El acuerdo de París sobre el clima: Un fracaso del sistema en escala mundial

23 de diciembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El mundo enfrenta una peligrosa crisis ambiental que se intensifica, en la cual el cambio climático es la punta de lanza. El año 2014 fue el más cálido registrado en la historia de la Tierra, y de acuerdo a todos los índices, el 2015 podría romper ese récord. Las capas polares, tanto del polo norte como del sur, están derritiendo y el nivel del mar está subiendo; el carbono que está en la atmósfera está acidificando los océanos, lo cual representa una gran amenaza a la vida marina; los científicos advierten de cada vez más trastornos a los ecosistemas y la amenaza de una extinción en masa de especies. (Véase “Unos datos básicos sobre el calentamiento global / el cambio climático”).

Los últimos informes de 2014 del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático advirtieron del peligro de “cambios duraderos en todos los componentes del sistema climático, los cuales aumentan la probabilidad de impactos graves, generalizados e irreversibles para la población y los ecosistemas”. El Panel dijo que cuanto más aumenta el calentamiento, más aumentará el peligro de “cambios súbitos e irreversibles”. (Para un análisis detallado, véase la edición especial de Revolución/revcom.us “¡Estado de EMERGENCIA! Saqueo de nuestro planeta, la catástrofe ambiental y la verdadera solución revolucionaria”).

Esta crisis, impulsada por la quema incesante de petróleo, carbón y gas natural, la destrucción de los bosques, y los métodos agrícolas perjudiciales, es el trasfondo y el contexto del acuerdo sobre el clima que se aprobó en París el 10 de diciembre de 2015. Las grandes potencias del mundo lo aclamaron. Obama dijo que el acuerdo representa “un punto de viraje para el mundo” y que está a la altura del desafío de nuestro tiempo y crea una situación en que “el planeta estará en mejores condiciones para la próxima generación”. En las palabras del climatólogo James Hansen, esas son “malditas mentiras”.

Como si Estados Unidos quería demostrarle al mundo hasta qué medida el acuerdo no representa ningún camino hacia una solución a la crisis ambiental, sólo unos días después de que los representantes de Estados Unidos aprobaran el acuerdo de París, el Congreso estadounidense aprobó, y Obama firmó, una ley de gastos que incluye disposiciones para levantar la prohibición contra la exportación del petróleo crudo. Se calcula que el levantamiento de esa prohibición podría aumentar la producción estadounidense de petróleo por más de tres millones de barriles diarios y podría causar la emisión de más de 500 millones de toneladas adicionales de contaminación de carbono al año. De acuerdo a Kassie Siegel del Instituto de Leyes Climáticas del Centro para la Diversidad Biológica: “Levantar la prohibición de exportar petróleo crudo minaría todo el progreso que nuestra nación pudiera lograr en la lucha contra el cambio climático. Aumentaría la contaminación que calienta el planeta y desataría más fracturación hidráulica (‘fracking’) y perforación peligrosa en las comunidades vulnerables y el preciado hábitat de fauna y flora de Estados Unidos”.

Es descarado y vergonzoso que Estados Unidos haga esto mientras sigue felicitándose a sí mismo por supuestamente encontrar la solución al cambio climático mundial. Pero al menos indica una verdad: este sistema se ve impelido implacablemente a producir, refinar, transportar y vender combustibles fósiles y usarlos como un arma en su contienda estratégica con otras potencias. El acuerdo de Paris no minó ESO de ninguna manera. 

La lección crucial para sacar del acuerdo de París, al tomar en cuenta tanto lo que el acuerdo representa y lo que no representa, no es simplemente que no logró lo que dice lograr, pero que este sistema capitalista imperialista no puede solucionar el problema de la crisis ambiental. Así de profunda es la crisis, y la devastación ambiental está estrechamente ligada a toda la demás opresión y horror que este sistema causa por todo el planeta. 

Este sistema no solamente arrasa el planeta y destruye a sus habitantes, en un sentido fundamental está fuera del control de los propios gobernantes imperialistas. Incluso si los líderes capitalistas imperialistas de este sistema quisieran impedir sinceramente que el sistema se precipite hacia una catástrofe ambiental, no podrían hacerlo.

Lo que se requiere en verdad, y lo que las potencias idearon

Para abordar en más detalle por qué este sistema no es capaz de solucionar esta crisis, miremos lo que se requeriría para siquiera empezar a lidiar con el calentamiento global, el cual es sólo un elemento de la crisis ambiental que va en desarrollo.

