Dos días con los voluntarios: Harriet Tubman, "chef de alta cocina de Estados Unidos" y con mucho mayor ORGANIZACIÓN

10 de noviembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Los últimos pocos días he salido con el equipo que trabaja para organizar a la gente de los sectores más oprimidos de la sociedad, y a las y los jóvenes, para que asistan al Diálogo el 15 de noviembre entre Cornel West y Bob Avakian: REVOLUCIÓN Y RELIGIÓN. Asistí a una reunión de un club en una escuela secundaria en la que dos camaradas jóvenes dirigieron una discusión muy apasionada sobre el diálogo con una docena de estudiantes y varios profesores; conocí a algunas de las personas del núcleo que han comprado entradas y han estado trabajando duro para hacer que el diálogo sea un éxito; y he conocido asimismo a algunos de los voluntarios que han llegado de otras ciudades. Todo esto me ha suscitado muchas ideas.

Permítanme empezar con algo que dijo anoche una mujer que trabaja para llevar al diálogo a sus conocidos. Estábamos en una cena ofrecida por unas personas en el Club Revolución y ella y yo nos hablamos de cómo activar a la gente. Le voy a llamar Ruth. Había traído a sus dos hijos a la cena, y durante la conversación, citó a Harriet Tubman, la gran mujer negra que dirigió a cientos de esclavos a huirse de la esclavitud en el “ferrocarril subterráneo” (la ruta de escape de los esclavos fugitivos) antes de la guerra de Secesión. Harriet Tubman dijo que “liberé a mil esclavos, pero podría haber liberado a mil otros si éstos hubieran reconocido que eran esclavos”. Uno puede imaginarse los argumentos que otros esclavos le pudieran haber planteado a ella: “Tenemos mejores condiciones aquí que en esa otra plantación....”; “quizás nos maten si tratamos de huirnos...”; o “¿cómo podemos cuidarnos a nosotros mismos si nos vamos a un lugar nuevo?...”. Pero me imagino que Harriet Tubman hubiera discutido fuertemente con los que dijeron cosas así. Ella luchó con la gente para que hiciera frente a la realidad de sus condiciones y tomara medidas en consecuencia.

Ruth se encuentra en cierto modo en medio camino entre las ideas de BA y las de Cornel con respecto a unos de los temas del diálogo, y por eso, en parte, ella está tan entusiasmada con asistir al diálogo. Ruth cree firmemente que es preciso retar a que la gente vea su verdadera situación y asuma la responsabilidad de encontrar la manera de liberarse de ella. Por eso invocó a Harriet Tubman — y, de hecho, tanto BA como CW comparten esa postura. Para las personas que tienen tantas presiones en la vida, con el constante surgimiento de caóticas necesidades, no será suficiente solamente comprar la entrada. Tienen que entender más profundamente las condiciones concretas que nos enfrentan y nuestra propia responsabilidad —y capacidad— de entender y transformar radicalmente esas condiciones.

El día anterior hablé con otra persona que ha llegado a este momento por la vía difícil y que se había ofrecido de voluntario para venir a Nueva York y ayudar con el diálogo, en medio de una situación personal difícil. Le llamaré David. Estábamos en el metro rumbo a la reunión del club en la citada escuela secundaria. David había soñado con hacer carrera; pero creyó con firmeza que tenía que poner en primer lugar la revolución. La última pregunta de los estudiantes de secundaria fue por qué David y el otro compañero que hizo la presentación decidieron dedicarse a la revolución. David y el otro compañero dieron explicaciones muy conmovedoras, y me di cuenta de que afectaron profundamente a los estudiantes. David habló del impacto que Bob Avakian ha tenido en él, y el potencial de las ideas y dirección de BA para afectar a otras personas como él, y dijo algo así como: “Mira, yo podría haber tratado de ser un ‘chef de alta cocina’ — pero ¿para qué? ¿Para estar en el programa de televisión Chopped? ¿Cuando al contrario puedo dedicarme la vida a ser un emancipador de la humanidad? La decisión es obvia”.

