Postdata:
El Verano de Libertad de Misisipí: Profundas e importantes lecciones

21 de julio de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

A la redacción:

He recibido varios comentarios sobre la carta/reflexiones que escribí sobre el documental acerca del Verano de Libertad de Misisipí (“El Verano de Libertad de Misisipí: Profundas e importantes lecciones”). Al pensar en estos, hay un punto importante que quiero añadir, como un “P.D.” a una carta, aunque un postdata que tiene importancia respecto a la carta en su conjunto.

Algo que se manifestó muy fuertemente en la película fue no sólo que los estudiantes estaban dispuestos a arriesgar mucho, sino que esa decisión les dio a la vida un sentido poderoso e irreemplazable. Todo lo que el SNCC les ofrecía abarcaba una lucha intensa hombro a hombro con las masas contra una estructura de poder brutal y violenta... la promesa de penurias y muchísimos riesgos... y la oportunidad de cambiar el mundo de modo que importa. Les costó mucho decidir. Una mujer describe la noche que salieron las noticias de la desaparición de Chaney, Schwerner y Goodman. Les dijeron a los voluntarios que llamaran a su familia, y los padres de esta mujer le dijeron que “haz lo que tienes que hacer”. En comparación a lo que les ofrecía la sociedad estadounidense —la promesa de una posición cómoda en la sociedad con tal de que se comportara según las reglas—, tomaron su decisión. Y casi todos se decidieron a echar su suerte con la gente valiente de Misisipí — los voluntarios del SNCC quienes habían trabajado entre las masas por varios años, y las mismas masas que habían arriesgado la vida ante los asesinatos y otras represalias durante años con muy poca atención o indignación de parte de la sociedad.

Las entrevistas y todo el documental dejan en claro que esta decisión —la de ser parte de algo inspirador, centrado en la lucha contra la injusticia, sin importar los sacrificios— fue una que no solo contribuyó a cambiar el curso de la historia, sino que le dio un tremendo sentido a la vida de aquellos que la tomaron. Esto se manifiesta en general y especialmente en las entrevistas al final de la película. Una mujer describe que “me enamoré de la gente... el sentido de integridad que uno tiene cuando trabaja como parte de algo que tiene sentido...”. Cuando uno se siente así, dijo, “es muy pero muy difícil volver... a una vida aburrida”. Un hombre dice: “Espero que yo hubiera hecho algo que le importara [a la gente de Misisipí], pero no tengo la menor duda de que la persona la que recibió el mejor beneficio de mi estancia en Misisipí fui yo… [Recibí] un conocimiento de raza que es imposible [para una persona blanca] obtener de ninguna otra manera”.

En 1964, el SNCC invitó a estudiantes a Misisipí para participar en la resistencia al terror y segregación contra el pueblo negro. Sobre la base de una buena orientación, estos estudiantes jugaron un rol crítico de llamar la atención del mundo sobre los ultrajes en Misisipí. Al mismo tiempo alentaron a la gente. De aún más importancia, las masas de Misisipí, los estudiantes que participaron y toda la sociedad aprendieron muchísimo acerca de la naturaleza de este sistema. Arriba: Sesión de entrenamiento en Universidad de Miami (Ohio) en Oxford, Ohio. Foto: AP

Es evidente, al ver la película, que no lo dicen de algún modo estrecho, con el objetivo de “la realización personal” o de “descubrir quién soy yo”. Al contrario, en concreto mediante el proceso de subordinarse a algo más grande, de subordinar sus propios intereses a algo más grande, se abrió un mundo entero. En el curso de hacerlo, algo poderoso e importante les pasó a aquellos que participaron.

Eso contrasta de manera marcada con el etos dominante en la sociedad de hoy de una vida de indulgencia y egoísmo. Aun para aquellos que quisieran hacer algo más allá de eso, se ofrece como alternativa el camino de ser “un empresario con una conciencia social”, es decir, de “hacer algo bueno mientras se supera”. Qué tan mezquino es eso en comparación con lo que el SNCC les ofrecía en ese entonces... y lo que la revolución nos ofrece hoy.

Esto es cierto para las y los estudiantes — y también para las y los jóvenes de abajo en la sociedad que enfrentan un futuro que no les promete nada. La oportunidad de erradicar la injusticia, de cambiar el mundo y de aprender y conectarse, de ser parte de transformar al pueblo y en el proceso cambiarse a sí mismo — no existe ninguna oportunidad mayor.

Lenny Wolff

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