no al mundo árabe, la oposición al islamismo de este tipo se envenena con el chovinismo turco y las ambiciones reaccionarias de dominación regional como un socio menor dispuesto para las potencias imperialistas occidentales.
Aunque se oponen a un estado religioso, los herederos de Ataturk reprimieron escuelas no sunitas del islam (tales como los alevíes) y le dieron el apoyo del estado a la jerarquía religiosa sunita. Aunque Ataturk prohibió el uso público del pañuelo en la cabeza para las mujeres y promovió lo que se percibe como valores occidentales en otras formas, el estado turco que fundó ha confiado en el molde tradicional del patriarcado y también ha promovido una forma más occidentalizada (y a veces decadente).

De hecho, los seguidores más fervientes de Ataturk han sido los generales de Turquía, que mantuvieron al país bajo una bota de hierro durante gran parte del siglo 20, con la bendición de las potencias imperialistas. Las quejas que emanan de Washington y otras capitales occidentales sobre el "cambio autoritario" de Erdogan tienen que verse a esa luz. Irónicamente, algunos partidos de "izquierda" que hoy están en las calles contra Erdogan y están de acuerdo con los kemalistas, le dieron su apoyo o aprobación hasta ahora, con la excusa de que "Él nos salvó de los generales".

Esta forma confundida de pensamiento es muy peligrosa en una situación confusa. La coalición política y de clases alrededor de Erdogan se está desgastando, aunque no necesariamente de manera irreparable. Como un observador informado explicó, Erdogan se convirtió en primer ministro con el apoyo de la TÜSIAD, la asociación de los más poderosos capitalistas de Turquía que dependen del imperialismo, los jefes de las sociedades tenedoras y los dueños de los grandes bancos y que monopolizan los sectores industriales tales como los textiles, los electrodomésticos y otras exportaciones y materiales de construcción. En una época en que la globalización estaba forzando una reestructuración de las clases dominantes de Turquía y los partidos tradicionales se habían vueltos ineficaces, su tarea era la de reparar la estructura de poder y ampliar su base social mediante la incorporación de capitalistas rurales tradicionales emergentes de orientación islámica que gustan en llamarse los "tigres de Anatolia", como una señal de sus aspiraciones de riqueza y poder. También hizo un llamamiento a la población rural piadosa y a aquellos que vienen a las ciudades.

Erdogan se promovió a sí mismo como un tipo duro de los barrios bajos de Kasimpasha, no muy lejos de Taksim. Pero su éxito político con unos sectores de la clase dominante se basaba en la promesa fundamental de no cambiar nada de manera radical. Su manera de lidiar con los pobres en las ciudades era un populismo reaccionario basado en una especie de venganza cultural en contra de la "Tarabyav", la gente de un opulento barrio laico de Estambul. Esto se combinó con "la carta kurda," sus intentos de vieja data para atraer y poner al PKK kurdo y los capitalistas bajo su ala, mitigando al mismo tiempo el "problema kurdo" y adquiriendo un aliado con influencia en un segmento importante de la población rural y urbana pobre.

Sin embargo, el estrepitoso desarrollo económico bajo su dirección ha traído cambios políticos. Hay una pregunta sobre si él todavía se siente la necesidad de la ayuda de los nuevos ricos "anatolios" menores, y la sensación de que su programa está destinado a favorecer a las más grandes fuerzas financieras del país y a fomentar el tipo de especulación "burbuja" que podría conducir a Turquía por el camino de Grecia. Muchas personas a distintos niveles están preocupadas de que las políticas de Erdogan sobre Siria traerán a Turquía hacia una guerra civil étnica y religiosa regional. Se puede decir con certeza que muchas personas en la cima están preocupadas de que se está poniendo en peligro la coalición gobernante en lugar de solidificarla.

Al mismo tiempo, sus políticas de "desarrollo urbano" representan el enriquecimiento de un círculo muy reducido de las corporaciones conectadas con el gobierno y los peces gordos cuyo poder (incluyendo sobre los medios de comunicación) genera un amplio resentimiento en los otros capitalistas. "La renovación urbana" se ha producido a expensas de los barrios pobres. El crecimiento económico ha llevado a una intensificación de la polarización de clases. En las zonas donde una vez el AKP distribuyó pan, ahora se están trasladando las escuelas y otras instalaciones a las afueras de la ciudad, obligando a las personas a mudarse, no por medio de la fuerza abierta, pero sí al persuadirlas para que firmen contratos para nueva vivienda en zonas lejanas antes de la demolición de sus antiguos hogares. A menudo, estos contratos ponen a la gente más que nunca a la merced de las obligaciones feudales a individuos poderosos. Esto no es tan popular. También llama la atención que el PKK ha ayudado a mantener las ciudades del este del Kurdistán (como Diyarbakir) menos turbulentas que en otras zonas hasta ahora.

