Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Los condenados del mar: Una perspectiva argelina
12 de agosto de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
1º de junio de 2015. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Por Hamza Hamouchene. Reimpreso con permiso del autor.
Cada año, miles de personas arriesgan su vida cruzando el mar Mediterráneo en frágiles botes, huyendo de la guerra, la pobreza, la persecución y la miseria para poder alcanzar las costas de Europa y la posibilidad de una vida mejor y más segura.
Lamentablemente una cantidad significativa de personas muere en su travesía: se ahogan cuando se vuelcan o se hunden sus endebles embarcaciones o terminan en humillantes campamentos y cárceles en países del sur de Europa, a la espera de la deportación y el destrozo de sus sueños.
La diferencia este año en la tragedia en curso es la enorme cantidad de migrantes muertos. Para mediados de mayo de este año más de 1.500 migrantes se habían ahogado, 50 veces más que el año pasado. Este descomunal aumento en los índices de mortalidad es en parte atribuible a los conflictos en Siria, Libia y Malí, que están desplazando a cada vez más cantidades de africanos, sirios y hasta trabajadores migrantes del sur de Asia en busca de asilo en Europa.
Al mismo tiempo, Italia ha descontinuado su programa de rescate Operación Mare Nostrum por su costo, y a pesar de su profunda culpabilidad en la crisis la Unión Europea (UE) se ha negado a tomar la batuta, ha preferido dejar que los migrantes se ahoguen para, según ellos, disuadir a la gente indeseable de considerar entrar a la fortaleza Europa.
La política extraoficial de la UE de “dejar que se ahoguen” fue ejemplificada por la ministra británica de Asuntos Exteriores, Lady Anelay, en octubre de 2014: “No respaldamos las operaciones de búsqueda y rescate planificadas en el Mediterráneo”, dijo, explicando que estas generaban “un ‘atractivo’ involuntario, que anima a más migrantes al peligroso cruce del mar, llevando así a más muertes trágicas e innecesarias”.
Estos “indeseables” migrantes no solo vienen de países pobres y devastados por la guerra, sino también de países como Argelia, la gigante del norte de África, que se vanagloria de ser un dechado de estabilidad en la región, y que tiene enormes reservas de gas y petróleo.
A pesar de su riqueza y estabilidad, es sin embargo uno de los países más grandes que produce lo que los argelinos llaman harraga, “migrantes ilegales” en lengua magrebí.
La fortaleza Europa
El celo de la UE por disuadir a los inmigrantes es evidente desde hace años. Desde 2001, los transportadores que no comprueben la validez de los pasaportes y visas de los viajeros se someten a sanciones y cuantiosas multas.
En septiembre de 2007, un juez italiano condenó y envió a la cárcel, y confiscó los botes, a siete pescadores tunecinos por “secundar la inmigración ilegal”. Los pecadores se atrevieron a salvar un bote que transportaba pasajeros a Lampedusa (Sicilia), impidiendo que se hundiera, como lo estipulan las reglas marítimas.
Hasta hace poco los países europeos externalizaban la protección de sus fronteras a regímenes autoritarios en el norte de África. Por ejemplo, según el acuerdo Berlusconi-Gadafi de 2008, Italia podía enviar inmigrantes africanos de vuelta a Libia ignorando sus peticiones de asilo, violando las obligaciones internacionales de derechos humanos, y a cambio Libia recibía acuerdos económicos favorables.
De hecho, Italia acordó pagarle a Libia 5.000 millones de dólares como indemnización por la dominación colonial de 1911 a 1943, en forma de inversión italiana durante 20 años. En 2010, en una conferencia en Italia, el líder libio Gadafi también declaró que Europa se “volvería negra” a menos de que fuese más rigurosa en la expulsión de inmigrantes, lo que según él costaría unos 5.000 millones de euros al año.
A pesar del caos y la devastación que causó la intervención de la OTAN en Libia, el país todavía es un punto clave para la migración ilegal de África a Europa. Una cantidad significativa de africanos negros que viven y trabajan en Libia se ven obligados a escapar a Europa por la profunda inestabilidad y por el cruel racismo que enfrentan.
Marruecos también ha desempeñado con celo su papel de guardián de la fortaleza Europa. En 2005, 20 personas del África subsahariana murieron al intentar cruzar las vallas de la frontera hispano-marroquí en Ceuta y Melilla, algunos por caídas, otros por asfixia y otros más abaleados por el ejército marroquí. En 2008, 30 personas (incluyendo 4 niños) se ahogaron frente de la costa de Alhucemas (nororiente de Marruecos), luego de que los cuerpos de seguridad les agujerearan el bote inflable en que venían.
