Los ataques contra las personas de ascendencia haitiana en la República Dominicana: Una vil limpieza étnica con el respaldo de Estados Unidos
8 de julio de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
Por dos años ya un masivo programa criminal de limpieza étnica ha estado en marcha en la República Dominicana contra los inmigrantes haitianos y contra los que nacieron en ese país, pero son de ascendencia haitiana. Ese programa ha sembrado el terror y ha destrozado la vida de centenares de miles de personas, y amenaza desatar horrores mayores. En estos momentos, casi 500.000 personas, incluidas decenas de miles de personas que nunca han estado en Haití, viven con el temor de ser deportadas a ese país, o de ser reducidas a la condición jurídica de “ilegal” y “sin patria” mientras siguen viviendo en la República Dominicana.
Estados Unidos es profundamente cómplice en este crimen netamente racista y de lesa humanidad.
La crisis actual
Protesta contra la amenaza de la República Dominicana a deportar los haitianos. Foto: Twitter
Antes de 2010, se consideraba como ciudadano a cualquier persona nacida en la República Dominicana. Pero en 2010 la constitución dominicana se cambió para excluir a toda persona cuyos padres no eran ciudadanos dominicanos, incluso si dichas personas nacieron en la República Dominicana y vivían ahí toda la vida.
De la noche a la mañana, unas 200.000 personas, aproximadamente el dos por ciento de la población, se convirtieron en no-ciudadanos, “ilegales” instantáneos en el país donde nacieron. Además, como no nacieron en Haití, tampoco eran ciudadanos de ese país, y se convirtieron en personas “sin patria” que no tenían el derecho jurídico de existir en ninguna parte del planeta.
El gobierno dominicano afirmó que posiblemente se deportara a esas personas y a los cientos de miles de inmigrantes que nacieron en Haití pero habían trabajado en la República Dominicana por décadas. (Otros miles de haitianos son jornaleros contratados para laborar en los cañaverales cada año para la zafra, y al final de la temporada se los transportan en camión de regreso forzoso a Haití.) Aunque el gobierno dominicano no ha especificado si o cuándo comenzarán las deportaciones en masa, se informa que ya han ocurrido redadas migratorias en los barrios pobres de las ciudades y redadas nocturnas de casas en el campo, lo que ha creado un estado de terror en el cual los haitianos, las personas de ascendencia haitiana y los dominicanos de piel oscura temen salir de sus casas incluso para ir a la tienda. Se han establecido centros de detención militar en la frontera para retener a las personas y facilitar su deportación. Y por todo el país se han ostentado los autobuses que se usarán para las deportaciones.
En respuesta a todo esto, el gobierno haitiano dice que 14.000 personas ya han salido “voluntariamente” para Haití. Y la amenaza de deportaciones en una escala mucho más masiva es muy, muy real.
Ese tipo de deportaciones en escala masiva sería un ultraje en cualquier circunstancia, pero es particularmente monstruosa en vista de que grandes regiones de Haití quedaron devastadas por el terremoto de 2010, y ha habido casi nada de recuperación desde ese tiempo. Así que las personas se enfrentan a la amenaza de ser obligadas a regresar a un país donde el trabajo casi no existe, los servicios sociales son pocos y en realidad no hay manera de sobrevivir, y donde muchos no tienen amistades ni familia, y posiblemente no hablen el idioma.
Junot Díaz, el autor ganador del premio Pulitzer que regresó hace poco de la República Dominicana, su país natal, dijo que en la capital Santo Domingo: “Existe un estado de terror”. En un programa reciente en la comunidad de la Pequeña Haití, en Miami, Díaz denunció la situación, junto con la escritora haitiana Edwidge Danticat, y criticó los medios de comunicación dominicanas “élites” por azuzar el sentimiento anti-haitiano. Díaz dijo: “¿Qué ocurre cuando un gobierno básicamente le da una luz verde a su xenofobia más primitiva y jodida? Es posible fomentar cierta respuesta entre la población a lo largo de 20, 30 años, y la República Dominicana lleva una larga, pero muy larga, trayectoria de cultivar esa respuesta”. Agregó: “La última vez que ocurrió algo similar fue en la Alemania nazi, y sin embargo, las personas están básicamente encogiéndose los hombros en respuesta”.
Los antecedentes
Las dos naciones de Haití y la República Dominicana comparten la isla de La Española (Hispaniola). Esta isla entera fue víctima de la invasión y la conquista brutales de parte de potencias europeas en los años 1500s, la exterminación genocida de la mayoría de los pueblos indígenas y la imposición de una esclavitud salvaje, que era la fuente de mucho de la enorme riqueza que le dio vida al capitalismo europeo al mismo tiempo que destruyó la vida de millones de africanos. Al final, España llegó a dominar el lado oriental de la isla y Francia el lado occidental, y de ahí sus historias y su desarrollo tomaron rumbos diferentes para formar las dos naciones que existen hoy. La población de Haití tenía una fuerte ascendencia africana y hablaba el Kreyol y el francés. En la República Dominicana se veía más mestizaje entre europeos, indígenas y africanos, y se hablaba el español. Desde entonces esas diferencias étnicas y lingüísticas, una consecuencia de la barbarie de las guerras de conquista europea, han sido aprovechadas por los opresores, tanto nacionales como internacionales, para debilitar y dividir aún más a los habitantes de la isla.
Ambas naciones continuaron siendo víctimas del saqueo, la explotación y las repetidas invasiones de Estados Unidos y otras potencias, y ambas eran y siguen siendo increíblemente pobres y oprimidas. Por décadas, ambas naciones vivieron el terror extremo y omnipresente de dictaduras respaldadas por Estados Unidos (Trujillo en la República Dominicana, los Duvalier en Haití).
