Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

"¡Poner fin al sistema que destruye el planeta: eso significa la revolución!"

30 de marzo de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

14 de diciembre de 2015. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. En París, Bruselas, Berlín y Londres, los revolucionarios distribuyeron el siguiente texto en francés, inglés, alemán, farsi y turco durante las dos semanas de protestas por el medio ambiente contra la COP21 en Europa. Fechado 16 de noviembre de 2015, está firmado Resistencia por el Planeta.

El flujo masivo de migrantes y refugiados luchando por llegar a Europa para sobrevivir, dos sistemas políticos e ideologías anticuados que chocan por todo el mundo y más recientemente en los terribles acontecimientos en París, Beirut, Ankara, el hospital de Kunduz, el Sinaí… el urgente estado del planeta que pone en peligro el ecosistema global: estas dramáticas escenas son el teatro de todo un sistema podrido que tiene que acabarse.

Aunque los líderes de la COP21 prometen reducir las emisiones de carbono, esta cumbre de ministros y expertos no va a sacudir al imperio que ellos representan y defienden: lo muestran las “contribuciones propuestas” así como los acalorados debates sobre qué partes de un acuerdo serían legalmente vinculantes.

¿Por qué deberíamos tener fe alguna en que los que rigen el orden mundial capitalista, que monopolizan la mayoría de los recursos del planeta y “lideran” la destrucción del ambiente, “liderarán” en la toma de medidas importantes que van en contra de sus intereses fundamentales? ¿En contra de su compulsión a eliminar ferozmente a sus competidores en la acumulación de riquezas y el acompañante fortalecimiento de su dominación y control sobre países, a pesar de las consecuencias? ¿Cómo podemos dejar la salud del planeta, la belleza de la naturaleza y el futuro de la sociedad humana en manos de los más grandes destructores en masa de vidas, por no hablar del propio medio ambiente físico?

Luego de discutir y firmar el acuerdo de la COP21 reanudarán la frenética competencia entre sí por encontrar nuevos combustibles fósiles y explotar aún más todos los recursos, y al pueblo: esa es la esencia del capitalismo. Si uno de ellos empieza a usar biocombustibles el otro recortará sus costos de producción con combustibles fósiles más baratos. Países como Francia gastan miles de millone$ de euros para instalar plantas nucleares (pero no para ponerse “a salvo” de los Fukushima y de los Chernobyl), y ¿cuánto tiene que pasar antes de que gasten millone$ más para desmantelarlas cuando ya no sean (suficientemente) rentables? Obama canceló parcialmente uno entre una docena de oleoductos luego de prolongadas protestas y justo antes de la COP21, pero no ha parado la producción de carbón y, como presidente del mayor emisor global de carbono de todos los tiempos, ha promovido la búsqueda de nuevas fuentes de gas y petróleo, preferiblemente “nacionales”, acorde con “nuestros intereses como país”.

Los países ricos prometen reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero seguirán “subcontratando” buena parte de sus emisiones a los países pobres que fabrican mucho de lo que consumen los países más ricos. Esto no es simple cuestión de voluntad o buenas intenciones: es la lógica del capitalismo, tiene que expandirse o morir, fundamentalmente por todo lo que produce. Las principales arterias de la economía mundial dependen de los combustibles fósiles: el transporte, la producción de acero, el petróleo, la agroindustria… la lista es larga. Agréguese la rivalidad geoestratégica de los enormes consumidores de energía en las fuerzas armadas imperialistas y quedará mucho más clara la escala de las poderosas fuerzas que operan contra enfrentar la crisis ambiental. Este sistema funciona como un todo interconectado, lo que impide una planificación racional y sustentable, y no podemos simplemente limpiar sus asquerosas pezuñas.

Están surgiendo muchos valiosos y creativos proyectos locales que implementan alternativas verdes y puede que no quieran depender de los mercados capitalistas. Desafortunadamente no afectarán de forma significativa estas dinámicas principales del desarrollo capitalista, de sus crisis y de las despiadadas formas en que exacerba las severas desigualdades entre países y pueblos. También es cierto que los jefecillos de la COP21 aceptarán implantar algunas medidas. Siempre habrá desacuerdos entre rivales imperialistas. El problema es que, aunque como individuos quisieran hacer lo que se necesita para revertir la crisis ambiental, no pueden hacerlo, porque el sistema en el que están encerrados no puede funcionar de otra manera. Y si no estamos dispuestos a “aceptar” esta dura verdad y a desafiar a los mandamases del capitalismo que llevan al planeta hacia una catástrofe, terminaremos ayudando a suministrar el “combustible” político para que todo siga igual, a pesar de lo desagradable que eso sea.

¿Acaso lo que hay que hacer no es poner alto a todo el sistema que está acelerando el cambio climático? ¡Un cambio real de sistema significa una revolución!

¡Atrevámonos a pensar radicalmente! ¿En últimas qué es en verdad lo no realista?

La nueva síntesis del comunismo:
Orientación, método y enfoque fundamentales, y elementos centrales

Bob Avakian, presidente,
Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
Verano de 2015

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Tenemos que imaginar y luchar por un auténtico y completo cambio de sistema. Es necesario construir un poderoso movimiento de resistencia contra la raíz del problema y responsabilizarnos de organizar la sociedad en una forma radicalmente diferente.

