El sistema que mata a Detroit
Li Onesto | 16 de diciembre de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
Cuando un juez falló el 3 de diciembre de 2013 que Detroit no podía pagar sus deudas, el lugar más conocido para la fabricación de automóviles y la música soul se convirtió en la ciudad más grande de Estados Unidos a declararse en quiebra. El juez también decidió que, como parte de la reestructuración de la deuda, el gobierno municipal podía recortar las pensiones, con un efecto sobre unos 23.000 trabajadores municipales jubilados.
El juez declaró que, con su decisión, Detroit ahora tiene una "oportunidad para un nuevo comienzo". Pero las personas que viven en Detroit ya están sufriendo por el desempleo, la pobreza, los recortes y la falta de servicios sociales, y todas las señales apuntan a que las cosas sólo irán de mal en peor.
En 1950 Detroit era la quinta ciudad más grande en los Estados Unidos, con 1.85 millones de personas. Hoy su población de sólo 700.000 sigue disminuyendo. El 85% de su población son afroamericanos; se estima que 1 de cada 3 personas viven en la pobreza y más de la mitad de los niños viven empobrecidos, lo que hace de ésta la ciudad grande más pobre en Estados Unidos. El gobierno de plano ha abandonado a muchos vecindarios. Cualquier persona que maneje por gran parte de Detroit puede dar testimonio del paisaje austero, que trae a la mente un escenario casi de la posguerra. Manzanas enteras tienen sólo una o dos casas ocupadas. Vastas zonas donde nadie vive: lotes baldíos, cubiertos de maleza. Grandes edificios de escuelas con las ventanas rotas, vacíos y en ruina.
El gobierno municipal estima que hay 78.000 estructuras "abandonadas y destartaladas", más o menos una quinta parte de la vivienda de la ciudad en una zona de 360 kilómetros cuadrados, lo suficientemente grande como para abarcar a Manhattan, Boston y San Francisco. El 22% de los predios de su zona industrial se encuentra vacante, y el 36% de la superficie comercial está vacante. Para cada 100 habitantes, sólo hay 27 puestos de trabajo. El desempleo oficial es del 18%, o sea, el doble del índice en el estado. Entre los negros, especialmente los jóvenes, el desempleo oficial es superior al 30%, pero incluso los funcionarios municipales dicen que en realidad está más cerca al 50%.
Muchos residentes no tienen ni siquiera acceso a las cosas básicas necesarias para vivir de día a día. La gente espera el autobús durante 2-3 horas. No hay grandes supermercados de las cadenas dentro de los límites de la ciudad. Más de la mitad de los parques han cerrado en los últimos cinco años. El 40% de las farolas no funcionan. Sólo un tercio de las ambulancias municipales funcionan. En grandes partes de la ciudad muchas escuelas públicas han cerrado y no hay servicios esenciales como transporte, agua potable, gas, electricidad y servicios de emergencia.
Hablando de la situación actual de la ciudad, una residente dijo: "Como una mujer negra oprimida de 24 años de edad, a veces me siento como si estuviera en peligro de extinción".
Ahora, están ofreciendo "explicaciones" de todo tipo por el colapso financiero de Detroit. Algunos mencionan una parte del panorama, hablando de la pérdida de decenas de miles de empleos con el cierre de las plantas de automóviles. La mayoría de las explicaciones van en la dirección equivocada: señalan cosas como la corrupción, los funcionarios incompetentes y las corporaciones "avaras". Los racistas están regando toda una sarta de veneno que dice en esencia que esto sólo sirve para demostrar que una ciudad "a cargo de la gente negra está destinada a fracasar".
Pero para entender concretamente lo que está pasando en Detroit hoy, es necesario repasar la forma en que el funcionamiento económico y político del capitalismo ha moldeado a esta ciudad desde hace muchas décadas.
