La "sexta extinción" y el futuro de la vida en el planeta Tierra
Orpheus Reed | 15 de julio de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
Por muchos años, los científicos y grupos ambientalistas han estudiado y vigilado el decaimiento de especies silvestres, y también han documentado la eliminación o extinción de especies.
El decaimiento ha aumentado dramáticamente en los últimos 100 años. Esto se ve en muchas especies que probablemente conocemos—elefantes, leones, simios, tigres y muchas especies de anfibios, pájaros, muchos tipos de peces, osos polares, etc. Lo mismo está sucediendo con otras especies que no vemos o no conocemos — como invertebrados, plantas, e incluso microorganismos. El decaimiento en poblaciones de organismos en una especie está estrechamente ligado a vulnerar esa especie a que se extinga en el medio ambiente. Por ejemplo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha evaluado a 77.340 especies a nivel mundial y ha concluido que 22.784 —más de un cuarto— están en peligro de extinción.
La extinción es algo que se sabe por el record de los fósiles. Se calcula que el 90% de todas las especies que han vivido en el planeta ahora están extintas. Así que la extinción durante largos períodos de tiempo es algo que sucede constantemente en la historia de la Tierra. La extinción en tiempos modernos se la conoce por el record escrito de la historia de la humanidad—especialmente de los últimos 500 años.
¿Qué es la extinción masiva?
Ha habido mucho debate entren científicos y ahora creciente acuerdo de que hoy la Tierra está experimentado una extinción más allá de lo normal, o “comparable” con otros ritmos de extinción. Ahora, bajo nuestras narices estamos atestiguando el enorme decaimiento de poblaciones de organismos, y en unos casos su extinción, mejor dicho, en unos casos esto está sucediendo en décadas y en otros en períodos más breves. La foca del Caribe, la paloma pasajera, el tigre de Tasmania son algunas de las especies que se han extinguido en los últimos 100 años.
Muchos científicos han advertido que los niveles actuales de extinción representan una crisis, y que nos acercamos o ya estamos en la “sexta extinción masiva” en la historia de la Tierra.
Una extinción masiva es cuando se da un gran aumento en la muerte de especies de diferentes tipos (lo que los biólogos llaman “taxa” — o unidades biológicas superiores a unidades de especies) en más de una zona geográfica durante un período de “tiempo geológico” relativamente breve. Un período breve de tiempo geológico no quiere decir ni años ni siglos, sino breve en comparación con los 4,6 mil millones de años que es la edad de la Tierra.
Las cinco previas extinciones masiva fueron causadas por fenómenos naturales, como el impacto de un asteroide que se considera resultó en la extinción de los dinosaurios y buena parte de la vida hace 65 millones de años. Esa fue la última extinción en masa. Las extinciones en masa anteriores eliminaron grandes porcentajes de la vida, se calcula que podría variar entre un cuarto hasta el 90% de lo que existía que pereció durante la extinción Pérmico. (Ver el artículo “Mass Extinction: What Causes Animal Die-offs?”, National Geographic) La extinción actual, la sexta, no se debe a causas naturales, sino a la actividad humana. Por tanto, no es necesaria y se la podría parar. Tampoco se debe a la “naturaleza humana”. Hoy el principal causante es la manera en que la sociedad humana está organizada bajo el capitalismo, y las relaciones sociales correspondientes, la ideología y la cultura de este sistema. La rapacidad del capitalismo moderno y su incesante búsqueda por las ganancias a través de una feroz competencia y el desperdicio del “crecimiento” económico sin fin, su fomento del consumismo, su ética de “superarse” y las verdaderamente despiadadas condiciones para amplios sectores de la humanidad que impone el capitalismo-imperialismo están matando la vida y acelerando la amenaza de extinción a un ritmo sumamente rápido.
La “sexta extinción” — porque importa
Un nuevo estudio publicado en junio en la revista Science Advances, “Accelerated modern human-induced species losses: Entering the sixth mass extinction” (La acelerada y moderna pérdida de especies provocada por humanos: Entrando a la sexta extinción en masa), asienta más pruebas de que es muy probable que hemos entrado en un periodo de la sexta extinción causada por la destrucción perpetrada por seres humanos. Esto es grave y conlleva enormes consecuencias con respecto a la continua existencia de la gran diversidad y belleza del mundo natural, y para la futura existencia de la humanidad.
Los ecosistemas son redes complejas de vida que se interactúan, se interrelacionan y son interdependientes. La extinción de especies, y la destrucción del hábitat, así como muchas otras formas de destrucción ambiental, pueden causar el desmoronamiento de maneras imprevisibles de ecosistemas a medida que especies que dependen las unas de otras son degradadas o eliminadas. Y eso puede ser una bola de nieve. El que se vayan sumando colapsos de una serie de ecosistemas podría causar el colapso o desmantelamiento de ecosistemas a nivel mundial. Eso es lo que ha empezado a suceder y está acelerando. (Ver, “Señales de una emergencia ambiental fuera de control en aceleramiento”, derecha.)
