Oferta de Obama a los niños inmigrantes: Detención, deportaciones y separación de familias
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30 de junio de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Elva Marroquín dejó su hogar empobrecido guatemalteco, viajando a El Norte para vivir y trabajar en California. Pero tuvo que dejar a sus hijos, Ángel de 10 años de edad, y Dulce de siete años de edad. Finalmente, ella ahorró suficiente dinero para mandar a que los dos niños trataran de hacer el peligroso viaje a través de México a Estados Unidos con la esperanza de que su familia finalmente fuera unida y estable. Ángel y Dulce salieron de su casa hace más de un mes con la esperanza de alcanzar a su madre. Pero fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza inmediatamente después de cruzar el Río Bravo en Texas. Los niños le llamaban hace dos semanas, diciendo que estaban cansados, asustados y hambrientos. Marroquín le dijo a un reportero: "Mis hijos estaban descorazonados, tristes, llorosos, lloraban sin cesar, rogándome que los sacaran de allá. Sus súplicas eran tan angustiantes porque yo no podía correr a rescatarlos". Elva Marroquín aún no sabe cuándo lo podrá hacer ni lo que será la suerte de sus hijos, cuando por fin se reúna su familia finalmente.

Un muchacho en una celda de detención en Nogales, Arizona. Foto: AP

Otra mujer, de El Salvador, le dijo a la CNN que su hijo Henry, de 12 años de edad, y su hija Estefanía, de 9 años, salieron de El Salvador en diciembre acompañados de la abuela. Ésta los llevó hasta el río Bravo y le pagó miles de dólares a un coyote con la esperanza de que éste los llevara sanos y salvo al otro lado. En enero la mujer, que vive en California, recibió una llamada telefónica de Henry, que estaba en la custodia de un funcionario de inmigración en algún lugar de Texas. El funcionario permitió que la madre hablara con su hijo. “Lo único que le dije fue que se calmara, que todo iba a salir bien. Luego cortaron la llamada y no me volvieron a llamar". Agregó que no sabe ni dónde ni cómo están sus hijos.

Imagínese a los miles de personas como Elva Marroquín, angustiadas por la suerte de sus hijos en la custodia de las autoridades de inmigración de Estados Unidos. De eso comenzará a tener una idea de la terrible e indignante crisis que se desarrolla en la frontera entre Estados Unidos y México.

A medida que las historias de esta situación logren salir en las noticias, muchas personas en Estados Unidos se han sorprendido ante las imágenes de tantos niños agotados y desesperados y tratan de encontrar formas de proporcionarles las necesidades básicas de la vida y un cálido abrazo. En contraste con esto, los poderes fácticos los han recibido con crueldad y represión. Los ha almacenado durante días en centros de detención sucios y hacinados, diseñados para albergar a los adultos por períodos cortos; encerrados en pasillos sin ventanas ni asientos; donde se duermen por turnos en pisos de concreto y comparten baños portátiles con decenas de otros en la misma área en la que todos comen; los suben a los autobuses en medio de la noche y horas más tarde los dejan solos en las terminales de autobuses en ciudades por todo el Suroeste las que para nada conocen.

Una inspección de un centro de detención de Texas concluyó que "los niños en esta área se sentaban, dormían y comían en el suelo, sin catres a temperaturas que llegaron a los 100 grados".

El gobierno de Estados Unidos y su sistema de capitalismo-imperialismo están infligiendo grandes crímenes contra el pueblo de Centroamérica, especialmente a los niños. 52.000 niños inmigrantes que intentan entrar a Estados Unidos, muchos de éstos para huir de la pobreza extrema, la represión y los conflictos de pandillas y tratando de reunirse con sus familias, han sido detenidos en los primeros ocho meses de este año fiscal y crece el número a diario. Aproximadamente 39.000 madres y niños han cruzado la frontera en los últimos pocos meses. Se espera que otras 90.000 mujeres y niños crucen la frontera en los próximos meses.

La migración de decenas de miles de niños empobrecidos y desesperados ha desencadenado lo que Barack Obama y otros líderes políticos han tenido que reconocer que es una crisis humanitaria. Esta crisis ha envuelto todo el sur de Texas, con reverberaciones por todo el Suroeste de Estados Unidos, y hasta México y más allá. Pero esos personajes de la clase dominante, de todas las calañas, no aceptan tener ninguna responsabilidad por la crisis. Al contrario, están culpando, persiguiendo y reprimiendo a las víctimas del funcionamiento de este sistema, el cual orilla a las personas a tomar la medida drástica de mandar a sus hijos, solos, en un trayecto peligroso hacia lo que esperan que sea un destino seguro.