Allí se entrecruzan las dinámicas que han llegado a un punto crítico aquí, lo que resulta en una crisis económica, política y social extrema en Detroit. Existen las dinámicas de la opresión nacional intensa y sistemática que los negros se han enfrentado desde que comenzaron a llegar a la ciudad desde el Sur a comienzos del siglo 20. Además, figuran los grandes cambios y transformaciones relacionados con la globalización que han impactado a la industria automotriz, el centro tradicional de empleo y una fuente primaria de los ingresos tributarios del gobierno municipal en Detroit. Y ahí están los efectos de la crisis económica mundial de 2008 y sus consecuencias que continúan en las finanzas de las ciudades como Detroit.
Esto es obviamente un tema muy amplio. Pero estas son las cosas que es necesario explorar para entender la situación de Detroit. Así que lo siguiente es un esbozo preliminar de estos puntos.
El Detroit del apartheid
No se puede discutir la crisis de Detroit hoy sin hablar del hecho de que esta es una ciudad cuya población hoy se compone más del 80% de negros y de la opresión de los afroamericanos desde que empezaron a llegar a esta ciudad hace unos cien años.
La gran migración de los negros del Sur de inicios del siglo 20 cambió profundamente la economía y la estructura social de muchas ciudades del Norte, como Detroit. Cuando Detroit se convirtió en el centro de la industria del automóvil, decenas de miles de personas acudieron en busca de trabajo, incluidos los negros del Sur. En 1915 menos de 6.000 negros vivían en Detroit y cinco años más tarde había 40.000 afroamericanos ahí. La población total casi se duplicó cada 10 años para las siguientes cuatro décadas, por lo que era la ciudad de más rápido crecimiento en el mundo. En 1950 cerca de 2 millones personas vivían en Detroit y los afroamericanos representaban más del 16% de éstas.
Los negros llegaron en busca de una vida mejor, no sólo con el empleo, sino un escape de la humillación del Jim Crow y la amenaza constante del árbol del linchamiento. Pero no es ninguna exageración decir que terminaran por vivir en una situación parecida al apartheid avalada por las leyes, la policía y la violencia vigilante, todo lo cual sigue repercutiendo hasta la actualidad.
El Klu Klux Klan envió su primer reclutador a Detroit en 1921 y para 1924 ya se habían inscrito 35.000 miembros.
En Detroit, a los negros, como una regla no oficial, sólo se les permitía vivir en una zona de 60 manzanas del barrio Lower East Side que se conocía como "Black Bottom" [Fondo Negro]. Y si trataran de desplazarse a un vecindario blanco, se toparían con la violencia.
En 1925 un doctor negro, Ossian Sweet, y su familia se mudaron a una casa en el barrio este de Detroit. Una turba de cientos de blancos furibundos se reunió en frente de su casa, lanzaron piedras y gritaron amenazas racistas. Alguien de la casa disparó contra la multitud, e hirió a un hombre y mató a otro. La persona acusada de este asesinato fue absuelto. Pero el incidente demostró el peligro que los negros enfrentarían si intentaran oponerse a la discriminación sistemática que enfrentaban en materia de vivienda, así como en muchas otras cosas como el empleo y la educación.
Los agentes de bienes raíces blancos se negaron a mostrar las propiedades a las familias negras fuera del barrio Black Bottom. Y luego, a partir de 1924 las asociaciones de agentes de bienes raíces de hecho prohibieron que sus miembros vendieran casas en vecindarios de blancos a los clientes negros e impusieron sanciones a los que rompieran esa regla. Los bancos y las compañías de seguros también restringían el acceso a las hipotecas para la vivienda y negocios así como los préstamos para mejoras en el hogar a los negros en Detroit. (Véase Kevin Boyle, Arc of Justice, 2004, p. 145.)