» Los intereses capitalistas han invertido muchos billones de dólares en las reservas de combustibles fósiles y en tecnología, transporte y maquinaria que consumen combustibles fósiles, y gastan miles de millones más cada año buscando nuevas reservas. Pero lo que se necesita es una transformación muy rápida que abandone la producción de fuentes de energía dominadas por combustibles fósiles, y se apoye de forma general en fuentes de energía renovables como la energía solar, la del viento y la geotérmica (la energía del calor del interior de la Tierra). No se puede dejar que esas inmensas inversiones de capital determinen la clase de energía que se produzca; al contrario, hay que abandonarlas.

» Habría que reorganizar y reestructurar completamente el transporte en lugares como Estados Unidos y las ciudades por todo el mundo; y habría que transformar radical y rápidamente el sistema poco económico y desastroso para el medio ambiente en que los individuos se desplazan en carros particulares, y reemplazarlo con sistemas de transporte público seguros, ecológicamente racionales y fáciles de usar.

» Habría que transformar radicalmente la agricultura y la producción de comestibles, dejando atrás la agricultura de hoy que es altamente intensivo en capital, consume mucha energía, es dependiente de químicas y pesticidas, y es orientada hacia sacar ganancias para el capital global sumamente concentrado que se deriva de la mano de obra explotada y oprimida en Estados Unidos y por todo el mundo. Ese sistema de agricultura daña el clima, las personas y los animales y, lo que es más, es dañino para la propia tierra. Un gran porcentaje de las emisiones de carbono que propulsan el cambio climático global viene ahora de la agricultura, la expansión de la producción de ganado y la destrucción de los bosques y las selvas.

» Todos esos cambios —y lo descrito arriba representa sólo una pequeña parte de lo que habría que hacer— tienen que ocurrir en una escala mundial, con la gente trabajando en conjunto por todo el planeta, juntando sus conocimientos científicos, los recursos y las masas de personas para cumplir con todo lo necesario para lidiar con esa crisis. 

Para repetir, aquí se tratan de unos puntos clave pero esenciales de lo que habría que hacer para poner fin a la mortífera inyección de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera de la Tierra. Cualquier evaluación seria del acuerdo de París tiene que comenzar con lo que se requiere en concreto para dar solución a la crisis. Un acuerdo que no hace eso, sino que al contrario parte de lo que conviene económica y políticamente a los intereses de este u otro grupo en el poder, o del conjunto de todos los grupos que ahora están en el poder, falla ante el desafío de lo que concretamente hay que hacer para asumir los retos que los científicos señalan hoy y que han señalado ya por décadas.

En lugar de presentar un plan como éste, las potencias llegaron a París con metas, planes y objetivos que eran fundamentalmente distintos. Su meta NO era asumir los retos planteados por los científicos, sino lidiar con la crisis de una manera que les permita conservar su sistema (por ahora) y promover los intereses inmediatos de las potencias dominantes. Esto es evidente en todo aspecto de la conferencia de París. Salta a la vista esta contradicción en el acuerdo: La meta declarada de las negociaciones sobre el clima ha sido mantener el alza mundial de las temperaturas “muy por debajo” de dos grados Celsius (3,6 grados Fahrenheit) en comparación con la época preindustrial. Se han dado grandes cambios a raíz del alza de sólo un grado Celsius que ha ocurrido ya, y los científicos dicen que un alza superior a dos grados C. podría ser desastrosa. Pero los que dominaron el proceso en París reconocieron francamente antes del inicio de la conferencia que ni siquiera iban a intentar crear un acuerdo que mantuviera el alza de temperaturas por debajo de dos grados C.

Blue ice from glacial meltwaterEl calentamiento global causa el deshielo intensificado de los glaciares alrededor del mundo. Arriba, agua de deshielo del Glaciar Canadá en la Antártida. Foto: Wikimedia Commons

Todas las metas para la reducción de gases invernaderos que formularon en la conferencia son voluntarios, y cada país fijará su meta según sus intereses nacionales y no según los del ambiente y la humanidad. La pura verdad es que aunque cada país cumpliera cabalmente con todos sus compromisos, lo cual es sumamente improbable, eso conduciría a un aumento catastrófico de 3 grados C o más. La conferencia no estableció ningún horario para cuando se tiene que dejar de usar el combustible de fósil — mientras que la mayoría de los científicos afirman que es preciso que se lo elimine por completo a nivel mundial antes del año 2050, y antes del 2030 para los países ricos, para mantener el calentamiento a 1,5 grados C o menos (que es lo que hace falta). Eso ni siquiera estaba sobre la mesa en París.

