Hay un genocidio en vigor en AmériKKKa — ¡y hay que ponerle fin!

22 de julio de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Dondequiera que vas a través de Estados Unidos, la gente negra, morena y otros de color están bajo ataque mortal — las vidas brutalmente robadas por policías, semana tras semana, año tras año, los policías asesinos saliendo impunes en un caso tras otro, enviando el mensaje de que la vida de la gente negra y latina no cuenta para nada... la encarcelación en masa y la criminalización de toda una generación de jóvenes oprimidos... una masacre en una histórica iglesia afro-americana a manos de un pistolero racista... y un sinfín de ultrajes que continúan día tras día.

Carl Dix, representante del Partido Comunista Revolucionario y co-fundador con Cornel West de la Red Parar la Encarcelación en Masa, dijo: “Todo esto constituye un genocidio lento que quiebra los cuerpos y aplasta los espíritus de incontables millones de personas oprimidas. Un genocidio lento que fácilmente podría acelerarse”.

La palabra “genocidio” proviene de las raíces antiguas “genos” (personas) y “cide” (asesinato) — significa el exterminio de un pueblo entero. Según la ONU, el genocidio es una combinación de acciones y políticas que causan graves “daños corporales y mentales” a los miembros de un “grupo nacional, étnico, racial o religioso” y la imposición deliberada sobre un grupo de “condiciones de existencia calculadas para causar su destrucción física, total o parcialmente”. Un estudio académico sobre la historia y la sociología del genocidio señala que “Incluso los actos no letales que socavaron la libertad, la dignidad y la seguridad personal de los miembros de un grupo constituyeron el genocidio si contribuyeron al debilitamiento de la viabilidad del grupo”.

Muchas personas conocen el genocidio nazi de seis millones de judíos y el genocidio de los pueblos indígenas nativos a principios del imperio estadounidense. Menos conocido es el intento del imperio otomano (turco) para acabar con el pueblo armenio a principios de los 1900. Estos y otros genocidios son crímenes concentrados y horrendos en una historia de la humanidad dividida en distintas clases llena de sufrimiento, opresión y explotación.

No es ninguna hipérbole ni exageración cuando Carl Dix dice que lo que está sucediendo ahora en Estados Unidos es un genocidio lento dirigido a la gente negra y latina que puede acelerarse rápidamente. Mire cómo las personas negras atrapadas en la red de la encarcelación en masa, y los jóvenes de color en general, son satanizados — cómo George Zimmerman acechó a Trayvon Martin antes de matarlo porque llevaba una sudadera con capucha y le parecía “sospechoso”... cómo el policía asesino, Darren Wilson, describió a Michael Brown como un “demonio”. Luego piense en cómo los nazis forzaron a los judíos en la década de los 1930 a llevar “la insignia amarilla” para ser delineados como un sector “indeseable” de la población — antes de que los nazis los acorralaran, los pusieran en campos de concentración, y los asesinaran en masa a una escala horrorosa.

En la Alemania nazi, había muchas personas que se mantenían en silencio mientras que el genocidio de los judíos se desarrollaba. Más tarde algunos recordaron angustiados su silencio e inacción inmoral frente a los crímenes históricos.

Cualquiera que tenga un sentido de la humanidad y la moral no puede quedarse con los brazos cruzados frente al genocidio que está tomando lugar en Estados Unidos ahora mismo. Este genocidio ¡TIENE QUE SER DETENIDO!