Después de la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de suburbanismo era una característica importante del paisaje de Estados Unidos y fue suscrito y fomentado por las políticas gubernamentales conscientes. En Detroit estas políticas contribuyeron a una mayor segregación racial. El autor Thomas J. Sugrue escribe:
"Las nuevas autopistas aceleraron el proceso de la suburbanización. Los nuevos desarrollos de vivienda para los trabajadores de cuello azul y blanco surgieron prácticamente de la noche a la mañana en lo que habían sido zonas rurales en las afueras de la metrópoli. El suburbio más grande de cuello azul (y pronto el tercer municipio más grande del estado) fue Warren. Era una comunidad de horticultores antes de la Segunda Guerra Mundial, pero para 1960 ya fue el hogar para más de 150.000 personas que vivían sobre las calles con interminables filas de pequeñas casas de una planta y de Cape Cod. Warren y el condado de Macomb suburbano (del que formaba parte) se convirtieron en una meca para los blancos de cuello azul que huían de la ciudad. Los trabajadores de cuello blanco también llenaban las nuevas subdivisiones tan rápidamente como pudieran construirse en los suburbios al norte y oeste de la ciudad. Los humedales y las tierras de cultivo por igual se convirtieron en mares de césped verde, divididos por las cintas de asfalto. Para 1960, más blancos en la zona metropolitana de Detroit ya vivían en los suburbios que en la ciudad (aunque muy pocos negros vivían en los suburbios, ya que los agentes de bienes raíces se negaron a venderles casas en esas zonas y se enfrentaron a una intensa hostilidad y la violencia a menudo cuando trataron de cruzar los límites suburbanos)" (From Motor City to Motor Metropolis: How the Automobile Industry Reshaped Urban America, de Thomas J. Sugrue).
Los negros no podían comprar casas asequibles en esos suburbios de puros blancos. Mientras tanto, los blancos se beneficiaron de los grandes subsidios para los propietarios de casas propias mediante la Administración Federal de la Vivienda y la Administración de Veteranos.
En 1945 la Suprema Corte de los Estados Unidos dictaminó en un caso en el que una familia negra se había comprado una casa con un "convenio restrictivo" que prohibía que "las personas de la raza negra o mongólica" ocuparan la propiedad. Después de que el tribunal dictaminó que el estado no podía hacer cumplir tales convenios, en Detroit los corredores de bienes raíces y los desarrolladores alentaron la formación de "asociaciones de mejoramiento de barrios" para hacer cumplir las tradicionales reglas de segregación.
Entre 1943 y 1965, los blancos de Detroit fundaron al menos 192 organizaciones barriales en toda la ciudad. Su retórica se hizo eco del Ku Klux Klan, con referencias a la "raza blanca" y frases como "Nosotros, el pueblo blanco" (véase "The Origins of the Urban Crisis — Race and Inequality in Postwar Detroit", Thomas J. Sugrue, p. 212).
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, dichos grupos instigaron más de 200 incidentes de acoso, manifestación en masa, piquetes, quema de efigies, rotura de ventanas, incendios, vandalismo y ataques físicos contra los propietarios negros para tratar de mantenerlos fuera de los barrios blancos. (Véase Heather Ann Thompson, Whose Detroit? Politics, Labor, and Race in a Modern American City, Ithaca, Nueva York: Cornell University Press, 2001, p.14.)
Todo eso continuó durante décadas. Por ejemplo, Sugrue describe lo que sucedió cuando Easby Wilson, un obrero automotriz negro, intentó mudarse a un barrio predominantemente blanco en 1955. Este incidente era típico durante este tiempo:
"Los miembros blancos de la Asociación de Mejoramiento de Cadillac se acercaron a los Wilson y exigieron que vendieran la casa. Esa noche, alguien lanzó una piedra por la ventana del baño. Durante dos noches seguidas, el teléfono sonó con llamadas airadas, anónimas. El viernes, después de la cena, una pequeña multitud se reunió sobre la calle Riopelle en frente de la casa de los Wilson. Pronto se les sumaron más de cuatrocientos blancos que piqueteaban y coreaban, convocados por los jóvenes varones que recorrían hacia arriba y abajo de la calle a bicicleta, haciendo sonar silbatos. La multitud atrajo a una muestra representativa de los residentes del barrio: tal como la señora Wilson informó: 'había niños; había gente mayor; había adolescentes; de hecho había de todas las edades'. Los manifestantes soltaban epítetos. '¡Más vale que vuelvan a donde pertenecen!', gritó un vecino enojado. Una roca hizo añicos la ventana del comedor" (Sugrue, p. 232).