Durante nuestro viaje en el metro, antes de la reunión del club estudiantil —la que, a propósito, estuvo muy bien—, habíamos hablado de sus frustraciones de tratar de ganar a la gente. “Tenemos que activar a más personas”, dijo. “No veo por qué se resisten, ¡pues es tan cierto!” Al volver a casa después de la cena de la noche siguiente, reflexioné de nuevo sobre el comentario de David, y la observación de Ruth acerca de Harriet Tubman. En realidad, hay mucho de que reflexionar en la vida de Harriet Tubman. Ella no esperó hasta que la mayoría de la gente, incluso la mayoría de los esclavos, llegara a aceptar su manera de pensar; perseveró ahí mismo en la lucha por la liberación. El movimiento abolicionista de que era parte no comenzó con nada que se aproximaba a una mayoría. Pero lucharon contra los que tenían el poder y trabajaron para cambiar la forma de pensar de la gente al mismo tiempo. Tenían muchas dificultades y se toparon con obstáculos y derrotas... pero a medida que las contradicciones del sistema del capitalismo-esclavitud comenzaran a intensificarse, sus acciones jugaron un papel importante en la guerra de Secesión que estaba por venir, en la que millones de personas lucharon para poner fin a la esclavitud y cientos de miles de ellas murieron, y sí pusieron fin a la esclavitud abierta. Esta fue una gran victoria, aunque la guerra de Secesión en sí se quedó corta, y se impusieron otros tipos de esclavitud y opresión sobre el pueblo negro.

Hay mucho de que aprender de la guerra de Secesión. Podemos entender y reflexionar sobre los patrones de cómo la sociedad entra en grave crisis a raíz de la cual realmente se puede hacer cambios fundamentales, y podemos pensar en cómo esas lecciones se aplican a nuestra situación actual. Podemos inspirarnos en los ejemplos de Harriet Tubman, de Frederick Douglass, de John Brown. Sí, la revolución que preparamos será mucho más profunda e irá mucho más al fondo —acabará con todas las formas de explotación y opresión — pero estas lecciones siguen siendo importantes. Estas lecciones y ejemplos del pasado nos pueden enseñar algo acerca de la necesidad de dedicarnos a luchar duro hoy para desafiar a los miles de personas a quienes nos podemos ganar a que se pongan de pie en contra de la esclavitud de hoy día, y que se preparen para ser la columna vertebral cuando la revolución total se convierta en una posibilidad. Las cosas no van a llegar a su punto culminante nada más poco a poco. No ocurrió así con la guerra de Secesión, y tampoco ocurrirían así en los enfrentamientos del futuro. Como en un huracán, las condiciones en las que se podría hacer una revolución surgirán sin mucho aviso — pero tenemos que lograr lo más posible antes de que se presente la tormenta no solamente para aguantarla, sino para dirigir a la gente a salir de todo con las herramientas para construir un mundo nuevo sobre bases liberadas. Este diálogo es un gran paso para llegar a esos miles de personas y prepararlas, transformando su forma de pensar acerca de lo que es posible y deseable, a la vez que tendrá un impacto sobre millones de personas más y ejercerá influencia sobre ellas en una dirección positiva y revolucionaria.

Al hablar hasta altas horas de la noche con la gente que ha estado organizando para el diálogo, quedó más en claro para todos nosotros que tenemos que organizar mejor a las personas para que participen más. Entre los que han comprado entradas hay algunos que, sin duda, asumirían la responsabilidad de las varias cosas que se tienen que hacer: la organización de las redes de transporte para ese día, asegurándose de que las personas que ya tienen entradas puedan ir al evento (ser conscientes de las diferentes contradicciones personales que pueden haber y ayudar a la gente a encontrar maneras de resolverlas), la recaudación de fondos antes de tiempo, que hacen correr la voz y venden más entradas, etc. Todo eso es sumamente importante y necesario. Tenemos que APOYARNOS en la gente que se presta a comprar entradas y distribuir materiales de promoción; no podemos dejarlo en unas pocas manos. Cuando salí DE su apartamento muy noche, los camaradas estaban formulando planes más detallados de cómo hacer esto, revisando sistemáticamente la lista de los que habían comprado entradas y haciendo planes para ponerse en contacto con ellos — a la vez que muchas otras personas en el movimiento aún estarían en las calles de la comunidad este fin de semana haciendo correr la voz entre la gente muy ampliamente.

Lenin, el líder de la revolución de Rusia que gestó el primer gran estado socialista, la Unión Soviética, dijo una vez hace muchos años que los oprimidos tienen una gran arma contra el poder de la clase dominante y el caos de la vida. Esa arma es la organización. Nuestro Partido retoma algo de Lenin pero lo expresa de esta manera: “Preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución”. Eso, en pocas palabras, es lo que tenemos que hacer en estos próximos días, sacando provecho de todo lo que hemos aprendido y aprendiendo muchas cosas nuevas, junto con camaradas tanto veteranos como nuevos.

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