Este es un acuerdo climático que en lo más básico acepta que la temperatura seguirá subiendo y no propone un plan concreto para pararla. (El acuerdo si propone futuras reuniones sobre el clima cada 5 años, y las promesas de que en el futuro los países propondrán mejores metas — metas que no se especifican. En realidad no hay ningún plan para impedir que siga subiendo la temperatura.) El acuerdo no es un plan para lo que realmente se requiere para parar el calentamiento planetario — es más bien un plan que pretende manejar una crisis que sólo va a empeorar bajo este sistema.

Además, no hay ningún compromiso obligatorio serio de que los países imperialistas y ricos tengan que ayudar a los países que no tienen recursos y que son los más afectados por los cambios climáticos. Hay una meta no obligatoria de $100 mil millones que incluye ayuda y diversas formas de inversión. Estados Unidos en particular se esforzó fuertemente para asegurar que no se incluyera ninguna terminología en el acuerdo que hiciera alusión alguna a “reparaciones” que los países ricos pagarían. Ante una situación en la que por siglos los países imperialistas han robado, saqueado y explotado a los países oprimidos; en la que los principales responsables del carbón en el ambiente son los imperialistas; y en la que un criterio básico para un verdadero cambio requiere la cooperación a nivel mundial, como se dijo anteriormente, el acuerdo de París obra por conservar las horrorosas relaciones de poder que dominan el planeta. De ninguna manera promueve la mutua colaboración.

Gran parte del supuesto “plan” para el “éxito” de la conferencia de París, muy alabada en la prensa, es la alegación de que el acuerdo desatará toda clase de inversión capitalista en la energía limpia. En primer lugar, ese es un deseo que se basa en una idea incorrecta de la realidad de cómo funciona el capitalismo. Además, NO es un plan para realmente transformar el planeta tal como se esbozó más arriba para verdaderamente abordar la crisis — es una manera de hacerse ganancias. Para dar sólo una idea de la realidad de la situación: después de décadas de advertencias sobre el cambio climático, hoy solo el 1,6% de la energía usado en el mundo viene de la energía solar o del viento. Las compañías energéticas siguen produciendo combustibles de fósil y tienen enormes cantidades de recursos todavía en el suelo que pretenden extraer, y seguirán invirtiendo miles de millones de dólares cada año para encontrar más reservas. Todo eso sube y baja según las “realidades del mercado”, los bajones de la economía, etc., y NO según las necesidades ambientales del planeta.

El International Business Times predice (y saluda la predicción) que para el 2040 habrá más dinero invertido en energías renovables que en combustibles de fósil. Pero la realidad es que aún si eso se diera, seguirían quemando una gran cantidad de combustibles de fósil. Como dice el propio artículo del International Business Times: “La contaminación que causa el cambio climático seguirá aumentando hasta el 2029, y para el 2040 las emisiones estarán a 13% por encima de las del 2014”. Una vez más, eso no tiene nada que ver con la necesidad de combatir el cambio climático. Es un plan para sacar ganancias y, en el proceso, intentar mitigar un tanto el desastre del calentamiento climático.

Un ejemplo llamativo de lo lejos que este acuerdo está de verdaderamente abordar la realidad del cambio climático: El acuerdo de París ni siquiera menciona las emisiones de las aerolíneas y del transporte marítimo, que ahora representa el 5% del total de emisiones mundiales de gases invernaderos, y en el futuro serán un porcentaje aún mayor. Ese 5% es equivalente al total de carbono que emiten los 164 países menos contaminadores. Qué condenación más patente de lo desequilibrada que es la economía imperialista mundial — ¡las emisiones de aerolíneas y del transporte marítimo, que por lo general sirven a los países imperialistas, equivalen a la contaminación de 164 países! ¡Y el acuerdo de París ni siquiera lo menciona! Este no es un plan para combatir el calentamiento planetario — es un plan para conservar el actual orden imperialista mundial.

Y por último, las emisiones de las fuerzas armadas de Estados Unidos —la institución más contaminadora de carbón del mundo— ni siquiera constan en los cálculos de París. La pura verdad: los imperialistas estadounidenses no van a usar baterías para sus aviones de caza, van a seguir usando combustible para jets. Y NO van a permitir que la contaminación de parte de sus fuerzas armadas sea un punto de discusión en ninguna conferencia sobre el medioambiente. Para ellos, lo primero viene primero. Y eso NO quiere decir las necesidades del planeta, sino las necesidades de este sistema, incluyendo la capacidad de hacer llover la muerte y el terror desde el cielo en aras de proteger y extender su imperio.