Los ataques continuaron durante los siguientes dos meses, a veces con los policías sentados en su patrulla por el rumbo. Con el tiempo, los Wilson se mudaron y años más tarde, en 1960, sólo el 2.9% de los residentes de la zona eran negros.
En 1963 los grupos de vecinos blancos propusieron una "Ordenanza de Derechos de Propietarios de Casa Propia" para conservar su "derecho" a segregar los barrios, su derecho a practicar la discriminación en la venta de bienes raíces. Después de su derrota, había 25 quemas de cruces, sólo en 1965.
El lento genocidio de hoy
Y ¿qué pasa después del Movimiento de Derechos Civiles? ¿Y qué pasa hoy? ¿Los negros de Detroit aún se enfrentan a una situación de apartheid ahí?
En 1986, el entonces alcalde de Detroit, Coleman Young, dijo algo que arroja una luz sobre la situación de ese entonces, pero también sobre lo que existe con aún mayor intensidad hoy:
Una controversia por una ley en Dearborn, un suburbio blanco de Detroit, que prohibía la presencia de "los de afuera" en sus parques había sacado a la superficie la intensa tensión racial. En medio de todo esto, el alcalde Young denunció las medidas de control de armas más restrictivas que se habían propuesto para Detroit, incluyendo la recolección de armas de fuego al público. Dijo:
"Si voy a permitir que recojan las armas en la ciudad de Detroit, mientras que estamos rodeados de suburbios hostiles y del resto del estado que tienen armas, donde hay justicieros vigilantes, el Ku Klux Klan practica tiro al blanco en las zonas boscosas con armas automáticas, pues que me condenen al infierno''.
Los abogados del gobierno municipal de Dearborn argumentaron que la intención de esta ley no era discriminatoria, ya que los votantes la había aprobado, "cuya motivación no se pudo determinar". Y a la hora de la verdad, se argumentó que en esencia lisa y llanamente tenían el derecho a decir quién podía utilizar sus parques, al igual que tenían el derecho de impedir que los negros se mudaran a sus barrios o estudiaran en sus escuelas.
Otros suburbios alrededor de Detroit habían logrado evitar las acusaciones de discriminación abierta por la simple construcción de barricadas físicas y por el requerimiento de que los residentes mostraran documentos de identidad para entrar (como las comunidades cerradas). En el suburbio de Grosse Pointe Park, los funcionarios propusieron muros y privadas, supuestamente para facilitar el tráfico y evitar las inundaciones. Pero era evidente que se trataba de una forma de "mantener fuera a la gente negra", de hacer cumplir lo que equivalía a las reglas del apartheid.
Piense acerca de esta situación, hace 27 años, y luego piense en Amérikkka hoy:
2010: la policía de Detroit irrumpen en una casa en medio de la noche y mata a Aiyana Stanley-Jones, 7, que dormía en el sofá con su abuela y que en 2013 un juez declara nulo el juicio contra el único policía con cargos por el asesinato. 2012: Trayvon Martin fue asesinado a tiros por un justiciero vigilante racista por el "delito" de ser joven y negro, y el sistema deja que el asesino salga en libertad. 2013: una mujer negra, 19, Renisha McBride, sufre un accidente de tránsito y busca ayuda en Dearborn, un suburbio blanco de Detroit (el mismo citado anteriormente), pero en lugar de encontrar ayuda, recibe el trato de sospechoso: un disparo en la cabeza que la mata.
Pero la cosa va más allá de todo ello y más allá de Detroit. Se trata de lo que Carl Dix ha llamado un genocidio lento del pueblo negro en Estados Unidos, que podría convertirse en un genocidio rápido.
