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"Forjar la lucha por la liberación de la mujer: Gloria al 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer"
19 de marzo de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
7 de marzo de 2016. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Lo siguiente fue escrito por “Un grupo de comunistas revolucionarios — Afganistán”.
Unas mujeres afganis protestan por la muerte de una mujer asesinada a golpes por una turba tras falsas acusaciones en su contra de haber quemado un Corán. Foto: AP
¡En memoria de las costureras de Nueva York que, con su heroica lucha, ayudaron a sentar las bases para la lucha unificada de las mujeres a nivel mundial!
¡En memoria de todas las mujeres rebeldes, revolucionarias y comunistas que consciente e incansablemente lucharon contra el patriarcado para romper las cadenas de la explotación y opresión de género!
No es posible hablar del día de la mujer, de la lucha de las mujeres contra el patriarcado y contra el chovinismo masculino, sin hablar de la situación de millones de mujeres que han sido esclavizadas solo por ser mujeres, mujeres que han sido aplastadas bajo el peso de la explotación y opresión de sistemas explotadores y patriarcales, mujeres que han sido esclavizadas por tradiciones atrasadas, mujeres que ha sido quemadas en las llamas de las ideas supersticiosas y anticuadas, mujeres que han sido traficadas con engaños, trampas o por la fuerza. Las que han sido vendidas bajo la coacción de la pobreza y la miseria, las que han perdido la vida por la interminable opresión y no vieron más solución que ahogarse en su dolor y tristeza o prenderse fuego.
No es posible callar ante lo que hoy viven las mujeres en Siria, Irak, Bosnia, Perú, Bangladesh, África y otras partes del mundo.
Tampoco podemos callar ante lo que han padecido las mujeres de Afganistán, especialmente durante las últimas cuatro décadas.
¿Es posible olvidar el ensangrentado rostro de Farjunda y su fija mirada a los matones de la ignorancia y la superstición mientras estos destrozaban su cuerpo antes de reducirlo a cenizas?
¿Acaso podríamos olvidar cómo se veía la joven Rojshana cuando su rostro y su cabeza estaban siendo aplastados por la cruel arma del patriarcado? ¿Cómo no indignarse por esta salvajada?
La muerte de Farjunda, Rojshana y la vida destrozada de Setara y cientos de otras mujeres más en el último año y más, revelan la situación de las mujeres en Afganistán. No están seguras en el hogar, ni entre sus familiares, en la sociedad, ni con la religión y la ley. Todas estas relaciones e instituciones son una amenaza para ellas.
La historia muestra que la opresión de la mujer ha sido un importante pilar de todos los sistemas de explotación, que el interés de estos sistemas es proteger y consolidar el patriarcado y las diversas formas de opresión a la mujer.
Los imperialistas que brutalmente invadieron y ocuparon Afganistán bajo el pretexto de liberar a las mujeres, le mostraron al mundo que lo que ellos llaman liberación de la mujer no es nada más que el establecimiento de un régimen patriarcal, ya sea con ropaje tradicional o con ropas occidentales. Algunas fuerzas fueron entrenadas en el chovinismo masculino por los imperialistas a los que sirven, en Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. Otros fueron entrenados en el odio a la mujer por los reaccionarios de Pakistán, Arabia Saudita e Irán, a cuyos intereses sirven. Todos participan en la degradación de la mujer y la opresión y explotación de la gente y, en pocas palabras, sirven a los intereses de su clase y del imperialismo mundial.
Después de 15 años, el régimen instalado por los imperialistas en Afganistán solo puede comparar sus supuestos logros para la mujer con la situación bajo el régimen talibán. Hasta la situación de la mujer en la preguerra en Afganistán en las décadas de 1960 y de 1970 están lejos de su alcance.
Debemos referirnos, sin embargo, a otra amarga realidad sobre la cuestión de la mujer en Afganistán. Por sus desviaciones y la dominante línea incorrecta, el movimiento comunista en Afganistán no ha podido lanzar una lucha científica y de principios contra la opresión de la mujer. Este movimiento no ha podido dar pasos serios y sólidos en la lucha por una liberación real de las mujeres en Afganistán. Este movimiento no puede comprender plenamente la importancia y el lugar que ocupa la opresión de la mujer en el sistema de explotación de la opresiva clase dominante, o sea, los que están en el poder y los que buscan el poder, tanto hoy como ayer.