El organismo Frontex de la UE, creado en 2005 para interceptar a los migrantes entre las costas africanas y las Islas Canarias, como también en el canal de Sicilia, sin que le importe la violación de derechos fundamentales como el derecho de asilo, es tal vez lo que mejor tipifica la deslocalización y militarización del control de la inmigración.
Frontex también participa en el retorno obligatorio de estos individuos, de los Estados miembros de la UE a los países del tercer mundo en lo que llaman “Operaciones Conjuntas de Retorno” que han aumentado considerablemente (2.152 personas retornaron en 2013, comparado con 428 en 2007).
El presupuesto de este organismo crece a un ritmo constante: de 6,3 millones de euros en 2005, subió a cerca de 42 millones de euros en 2007 y alcanzó los 97 millones para 2014. Los fondos vienen principalmente de la comisión europea y los países asociados en Schengen.
A pesar del presupuesto y el equipamiento militar y de vigilancia cada vez mayores, todo indica que las muertes en el mar no han disminuido. En realidad, estos obstáculos orillan a los migrantes clandestinos a tomar rutas aún más peligrosas.
Ahora están presentando a Frontex como el reemplazo del programa de rescate Operación Mare Nostrum, y los líderes europeos declaran que necesitan tomar medidas contra los traficantes, reforzando la narrativa del control y la militarización en vez de examinar las causas estructurales de la crisis.
Argelia y sus harragas
Argelia también actúa junto con sus vecinos europeos en la guerra contra los migrantes. En 2009, convirtió en delito punible la “migración ilegal”. La ley estipula que todo argelino que deje el territorio nacional de forma ilegal tendrá una pena de cárcel de dos a seis meses.
En 2014 se detectaron 7.842 cruces de frontera en la región occidental del Mediterráneo (zonas en la costa sur española y las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla). La mayoría de los migrantes eran de África occidental (Camerún y Malí en particular), aunque los argelinos y los marroquíes estuvieron entre las diez primeras nacionalidades, especialmente en la frontera marítima. Hasta 2013, los argelinos encabezaban la lista de cruce por esta ruta marítima (Argelia fue segunda en 2014, después de Camerún).
Según el análisis anual de riesgos de Frontex de 2015, Argelia estuvo entre las diez nacionalidades con mayores entradas clandestinas detectadas en puntos de cruce fronterizo (BCP por sus siglas en inglés) en 2014. Argelia también estuvo en octavo lugar en términos de la cantidad de gente que excedía su periodo legal de permanencia en la UE.
Más sorprendente aún, de noviembre de 2010 a marzo de 2011, el 11% de los 11.808 migrantes irregulares interceptados en Grecia por Frontex fueron identificados como argelinos, detrás de los paquistaníes (16%) y los afganis (23%). Estas alarmantes estadísticas fueron aun más sorprendentes porque la cantidad de emigrantes argelinos excedían a los marroquíes en un factor de dos y eran seis veces más que los tunecinos, a pesar del descontento social en esos dos países tras los levantamientos de la Primavera Árabe.
Los harraga argelinos siguen numerosas rutas marítimas de Argelia a Europa: una va desde la costa de Orán (al occidente Argelia) hacia la España continental, otra (menos desarrollada) conecta las costas de Dellys (a 100 km al oriente de Argel) con la isla Palma de Mallorca y otra conecta las costas orientales (Annaba y Skikda) con la isla italiana de Cerdeña. También usan otras rutas que pasan por Túnez, Libia y Turquía.
Harga y hogra
El fenómeno de la emigración ilegal afecta a todas las clases sociales: trabajadores, desempleados, egresados de universidades y hasta médicos e ingenieros. Los argelinos que dejan el país de forma ilegal son principalmente jóvenes desempleados o subempleados, tanto hombres como mujeres.
La pregunta de por qué Argelia produce tantos jóvenes migrantes, más que lugares con peores perspectivas económicas, no es fácil de responder. Pero intentaré explorarlo aquí, haciendo énfasis en la naturaleza del sistema político argelino, así como en algunas tendencias socioeconómicas de las últimas tres décadas.
Harga (el fenómeno de la migración ilegal) se refiere literalmente al verbo “quemar” en árabe. En sentido figurado significa burlar una restricción, como pasarse un semáforo en rojo o saltarse una fila, en este caso cruzar las fronteras y los mares.
En cierto modo harga representa la búsqueda de un futuro que ha llegado a un callejón sin salida en el país de origen. Es un medio de burlar las restricciones a la libertad de circulación impuestas por la UE al tiempo que escapan de la precariedad del desempleo y la hegemonía de redes clientelistas y oligárquicas asociadas con el régimen de Argelia; en pocas palabras, todo lo que hace que la vida sea insostenible. El objetivo es hacer realidad un proyecto de vida que no parece posible lograr en el país de origen dadas las condiciones actuales.