Hay 2.3 millones de personas en las prisiones, en su mayoría negras y latinas, sometidas a terribles condiciones, en muchos casos largas condenas por delitos menores de drogas. Existe un cauce que conduce a este almacenamiento en las prisiones, que incluye las políticas oficiales, como mandatos judiciales contra las pandillas, el parar y registrar del Departamento de Policía de Nueva York y escuelas públicas en los barrios humildes de las ciudades que tratan a toda una generación de jóvenes como delincuentes potenciales: culpables hasta que se pruebe lo contrario, si es que pueden sobrevivir para demostrar su inocencia. Y hay decenas de millones de los negros, que al salir de la cárcel, de ahí están etiquetados con la privación y vergüenza, les niegan el empleo, el acceso a la vivienda pública, beneficios del gobierno, el derecho a votar y más. Todo ello debido a las políticas conscientes de la clase dominante.
Y como dice Carl Dix: "Si se permite que continúe la trayectoria actual, se intensificará la realidad que viven millones de los oprimidos acorralados en los ghettos y barrios sin oportunidad ni esperanza. Salir de la cárcel y entrar de nuevo seguirá siendo un rito de paso para millones de jóvenes oprimidos, muchos de los cuales ya no ven en su futuro inmediato nada salvo la prisión o la muerte. Se trata de un lento genocidio que, dadas las agudas divisiones en la clase dominante y el apuntalamiento y azuzamiento de francas fuerzas fascistas, fácilmente podría convertirse en un genocidio rápido".
De hecho, los justicieros vigilantes y klanistas con armas automáticas de la calaña que estaban practicando tiro al blanco en los suburbios de Detroit en los años 1980 están vivos y activos en los Estados Unidos hoy. Nada más vea la actividad y la retórica de la NRA [Asociación Nacional del Rifle]. Pero de aún más importancia, hay un sector de la clase dominante que representa un programa fascista derechista que da dirección ideológica, respaldo y aliento a los soldados terrestres que están aferrados a sus armas de fuego en las afueras de las ciudades y están practicando "el adiestramiento de supervivencia" en los bosques. Basta con escuchar a los líderes del Partido del Té, tal como el senador Ted Cruz de Texas, que alababan abiertamente al ex senador por Carolina del Norte Jesse Helms, quien era un fascista reaccionario, odiogay, odiamujer, racista.
La dinámica del capitalismo
En un momento, Detroit era un lugar donde se podía entrar en la ciudad, caminar la entrada de una fábrica y obtener un puesto de trabajo en el lugar. En su apogeo la fábrica de automóviles de River Rouge empleaba a 90.000 trabajadores. Esta era una ciudad en la que durante muchas décadas los negros podían conseguir un trabajo relativamente bien pagado, aunque era de menor paga y de peores condiciones que lo que consiguieron los trabajadores blancos.
Pero el número de puestos de trabajo de manufactura en Detroit se redujo de 296.000 en 1950 a sólo 27.000 en 2011. Hoy sólo hay dos fábricas de automóviles que quedan en Detroit, que emplean a menos de 10.000 trabajadores. Y otras empresas que prosperaron de la industria automotriz, como restaurantes, proveedores de refacciones y servicios financieros también han sufrido. En 2009 la tasa de desempleo en Detroit ascendió a cerca del 25%. Hoy está cerca del 18%. Para los jóvenes, es más del 50%. Así que, ¿qué pasó?
Casi todas las grandes fábricas de automóviles en Detroit finalmente cerraron porque era más rentable para trasladar esos puestos de trabajo, primero a las zonas rurales de Estados Unidos y luego por la frontera con México, y luego al extranjero a lugares como Tailandia, Indonesia y Vietnam. Tal es la dinámica del capitalismo, donde los diferentes capitalistas están empeñados en la rivalidad y la competencia entre sí, siempre en busca de mayores ganancias y por ende en busca de fuentes de mano de obra más barata, las formas más baratas de producir ganancias.
