El terror que confrontan los jóvenes en la cárcel Rikers Island de Nueva York

8 de septiembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Foto aérea del enorme complejo penitenciario Rikers Island, Ciudad de Nueva York. Foto: Servicio Geológico de los Estados Unidos

Imagínate que tienes 16 años. Te metes en un lío — quizás te arrestaron por algo que hiciste, o simplemente te pararon y registraron y te encontraron un cigarrillo de marijuana o un policía simplemente te acusó de algo. Te esposan, te llevan a la cárcel y te citan cargos como adulto (todos los jóvenes en Nueva York mayores de 16 reciben cargos como adultos) y te llevan frente a un juez que te pone una fianza mucho más alta de lo que tu familia puede pagar.

Luego, te llevan en barco a Rikers Island, en la ciudad de Nueva York, un amplio complejo penitenciario a esperar tu juicio.

Ahora tu mundo es controlado por guardias brutales que prácticamente tienen la libertad de hacer lo que se les antoje —golpearte en la cabeza, romperte la nariz, fracturarte el cráneo, dejarte inconsciente, y encarcelarte por meses en una celda de aislamiento solitario— con muy poca probabilidad de represalias para ellos, y quienes abiertamente te dicen que si te atreves a quejarte, recibirás peor tratamiento.

La probabilidad es que estarás ahí por meses y serás brutalizado.

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Rikers es un infierno sobre la tierra donde se reserva para los reclusos más jóvenes muchos de los peores tormentos, quienes son brutalizados con aún más frecuencia que los adultos. Hay 14.000 personas encarceladas en Rikers, la gran mayoría esperan juicio porque no pueden pagar la fianza.

El 4 de agosto, el procurador federal por Manhattan presentó un reporte de 79 páginas sobre “la cultura profundamente arraigada de violencia” en Rikers, que ha resultado en una cantidad “asombrosa” de lesiones. El reporte también documenta el uso “excesivo” de aislamiento solitario de jóvenes, especialmente de aquellos con problemas de salud mental. Un promedio de 15-25% de los jóvenes encarcelados están en aislamiento durante 60 a 200 días, de los cuales hasta 70% sufre de enfermedades mentales.

Se reportó que durante un día indicado (el 30 de octubre del 2012) más del 43% de los 705 varones adolescentes en Rikers habían sido expuestos a actos violentos por parte del personal, en por lo menos una ocasión durante su tiempo allí.

Esta violencia es de proporción seria — en un año, hubo un total de 239 lesiones a la cabeza, 96 incidentes de sospecha de fractura y 459 lesiones donde necesitaron servicio médico de emergencia. (Algunas de estas cifras son de peleas entre los confinados, de los cuales en reportes anteriores se ha traído a la luz que a menudo son instigadas y organizadas por los guardias).

Las autoridades tratan de justificar esta brutalidad diciendo que fueron atacados por los presos, pero el reporte cita que una y otra vez cuando los guardias han declarado que han sido “golpeados en la cara”, no demuestran señales de lesiones, mientras que el recluso está tirado ensangrentado en el piso, escupiendo dientes o atendiéndose huesos rotos.

El reporte indica que es rutina que los guardias gritan “deja de resistir” mientras golpean a personas que no están resistiendo, que están esposadas, tiradas en el suelo, y hasta cuando están inconscientes. Describe un video dónde una capitana camina hacia donde está tomando lugar una de esas golpizas gritando “deja de resistir” aún antes de que pueda ver lo que está ocurriendo.

Intimidación brutal

Frecuentemente lo que provoca estos ataques es la “desobediencia”, “profanidad” o “la falta de respeto” — en otras palabras, los prisioneros se niegan a doblegarse y arrastrarse ante sus atormentadores (o por simplemente comportarse como adolescentes). El reporte da detalles sobre varios incidentes típicos:

• “Preso C” no siguió las ordenes del oficial de dejar de hacer flexiones de brazos o de pecho; el oficial lo amenazó con “darle una paliza de modo que se cagara encima”. Luego el oficial lo golpeó 15 veces con el puño en la cabeza, rompiéndole la nariz, mientras que otro guardia lo pateó estando tirado en el piso.

• Despues de que “Preso D” había tenido una visita de su novia, un guardia exigió que se desnudara, se agachara y tosiera. Se quejó pero concedió. Después hizo un “comentario sarcástico”. “Varios oficiales procedieron a darle con puños repetidamente y patearlo en el pecho, la cara y en la cabeza.” Le ordenaron desnudarse de nuevo y se unieron más oficiales a patear y a golpear a puños… La paliza continuó hasta que uno de los oficiales dijera que creía que el “Preso D estaba muerto. De ahí, le esposaron y lo patearon unas veces más”. A consecuencia de esto, sostuvo fractura al cráneo y varias cortaduras que requirieron puntos.

Más del 50% de los jóvenes reclusos en Rikers han sido diagnosticados con moderada o severa enfermedad mental, y les toca recibir abuso especial. En diciembre del 2012, dos pacientes con enfermedad mental fueron “arrancados de sus celdas por haber incumplido procedimientos de allanamiento” y por lanzar orines a los guardias. Los llevaron atados a la clínica, donde el capitán y varios otros oficiales tomaron turnos para golpearlos a puños en la cara y cuerpo… Una empleada de la clínica observó a un recluso al ser golpeado en la cabeza mientras que estaba esposado a la camilla por lo que ella considera que eran unos cinco minutos. Otro vio a unos guardias “golpeando a puño cerrado al otro recluso mientras que les gritaba que dejaran de hacerles daño”. Las golpizas fueron tan severas que había sangre sobre las paredes y a otros empleados “les provocó nauseas”. Un mes después del incidente uno de los presos aún seguía escupiendo sangre.

El personal médico y educativo de Rikers recibe advertencias en repetidas ocasiones de los guardias que se aparten la vista cuando están dando estas golpizas o sufrirán las consecuencias. Después de una de las golpizas en la clínica, un capitán les dijo que “fue algo bueno que el personal médico estuviera presente para ser testigo y corroborar que los reclusos se golpeaban la cabeza propia contra las paredes”. Un día después de que el procurador federal presentó su reporte, el fiscal del Bronx (el distrito que tiene jurisdicción sobre Rikers) anunció que no iba a procesar a los guardias involucrados en esta golpiza en la clínica, a pesar de que varios empleados de la clínica se habían presentado como testigos.

El reporte del procurador federal es una denuncia contundente a un sistema completamente ilegítimo que no ofrece futuro para millones y millones de jóvenes negros y latinos en Estados Unidos — salvo una vida de desempleo, pobreza, brutalidad policial y encarcelamiento en masa.

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