Las negociaciones sobre el clima y la rivalidad entre las "grandes potencias"

Raymond Lotta | 26 de noviembre de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 24 de noviembre en Varsovia, Polonia, terminó la última ronda de negociaciones internacionales cuyo presunto propósito es lidiar con el cambio climático global. Vea próximamente en revcom.us un análisis de la conferencia sobre el clima en Varsovia.

A continuación presentamos un pasaje del reciente artículo "Sobre la 'fuerza impulsora de la anarquía' y la dinámica del cambio — Un agudo debate y urgente polémica: La lucha por un mundo radicalmente diferente y la lucha por un enfoque científico de la realidad". En este pasaje, Lotta habla de la crisis ambiental, lo que incluye lo que representan concretamente las recientes negociaciones sobre el clima. Instamos a las y los lectores a estudiar el artículo completo, el que examina las cuestiones cruciales de economía política y metodología en el movimiento comunista internacional, las cuales también constituyen "cuestiones de interés, teorización y contienda en círculos políticos e intelectual-académicos progresistas más amplios, cuestiones de profunda importancia y trascendencia".

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El 9 de mayo de 2013, el Earth Systems Research Laboratory [Laboratorio de Investigación de Sistemas de la Tierra] en Hawai'i registró que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera de la Tierra habían llegado a 400 partes por millón. La última vez que la Tierra aguantaba tanto dióxido de carbono fue hacía unos tres millones de años, cuando no había vida humana sobre el planeta. La climatología ha establecido que un aumento de la temperatura de la Tierra más allá de dos grados centígrados sobre los niveles preindustriales podría conducir a un cambio climático irreversible y devastador.

La revolución industrial capitalista que se inició en la década del 1700, el salto al imperialismo en el siglo 19 y la enorme aceleración de las presiones ambientales de mediados del siglo 20 hasta la actualidad han creado una grave emergencia ambiental*.

Los impactos ya están con nosotros: los sucesos climáticos extremos (las inundaciones sin precedentes, los ciclones y los tifones), las sequías, la desertificación, el derretimiento del hielo del Ártico a sus niveles más bajos.

Mientras tanto, los imperialistas siguen haciendo gigantescas inversiones en los combustibles fósiles, con una proporción cada vez mayor dedicada a las llamadas reservas de gas y petróleo "no convencionales" (la fracturación hidráulica, la excavación en aguas profundas del mar, las arenas bituminosas, el petróleo pesado, los esquistos bituminosos, etc.). Las negociaciones sobre el clima mundial, de mayor importancia las de Copenhague de 2010, no van a ninguna parte.

Por un lado, el petróleo es un elemento fundamental del funcionamiento rentable de todo el sistema imperialista. Seis de las diez empresas más grandes de Estados Unidos, y ocho de las diez más grandes del mundo, son empresas automotrices y petroleras. Por otro lado, el petróleo es un elemento central de la rivalidad interimperial. Las grandes empresas capitalistas y las grandes potencias capitalistas —Estados Unidos, China, los países de la Unión Europea, Rusia, Japón y otros países— compiten entre sí por el control de las regiones en las que se encentran nuevas fuentes de combustibles fósiles: en el Ártico, en el Atlántico Sur y en otros lugares.

La rivalidad entre las grandes potencias por el control de la producción, refinación, transporte y comercialización del petróleo es, de hecho, una rivalidad por el control de la economía mundial. Las fuerzas armadas del imperialismo estadounidense dependen del petróleo para mantener y extender su imperio, para librar sus guerras neocoloniales y para mantener su supremacía global. Y, ahora mismo, una de las ventajas competitivas mundiales del imperialismo estadounidense es precisamente su creciente capacidad de producir combustibles fósiles: en 2012, Estados Unidos registró el mayor aumento de la producción de petróleo en el mundo y el mayor incremento interanual en un solo año de la producción de petróleo en la historia de Estados Unidos.

No se puede entender nada de lo que está sucediendo (y lo que no está sucediendo) en la esfera de los energéticos fuera del marco de la coacción de conseguir ganancias y la intensa competencia y la rivalidad al nivel de las empresas, sectores y estados-nación en la economía mundial y en el sistema interestatal imperialista.

El aspecto más sobresaliente de las negociaciones climáticas recientes es el hecho de que se ha dado ahí una intensa rivalidad entre las "grandes potencias" — por un lado, que no quieren y no pueden alejarse de manera sustantiva de la dependencia de los combustibles fósiles y, por otro lado, que confinan la adaptación al cambio climático en el marco de los instrumentos del posicionamiento competitivo (los europeos y los chinos, por ejemplo, tienen ventajas en ciertas tecnologías de energía renovable).

Y aparte de la energía, las grandes potencias se empeñan en una fuerte competencia mundial por los minerales y materias primas del planeta. Es una escaramuza por el saqueo irresponsable de los recursos de la Tierra, o como un estudioso progresista lo ha llamado, "la carrera por lo que queda".

El surgimiento de China como la segunda mayor economía capitalista del mundo, con su demanda de recursos y su creciente alcance internacional, es un elemento importante en la ecuación ecológica. Su crecimiento ha sido impulsado por la entrada masiva de capital de inversión en los últimos 20 años y dicho crecimiento ha sido una fuente importante, si no la fuente principal, del dinamismo de la economía mundial. Y hoy China es el mayor emisor de dióxido de carbono.

La verdadera amenaza de un cambio climático imparable es parte de una crisis ambiental más amplia. El planeta no sólo está en una trayectoria hacia la extinción masiva de especies, sino también hacia el colapso de ecosistemas cruciales, especialmente las selvas tropicales y arrecifes de coral, con la amenaza de efectos en cascada sobre el ecosistema global de la Tierra en su conjunto. Existe la posibilidad real de que la Tierra se transforme en un planeta de un tipo muy distinto... con el potencial de poner en peligro la existencia humana. Nadie puede predecir las vías precisas y los resultados de lo que está sucediendo. Pero esta es la trayectoria en la que nosotros, y el planeta Tierra, estamos.

¿Por qué las operaciones de explotación forestal y madera están desapareciendo las selvas tropicales? ¿Por qué la agroindustria está degradando y secando el suelo, y por qué se está acidificando los mares? ¿Por qué se convierte la naturaleza en un "sumidero" de residuos tóxicos? Porque el capitalismo-imperialismo invierte, especula, comercia y merodea por el mundo tratando a la naturaleza como un insumo ilimitado al servicio de la producción en cada vez mayor expansión en pos de ganancias.

 

1. Vea el número especial de Revolución, ¡Estado de EMERGENCIA! El saqueo de nuestro planeta, la catástrofe ambiental y la verdadera solución revolucionaria, #199, 18 de abril de 2010. [regresa]

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