Un patrón de dirigirse deliberada y sistemáticamente a la gente negra y latina

  • En Los Ángeles en plena luz del día, la policía abate a disparos a un hombre negro sin techo conocido como África que no llevaba ninguna arma... En Grapevine, Texas, la policía para el coche de Rubén García Villalpando quien se sale del coche con las manos en alto, y la policía le mata a disparos en el pecho a quemarropa... En Lyndhurst, Nueva Jersey, dentro de una biblioteca y en presencia de niños, la policía mata a tiros a Kevin Allen, un hombre negro de 36 años de edad que, según la policía, sostenía un “cuchillo de estilo utilitario”. Estos son sólo algunas de las vidas negras y latinas recién robadas con saña por los asesinos que actúan bajo el color de la autoridad en todo Estados Unidos.
  • En noviembre de 2012, Timothy Russell y Malissa Williams, un hombre y una mujer negros, ambos sin armas, que conducían en el centro de Cleveland, fueron perseguidos por más de 100 policías y otras fuerzas del orden. Cuando se encontraban atrapados en un barrio pobre negro, 13 policías les dispararon 137 balas. 23 le penetraron a Russell y 24 a Williams. Sólo un policía recibió alguna grave acusación formulada contra él por este horrendo doble asesinato. El 23 de mayo de 2015, un juez absolvió al policía, diciendo que no pudo determinar cuál de los policías hizo los disparos que causaron la muerte de Russell y Williams. Esto es sólo uno de los últimos incidentes donde policía tras policía sale impune después de matar a personas negras y latinas sin motivo.
  • En 2010, Kalief Browder, entonces de 16 años, fue arrestado, acusado de robar una mochila. Pasó los próximos tres años en la prisión de Rikers Island, el enorme complejo de la cárcel en Nueva York y pasó dos de esos años en aislamiento, golpeado repetidamente por los guardias y otros reclusos. Este 6 de junio Kalief se ahorcó en la casa de sus padres — impulsado al suicidio por los años de tortura y brutalidad. Varios estudios informan de continuas y numerosas palizas y muertes de presos en Rikers Island, especialmente los que sufren de enfermedades mentales. Rikers detiene a miles de prisioneros de cuales la mayoría no han sido declarados culpables de nada, y el 95 por ciento de ellos son negros o latinos.

Cada una de estas historias es un ultraje intolerable (más información sobre ellas en revcom.us). Pero estos horrores forman la cima de una montaña de un sinnúmero de otros asesinatos y brutalidades realizados por los malditos policías en las calles y mazmorras en todo el país. Y si nos fijamos en la situación de la gente negra y latina en su conjunto, existe un patrón indiscutible de ataques deliberados y sistemáticos contra estos sectores de la población de Estados Unidos por parte de los gobernantes.

La Prisión Estatal de Pelican Bay, una prisión de máxima seguridad del estado de California en Crescent City, California. Los prisioneros aquí en régimen de aislamiento, en el SHU (Unidad de Vivienda de Seguridad) pasan al menos 22 horas al día en celdas de 2.5 por 3.5 metros, sin ventanas, y se les niega el contacto humano. Foto: AP

El punto de lanza de este programa genocida es la encarcelación en masa — Estados Unidos tiene más de dos millones de personas en prisión, la mayor población encarcelada del mundo, y alrededor del 70 por ciento es negro y latino. Esto no incluye los cientos de miles encerrados en centros de detención de inmigrantes, que a menudo enfrentan condiciones aún más inhumanas que en las prisiones regulares.

Se encarcela a la gente negra a una tasa siete veces mayor que a los blancos. Un varón joven negro sin un diploma de escuela secundaria tiene casi un 60 por ciento de probabilidad de ser encarcelado antes de cumplir los 35 años de edad. Detrás de los muros, los presos enfrentan un tratamiento extremadamente salvaje — en cualquier día dado, 50,000 personas están encerradas en celdas de aislamiento en condiciones que se consideran la tortura según el derecho internacional.

En el Estados Unidos de hoy en día, más hombres negros están en la prisión o atrapados en el sistema penal por la libertad condicional de varias clases y en otras formas que los que estaban esclavizados en 1860 justo antes de la guerra de Secesión.

La red mortal de la encarcelación en masa va mucho más allá de la enorme cantidad de hombres negros (y cada vez más, mujeres) en prisión — afecta a decenas de millones de personas negras. Hay las familias de los presos. Hay todas las personas que están fuera de la prisión que se ven etiquetadas de “ex convicto” y “persona con antecedentes”, y debido a esto pasan aún más dificultades en conseguir trabajo, vivienda, educación, y otras cosas necesarias para una vida digna.

