Clausura de clínicas, terror, y la verdadera emergencia ante el derecho al aborto
¡Es PEOR que usted cree — tenemos que actuar para ponerle fin AHORA!

Sunsara Taylor | 17 de marzo de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 6 de marzo, la última clínica del aborto en la región pobre del Río Bravo en Texas dejó de ofrecer abortos. Hoy, una mujer por allá que necesita un aborto tiene que viajar casi 500 kilómetros (ida y vuelta) a la clínica más cercana. Muchas mujeres no emprenderán tal viaje. En lugar de esto, estarán atrapadas en relaciones abusivas, estarán empobrecidas (aún más), o tomarán medidas desesperadas —como la prostitución— para apoyar a un hijo que no querían. Otras morirán de abortos autoinducidos.

En 2013, Texas tenía 44 clínicas de abortos. Para este septiembre, si nada cambie, se quedarán solamente seis. Aunque esto en sí es muy angustioso, no se limita a Texas.

Es PEOR que usted cree


San Francisco, enero de 2014, Foto: Especial para Revolución

Se han adoptado 203 restricciones contra el aborto en los últimos tres años. Cerraron tres clínicas de abortos en Ohio desde el verano de 2013. Dos en Virginia. El número de proveedores del aborto en Michigan bajó de 19 en 2009 a seis en 2011. Arizona perdió 12 clínicas desde 2010. Pennsylvania, cinco. Cinco estados ahora tienen solamente una clínica del aborto y uno de éstos —Misisipí— está en peligro de perderla; el 28 de abril, el mismo Corte Federal de Distrito que confirmó las clausuras de las clínicas en Texas decidirá sobre una ley parecida que cerraría la última clínica en Misisipí.

El 3 de marzo, una clínica en el estado de Montana resultó con daños tan severos que la cerraron indefinidamente. En 2013, un hombre trató dos veces de incendiar una clínica de Planned Parenthood (Planificación Familiar) en el estado de Missouri, y otro hombre fue condenado por haber planeado el asesinato de un médico de abortos en el estado de Wisconsin. En total han asesinado a ocho médicos y empleados por proveer abortos.

Ya es el caso de que las mujeres por todo el país que no pueden encontrar un aborto seguro están intentando abortar por su cuenta. Se meten objetos filosos en la vagina, toman píldoras, piden al novio que les pegue, se echan por la escalera, toman exageradas cantidades de alcohol y así sucesivamente. Un estudio de 2012 encontró que el 12% de las mujeres cerca de la frontera con México que pidieron abortos ya habían intentado inducir su propio aborto y habían fracasado. Ahora, con el cierre de las clínicas en el vecino Texas, es inevitable que ese número aumente.

¡Hay que parar esto!


Ciudad de Nueva York, 8 de marzo de 2014, Día Internacional de la Mujer. Foto: Especial para Revolución

Si no nos enfrentamos a esta guerra contra la mujer en su totalidad, si no la denunciamos y si no le oponemos una resistencia resuelta y si no le oponemos resistencia y la derrotamos de modo decisivo, muy pero muy pronto, se impondrá a la brava una “normalidad” nueva y horrorosa. Con el peso de miles de años de las cadenas de la tradición sobre la mujer, de la creciente fuerza de los teócratas fascistas cristianos y de la fuerza aplastante del estado, están truncando y perjudicando la vida de la mujer y poniendo en peligro el futuro de toda mujer.

Lo que se necesita ahora mismo es una manifestación masiva de furia. Todos los que no quieren ver a las mujeres forzadas a tener hijos contra su voluntad, forzadas efectivamente a vivir en un estado de esclavitud, tienen que actuar para parar esto ya.

Confiar en los demócratas ha resultado mortífero

Al decir “actuar” NO quiero decir donar dinero a un comité de acción política o una campaña, ni votar por un demócrata. Los pro derecho a decidir han hecho eso por décadas, y eso ha causado daños incalculables. Los demócratas no han hecho nada para parar el ataque contra la mujer. Al contrario, vez tras vez han cedido terreno a los fascistas cristianos que están atacando al aborto y han aceptado como los “puntos en el común” sobre los que tener diferencias y contender el marco que han establecido estos odiamujeres.

Hillary Clinton, en quien el “movimiento de la mujer” oficial (es decir, burgués) cifra grandes esperanzas de que sea candidata presidencial, ha dicho: “De mi parte, respeto a aquellos que creen que no existe ninguna circunstancia en que se deba ofrecer el aborto”.

¿Cómo? Las personas que luchan para poner fin al aborto en toda circunstancia merecen el mismo “respeto” como las que lucharon por la segregación Jim Crow. No importa que algunas sean “sinceras” en sus creencias, están EQUIVOCADAS y es necesario oponérseles de modo resuelto.