Esta ley del capitalismo condujo a que tantos puestos de trabajo dejaran a Detroit y luego más en lo particular, en los últimos 15 años más o menos, el imperialismo estadounidense ha forjado una economía manufacturera de mano de obra barata integrada a nivel mundial con enormes reservas de mano de obra de China, India y otras partes del tercer mundo. Y este funcionamiento más amplio del capitalismo-imperialismo mundial también ha impactado profundamente a Detroit, lo que ha conducido a la desindustrialización y la pérdida de puestos de trabajo. En 1992, se fue la gran planta de Chrysler y de la noche a la mañana 4.500 personas se quedaron sin empleo.
Para los negros, conseguir un trabajo en Detroit siempre ha significado tener que penetrar en una manta gruesa de la discriminación racial, aunque ésta era una ciudad en la que un montón de gente negra pudiera conseguir no sólo empleos en las fábricas, sino también puestos de trabajo como empleados municipales y algunos pudiera hasta llegar a ser parte de la clase media.
Los trabajadores negros, como Sugrue dice, recibieron "los trabajos más duros y más sucios" y, a veces simplemente de plano les negaban el empleo. Un trabajador negro respondería a una oferta de trabajo y le decían que el trabajo ya estaba tomado, a pesar de que no lo era. A los negros no les permitían solicitar ciertos tipos de puestos de trabajo más calificados. Sugrue señala: "Los mercados de trabajo también fueron estructurados mediante la cultura, las actitudes, las costumbres de los trabajadores y las normas de trabajo. Cuando los trabajadores formaron un sentido de 'hermandad' en el taller, que lo definían a menudo mediante la práctica de la exclusión racial y de género". Y si alguien se pregunta qué significaba "un sentido de hermandad", he aquí una historia: En 1943, la Packard Motor Car Company promovió a tres hombres negros para trabajar junto a los blancos en sus líneas de montaje. En respuesta, 25.000 blancos abandonaron el trabajo. Eso se dio tres semanas antes de los disturbios entre los negros y los blancos en los que en el transcurso de tres días, 34 personas fueron asesinadas; 25 de las que murieron eran negras y 17 asesinadas por la policía. Más de 400 personas resultaron heridas en los tres días de disturbios.
Antes de que el estado de Michigan aprobara una Ley de Prácticas Aceptables de Empleo en 1955, las agencias de empleo privadas incluían de costumbre las preferencias raciales en los listados de trabajo.
Una persona con quien hablé describió cómo era trabajar en las fábricas de automóviles en la década de 1970 después de la Rebelión de Detroit de 1967, cuando los negros se levantaron durante cinco días por las condiciones opresivas de vida. Dijo que las fábricas contrataron a muchos trabajadores negros, incluidas las personas sin mucha educación y más tarde también empezaron a contratar a más mujeres. Luego se suspendió la contratación durante unos 10 años y cuando volvió a subir la contratación, era notablemente diferente. Dijo que había más blancos: el 50 % en comparación con el 20% de blancos en los años 1970, las personas con educación y experiencia laboral más larga. En un momento, trabajaba en una imprenta en el centro de Detroit. Dijo: "No anunciaban las ofertas de trabajo en los periódicos de Detroit. Al contrario, ponían los anuncios de ofertas de trabajo en los periódicos de los suburbios del extremo norte u occidental de puros blancos". Recordó también que un trabajador automotriz negro trató de hacer una solicitud en una de las plantas y a pesar de que había estado en el sindicato por muchos años, estaba obligado a tomar una prueba de perfil psicológico que incluía preguntas sobre cómo se sentía acerca del gobierno.
Rescate financiero para el imperialismo
En la cima de la dinámica integrada del capitalismo que está sangrando a la ciudad de los empleos, a partir de 2007 la crisis financiera y recesión dio lugar a la mayor desindustrialización de Detroit, junto con muchas otras ciudades. Luego fue la sacudida repentina en 2009, cuando en Estados Unidos el gobierno rescató a la industria automotriz.
