Carta De Fe
Del Rdo. Frank Wulf
6 de abril de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
Esta carta salió en el sitio web Red Parar la Encarcelación en Masa.
25 de marzo de 2015
Estimado colega:
La Red Parar la Encarcelación en Masa ha publicado una convocatoria a un día de resistencia el 14 de abril. La Red ha identificado ese día como el día en que la gente de todos los ámbitos de la vida se reúna y paralice la actividad como de costumbre. Esto nos da la oportunidad de participar en un esfuerzo nacional para declarar un inequívoco "¡No más!" a estas muertes a manos de la policía y de la cultura de impunidad que trata la vida de algunos como si en efecto no importara. Por lo que, además de discutir estrategias a largo plazo para responder como una comunidad basada en la fe a los asesinatos policiales y la encarcelación en masa, vamos a tener la oportunidad de discutir la forma en que más nos encajamos en esta jornada nacional de protesta y resistencia.
Estoy convencido de que ya es hora en que ya no podemos quedarnos de brazos cruzados y dejar que estos asesinatos cometidos por la policía ocurran con impunidad. Muchos de nosotros ya hemos participado en la lucha. Pero, creo que éste es el momento en el que todos nosotros necesitamos decir una palabra profética clara y colectiva. Nosotros, como personas de fe, tenemos que decir "¡No más!" a estos asesinatos, y en especial a la cultura de la crueldad que a los policías les permite continuar sin consecuencias o repercusiones.
Hay un hombre en mi congregación que me mantiene despierto por la noche. Él es un hombre negro pobre y sin educación que sufre de una enfermedad mental y en ocasiones bebe demasiadas cervezas. Él es también un diabético. Cuando su diabetes está bajo control, él es un ser humano encantador y creativo, es un músico talentoso, un cristiano devoto, un poco de poeta y un amigo leal. Pero hay momentos cuando su diabetes no está bajo control. Hay momentos en los que él se administra demasiada insulina o no come una comida adecuada. En esos momentos, su azúcar en la sangre cae a un nivel peligroso, y él se enoja y se pone agresivo. Durante estos episodios de hipoglucemia, las personas que lo rodean legítimamente se sienten amenazadas, y su primera reacción es normalmente de responder con miedo. Después de todo, ¿cómo van a saber que su rabia fácilmente se puede resolver con una barra de chocolate, una pieza de fruta o una taza de jugo? Lo único que ven es un hombre negro enojado que se encabrona con cólera y dan por sentado lo peor.
Para ser sincero, estoy contento de que él todavía está vivo. En diversas ocasiones, él fácilmente podría haberse convertido en uno de esos hombres negros o morenos (de otro color) que no traen arma que se mueren en la calle en un charco de su propia sangre, víctima de una bala de la policía. Este hombre no es perfecto... ni mucho menos. Y, sin embargo, él no merece morir por sus imperfecciones. Lo que en concreto necesita es ayuda. Y, sin embargo, la ayuda no es lo que va a recibir. Él tendrá que seguir abriendo su camino por este mundo lo mejor que pueda de cara a un sistema que no tiene tiempo o la paciencia para discernir lo que en efecto le pasa en la vida... un sistema que tan a menudo lo ve como un sujeto enojado más, un hombre negro violento y peligroso que hay que encerrar o eliminar. Él precisamente se ajusta a la demográfica de los que corren mayor riesgo de ser asesinados a tiros por la policía.
Creo que estamos en medio de una epidemia de asesinatos policiales de negros, morenos y enfermos mentales. Y ha llegado el momento en el que las personas de fe se vinculen brazos con los que exigen que cesen estos asesinatos. Durante demasiado tiempo, la policía ha llevado a cabo estos asesinatos con impunidad. Y, que típicamente se les da el beneficio de la duda, hasta en el más atroz de los casos. Conocemos sus razones y excusas para disparar contra civiles que no traen arma, como Mike Brown, Ezell Ford, John Crawford, el Hermano África, Kelly Thomas y tantos otros: “¡Creía que llevaba un arma! ¡Él iba a quitarme la pistola! ¡Él se abalanzó sobre mí como un demonio! ¡Temía que mi vida corriera peligro! Pero, también sabemos que los que disparan esas balas pertenecen a una cultura policial que muy a menudo desprecio la vida de las personas que son pobres, negros, morenos y enfermos mentales. ¡Es esta cultura la que hay que parar! Al final, tenemos que tener en claro que nada les da los policías el derecho de ser acusador, juez, jurado y verdugo para nadie.
Por lo que espero que usted, como una persona de fe, participe en esta jornada nacional de resistencia. Tenemos que levantar nuestras voces de manera que sean claras, fuertes, estratégicas y eficaces. Ha llegado el momento para que la comunidad de fe diga una palabra profética fuerte en nombre de la justicia.
Un saludo cordial,
Rdo. Frank Wulf
Iglesia United University Church
Los Ángeles
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