En comentarios ante la prensa, es muy importante que los autores del estudio recalcaron el punto de que la existencia de diversas especies y ecosistemas y el “servicio ecosistema” que le ofrecen a la humanidad (alimentos y agua potable, ciclos nutrientes y la polinización de cultivos, el control del clima y las enfermedades, y la apreciación social de su belleza y diversidad, etc.,) todas están amenazadas por la sexta extinción. El autor líder, Gerardo Ceballos, advirtió que la existencia de la humanidad es lo que está en juego, agregó: “Si se permite que esto continué, a la vida le tomará millones de años recuperarse y nuestra propia especie probablemente se extinga pronto”.
¿Qué impulsa la crisis actual — y qué es la salida?
Como señalamos en el número especial de Revolución sobre el medio ambiente, la emergencia ambiental tiene muchas dimensiones que se entrelazan. Cuando se averigua las causas de la destrucción, lo que resalta es el funcionamiento del sistema capitalista en su totalidad, impulsado por leyes de competencia y ganancias. ¿Cómo?
Las principales razónes de la extinción de las especies hoy son la destrucción de los hábitats naturales, la introducción de especies invasoras, la sobre-cosecha de especies, y los cambios climáticos.
No podemos en este artículo adentrarnos en gran detalle sobre el inmenso y horripilante retrato que esto representa, pero podemos abordar brevemente unos ejemplos importantes:
Los océanos se están volviendo más acidificados y más calientes debido a los cambios climáticos causados por la energía de fósiles que es fundamental para el capitalismo. Los arrecifes de coral, donde existe una increíble cantidad de vida marítima, han sido arrastrados y a veces destruidos. La existencia misma de esos arrecifes está en peligro. Una enorme cantidad de poblaciones de peces está siendo sobre-cosechados, barridos por enormes redes de pesca de arrastre. Ese método es espantosamente destructivo, pero es rápido y provechoso – e insostenible. Los enormes intereses pesqueros ya están compitiendo para ver cuál de ellos se apoderará primero de esos “recursos” y se llevará la mayor parte. Enormes cantidades de peces y mamíferos y otros animales como tortugas mueren y son desechados como “subproducto”.
Supuestamente existen reglas y reglamentos para la protección de mamíferos en el océano. Pero todas las potencias y corporaciones capitalistas constantemente son impulsadas para socavar esas reglas. Las explosiones sísmicas y el tráfico de buques arruinan el sentido de comunicación de las ballenas, causan que se vuelvan sordas y trastornan su patrón de migración. Los derrames de petróleo eliminan la vida marítima. Esos grandes intereses están obligados a buscar y explotar nuevas fuentes de combustibles de fósiles — que les rinden enormes ganancias y les sirven para dominar la vida económica y el poder estratégico. Por tanto siempre están descartando las reglas que protegen la vida marítima.
Ya está en curso la migración y trastornos de la vida marítima como resultado de los cambios climáticos, el calentamiento de los océanos y otros factores. Lo mismo está sucediendo en la tierra. Es como si nuestro planeta, y su amplia gama de vida, están siendo sacudidos como un globo de nieve en un experimento mortífero. Nadie sabe exactamente cómo terminará.
Una forma clave de la destrucción de hábitats es la deforestación. El Fondo Mundial para la Naturaleza calcula que cada año se pierde entre 119 y 150 mil kilometros cuadrados de bosques. La deforestación se da a través de incendios, tala indiscriminada para la agricultura, el comercio de la madera, la extensión de ranchos y el desarrollo, y cada vez más degradación de los bosques a través de los cambios climáticos. Se calcúla que la sequía actual de California —causada en parte, o empeorada por los cambios climáticos— ha causado la muerte de 12 millones de árboles.
En el Amazonas, derriban bosques enteros para los ganaderos, el cultivo de la soya y desarrollos diversos. Algunas especies ya han desaparecido. Un estudio del 2012 calcula que habrá una extinción inevitable de cinco veces más especies de las que ya han desaparecido debido a la gran cantidad de hábitat que ya se ha destruido o degradado. Históricamente el bosque pluvial del Amazonas es conocido por su rica diversidad. Ahora, diversos tipos de monos, pájaros, nutria y otras especies se ven limitadas a cada vez más pequeñas parcelas, a la vez que arrancan de raíz a más y más plantas y árboles. Y enfurece y da asco que estén talando a este bosque pluvial de inmensa belleza y fuente clave para regular el clima por las ganancias. Eso está impulsado por la intensa competencia entre las grandes potencias y corporaciones que buscan convertir la naturaleza en mercancías antes de que lo haga el otro. Pero para el análisis costo/beneficios del capitalismo la enorme destrucción ecológica que eso causa, el fin de especies, no es sino una externalidad.
En los últimos años la destrucción del Amazonas ha disminuido, pero persiste y podría haber un repunte. Ante problemas económicos, el gobierno de Brasil está contemplando “un programa de desarrollo rápido” que incluye la construcción de 20 nuevas centrales hidroeléctricas.