Y está la criminalización de toda una generación de jóvenes negros y latinos — quienes viven cada día bajo la amenaza de que en cualquier momento podrían ser perfilados racialmente, brutalizados, arrestados y puestos en uno de los muchos “cauces a la prisión”... o asesinados. Un aspecto clave de esta criminalización es el esfuerzo para amoldar la forma de pensar de la gente en la sociedad — haciendo que gente de la clase media, así como personas de la propia comunidad negra vean a muchos jóvenes negros como “criminales”, “sin posibilidades”, y que esos jóvenes están culpables ellos mismos por la situación en que se encuentran.

Con relación a esta criminalización es la deshumanización de las personas de color. Este es un país fundado en la esclavitud de la gente de África y el genocidio de los pueblos indígenas — con el punto de vista que no consideró de ser humanos a grupos enteros de personas, por lo que podían ser objetos del comercio, comprados, vendidos, y utilizados como materias primas o masacrados a voluntad, sus tierras robadas. La Corte Suprema de Estados Unidos en su decisión “Dred Scott” de 1857 declaró que la gente negra “no tiene ningún derecho que el hombre blanco esté obligado a respetar”. Hoy en día, existe la igualdad formal ante la ley, pero cada asesinato de una persona negra a manos de la policía o vigilantes racistas, por estar en “el lugar equivocado”, o por nada en absoluto, y la exoneración repetida de esos asesinos, es un recordatorio que duele y enfurece de que la vida de una persona negra todavía no importa bajo este sistema Amerikkkano que está marcado de principio a fin con la supremacía blanca.

El programa de genocidio se ha organizado en los niveles más altos de la clase dominante de Estados Unidos — los capitalistas-imperialistas que controlan la economía, el gobierno, las fuerzas armadas y la policía, y las principales instituciones culturales, mediáticas y educativas. En 1969, según su asesor íntimo H.R. Haldeman, el presidente estadounidense Richard Nixon dijo que “...los negros son realmente todo el problema. La clave es diseñar un sistema que reconozca esto mientras que no lo aparente”. “El problema” para Nixon (y otros gobernantes de Estados Unidos) fue que las luchas y rebeliones del pueblo negro fueron una punta de lanza en los grandes levantamientos de la década de 1960, los que sacudieron hasta sus cimientos a los opresores y su sistema — y querían impedir que algo así volviera a suceder.

Así que se puso en marcha la “guerra contra las drogas”, dirigida especialmente contra los barrios pobres en el centro de las ciudades y resultando en la encarcelación en masa de personas negras y latinas, especialmente los jóvenes. El encarcelamiento en masa dio grandes saltos en las próximas décadas — y la población encarcelada se infló de medio millón de personas en 1980 a 2.4 millones en 2014.

Aunque la encarcelación en masa y el asesinato y brutalidad policial son los filos punteros de este programa genocida, está en marcha un asalto general contra el pueblo negro (y, de manera relacionada, pero también con sus propias particularidades, contra los latinos). Considere, por ejemplo, la diferencia de nivel económico entre la gente negra y la gente blanca. En 2013, incluyendo la propiedad de casas, ahorros y otros activos, la unidad familiar blanca mediana tenía en promedio casi 13 veces más valor que la unidad familiar negra mediana. (Las cifras son similares para las familias latinas.) El escritor Ta-Nehisi Coates hizo este punto: “Quizás ninguna estadística ilustre mejor el legado perdurable de la vergonzosa historia de nuestro país de tratar a la gente negra como sub-ciudadanos, sub-americanos, y sub-humanos como es la de la brecha de riqueza”. Y no es el caso que la brecha de riqueza de alguna manera esté disminuyendo. La relación de riqueza entre blancos y negros fue de 10 a uno en 2007, así que la brecha de riqueza ha aumentado en los últimos años. Una gran parte de este incremento tiene que ver con el hecho de que la recesión que afectó a la economía a partir de finales de 2007 afectó sobremanera a las familias negras, incluyendo aquellas que, aunque tenían buen crédito, habían sido dirigidas por los bancos a obtener préstamos depredadores de alto riesgo, lo que resultó en que las personas negras perdieran sus hogares de manera desproporcionada.

