En defensa de los luchadores de Ferguson
26 de noviembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us
Saludamos la valentía y desafío de la gente en Ferguson. Dijeron NO, fuerte y claro, a la injusticia. No le quedó ninguna duda a nadie de que ya están hartos. Y nadie puede ignorar su valor y deseo de luchar contra el enemigo.
Los comentaristas burgueses los calumniarán. Los liberales se moverán la cabeza en desaprobación. Pero que se sepa lo siguiente:
No se trata de la desesperanza o desesperación. Más bien, se trata de desechar ilusiones. Se trata de enfrentar la realidad tal como es y decir en términos muy claros, ¡PARA NADA, CARAJO! Y de sentar así las bases para una verdadera esperanza.
No se trata de cosas sin sentido. Al contrario, se trata de la cordura. Así se ve cuando los desechados se den cuenta de que este sistema no les ofrece ningún lugar, y deciden levantarse contra eso.
No se trata del aislamiento. Al contrario, se trata de que unas personas estén zafándose de las celdas en las que se les ha metido a fin de conectarse con aquellos que sufren bajo este imperio de opresión, y con todos aquellos que tienen ojos para ver y corazón para sentir, e INSPIRARLOS.
No se trata de la fealdad. Al contrario, se trata de los hermosos dolores de parto de un movimiento, que lucha para nacer.
Las personas se negaron a llevar a cabo alguna protesta ritualizada que se pudiera ocultar bajo la alfombra y "en el mejor de los casos" desviar hacia unas pocas reformas. Pusieron algo en juego a fin de decir que no, y retaron a todos en la sociedad a ponerse de pie.
La gente aprenderá a luchar de mejor manera y a canalizar su furia con más claridad. La gente aprenderá el origen del problema. Aprenderá que hay un camino a la emancipación real, mediante la revolución comunista. Y lo que la gente hace ahora no sólo es sumamente importante en sí, es un paso crucial por dicho camino.
Lo principal es lo siguiente: en un momento crucial, las personas básicas de Ferguson SE HAN PUESTO DE PIE. Y ahora les corresponde a todos responder a su toque de clarín, a ponerse de pie también, y a zafarse de los confines de la actividad de costumbre.
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