Reflexionando sobre su precaria situación y vida desesperada, un habitante de un pueblo marginado de clase obrera en Argelia oriental, Sidi Salem en Annaba, le dijo a su hermano harraga: “Perdí las llaves de mi futuro en un cementerio argelino llamado Sidi Salem”.
La migración ilegal desde Argelia es también la consecuencia lógica de más de tres décadas de reestructuración económica y liberalización económica, que han diezmado la economía productiva y generadora de empleo, llevando al desempleo masivo y a la perpetuación de una mentalidad rentista basada en exportar petróleo y gas mientras se importa lo demás.
Para entender la harga es necesario asociarla con el concepto de hogra en Argelia. Hogra significa desprecio, desdén y exclusión, y también describe una actitud que aprueba y propaga la violencia contra la mayoría, los laissés pour compte (las masas olvidadas y marginadas).
Debido a la restricción a la libertad de expresión y asociación y también a la falta de espacios para el entretenimiento, el arte y la creatividad, los jóvenes se sienten sofocados, humillados, sin dignidad, extranjeros en su propio país. El único horizonte que pueden divisar está más allá del mar.
La “sociedad civil” en Argelia es débil y fragmentada, en parte por la traumática guerra civil de los años 1990 pero también por el constante silenciamiento a la expresión política. Los argelinos enfrentan inmensas dificultades para crear organizaciones o hasta para obtener autorizaciones para reuniones y conferencias si se percibe que son de naturaleza crítica o política. Además, la producción cultural todavía está bajo el opresivo control de las autoridades oficiales, que siempre obran para cooptar y matar la creatividad de raíz para evitar toda forma de subversión.
A ese respecto, es un acto de denuncia al autoritarismo, una cultura de contestación de un grupo social que se siente marginado y olvidado. El poderoso mensaje de los jóvenes a las clases dominantes de Argelia es: “Roma wella antoma”, que significa “Roma en vez de ustedes”. También dicen: “Preferimos que nos coman los peces y no los gusanos”.
En vez de reindustrializar al país e invertir en los jóvenes argelinos que arriesgan su vida para alcanzar las costas del norte del Mediterráneo al aspirar a escapar de la desesperación de vivir marginados, las autoridades argelinas le ofrecieron ayuda financiera al FMI, la herramienta neocolonial de saqueo que en primer lugar paralizó la economía.
De hecho, Argelia se sometió a las recetas neoliberales del FMI bajo la forma de dos programas de ajuste estructural (1992 a 1993, 1994 a 1999). Mientras ardía la brutal guerra civil, estos programas proseguían con todas las desastrosas consecuencias que tenían para la población: inmensas pérdidas de empleos, reducción del poder adquisitivo, recortes al gasto público, mayor precariedad de los trabajadores asalariados, apertura al comercio exterior y privatización de las empresas públicas. Es de hecho la doctrina del shock y el capitalismo del desastre en funcionamiento.
A pesar de todos los riesgos que corren los migrantes clandestinos, el atractivo de Europa se conserva por el aura edénica que la rodea y que mantienen los que logran llegar a sus costas. A pesar de las dificultades, la miseria, la explotación y el racismo a que se ven sometidos los argelinos en la UE, para ellos es una abominación decir: fracasamos. ¿Cómo pueden fallar después de todo lo que han hecho para dejar su amado país, un país que los ha desamparado y cómo pueden ser una desilusión para sus seres queridos?
Harga solo es un reflejo de lo que ha ocurrido en Argelia y otros países africanos cinco décadas después de su independencia, con elites antinacionales en el poder que solo se contentan enriqueciéndose y satisfaciendo al capital extranjero.
El régimen argelino tiene hipotecada su soberanía, habiendo abdicado ante sus amos extranjeros.
Las personas de Argelia y de todas partes del sur del globo emigran porque las economías de sus países les están fallando, debido a la continua explotación capitalista y la dominación imperialista occidental que va de la mano con regímenes represivos y corruptos.
La tragedia de la inmigración que vimos en abril pasado en el Mediterráneo seguirá mientras se mantengan las estructuras autoritarias de poder y opresión, mientras continúe el saqueo de nuestros recursos naturales por medio de injustos tratos comerciales e intervenciones militares de afuera, mientras que el profundamente injusto sistema en el que vivimos continúe subyugando nuestros países y los mantenga en una posición subalterna como exportadores de recursos naturales baratos y mercados para los productos industriales de los países ricos.
Tragedias de esta escala continuarán a menos de que eliminemos la dominación y exclusión de los condenados de la tierra y los condenados del mar. Es necesario y urgente entrarle a la lucha por la justicia global contra un sistema que pone las ganancias por encima de los seres humanos.
El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.
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