Hombre haitiano, que trabajaba en los campos de azúcar desde 1963, aplicó por una visa temporaria. Foto: AP
Pero la República Dominicana ha recibido más inversión y desarrollo, en el turismo, el sector manufacturero y la vasta industria azucarera. (Una gran parte del azúcar que se consume en Estados Unidos viene de la República Dominicana y, a su vez, gran parte de la industria azucarera dominicana es propiedad del capital estadounidense.) Así que la República Dominicana ha resultado ser un poco menos pobre, y hay más posibilidades de encontrar trabajo ahí. De los trabajos que un inmigrante puede conseguir muchos son apenas mejores que la esclavitud, pero aun así tienen un fuerte atractivo para las personas en Haití acechadas por el hambre y, desde el terremoto, la falta de vivienda alguna.
Por más de un siglo los capitalistas estadounidenses y dominicanos han extraído enormes ganancias de estos inmigrantes desesperados. A cambio, los haitianos y sus descendientes han enfrentado la explotación y también un racismo despiadado. La élite dominicana promovía el mismo perverso racismo anti-negro que sus amos coloniales y sus conquistadores estadounidenses, y lo ha usado como una manera de dividir a los oprimidos y desviar la atención de sus crímenes contra la población. En repetidas ocasiones los haitianos, las personas de ascendencia haitiana y hasta los dominicanos de piel oscura han sido los chivos expiatorios en tiempos de penurias y/o tumulto social en la República Dominicana, y el temor y la incertidumbre generalizados han hecho que fueran más vulnerables a la explotación económica, más dispuestos a aceptar el trabajo más horrible y de menos pago, porque tenían pocas opciones y ningún derecho de protestar u organizarse.
En 1937, la dictadura de Trujillo lanzó una campaña genocida, conocida como la “Masacre del Perejil”. Perejil es una palabra difícil de pronunciar para los que no hablan el español. Las tropas de Trujillo recorrían el campo demandando que las personas de piel oscura dijeran esa palabra; si no lo pronunciaron correctamente, muchas veces las mataron ahí mismo. Se calcula que el saldo de muertos por esa masacre llegaba a los 20.000. El objetivo fue obligar que los inmigrantes salieran del país, culparles del sufrimiento de la población dominicana y reforzar la frontera.
Lo que ocurre actualmente es una continuación de esa historia fea, y también tiene el propósito de evocar ese período de temor y horror de tal manera que aterrorice más a las personas de piel oscura en la República Dominicana hoy.
El papel de Estados Unidos
En el plano internacional los pasos del gobierno dominicano hacia la limpieza étnica han recibido muchas condenas, pero el gobierno estadounidense ha mantenido un silencio notable. Estados Unidos se promociona como el “defensor de los derechos humanos” por todo el planeta (particularmente con respecto a potencias rivales u otros países que le obstaculicen, como Rusia, China o Irán). Pero aquí se trata de un programa de limpieza étnica abiertamente racista y cruel que se lleva a cabo en un país que es un aliado cercano y recibe una cantidad significativa de ayuda militar estadounidense ($358 millones desde 1946 y casi $8 millones solo en 20101), y Estados Unidos no dice absolutamente nada.
Pero no se trata simplemente de silencio. Estados Unidos ha colaborado activamente en formar la patrulla fronteriza dominicana (conocido como CESFRONT, el Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre). De acuerdo con la revista Nation:
El modelo de aplicar la ley que la República Dominicana usa para vigilar su frontera con Haití fue importado de Estados Unidos (19 de noviembre de 2013)
CESFRONT es, de hecho, el producto del esfuerzo de Estados Unidos de promover “fronteras fuertemente vigiladas” en otros países, como parte de su guerra contra el terror en todo el globo. Así le dijo el cónsul-general Michael Schimmel de Estados Unidos en 2008 a un grupo de la Clínica de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Columbia que visitaba la República Dominicana…. Schimmel agregó que las fuerzas militares de Estados Unidos estaban entrenando a la patrulla fronteriza dominicana en tener “profesionalismo.”
Las prácticas y el punto de vista anti-inmigrante en la República Dominicana reflejan directamente las actitudes y las políticas de Estados Unidos respecto a su frontera con México. Asimismo la política fría y racista del gobierno dominicano contra los haitianos refleja directamente la política estadounidense respecto a Haití. En los años 1980, cuando grandes cantidades de haitianos escapaban de la pobreza y la dictadura en su país, Estados Unidos encarceló a todos los recién llegados en el campo de concentración de Krome en el sur de Florida. Estados Unidos también estigmatizó a los haitianos, tildándoles de portadores del virus VIH. Tras el terremoto de 2010, cuando los sobrevivientes desesperados huían del país, Estados Unidos mandó cinco lanchas patrulleras a aguas haitianas para obligarles a regresar y advirtió que no iba a aceptar a ningún refugiado por esa crisis humanitaria.
La resistencia
Es muy importante que prominentes figuras culturales como los autores Junot Díaz (de la República Dominicana) y Edwidge Danticat (de Haití) se hayan juntado para denunciar este ataque a los haitianos. Díaz y Danticat han encabezado protestas en la comunidad Pequeña Haití de Miami, y se han realizado protestas con centenares de personas en la comunidad dominicana de Washington Heights en la Ciudad de Nueva York. Otras figuras públicas, como la novelista dominicana-estadounidense Julia Álvarez, han denunciado los ataques también. Pero se necesita que todas personas sigan la situación de cerca, alcen la voz y protesten contra estos ataques y contra la complicidad de Estados Unidos.
1. Where Does U.S. Military Aid Go? (noticiero PBS, 30 de agosto de 2012) [regresa]
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