La historia de Joshua:

Golpeado y encerrado en la prisión de tortura de Rikers Island

Li Onesto | 29 de septiembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Es completamente intolerable, y nadie debe insensibilizarse a los hechos: 2.2 millones de personas están tras las rejas de mazmorras por todo EEUU, la mayoría negros o latinos; miles de personas arrasadas tras décadas de una guerra contra las drogas diseñada para criminalizar y encerrar generaciones enteras de jóvenes; todo eso es un elemento crítico de un programa de genocidio lento que fácilmente podría convertirse en genocidio rápido.

Rikers Island en la Ciudad de Nueva York es una de las prisiones más grandes en EEUU. Concentra ese horror de la encarcelación en masa. Recientemente ha salido a la luz todo tipo de historia de terror de ahí. A un prisionero ahí que había sido diagnosticado con un problema de salud mental lo encerraron a propósito en una celda donde la temperatura subió arriba de 38 grados centígrados y ¡lo dejaron ahí hasta que se murió, literalmente horneado! El New York Times reveló un informe secreto que detalló 129 casos de presos “gravemente lesionados” en altercados con guardias en Rikers Island durante 11 meses en 2013. Y en la mayoría de dichos casos, ¡los presos fueron golpeados siendo esposados! Setenta y siete por ciento de las personas golpeadas habían sido diagnosticadas con problemas de salud mental. A ninguno de los guardias que participaron en esos incidentes lo han acusado de cargos criminales — ni siquiera cargos administrativos.

Recientemente tuve la oportunidad de ir a Rikers y hablar con un joven negro que ha sufrido los horrores de la encarcelación en masa. He aquí su historia.

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Joshua Richardson

Joshua Richardson

Terry Hubbard, que promueve activamente el Mes de Resistencia Contra la Encarcelación en Masa, el Terror Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación en octubre, ha estado luchando para que no sigan golpeando en la prisión a su hijo de 23 años, Joshua Richardson, que fue diagnosticado con una enfermedad mental. A principios de septiembre lo golpearon el personal en el Centro Psiquiátrico de Nueva York Central, donde estuvo encarcelado, en Marcy, Nueva York.

Terry supo de ello semanas más tarde, cuando su hijo le llamó. De ahí parecía que lo “desaparecieron” — Terry y su abogado no pudieron localizarlo. Después supieron que lo habían trasladado de nuevo a Rikers Island.

El 24 de septiembre, fui a Rikers con Terry para visitar a Joshua, porque él quería que yo, como reportera, escuchara su historia. Esperamos durante horas hasta que por fin nos permiten entrar en la sala de visitas. Entra Joshua caminando con bastón, obviamente con dolor. Cuando Terry me presenta, me da un abrazo y de ahí le da a su mamá un abrazo largo y cariñoso. Nos sentamos y Joshua me cuenta lo que sucedió:

Esta historia comienza el miércoles, 3 de septiembre, 21 días antes de esta entrevista.

Joshua está en el comedor cenando. Tiene mucha hambre y nota que otro preso tiene una pieza de pollo que no va a comer. Joshua se lo pide. El otro le dice que sí, así que Joshua se le acerca para tomarlo. Pero uno de los Ayudantes de Tratamiento [TA, mismos que en esencia trabajan de guardias] lo para y dice que no puede hacerlo. Joshua se lo cuestiona, que ¿por qué no? El TA se enfurece — no se debe cuestionar nada de lo que ellos digan. Se acerca más TA, y cuando Joshua sigue respondiendo, todos se le caen encima. Rápidamente lo someten a golpes. Hacen que una enfermera le administre una inyección. Pero Joshua no se queda dormido, por lo que la enfermera se acerca para administrarle otra inyección. Joshua dice: “¿Por qué me va a inyectar otra vez? No opongo resistencia”. Pero de todos modos, la enfermera la administra otra inyección. El TA le arranca la ropa para dejarlo en cueros. Lo amarran a una cama de restricción, se lo llevan a un cuarto lateral, lo meten aventándolo y ahí lo abandonan.

Al siguiente día varios TA entran al cuarto, y cuando Joshua se para, todos se le avientan, lo empujan contra el muro y empiezan a golpearlo. No puede recordar todo que lo pasó después porque le inyectaron DOS VECES para sedarlo mientras seguían pegándolo. Lo que sí recuerda es que lo golpearon una vez tras otra con el puño cerrado, le pisaron fuertemente las manos y los pies, le dieron patadas en las rodillas, las canillas, los pies y la cabeza. Joshua se acuerda de que un TA le dijo, “Nosotros mandamos aquí, no tú”. Otro dijo, “Quiten de mi sección a este maldito negrito, súbanlo a un autobús y mándenlo de regreso hasta de donde carajos vino”. Otro dijo entre risas: “Ya ha de haber aprendido la lección”.