Y no se trata solamente de Hillary. Wendy Davis —la ahora famosa senadora por Texas que tomó la palabra en la asamblea y no la cedió en protesta de la ley que es responsable de todas las clausuras de clínicas en Texas, no impidió esa ley su protesta, debemos recordarles a todos aquellos que ahora cifran sus esperanzas en ella— ha dicho que ella apoyaría una prohibición del aborto después de 20 semanas de embarazo. Obama ha insistido repetidas veces en buscar “los puntos en común” con esa gente que ataca al aborto.

Aunque el enfoque de estos demócratas no ha hecho nada para desafiar el marco de las fuerzas antiaborto, sí ha causado daños enormes mediante la influencia sobre millones de personas que apoyan el derecho a decidir, poniéndolas a la defensiva moral y política acerca del aborto. Hoy, casi nadie que tiene menos de 30 años de edad ha escuchado a alguien hablar del aborto como algo esencial y necesario para la liberación de la mujer. Esto los ha dejado en la pasividad y a la defensiva ante una guerra implacable.

La verdad es que, por las razones explicadas en Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad, la dinámica que impulsa esta guerra contra la mujer es mucho más profunda que quién sea elegida a un cargo político en un momento dado. Debido a los cambios en la posición de la mujer en la sociedad en Estados Unidos y en todo el mundo, así como otros importantes cambios económicos y demográficos, todas las fuerzas importantes en la clase dominante de este país avalan la necesidad de un papel más grande para la religión, una reafirmación de los valores y la familia patriarcales “tradicionales” y recortes profundos de los programas sociales. Discrepan acerca del grado y ritmo de los cambios necesarios, pero ninguno de ellos se basa en un deseo de dar marcha atrás a la guerra contra la mujer.

En lo fundamental, todo esto señala la necesidad de la revolución total. Además, subraya la necesidad de que nos apoyemos en nosotros mismos.

Las acciones de emergencia del 11 y 12 de abril

“Actuar” quiere decir tomarse las calles, enfrentar y denunciar a los que dirigen esta guerra contra la mujer y luchar con muchos otros para que se unan con nosotros para hacer lo mismo. Solamente de esta manera podemos generar el nivel de resistencia que podría parar y dar marcha atrás a esta guerra contra la mujer.

Tenemos que decir la verdad: ¡La maternidad obligatoria constituye la esclavización de la mujer! ¡Es necesario ofrecer el aborto a solicitud y sin disculpas! No debemos hacer esto porque así es “cómo piensa la gente en su mayoría”, pero porque es la verdad y representa los intereses urgentes y fundamentales de la mujer. Tenemos que convocar a aquellos que ya están de acuerdo —y existen muchísimos, pero se han suprimido— para que se pongan de pie y den voz a esto ahora. Y tenemos que discutir, debatir y actuar sobre esto con aquellos que no están de acuerdo, repetidas veces, hasta que cambien de pensar y se unan a esta lucha.

Con este motivo Fin al Patriarcado se está uniendo a personas de muchas perspectivas distintas —líderes religiosos, figuras del movimiento de liberación de la mujer, estudiantes y otros — en dos días de acción de emergencia el 11 y 12 de abril.

El viernes 11 de marzo, presentaremos testimonio público para ilustrar vívidamente la verdad de lo que les pasa a las mujeres cuando el aborto no esté disponible — las mujeres muertas, las vidas truncadas— y para poner al descubierto y denunciar el programa general de subyugación que impulsa el movimiento antiaborto. Esto debería suceder en las universidades, teatros, instituciones religiosas y en la calle, en reuniones grandes y pequeñas. Las personas deberían testificar sobre sus propias historias de aborto —tanto de antes de Roe v Wade como más recientemente— o leer en alta voz las historias de otras, las que se pueden encontrar en el sitio web StopPatriarchy.org. Los estudiantes y otros deberían entrevistar a las mujeres acerca de sus abortos, transcribir las historias y remitirlas, o remitir sus propias historias. Juntos, presentaremos vívidamente la vida de las mujeres, y las consecuencias que sufren, que muy a menudo no salen en esta lucha.

Luego, el sábado 12 de abril, convocamos a todos a que se unan a nosotros en protestas combativas alrededor del país justo en frente de las instituciones y fuerzas que impulsan esta guerra. Reúnanse con los grilletes puestos, en representación de la esclavización de las mujeres. Y llevan ganchos de ropa ensangrentados, en recuerdo de las 47.000 mujeres que mueren cada año de abortos inseguros y de las que se morirán si no ponemos fin a esta guerra. Después de una hora de protesta silenciosa, romperemos las cadenas y recitaremos un juramento de oponer resistencia —y un llamado a otros a unirse a esta resistencia— hasta que derrotemos la guerra contra la mujer en su conjunto.

Ya es hora de decir la verdad sin pelos en la lengua y protestar de modo combativo. Ya es hora de denunciar la falta general de moral del movimiento antiaborto y devolverle la autoridad moral al movimiento de liberación de la mujer. Es nuestra responsabilidad ponernos de pie y convocar a miles, y pronto a millones, de personas a oponer una resistencia activa. Debemos actuar ahora para dar marcha atrás a estos ataques y derrotar esta guerra contra la mujer.

 

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