El descontento por el desprecio programático de Erdogan hacia las fuerzas cuyo apoyo o al menos su asentimiento ha sido tan crucial para su éxito se compagina con la franca alarma por su estilo político de confrontación, como si el destino de Turquía se apoyara en él a solas. Su arrogancia no carece de fundamento, ya que quizá su coalición gobernante no sea capaz de sobrevivir sin él, pero quizá tampoco sea capaz de sobrevivir con él.

Aparte de lo que está pasando en las calles, hay otros indicios de grietas en las clases dominantes. En varios incidentes, las unidades del ejército no han ayudado a la policía. El presidente de la asociación de los magistrados emitió una advertencia a Erdogan, dando a entender que su estilo político es antiislámico. El hecho de que los hoteles de cinco estrellas se han convertido sus vestíbulos en centros de servicios médicos de emergencia para los manifestantes e incluso han proporcionado personal (en contraste con Starbucks, que cerró sus puertas), es un interesante viraje de los acontecimientos, pero quizá tenga relación a tales divisiones y una sensación general de que un mayor deslizamiento hacia un régimen islámico sería malo para la economía, especialmente el turismo.

Algunas fuerzas están tratando de volver a articular las cosas, con o sin Erdogan. La medida tomada por el vice primer ministro turco Bulent Arinc, de pedir disculpas a los manifestantes, tal vez sea una cuestión del "policía bueno, policía malo". La bolsa de valores de Turquía, que había caído dramáticamente, subió de nuevo después de este gesto. Al procurar atraer a algunos segmentos del movimiento, Arinc dijo que las protestas contra la destrucción de los árboles eran "justas y legítimas" y condenó la "fuerza excesiva" por parte de la policía, pero al mismo tiempo dijo que unos "elementos terroristas" se habían apoderado del movimiento y se negó a llamar a retirar a la policía, prohibir el uso de gases lacrimógenos u otorgar una amnistía para los detenidos. Dijo que ahora los manifestantes no eran más que saqueadores ("capulcu"). Esto suscitó una ola mundial de personas  de muchos sectores que posteaban videos de sí mismas en la red, presentándose de manera seria o divertida y declarando: "Yo soy un capulcu".

En efecto, ha habido muy pocos saqueos y relativamente poca destrucción, aparte de destrozar las aceras y mobiliario urbano para montar barricadas y recoger los proyectiles para usar contra la policía. Por el contrario, los jóvenes asiduamente han estado limpiando el desorden dejado por la lucha a fin de demostrar su seriedad política y quizá reciclar los materiales para su posterior uso.

El ambiente es festivo en Taksim y otros lugares donde las personas celebran sus victorias, representan libremente sus formas de vida y proyectan sus visiones de una futura sociedad feliz. Pero sería muy peligroso pasar por alto la crueldad y la fuerza del estado y la posibilidad de que Erdogan prosiga tácticas al "doble o nada" para demostrar que él y sólo él puede dirigirlo.

Erdogan ha dicho que debido a que recibió el 51 por ciento de los votos en las últimas elecciones, nadie tiene el derecho a desafiarlo. También dijo que las manifestaciones se producen sólo en las ciudades más grandes, y que el resto del país lo apoyaba. Advirtió que quizá no sea capaz de mantener su mitad de la sociedad en casa por mucho tiempo. Al amenazar no sólo con la represión sino con algo más parecido a una guerra civil, declaró: "La plaza de Taksim no puede ser una zona en la que los extremistas andan a lo loco. Si se trata de organizar una protesta, de un movimiento social, yo juntaría... 200.000 personas donde ellos reúnen 20, y donde ellos se reúnen 100.000, yo reunirá a un millón de simpatizantes del partido. No vayamos por ese camino".

Hasta ahora, se informa de la muerte de dos jóvenes, a manos de unas personas desconocidas, en Estambul y Ankara, y algunos observadores ven esto como el trabajo de las milicias del AKP. Se informa que algunos civiles armados con cuchillos se están uniendo a la policía para golpear y torturar a los manifestantes atrapados en los callejones. En la ciudad sudoccidental de Antalya, la organización juvenil del AKP atacó a los manifestantes.

No importa cuál táctica que el estado tome, la situación es muy peligrosa para la clase dominante, ya que cualquier retirada por parte del régimen podría envalentonar a la gente en las calles, mientras que una negativa a otorgar concesiones podría provocar aún más furia. Al mismo tiempo, la naturaleza muy contradictoria del movimiento contra Erdogan es a la vez una ventaja y una fuente de peligro para aquellos que aspiran a un cambio social radical, porque abarca unas ideas muy distintas sobre lo que la sociedad debería ser; por ejemplo, si la Turquía la que quieren es una en la que domina a las minorías y las mujeres, y todo el país está dominado por el imperialismo.

El hecho de que han aparecido grietas en las clases dominantes y los reaccionarios de Turquía es potencialmente una gran ventaja para aquellos que buscan un cambio radical. Pero en la medida que la gente en este movimiento no obtenga algo de claridad sobre la necesidad de oponerse tanto al kemalismo como al islamismo, existe el peligro de que una u otra de las diversas fuerzas reaccionarias, y no el pueblo, se pueda beneficiar de este momento.

 

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

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