Acelerando y concentrando la represión

El martes 24 de junio, el secretario de Seguridad de la Patria Jeh Johnson dio a conocer ante el Congreso el “plan de 13 puntos” que el gobierno de Obama considera su respuesta integral a esta crisis. Johnson le dijo al Congreso que Estados Unidos “no está quitando del tapete ninguna opción legal”.

Un aspecto central del plan de Obama y Johnson es enviar a más agentes de la Patrulla Fronteriza al sur de Texas, con la posibilidad de enviar a cientos más en el futuro. También prevé establecer más centros de detención y más “centros de procesamiento” de los jóvenes detenidos por la Patrulla Fronteriza, contratar a más personal jurídico y enviar a más trabajadores de habla hispana al sur de Texas. El propósito de todo eso es “crear más espacio para la detención de las familias capturadas en la frontera y agilizar el procesamiento de los casos en los tribunales de inmigración, con la esperanza de poner freno a la creciente oleada de migración de Centroamérica”.

Como parte de eso, se ha establecido un nuevo centro que recluirá a 700 personas, adultos y niños, en el Centro Federal de Capacitación de Organismos del Orden Público en Artesia, Nuevo México. Uno de los altos funcionarios bajo Johnson dijo que el gobierno de Obama está “buscando concretamente una capacidad mayor” para tal detención. Johnson también ha anunciado planes para empezar a ponerles brazaletes electrónicos a los niños y a otros detenidos por la Patrulla Fronteriza.

Los partidarios de Obama en el Congreso han argumentado que esas medidas, como colocar brazaletes de tobillo a los niños, son “humanas y económicas”. El representante Henry Cuellar, del pueblo fronterizo de Laredo, Texas, dijo que la administración está estableciendo una “tienda de ventanilla única” a lo largo de la frontera “donde los Departamentos de Seguridad de la Patria, de Salud y Servicios Humanos, y de Justicia trabajarían en conjunto para procesar a los inmigrantes, hacer una determinación en sus casos y, si es necesario, deportarlos rápidamente”.

El gobierno federal está transfiriendo temporalmente a varios jueces y abogados de inmigración, y a funcionarios de casos de asilo, al valle del río Bravo. Eso es parte del plan del gobierno de Obama para poder ver a una mayor cantidad de casos ahí en el valle, y deportar a las personas antes de que éstas se adentren más al interior de Estados Unidos. A los adultos centroamericanos agarrados por la Patrulla Fronteriza generalmente se les hace un procedimiento de “deportación expedita”, lo que significa que el gobierno no tiene que esperar hasta que un juez vea sus casos antes de deportarlos.

Este mismo proceso “expedito” de deportación se usa para los niños centroamericanos cuando los agarran y detienen con sus padres. Pero las leyes federales prohíben que el gobierno deporte por la “vía rápida” a niños que no vayan acompañados de un adulto. Esa prohibición legal contribuyó a la práctica maliciosa y casi increíble de hacer que los niños detenidos en el sur de Texas subieran a autobuses para dejarlos en una terminal del autobús público en ciudades lejanas, particularmente Phoenix, Arizona.

13 puntos de represión

Al mismo tiempo que Jeh Johnson anunciaba el programa de 13 puntos de Obama, el vice presidente, Joe Biden, hacía una serie de visitas relámpagos para presionar a los presidentes de México y de los países centroamericanos. El viaje de Biden tenía tres objetivos: obligar a México que detenga y deporte a muchos más centroamericanos en su camino por México para llegar a Estados Unidos; iniciar una enorme campaña publicitaria en los países centroamericanos para “desmentir la creencia generalizada en Centroamérica de que se permitiría que los niños y las familias permanecieran en Estados Unidos”; y ofrecer fondos a tres países centroamericanos para establecer “centros de jóvenes” con la supuesta intención de “reducir la cantidad de miembros de las pandillas”, pero más al grano represivo, para el “procesamiento expedito” de los presuntos pandilleros.

Anthony Wayne, el embajador estadounidense a México, resumió así el mensaje general del viaje de Biden: “Todos aquellos que entran a Estados Unidos sin la debida condición migratoria estarán sujetos a un procedimiento de deportación”. En una entrevista el 27 de junio, el propio Obama expuso eso explícitamente, al mismo tiempo que expresó una vez más una falsa preocupación humanitaria por los niños, y echó la culpa por su nefasta situación lejos del sistema del cual es jefe. Le dijo al noticiero ABC News: “Nuestro mensaje es, sin lugar a dudas, esto: No envíen solos a sus hijos en los trenes solos o con un grupo de contrabandistas. Ése es nuestro mensaje directo a las familias de Centroamérica. No envíen a sus hijos a las fronteras. Si llegan a la frontera, los haremos regresar. Lo que es más importante, es posible que no lleguen”.

