Las entregas, la tortura y los "valores" del imperio estadounidense
8 de septiembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us
Durante una conferencia de prensa el 1º de agosto de 2014, Barack Obama dijo que en la secuela de los ataques del 11 de septiembre de 2001, “Estados Unidos había hecho muchas cosas que eran correctas, pero había torturado a algunas personas”. La tortura a la que Obama se refería era parte de un programa de la CIA para secuestrar a individuos que Estados Unidos decía que estaban involucrados en el terrorismo y llevarlos a prisiones secretas en varios países del mundo para la “interrogación aumentada”.
Este programa de secuestro (conocido como “entregas extraordinarias”) y tortura empezó en los 1990 bajo el presidente demócrata Bill Clinton. El programa creció bajo George W. Bush, quien optó por legalizar abiertamente la tortura contra los prisioneros. Todo esto era totalmente contrario a las leyes internacionales; las acciones eran descaradamente inadmisibles crímenes de guerra. Pero ningún oficial de Estados Unidos había sido acusado, mucho menos condenado, por estos crímenes. Cuando Obama entró en funciones pro primera vez en 2009, indicó claramente que no iba a investigar, mucho menos procesar, a aquellos de la administración anterior, desde Bush y Dick Cheney hasta oficiales y agentes de la CIA que llevaban a cabo la tortura. En la conferencia de prensa reciente, Obama dijo que aquellos quienes habían llevado a cabo la tortura estaban “trabajando muy duro bajo presiones enormes y son patriotas”. Y aun hasta hoy, el gobierno estadounidense se niega a revelar los sitios de las cárceles secretas de la CIA, llamados “sitios negros” porque operaban totalmente en las tinieblas.
Una semana antes del comentario de Obama al efecto de que “torturamos a algunas personas”, una resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos confirmó la ubicación de una de aquellas cámaras de tortura de la CIA: el país esteeuropeo de Polonia. El tribunal falló que Polonia había violado la Convención Europea de Derechos Humanos al permitir que la CIA transportara a dos hombres a una cárcel secreta en una base militar donde los torturaron.
Uno de los hombres, Abd al-Rahim al-Nashiri, un ciudadano de Arabia Saudita, fue capturado en Dubai en 2002 y primero fue llevado a una cárcel secreta de la CIA en Afganistán conocida como el “Foso de Sal”. Luego, lo llevaron a otro sito negro en Tailandia, donde le dieron un tratamiento conocido como el submarino: el torturador casi lo ahoga por la fuerza. De ahí, entregaron a al-Nashiri a Polonia.
Según la Iniciativa pro Justicia de la Sociedad Abierta, que representaba a al-Nashiri en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, “En Polonia los interrogadores estadounidenses lo sometieron a al-Nashiri a ejecuciones simuladas con un taladro eléctrico mientras lo mantenían parado y desnudo y encapuchado; accionaban una pistola semiautomática cerca de su cabeza mientras lo mantenían sentado y engrilletado; lo mantenían en ‘posiciones de pie bajo estrés físico’; y amenazaban con traer a su madre y con abusarla sexualmente delante de él”.
El tribunal dijo que Polonia también había violado la convención de derechos humanos al permitir que la CIA transfiera a al-Nashiri y al otro prisionero en el caso, Abu Zubaydah, a la cárcel estadounidense en Guantánamo, a pesar de un peligro claro de “una negación flagrante de justicia” y la amenaza de la pena de muerte.
Estos dos casos están entre los 136 casos conocidos de personas sometidas a la entrega, detención secreta y tortura por la CIA durante los años de Bush; son las victimas a quienes Obama se refería con desinterés cuando dijo: “Torturamos a algunos tipos”. Según un reporte el año pasado de la Iniciativa pro Justicia de la Sociedad Abierta, “Puede que existan muchos más individuos semejantes, pero el número total seguirá sin conocerse hasta que Estados Unidos y sus socios pongan esta información a la disposición del público” (Globalizing Torture: CIA Secret Detention and Extraordinary Rendition [La globalización de la tortura: Las detenciones secretas y entregas extraordinarias de la CIA]).
El reporte presenta descripciones breves de lo que le pasó a cada una de las 136 víctimas conocidas de entrega y tortura de la CIA. Un ejemplo es Binyam Mohamed, un ciudadano etíope y residente de Gran Bretaña quien fue entregado en 2002 a Marruecos y luego a Afganistán: “En Marruecos los interrogadores lo torturaron de varios modos distintos: lo sometieron a palizas regulares, lo que le causó múltiples huesos rotos y en ocasiones hasta que perdió la conciencia; le cortaron los genitales; le derramaron líquidos calientes sobre el pene mientras lo cortaban; y lo amenazaron con la violación, electrocución y muerte. También los drogaron en repetidas ocasiones, lo sometieron a música incesante a alto volumen día y noche y lo colocaron en un cuarto con aguas negras durante un mes”.
El reporte de la Iniciativa pro Justicia de la Sociedad Abierta dice que “según se informa, hasta 54 gobiernos extranjeros participaban en estas operaciones de varios modos distintos”: albergaban las cárceles de la CIA, ayudaban en la tortura, proporcionaban inteligencia a Estados Unidos, etc.. Todos estos gobiernos son cómplices en el crimen. Pero los autores intelectuales de estos crímenes, aquellos que dirigieron la operación general, son los gángsteres imperialistas que gobiernan en Estados Unidos.
En la conferencia de prensa del 1º de agosto de 2014, Obama dijo lo siguiente sobre la tortura de la CIA: “Hicimos algunas cosas contrarias a nuestros valores”. En este artículo no analizaremos la historia general de Estados Unidos que ilustra los valores depredadores que mueven este país: desde su fundación sobre la esclavitud de las personas robadas de África y el genocidio de los amerindios, hasta el descarado robo de la mitad del territorio de México, las guerras de conquista y agresiones por todo el mundo e innumerables otros crímenes y atrocidades.
Pero observemos los valores y racionalizaciones de la llamada “guerra contra el terror” que Estados Unidos lanzó después del 11 de septiembre de 2001, la que era en realidad una guerra por un imperio mayor. Según la doctrina de “guerra pre-emptiva”, Estados Unidos le dio a sí mismo el derecho de atacar a cualquier país en el mundo o de llevar a cabo asesinatos y otras acciones militares unilaterales en cualquier lugar del mundo meramente basado en afirmaciones de que alguien, algún grupo o algún gobierno podría perjudicar los intereses de Estados Unidos en el futuro. Han hecho esto bajo el pretexto de “proteger las vidas estadounidenses”, pero esta guerra por el imperio no se trata de proteger la seguridad de las masas de personas en Estados Unidos y ciertamente no se trata de proteger a los pueblos del mundo.
Cuando Obama entró en funciones, anunció algunos cambios en la manera en que Estados Unidos iba a operar. Por ejemplo, iba a renunciar oficialmente a la tortura y las cárceles secretas de la CIA. Pero Obama no puso fin a las entregas y han salido reportes recientes de cárceles secretas de Estados Unidos en Somalia y Afganistán.
Más fundamentalmente, Obama ha continuado, y hasta ha intensificado en varias dimensiones, la brutal promoción de los intereses imperialistas de Estados Unidos con indiferencia total para con la ley internacional y la vida de los individuos. Bajo Obama, Estados Unidos ha matado a cientos de personas desde los cielos mediante aviones sin tripulación, ha hecho guerras violentas por todo el globo, ha continuado en el camino hacia una catástrofe ambiental planetaria, a la vez que intensifica el espionaje contra las personas y aumenta el aparato general de estado policial aquí en las entrañas de la bestia imperialista.
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