Confrontar la crisis ambiental de hoy solo puede darse a escala global, con visión global, y solo puede darse bajo un sistema social diferente. La revolución de los oprimidos y proletarios parte de los intereses de la humanidad en su conjunto y del planeta en su conjunto. Reemplaza la lógica de destrozar a la gente y al planeta en función de la ganancia y la propiedad privada que impide solucionar todos los males sociales que agobian a la población del mundo y le impiden transformarlo. Con buenos deseos los actuales gobernantes no entrarán en razón, peor mediante la toma del poder, se abrirá el camino para que un Estado socialista dirija este complejo proceso hacia el comunismo. Una revolución socialista de este tipo, independientemente de la forma inicial que tome en diferentes tipos de países (países imperialistas o países dominados por el imperialismo), con el poder político podría hacerle frente al problema ambiental y reorganizar la economía de forma sustentable, racional y socialmente justa. Podría establecer nuevas normas globales y empezar a reparar y revertir la devastación del planeta.

Un Estado socialista podría producir y distribuir alimentos basándose en las necesidades sociales, la planificación del uso de la tierra a largo plazo, la protección de los ecosistemas y el desarrollo de la biodiversidad. La producción industrial tan despilfarradora y tan dañina para el medio ambiente hoy, se reestructurará, planificará y regulará, junto con una nueva concepción de los medios de transporte, el hábitat humano y las hinchadas ciudades. Se desarrollarán e implementarán más formas renovables de energía y tecnologías verdes a escala masiva: solo un Estado que busque transformar toda la sociedad y el mundo podría desatar el potencial humano para lograr todo esto. Se podrá transformar la cultura consumista. Se podría poner en uso un conocimiento científico verdaderamente innovador junto con la actividad consciente del propio pueblo para resolver la inmensa gama de problemas sociales que enfrenta la humanidad.

Las revoluciones socialistas del siglo 20 en la Unión Soviética y la China revolucionaria hicieron avances sin paralelo pero también tuvieron limitaciones en la concepción y en la práctica. La nueva síntesis del comunismo desarrollada por Bob Avakian resume tanto los avances como los problemas con la mira en el futuro que necesitamos construir. Con esta perspectiva y en este marco global de “el mundo entero ante todo”, la revolución socialista dirigirá a la gente a superar las inmensas diferencias entre países oprimidos y opresores. Este otro mundo es posible; de hecho, vistas desde este ángulo, las posibilidades para transformar el mundo son casi ilimitadas. Y las necesidades son mucho más urgentes.

¿Eso no es realista? ¿Qué tiene de realista continuar en el actual camino precipitándonos hacia la destrucción del planeta y subordinando a la mayoría de la gente del mundo a los dictámenes de un sanguinario y despiadado sistema que nunca se “desmantelará”, ni se hará “verde” por sí solo, en el que algunos de sus estadistas pueden aprobar resoluciones, pero nunca hacerlas cumplir? ¿Qué tan realista es no actuar sobre la realidad de que una COP71 (o como sea que la llamen entonces) será necesaria en 50 años después de que las islas polinesias y Bangla Desh queden bajo el agua, muchas más especies y formas de vida hayan desaparecido, y más millones de personas sean marginadas en un escenario mucho peor que el de hoy: los que no hayan sido diezmados tratarán de sobrevivir y migrar a países que habrán construido una red de muros y cercas de alambres de púas para excluirlos a punta de bala. ¿Es este el mundo “realista” que queremos?

No podemos contentarnos con la ilusión de que pasos parciales por parte de los industrialistas o estilos de vida alternativos son suficientes, con que el “decrecimiento” es una opción real: en pocas palabras, que no es necesario hacerle frente al sistema capitalista-imperialista. Los guardianes del actual orden social saldrán constantemente con nuevas promesas, adornadas en una variedad de formas, colores y mensajes democráticos liberales siempre y cuando se les permita seguir gobernando.

Hay que revolucionar la sociedad. Se necesita un movimiento para la revolución que actúe para ponerle fin a toda injusticia y a todo crimen que comete este sistema, incluyendo el cambio climático. El movimiento contra la destrucción del planeta tiene que ser parte de esta solución revolucionaria. Un movimiento que resista al capitalismo y trabaje para romper con sus cálculos inhumanos que continuarán impidiendo que cualquier energía limpia y tecnología verde serias sean implementadas en la escala que se necesita. No deberíamos tolerar, de ninguna forma, el fortalecimiento del inmenso desequilibrio de este mundo y el sufrimiento que el capitalismo descarga a diario sobre el pueblo. Tenemos que convertirnos en una fuerza para la revolución por un mundo nuevo que aborde la crisis ambiental y todo problema social de manera completamente diferente en función de los intereses la humanidad en su conjunto. Busquen nuestra pancarta de Resistencia por el Planeta y las camisetas: ¡Solo la revolución puede salvar al planeta! ¡Tenemos un mundo que ganar!

 

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