Lo que se requiere para una solución que beneficie a la humanidad

Un resumen del punto principal: La conferencia de París ni siquiera intentó lograr lo que en realidad se requiere para responder a la crisis ambiental. Engendró un acuerdo que conserva el actual podrido y opresivo orden imperialista y no aborda de ninguna manera lo que sería necesario para ponerse a la altura de la crisis climática. Eso se debe a la estructura y dinámica profundas del orden mundial capitalista-imperialista. ESE es el problema. Y es POR ESO que solo una revolución puede efectuar una verdadera solución que beneficie a la humanidad.

Solo una verdadera revolución puede dar lugar a una sociedad socialista que PUEDA solucionar los problemas que hemos esbozado y muchísimos otros. La clase de transformaciones que se requiere: el cambio de combustible de fósiles a la energía renovable; sistemas de transporte que cuadren con las necesidades de la sociedad pero que no inunden el medioambiente con carbón y otros contaminantes; agricultura que satisfaga las necesidades de la población pero que no perjudique el planeta — todo eso es posible bajo el socialismo. Y, al mismo tiempo, los países socialistas deben y pueden ser bases de apoyo para extender la revolución mundial y luchar por la mayor transformación ecológica posible a nivel mundial.

Como señalamos en la polémica “El ‘Esto lo cambia todo’ de Naomi Klein contra Hacerle frente concretamente a la crisis climática”:

Una sociedad socialista puede movilizar a las personas, el conocimiento científico y los recursos para restringir dramáticamente y por fin ir más allá del uso de los combustibles fósiles, a la vez que soluciona los problemas prácticos y económicos que acompañarán esta transición a las energías renovables. Y lo haría como parte de transitarse a un mundo en el que la sociedad humana tendría una base económica que cuida al planeta como uno de sus principios fundacionales.

Y, luego,

Número especial sobre la crisis ambiental

El enfoque de este número especial de Revolución reside en la emergencia ambiental que enfrenta a toda la humanidad y los ecosistemas de la tierra. En este número demostramos:

  • las dimensiones de la emergencia
  • las fuentes de sus causas en el sistema capitalista y la imposibilidad de que ese sistema encuentre una solución a la crisis.
  • Una salida y un camino hacia adelante para la humanidad: una sociedad revolucionaria en donde de veras podríamos vivir como los que cuidan la naturaleza en vez de los que la saquean.

Lea en línea....

La sociedad capitalista chilla a la gente a que "compre, compre, compre", y mide a las personas según el dinero y los "botines" que poseen. El socialismo hará que sea posible no sólo propagar la oposición al consumismo como una especie de principio moral, sino tener una sociedad entera en la que las ganancias ya no rijan, y en la que, para el funcionamiento de la economía, ya no sea necesario vender más y más bienes. En esta sociedad nueva, las relaciones entre las personas no se basarán en la compra y venta.

Además, ya sería posible que las personas, en una creciente escala y en masa, vean a sí mismas como emancipadores de la humanidad y del planeta y no según el marco del capitalismo de una carrera por la acumulación de "todos contra todos". Las personas empezarán a ver la naturaleza como un rico tejido viviente del que los seres humanos son una parte, y no como objetos para meter en la producción y generar ganancias o que se estropean de manera descuidada. Aprenderán que la formación del mundo natural ha estado en marcha por miles de millones de años y que cada generación humana tiene la responsabilidad de pasarlo a la siguiente en un estado mejorado.

Todo eso da una mera vislumbre de lo que podrían hacer una sociedad y pueblo revolucionarios. Ese mundo es posible. De eso es de lo que el Partido Comunista Revolucionario se responsabiliza: de construir un movimiento para una revolución concreta con el partido en el centro para derrotar y desmantelar las instituciones del estado de la vieja sociedad, para crear un poder estatal nuevo y un sistema socialista y para trabajar con urgencia hacia la plena emancipación de la humanidad y la protección del planeta para las generaciones actuales y futuras.

El deseo de poner alto a lo que el sistema imperialista hace al planeta ha movilizado a miles y a veces hasta cientos de miles de personas a tomarse las calles, y se han visto poderosas y valientes luchas en contra de la perforación en el Ártico y el oleoducto Keystone XL. Y en París los manifestantes se lanzaron a las calles durante la conferencia, a veces frente a medidas de un estado policial. Cientos de miles de personas protestaron alrededor del mundo. Esas luchas hoy son tanto indispensables como urgentes para luchar contra la crisis del ambiente, y son parte indispensable del camino a la revolución que se necesita de urgencia para desencadenar el potencial de los habitantes del planeta para lidiar con la devastación del ambiente de tal manera que pueda llevar a la humanidad y el planeta a un lugar radicalmente diferente y mejor.

 

 

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