En enero de 2009, el gobierno federal utilizó 25 mil millones dólares para rescatar a dos de los tres grandes compañías de automóviles, General Motors y Chrysler. Algunos tal vez consideren que el rescate del gobierno para la industria automotriz iba a ayudar a la ciudad de Detroit. Pero, de nuevo, la anarquía del capitalismo, o sea, las leyes que dictan cómo funcionan las cosas en este sistema, junto con las políticas conscientes enmarcadas en gran medida por el hecho de que Detroit es una ciudad con una población abrumadoramente negra, condujo a una situación en la que una "recuperación" relativa de la industria automotriz de Estados Unidos no implicaba una "recuperación" de Detroit, pero al contrario implicó la quiebra total.
Los días en que el éxito de la industria automotriz de Estados Unidos estuviera ligado a la salud y el destino de Detroit han terminado. Y esto también se debe a las dinámicas mundiales más amplias del capitalismo-imperialismo.
Se ha producido un aumento de la "desconexión", donde Detroit depende de manera desproporcionada de la industria automotriz. Pero las fuerzas que determinan el cambio en la industria automotriz de Estados Unidos parten del escenario mundial más amplio, y no de lo que está sucediendo en Detroit. De hecho, se calibraron la reestructuración de 2009 y el rescate de la industria automotriz en beneficio de las necesidades mundiales del imperialismo estadounidense y la competitividad mundial, y no en beneficio de las necesidades de Detroit.
Para empezar, la decisión del gobierno para rescatar a la industria automotriz se basa en las necesidades más amplias del imperialismo estadounidense.
El efecto de este rescate fue una industria "de menos concesiones y más golpes" plasmada mediante el cierre de plantas, despidos, reducciones salariales, recortes de las prestaciones de los trabajadores y un sistema salarial de dos niveles para los trabajadores del automóvil, donde los nuevos trabajadores reciben la mitad de los salarios de los trabajadores previamente contratados. Y eso significaba trasladar las operaciones de Detroit a lugares como China, donde los costos son más bajos y por lo tanto la producción es más rentable. Por ejemplo, la General Motors ha aumentado su capacidad de producción en China en un 55% desde el plan de rescate de 2009.
El rescate de 2009 ayudó a salvar la poca industria que queda en la ciudad, dos plantas de manufactura y la sede mundial de General Motors. Pero eso también no se trata sólo de la pérdida de puestos de trabajo. También tiene que ver con los ingresos fiscales que todo eso proporcionaba a la ciudad de Detroit.
La regla básica en el capitalismo, de "las ganancia al mando", también se aplica en materia de impuestos, pensiones y lo que el gobierno municipal ha podido y no ha podido hacer frente a esta crisis.
En su discurso "Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución" (en audio en inglés), Bob Avakian comenta que algunas personas plantean la pregunta, ¿por qué es que el gobierno no puede identificar las necesidades sociales, obtener ingresos y aplicar eso al problema?
El hecho es que el gobierno puede obtener dinero de los préstamos, pero tiene que amortizar éstos con intereses, de modo que esto no genere más dinero. El gobierno puede vender bonos, pero también por lo general tiene que amortizar éstos con intereses. Así que en última instancia, con el fin de recolectar ingresos que son mayores de los que ya tiene, el gobierno tiene que hacerlo mediante la recaudación de impuestos y lo hace a gravando tanto a los ciudadanos particulares como a las corporaciones.
Bajo el capitalismo, el monto de impuestos dependerá de la rentabilidad de la inversión de capital. Por eso, cuando la industria automotriz era enorme y le iba bien en Detroit, los ingresos para el gobierno municipal provenientes de las Tres Grandes compañías automotrices, así como de las demás empresas y servicios asociados a la industria automotriz, fueron relativamente grandes, al menos lo suficientemente grandes como para mantener los servicios sociales mínimos, si no adecuados y la infraestructura básica de la ciudad (como el agua, la electricidad y el transporte público) que la gente necesita. El hecho de que decenas de miles de personas de Detroit trabajaban implicaba que todas estas personas pagaban impuestos. Pero a medida que todo eso se haya ido viniendo abajo, a medida que la industria automotriz se haya ido saliendo de la ciudad, que los trabajos se hayan ido saliendo, que cientos de miles de personas hayan ido saliendo de la ciudad, se ha ejercido un enorme impacto negativo sobre la capacidad del gobierno municipal de generar ingresos. Como BA señala, hasta los límites y el contexto y los confines dentro de los cuales el gobierno puede responder a las necesidades sociales en un sentido esencial y fundamental, dependen de la rentabilidad del capitalismo en un sentido general.