Cada día México regresa forzosamente a autobuses llenos de gente, venidos de Guatemala, Honduras y El Salvador. Cientos más, deportados de Estados Unidos, llegan a diario a un aeropuerto en las afueras de la ciudad hondureña de San Pedro Sula. Un informe del San Antonio Express-News del 26 de junio describe que el día anterior, “se preveía la llegada de 13 autobuses provenientes de México a San Pedro, la segunda ciudad (del país) y cerca de la frontera con Guatemala. Durante una semana o más, México ha deportado a unas 500 personas cada día a la ciudad hondureña. Un funcionario hondureño dijo: ‘Nunca hemos experimentado nada similar en el pasado’”.

En Estados Unidos mucha atención se ha centrado en la creencia, supuestamente generalizada en Centroamérica, de que se les dará a los niños y las mujeres, quienes entren a Estados Unidos, un “permiso” para quedarse. De hecho, los medios radiales, televisivos y periodísticos en México y Centroamérica se llenan de serias advertencias en contra de intentar ir a Estados Unidos. Christina González, una reportera del noticiero Fox News en Los Ángeles, dijo: “No veo en ningún lugar algún informe que les diga a las personas que envíen a Estados Unidos a sus hijos. Es todo al contrario; están advirtiéndoles que no lo hagan, que no es buena idea”.

La represión cruel

Rick Perry, el gobernador fascista cristiano de Texas, ha autorizado la erogación de 1.3 millones de dólares cada semana, durante lo que queda de 2014, para enviar a los Texas Rangers y otros organismos del orden público a la frontera para “combatir la avalancha de inmigrantes ilegales [que llegan] al estado ante la falta de recursos federales adecuados para asegurar la frontera”. John Boehner, el mayor dirigente republicano en el Congreso, ha pedido el despliegue de la Guardia Nacional a lo largo de la frontera; Dan Patrick, otro poderoso fascista cristiano de Texas, hace poco circuló la gran mentira de que los niños inmigrantes están trayendo “enfermedades del tercer mundo” a Texas, y exigió más “botas en el terreno” [es decir, soldados] para lidiar con la situación.

Los dirigentes demócratas comparten el mismo objetivo de parar el flujo de niños centroamericanos a Estados Unidos y de mandar a sus países de origen a la abrumadora mayoría de los inmigrantes. Hillary Clinton, después de expresar lo que ella caracterizó como “preocupación” por los niños, dijo en una reciente entrevista: “Tenemos que mandar un mensaje claro: el simple hecho de que su hijo cruza la frontera no significa que se permitirá que ese hijo se quede”.

Para el sistema capitalista imperialista y sus representantes políticos, esta crisis no será fácil de resolver. Una piedra angular de la posición dominante que el imperialismo estadounidense ocupa en el mundo es la explotación brutal y represión sanguinaria que éste ejerce en los países al sur de la frontera; un elemento esencial para el funcionamiento rentable de ese sistema es la riqueza que extrae de los millones de inmigrantes, legales e “ilegales”, en Estados Unidos. Estados Unidos arremete contra miles de niños y los ha suprimido continuamente; sin embargo, quiere presentarse ante el mundo como el paladín de la democracia y de los oprimidos del mundo.

Es profunda la crisis en que están sumidos Centroamérica y México, y que pulula hacia Estados Unidos. Los esfuerzos febriles de la clase dominante de contener y suprimir esta crisis de alguna manera, reflejan su preocupación genuina de que la crisis saliera de su control y llegara a ser algo mucho más perjudicial para sus intereses, para su sistema; y sus diferencias en torno a la mejor manera de contener la crisis podrían estallar en un conflicto de mayor envergadura aún.

Todo eso plantea agudos retos para las personas que construyen el movimiento para la revolución, y para cualquier persona que quiere ponerle fin a un mundo en que las personas sufren como han sufrido los niños de Centroamérica. Como escribimos la semana pasada en Revolución:

“El sufrimiento que estos jóvenes están soportando es una tragedia y una catástrofe. ¡Y es innecesario! En muchos sentidos, es un producto del sistema capitalista imperialista. Y es una declaración contundente de la necesidad de hacer una revolución, tan pronto como sea posible, y de poner fin al sistema que perpetra tales abominaciones.

“...Hay que tratar a todos los jóvenes y niños que logran entrar a Estados Unidos con humanidad y compasión; siempre que sea posible, hay que reunirlos con miembros de su familia tan pronto como sea posible. Hay que darles toda la atención médica necesaria y hay que ponerlos en un ambiente de cuidado y amor. Hay que proporcionarles una educación y nunca deportarlos”.

 

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