La amarga verdad también es que los miembros y simpatizantes del movimiento comunista en Afganistán han estado enterrados de pies a cabeza en el lodo patriarcal. Este ha sido uno de los principales obstáculos para un correcto manejo de esta milenaria opresión. El movimiento tiene la obligación de zafarse de esta gruesa capa de lodo basándose en la ciencia de la revolución. Sin una profunda rectificación de la línea y la concepción sobre la opresión de género, y sin una enérgica e implacable lucha contra el patriarcado en este movimiento, no será posible organizar una lucha para movilizar y organizar a las masas de mujeres. Los gritos de Farjunda bajo los puñetazos y las patadas de los matones y los fuertes lamentos de Rojshana bajo la lluvia de piedras de las fuerzas anticuadas también nos dicen: estamos hartas del chovinismo masculino y las excusas revisionistas. ¿Cuánto tiempo más podrán justificar su falta de interés e ignorar la realidad de la cotidiana opresión a la mujer, recurriendo a argumentos como “la cuestión de la mujer está subordinada a la cuestión principal”?
Es verdad que la liberación de la mujer solo puede lograrse en una sociedad comunista. Es también verdad que la contradicción entre hombre y mujer se expresará de alguna forma hasta que se alcance el comunismo. Pero estas verdades no pueden ni deben ser justificación para la indiferencia ante las innumerables y extremas formas de opresión a la mujer hoy, que no se pueden simplemente ignorar. No se pueden utilizar para justificar un movimiento compuesto solo por hombres. No pueden ser pretexto para aliarse con criminales anti-mujer o respaldarlos de alguna forma, o restarle importancia a la contradicción bajo el pretexto de que el imperialismo es el enemigo principal. No podemos ignorar la opresión de género y pasar por alto estos crímenes, ni podemos dejar de luchar contra estos acérrimos enemigos de la humanidad, y otras fuerzas reaccionarias anticuadas.
Esta línea y método van contra las enseñanzas de nuestros grandes líderes. Lenin dijo que la respuesta a la cuestión de la mujer es el socialismo, pero también recalcó que no se puede hablar de socialismo sin la lucha y participación de la mujer. Las mujeres son una fuerza potencialmente poderosa, la mitad de la sociedad, una fuerza llena de furia hacia los enemigos de la humanidad. Solo pueden unirse a las filas de la lucha consciente contra la explotación de clase y la opresión de género si las fuerzas comunistas hacen un esfuerzo y luchan por movilizar y organizar a las masas de mujeres y trabajan para ganar a sus fuerzas más avanzadas.
Tras la crisis del movimiento comunista internacional y la ocupación rusa del país, el movimiento maoísta conformado en Afganistán durante los años sesenta liquidó su identidad comunista con la excusa de que la ocupación del país era la contradicción principal. La mayoría de los maoístas tomó parte en la resistencia contra los rusos bajo el paraguas de fuerzas islamistas y yihadistas anti-mujer. Bajo tales condiciones, ¿cómo era posible que aquellos que estaban relacionados con el movimiento comunista movilizaran y organizaran una lucha consciente contra la opresión de género? ¿Cómo era posible que este movimiento eliminara la influencia ideológica y política de estos fundamentalistas?
Las mujeres de Afganistán pueden y deben luchar contra la opresión de género, la violencia doméstica y estatal, las reaccionarias leyes y tradiciones anti-mujer, la religión y el Estado patriarcal, el imperialismo y el fundamentalismo anti-mujer organizándose en una organización de masas. En una organización que pueda trazar una línea de demarcación con el imperialismo patriarcal y los reaccionarios anti-mujer, y luchar por una revolución de las masas trabajadoras y con la meta de un mundo sin opresión y explotación. Una organización cuyos miembros avanzados estén organizados en un auténtico partido revolucionario y comunista y sea dirigida por ese partido.
Un manejo correcto y comunista de la cuestión de la mujer es una expresión de nuestra concepción sobre la sociedad del futuro. Los luchadores y comunistas revolucionarios no pueden hacer una revolución sin ganarse y organizar a las masas de mujeres trabajadoras en lucha contra la opresión de género y sin ganarse a las personas avanzadas hacia sus propias filas. Para que sea posible tal movilización, en primer lugar, debemos deshacernos de la gruesa capa del lodo chovinista masculino que ha influenciado a todos nuestros movimientos, y no debemos posponer la lucha contra la opresión de la mujer y por su liberación para “después de la toma del poder”. Ya es muy tarde. El movimiento comunista en Afganistán debe reparar sus deficiencias y asumir las responsabilidades desde hace mucho aplazadas respecto a la cuestión de la opresión de la mujer.
El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.
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