Hillary Clinton declara la guerra contra el BDS

Movimiento internacional de condena y sanciones contra los crímenes de guerra israelíes, el cual socava la legitimidad de la relación Estados Unidos-Israel

13 de abril de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

En un momento durante el virulento discurso de Hillary Clinton ante el AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel, siglas en inglés) el 21 de marzo, ella identificó “tres amenazas en evolución... que convergen para hacer que la alianza Estados Unidos-Israel sea más indispensable que nunca”. [Nuestro énfasis] ¿Qué son estas amenazas, según la principal candidata a la presidencia de Estados Unidos? “La continuada agresión de Irán, una creciente ola de extremismo en un amplio arco de inestabilidad y los crecientes esfuerzos por restarle legitimidad a Israel en el escenario internacional”. [Nuestro énfasis]

Clinton continuó, dejando en claro cuál es la fuente de la tercera amenaza: “Muchos jóvenes que están aquí hoy se encuentran en las primera filas de la batalla para oponerse al alarmante [movimiento] de boicot, desinversiones y sanciones que se llama BDS”. [Nuestro énfasis] Ella luego tildó “todo esfuerzo de desprestigiar, aislar y minar a Israel” de antisemitismo. Finalmente, identificó el lugar clave donde hay que parar dicha amenaza: las universidades de este país e internacionalmente:

He dado la alarma ya por mucho tiempo. Como escribí el año pasado en una carta a los líderes de las principales organizaciones judías de Estados Unidos, tenemos que estar unidos al luchar contra el BDS... Espero que todos los universitarios que hayan topado con esto en las universidades, se mantengan fuertes. Sigan alzando la voz. No dejen que nadie les calle, les intimide o intente silenciar el debate, particularmente en los lugares de enseñanza como las universidades.

Clinton mandó una de esas cartas a Haim Saban, el multimillonario mega-donante y archisionista que ha apoyado a la familia Clinton desde hace años. En la carta, ella le pidió sus “ideas y recomendaciones” acerca de cómo responder al BDS, “desde el Congreso y las legislaturas estatales hasta las salas de juntas y las aulas...” [Nuestro énfasis]. De hecho, se han presentado proyectos de ley en el nivel federal, estatal y municipal, para castigar los negocios y universidades que apoyen al movimiento BDS, y algunos proyectos se han aprobado. En julio de 2015, el gobernador de Illinois firmó la primera ley estatal que es explícitamente anti-BDS. Dicha ley requiere que el estado elabore y esté al tanto de una lista negra de compañías extranjeras que boicotean a Israel, y obliga que el fondo estatal de pensiones desinvierta en tales compañías.

¿Qué es el BDS? ¿Por qué representa una amenaza tan grande para Israel y sus patrocinadores imperialistas?

El Movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) es una campaña internacional para presionar política y económicamente a Israel de manera que éste ponga fin a su ocupación y colonización de los territorios palestinos y los Altos del Golán, otorgue plena igualdad a los ciudadanos árabe-palestinos de Israel y reconozca el derecho de los refugiados palestinos de regresar a sus tierras. El movimiento se inició en 2005 con la participación de más de 170 organizaciones palestinas no gubernamentales, y ha ganado el apoyo de ciudadanos israelíes, además de estudiantes y académicos, sindicatos, partidos políticos, algunos entidades gubernamentales y gente de a pie por todo el mundo, inclusive en Estados Unidos.

Una iniciativa que está bajo ataque es el movimiento de varias organizaciones académicas de votar por el boicot de las instituciones académicas israelíes, en vista de las violaciones israelíes del derecho internacional. La American Studies Association (Asociación de Estudios Estadounidenses) aprobó este boicot en 2014 por una abrumadora mayoría. En respuesta, varios proyectos de ley se presentaron en las legislaturas estatales, como uno en Nueva York que propone negarle fondos estatales a cualquier universidad neoyorquina que haga boicot contra Israel.

Centenares de catedráticos universitarios en Gran Bretaña, y otros centenares en Italia, han firmado declaraciones de no cooperar más con las instituciones académicas israelíes. En la declaración de los profesores británicos, se observa: “No pudiéramos haber hecho esto hace cinco años. El cambio de opinión pública es palpable; muchas personas han criticado a Israel y sus políticas en privado, pero hasta ahora, muchos pensaban que no querían declarar eso en público. Esto representa un claro cambio en los sentimientos populares con respecto a Israel.”  A pesar de descaradas amenazas, en noviembre de 2015 la American Anthropological Association (Asociación Estadounidense de Antropología) votó a favor de boicotear toda colaboración formal con las instituciones académicas israelíes; hasta la fecha es la mayor asociación académica de Estados Unidos que lo haya hecho.

“¿El término ‘apartheid’ le cuadra a Israel? Claro que sí”.