Así que ahora existe una situación en la que las personas que viven en Detroit no tienen trabajo, el gobierno no les proporciona los servicios básicos y en un sentido concreto la ciudad se está pudriendo ante los ojos de la gente.
Y ¿qué ha hecho este sistema ante esta situación calamitosa para el pueblo?
Aquellos que gobiernan este sistema no han declarado una emergencia ni han dicho que tenemos que hacer algo de inmediato para ayudar a la gente. De hecho todo lo contrario ha sucedido. Las personas se han visto afectadas con aún MÁS privaciones debido a los recortes en la educación, salud, servicios sociales y necesidades básicas de la vida. Miles de personas que han estado trabajando toda la vida por el gobierno municipal, que contaban con una jubilación con una pensión de la que pudieran sobrevivir, se enfrentan ahora a severos recortes de sus pensiones que tendrán un impacto devastador sobre su capacidad para sobrevivir. Y el fallo por el juez que le da a la ciudad de Detroit el derecho de recortar las pensiones de la gente también ofrece un precedente para los gobiernos municipales y estatales de todo el país. De hecho, sólo unas horas después del fallo, la legislatura de Illinois votó a favor de una "reforma" de pensiones que recortaría abruptamente los ingresos de jubilación de los trabajadores del estado.
* * *
La crisis de Detroit, es decir, la grave situación de las personas que viven ahí y la "solución" del sistema, es una mayor denuncia del hecho de que el capitalismo, por su propia naturaleza, no puede satisfacer las necesidades de las personas.
El capitalismo es una locura, es inhumano y cruelmente explotador. Mientras los gobernantes y defensores del Estados Unidos cacarean sobre la "democracia" y la "tierra de los libres", este sistema destruye la vida y el espíritu de millones de personas en Estados Unidos y por todo el mundo a un ritmo cada hora todos los días. Sus propios cimientos se han entrelazado, desde el principio con la esclavización de los africanos y la continuación de la opresión sistemática de los afroamericanos. Y todo eso se ha fundido como un huracán económico, político e ideológico que ha dejado a la gente de Detroit en el sufrimiento, y muchos negros en Detroit, que constituyen la mayor parte de la ciudad, viven en condiciones que tienen mucho en común con un bantustán sudafricano bajo el apartheid.
El colapso financiero de Detroit no fue el resultado, en lo fundamental, de la avaricia de las corporaciones, la corrupción de los funcionarios o la ineptitud de los politicastros. La "muerte" de la ciudad, o sea, el encogimiento de su población, los edificios abandonados, la falta de servicios básicos y la gente cada vez más desesperadamente pobre, no es el resultado de las "decisiones equivocadas" y la "falta de voluntad " por parte del gobierno o de los ciudadanos. Todo eso se debe a la reproducción de las dinámicas económicas, políticas y sociales de este sistema del capitalismo que han estado en marcha en Detroit durante décadas. Todo eso NO es algo que este sistema puede "componer". Las ciudades en todo Estados Unidos están acercándose a la situación de Detroit, se enfrentan a situaciones similares, porque la misma dinámica del capitalismo se entrecruza con la opresión de los negros y latinos (en muchos casos) la que ha estado y seguirá obrando. Todo eso es otro ejemplo de por qué necesitamos un sistema completamente nuevo, que no se base en las ganancias pero sí en las necesidades de las personas, con el objetivo de emancipar a toda la humanidad.
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.