En Indonesia, algunos de los mayores bosques del mundo han sido arrasados para la industria del aceite de palma y la tala ilegal. Las especies en peligro como el elefante del bosque, tigres raros y rinocerontes están a punto de extinción. Esa destrucción —al igual que la destrucción en el Amazonas, África, Asia y otras partes— está ligada a los intereses de las gigantes corporaciones de la agroindustria y las compañías de madera y minería capitalistas. En muchos casos es financiado y dirigido por instituciones económicas internacionales, bancos y gobiernos imperialistas. En el caso de Indonesia, el respaldo estadounidense y salvajes dictaduras militares han promovido horrores indescriptibles para la gente y la naturaleza. (Ver artículo en revcom.us “El saqueo de las selvas tropicales de Indonesia y Malasia.”.)
La destrucción del hábitat del bosque es también un ataque genocida contra los pueblos indígenas y su cultura. En marzo de 2014, la Declaración Palangka Raya de las comunidades del bosque de Kalimantan, Indonesia, dice: “La situación que nosotros y el planeta enfrentamos es espantosa. La crisis de la deforestación mundial persiste y recientes investigaciones científicas indican que la pérdida de bosques está acelerando, especialmente en países con bosques pluviales. La destrucción no solo pone al planeta en riesgo por el calentamiento planetario, la pérdida de la biodiversidad y de la función de los ecosistemas, sino que también perjudica la vida cotidiana, la cultura, nuestro propio sustento y economía y pone en peligro el futuro de todos”.
El enfoque de este número especial de Revolución reside en la emergencia ambiental que enfrenta a toda la humanidad y los ecosistemas de la tierra. En este número demostramos:
- las dimensiones de la emergencia
- las fuentes de sus causas en el sistema capitalista y la imposibilidad de que ese sistema encuentre una solución a la crisis.
- Una salida y un camino hacia adelante para la humanidad: una sociedad revolucionaria en donde de veras podríamos vivir como los que cuidan la naturaleza en vez de los que la saquean.
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La destrucción de hábitats bajo el capitalismo es incesante y generalizada. Incesante y continuamente busca nuevo crecimiento y desarrollo —nuevas tiendas “big box”, urbanización, y proyectos hidroeléctricos y agrícolas— sin ningún plan a largo alcance y sin reconocimiento de los límites que impone el mundo natural.
Lo que impulsa este proceso no es solamente la avaricia o “las corporaciones”. La destrucción del hábitat, el saqueo de los mares y de su vida, la amenaza al planeta entero y todos sus habitantes por los cambios climáticos, están incrustados en la dinámica indispensable del sistema capitalista.
Por otro lado, todos esos intereses y potencias capitalistas están sumamente organizados para llevar a cabo la cosecha y la producción. Pero todos esos intereses están en manos privadas y en feroz competencia el uno con el otro para crecer y apoderarse de lo que puedan lo más rápido posible y convertirlo en ganancias. Están en una contienda de te mato o me matas con todos lo demás que están haciendo lo mismo. Existe una profunda contradicción subyacente entre el carácter de las fuerzas de producción que son sumamente globalizadas y organizadas, y la manera irracional e insostenible con que se lleva a cabo eso, porque esos intereses están en manos privadas y motivados por la competencia. Esta aguda y arraigada contradicción entre las organizadas fuerzas de producción y la manera anárquica con que se lleva a cabo el proceso bajo el capitalismo es la fuerza principal que impulsa el saqueo y la destrucción del mundo natural. (Ver, “Sobre la "fuerza impulsora de la anarquía" y la dinámica del cambio. Un agudo debate y urgente polémica: La lucha por un mundo radicalmente diferente y la lucha por un enfoque científico de la realidad”, Raymond Lotta)
Hay que parar y poner en reverso la destrucción del hábitat y las especies, así como todo lo demás amenazado por la sexta extinción. No es demasiado tarde para frenar esa trayectoria y salvar los ecosistemas del mundo, y mucha de la biodiversidad del planeta también. Pero lo que se requiere es una lucha dramática que empiece ya y, fundamentalmente, transformaciones revolucionarias.
Hay una salida. En oposición al capitalismo, el socialismo que avanza hacia el comunismo podría frenar esa destrucción y tomar medidas para proteger a los ecosistemas y a la gente, y tomar los pasos necesarios para permitir la recuperación del mundo natural y para que vuelva a florecer. El socialismo no lleva incrustado nada en su esencia que le obligaría a cumplir con leyes que le lleven a tratar a la naturaleza como nada menos que un objeto, un “recurso” o un “premio” al que hay que socavar y convertir en producción para la ganancia. Esto no sería ni fácil ni mágico. Este sistema destructivo ya ha puesto en marcha, y garantizado, mucha destrucción de especies y del ambiente natural. Pero cuanto más dure, tanto peor serán las cosas, hasta podría volverse catastrófica. La nueva sociedad enfrentaría difíciles opciones y transformaciones que requerirán sacrificio y lucha. Pero la revolución es la salida que protege tanto a la humanidad como a la naturaleza. La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de Texto) señala que la protección del medioambiente es crucial para la vida económica. La nueva sociedad socialista guiada por ese principio planificaría un desarrollo económico sostenible para cumplir con las necesidades de las masas de la humanidad desde el punto de vista de ser porteros del planeta.
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