También existen lo que en efecto son prisiones de deudores que arruinan la vida a personas que están esforzándose por mantener sus puestos de trabajo y sobrevivir. En algunos estados, la suspensión de las licencias de conducir se ha convertido en una herramienta para supuestamente obligar el pago de multas pendientes y costos judiciales. El New York Times dio el ejemplo de Kenneth Seay, un hombre negro en Tennessee que perdió un trabajo estable con beneficios médicos porque lo encarcelaron por una licencia de conducir suspendida — el cuarto empleo que había perdido. ¿Qué era lo que lo impidió mantener un puesto de trabajo? Unos $4,500 en multas, costos judiciales, y costos para restaurar su licencia.

Walter Scott asesinado por un policía en North Charleston, Carolina del Sur el 4 de abril de 2015. Lo disparó por la espalda mientras huía.

O consideremos el ejemplo de Walter Scott, que fue asesinado por un policía a sangre fría en Charleston, Carolina del Sur este abril pasado, mientras trataba desesperadamente de huir. Scott había perdido un buen trabajo después de ser encarcelado por no pagar la manutención de los hijos. Esto sucedió varias veces. Una vez cuando Scott le preguntó a un juez cómo se suponía que iba a sobrevivir, el juez respondió: “Eso es tu problema”. El día en que fue asesinado, parece que Walter Scott trataba de huir de otro posible arresto por cargos similares.

Hay incontables miles como Kenneth Seay y Walter Scott — parte de la situación cada vez más intensa en la que la gente negra enfrenta —como dice la definición de genocidio citada arriba— “condiciones de existencia calculadas para causar su destrucción física, total o parcialmente” y “actos que socavaron la libertad, la dignidad y la seguridad personal de los miembros de un grupo”.

Todo esto es parte del genocidio lento que se está llevando a cabo hoy. Y, de nuevo, esto podría convertirse en un genocidio rápido.

¿Qué es lo que impulsa el genocidio?

Es preciso confrontar directamente la realidad de este genocidio que ocurre justo delante de nosotros. Y también es importante tener una comprensión científica básica de por qué se produjo este programa genocida y lo que tiene que ver con el funcionamiento de este sistema capitalista-imperialista — porque una comprensión real del problema se relaciona completamente con la forma en que hay que luchar para realmente poder DETENERLO.

Como lo expresó nítidamente Bob Avakian, “Sin la esclavitud, Estados Unidos no existiría tal como lo conocemos hoy. Eso es una verdad simple y básica” (Lo BAsico 1:1). Los capitalistas imperialistas de Estados Unidos no podrían haber construido su riqueza y poder a niveles sin precedentes en la historia sin la opresión y la explotación de la gente negra — primero como esclavos y luego como aparceros, y luego en el siglo 20 como una parte de los trabajadores súper-explotados. Pero desde la década de los 1960, debido a la globalización de la economía capitalista de Estados Unidos, y otros cambios en la sociedad, la gente negra se ha convertido cada vez más en una población “excedente” para los capitalistas-imperialistas de Estados Unidos en su sed por ganancias y su competencia con otras potencias rivales alrededor del mundo.

Detroit es un ejemplo concentrado de esto. Durante décadas, Detroit fue un lugar donde decenas de miles de personas negras tenían relativamente estables y bien remunerados puestos de trabajo, al mismo tiempo que continuaron sufriendo la discriminación intensa, no sólo en el trabajo sino en todos los aspectos de la vida. Pero casi todas las grandes fábricas de automóviles en Detroit cerraron porque era más rentable para los capitalistas mudar las fábricas a otros países donde los salarios son mucho más bajos. Detroit ahora está en bancarrota, y el desempleo está por las nubes — casi del 60 por ciento para los jóvenes.

Como parte de las medidas de “austeridad”, la ciudad está en el proceso de cortar el agua a miles de hogares por estar atrasados en las facturas — amenazando con negarles uno de los derechos humanos fundamentales, el acceso al agua.

Este tipo de cosas ha pasado en ciudades por todo el país. Y ha habido otros cambios grandes en la economía, con efectos impactantes a las vidas de la gente negra, como el desarrollo de la economía de “alta tecnología” y las grandes olas de inmigrantes que han sido impulsados a Estados Unidos y forzados a tomar los trabajos de salarios más bajos y lo más agotadores. Todo esto ha llevado a una situación en la que ya no se necesita a la gente negra de la misma manera por los capitalistas imperialistas de Estados Unidos en su sed por cada vez más ganancias.