Eso pasó el miércoles y tras esa golpiza dejan a Joshua en ese cuarto lateral hasta el lunes 8 de septiembre. Ese día lo llevan a otro cuarto, básicamente lo meten en aislamiento solitario hasta el 19 de septiembre, cuando entra un TA y le dice, “Párate, te van a trasladar”. Lo suben a un autobús — no le permiten ni siquiera traer nada de sus pertinencias. Joshua dice que le robaron sus cartas, documentos judiciales, recibos de giros postales y documentos de su libertad condicional. Su mamá acababa de darle $20 para comprar en la tienda de presos, y también se lo robaron.

ADEMÁS durante todo ese tiempo —desde la golpiza el 4 de septiembre hasta que llegué a Rikers— Joshua NO recibe NINGÚN tratamiento médico. En Rikers solamente le sacan unos rayos X.

Me enseña sus lesiones que todavía le duelen mucho después de 20 días. Me enseña su dedito al que lo pisaron feo. Aún está bien hinchado y chueco. Me enseña varios moretones y chipotes en la cabeza. Dice que le duelen feo las rodillas y que por un lado donde está su estómago, “está abollado”. Le duelen tanto la rodilla y el tobillo que se le dificulta caminar.

Le había pasado antes — apenas hace seis meses lo golpearon los guardias aquí en Rikers. Le pido que me lo cuente.

Dice que ese día estaba en el baño solo cuando entraron los “tortugas — guardias vestidos de equipo de ninjas para control de motines. Lo acusaron de haber estado en una pelea y lo ordenaron a que pusiera las manos atrás de la espalda. Joshua dice que el baño es uno de los lugares en la prisión donde no hay cámaras — per eso trató de salir del baño para que las cámaras grabaran lo que los guardias le hicieran. En eso seis de esos “tortugas” lo atacaron despiadadamente. Al tratar de defenderse él, le rociaron Mace en la cara y derechito a la boca. Joshua se acuerda que uno dijo, “Maten a ese hijo de puta”. Lo golpearon, después lo llevaron esposado al lugar de procesamiento inicial, lo metieron a empujones a la regadera, y ahí lo dejaron.

Muy pronto se acaba el tiempo de la visita — sólo permiten a la familia y los amigos una hora. Otra vez nos abrazamos, y Terry tiene lágrimas en los ojos — es tan preocupada, cree que posiblemente matan a su hijo en Rikers.

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La historia de Joshua NO es ninguna aberración. Ese tipo de brutalidad está siendo infligido a cientos de presos en Rikers y decenas de miles de otros en las mazmorras de todo el país. A los presos con enfermedades mentales les toca una crueldad especial. Como a muchos otros presos con enfermedades mentales, a Joshua le han NEGADO servicios medicales en la prisión. Supuestamente lo trasladaron de Rikers al Centro Psiquiátrico Central de Nueva York para ser evaluado. Pero, como me dijo, “Las condiciones ahí son casi igualitas a estar en la prisión”, and que durante todo el tiempo que estaba ahí, ¡le negaron su medicina!

Como si no fuera suficiente, también existe la tortura del aislamiento, en el cual encierran a unos 80.000 presos en pequeñas celdas de hormigón sin ventanas, en un aislamiento casi total durante 22 a 24 horas al día, sin contacto humano alguno.

La brutalidad que se inflige tras las rejas dice mucho sobre el propósito de todo este sistema penal estadounidense, y concentra la injusticia de la encarcelación en masa en Estados Unidos.

El Mes de Resistencia Contra la Encarcelación en Masa, el Terror Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación en octubre debe ser como un gigante señal de alto en las narices de la sociedad estadounidense, día tras día, para que no lo puedan encubrir, borrar, esquivar, neutralizar ni suprimir.

Como dice el final de la Promesa de Resistencia para el Mes de Resistencia,

* La encarcelación en masa: ¡DECIMOS: NO MÁS!

* El asesinato policial: ¡DECIMOS: NO MÁS!

* La tortura en las prisiones: ¡DECIMOS: NO MÁS!

* La criminalización de generaciones: ¡DECIMOS: NO MÁS!

* Los ataques contra los inmigrantes: ¡DECIMOS: NO MÁS!

NO nos quedaremos en silencio.

¡SÍ opondremos resistencia!

Hasta que sea una realidad que estos horrores vergonzosos... ¡NO EXISTEN MÁS!

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