Esto no se trata solamente de capitalistas glotones — tiene que ver con cómo funciona este sistema. Diferentes capitalistas siempre están encerrados en la rivalidad y la competencia entre sí, siempre en busca de mayores ganancias, ya que si no lo hicieran, se encontrarían aplastados por otros.

También ha habido recortes gubernamentales masivos en el gasto social. La intensificación de la competencia que los gobernantes de Estados Unidos enfrentan en la economía mundial los conduce hacia un capitalismo “más austero y despiadado” — y gran parte de esto ha sido los recortes drásticos en el bienestar público y otros tipos de “redes de seguridad”. La inversión en educación y programas sociales se ha reducido drásticamente, sobre todo en las ciudades. Y esto ha tenido efectos enormes en la comunidad negra: más tensiones en las familias ya luchando para sobrevivir, más personas impulsadas a participar en la “economía sumergida” o “informal”, más pobreza y gente sin techo.

Los gobernantes y sus portavoces culpan a los mismos jóvenes negros por encontrarse atrapados en los cauces hacia la prisión. Pero la realidad es que el funcionamiento de este sistema es lo que ha devastado las comunidades urbanas oprimidas. El sistema capitalista-imperialista no tiene absolutamente NINGÚN FUTURO para la juventud negra.

Los gobernantes de este sistema reconocen —y le temen— a esta población “excedente” como un sector del pueblo que podría ser socialmente explosiva y potencialmente revolucionaria. Desde su punto de vista, son personas que deben ser vigiladas intensamente, aisladas, criminalizadas y aplastadas.

Esto nos lleva de nuevo a la cuestión del genocidio que toma lugar ahora mismo. El encarcelamiento en masa, la devastación de los barrios pobres de la ciudad, la criminalización de la juventud, una epidemia de asesinatos policiales y la brutalidad policial — en conjunto, constituye un programa genocida que está destruyendo las oportunidades de vida y la supervivencia viable de los afroamericanos como un pueblo.

La opresión de la gente negra, tan central para Estados Unidos desde sus inicios, se ha vuelto aún más profunda y más intensa a través de este programa genocida. Detrás de ella está el brutal funcionamiento de expandirse o morir de este sistema capitalista-imperialista. Y ha sido impulsado por las políticas conscientes de la clase dominante de Estados Unidos con objetivos muy conscientes.

Va a requerir una revolución concreta para finalmente ponerle fin a la opresión de la gente negra y otra gente oprimida — una revolución que derrocaría el sistema del capitalismo-imperialismo que está a raíz de esta opresión y engendraría a toda una nueva sociedad liberada — un sistema socialista que es parte de una revolución mundial con el objetivo del comunismo, la eliminación de toda explotación y opresión. Se presenta un plan visionario —y concreto— para una sociedad socialista en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto).

Esta revolución no se trata de cambiar la sociedad “algún día en el futuro vago”. Ya se construye un movimiento por una revolución concreta. La lucha contra el genocidio, y la lucha contra la opresión de la gente negra en general, es una parte crucial de este movimiento ahora mismo. El auge de lucha fomentado por los rebeldes desafiantes de Ferguson el otoño pasado que se extendió por todo el país y entre todo tipo de personas declarando que “La vida de la gente negra importa”, demostró el enorme potencial que existe entre la gente para levantarse contra este programa genocida, entre los que son las víctimas directas así como entre los que no lo son pero que sienten la necesidad de tomar acción.

Los gobernantes han respondido con más represión brutal, con mentiras y calumnias sobre las víctimas de su programa genocida, con falsas promesas sobre reformas y “trabajar dentro del sistema”. Pero es una trampa peligrosa confiar en el mismo sistema que es la fuente del genocidio y la opresión general del pueblo negro, o ser engañado por ese sistema. Lo que se necesita con urgencia es aún más decidida resistencia en la sociedad — con la participación de gente de todas las nacionalidades y de varios sectores sociales.

Es urgente combatir el genocidio feo, profundamente injusto y totalmente inmoral del pueblo negro — y detenerlo.

 

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