El Movimiento BDS se inspira en las campañas anti-apartheid contra el gobierno de minoría blanca en Sudáfrica. Por casi 50 años bajo el apartheid sudafricano, la segregación racial era legal, y los derechos, las asociaciones y el movimiento de la mayoría negra se controlaban. Durante el movimiento anti-apartheid, los estudiantes de universidades estadounidenses e internacionales llevaron a cabo tomas de edificios y otras protestas contra el gobierno de Sudáfrica; los artistas boicotearon al país de Sudáfrica y se negaron a hacer actuaciones ahí; y se prohibió que Sudáfrica participara en muchas actividades deportivas internacionales. Sudáfrica no participó en los Juegos Olímpicos desde 1964 hasta 1988, y en el plano internacional se le vio cada vez más como país paria.

Saree Makdisi, profesor de inglés y literatura comparada en la Universidad de California en Los Ángeles y autor del libro Palestine Inside Out: An Everyday Occupation, escribió un ensayo en el Los Angeles Times en 2014, “¿El término ‘apartheid’ le cuadra a Israel? Claro que sí”. En ese ensayo Makdisi describe concretamente las condiciones de vida y el trato que enfrentan los palestinos en el estado judío. Lo resume de esta manera:

Así es en toda esfera de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte: una separación sistemática de las dos poblaciones, ejecutada sin bajar la guardia nunca, y un desprecio total por el principio de la igualdad. Un grupo, despojado de su propiedad y sus derechos, expulsado, humillado, castigado, demolido, encarcelado y a veces empujado al borde del hambre (calculando meticulosamente la última caloría) — se ha debilitado. El otro grupo ha florecido, sin restricciones a su libertad de movimiento ni de desarrollo, pues al contrario éstas se alientan activamente; sus símbolos religiosos y culturales adornan el ropaje del estado y lucen en la bandera nacional. El interrogante no es si el término “apartheid” es aplicable aquí o no. Es por qué el uso de ese término provoca un clamor tan grande en contra. (Los Angeles Times, 17 de mayo de 2014)

La verdad es que el estado de Israel es ilegítimo. Su existencia se basa en una limpieza étnica que destruyó 400 aldeas palestinas; masacró a miles de civiles; orilló a casi un millón de palestinos a campos de refugiados en países vecinos; y estableció un sistema de apartheid que ha violado repetidamente el derecho internacional. La continua ocupación israelí de Gaza, y la masacre de los palestinos ahí en recientes años, ha alimentado la condena internacional. En 2014, con el pleno apoyo de Estados Unidos, Israel lanzó una operación militar que duró 50 días y fue en realidad una matanza orquestada, asesinando a más de 2.100 palestinos, hiriendo a 11.000 y traumatizando a la población entera de Gaza: 1,7 millones de personas. Israel atacó a Gaza de nuevo en 2015, asesinando a centenares más. En los círculos militares israelíes, se refieren a esos crímenes de guerra y de lesa humanidad con la frase obscena “cortando el césped”.

El consejo rector de la Universidad de California se une al llamado de Hillary Clinton

El consejo rector de la Universidad de California (UC) ha recibido el mensaje de Hillary Clinton y durante el pasado año, bajo de la dirección de la ex secretaria de Seguridad Interna Janet Napolitano, ha dedicado tiempo y energía a la elaboración de una nueva declaración que se llama “Principios contra la intolerancia”. El borrador de esos “Principios” incluye esta frase: “El antisemitismo, el antisionismo y otras formas de discriminación no caben en la Universidad de California.” El motor de esta campaña no fue alguna gran demanda de parte del estudiantado y profesorado de los campus, sino poderosas fuerzas pro-sionistas que trabajan principalmente fuera del mundo académico y quieren parar el creciente movimiento BDS en las universidades de la UC. Existe una creciente polarización en los campus, y han aumentado los ataques racistas contra estudiantes negros y de otras minorías, estudiantes LGBTQ, musulmanes e inmigrantes en general, pero en el borrador de la declaración el consejo rector optó por concentrarse en una sola expresión de supuesta intolerancia, el antisionismo, el cual quiere prohibir al afirmar que es una forma de antisemitismo.

Los esfuerzos del consejo rector de la UC de utilizar esos “Principios” para silenciar el Movimiento BDS y cualquier crítica de los crímenes estadounidenses-israelíes han topado con una oposición significativa, de parte del mundo académico y más allá. El Consejo Académico del Senado Académico de la UC se opuso a la declaración, como lo hizo también la rama local del sindicato UAW, que representa a más de 12.000 empleados académicos que son estudiantes. El asesor principal de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) del Norte de California dijo que afirmar que el “antisionismo” equivale al antisemitismo amenaza los principios de la libertad de expresión.

El antisemitismo, el odio supersticioso y violento hacia las personas judías, era un elemento central del gobierno de las autoridades opresoras, tanto políticas como religiosas cristianas, en Europa durante más de mil años. Se demonizaba a los judíos como “asesinos de Cristo” y se encauzaba el descontento de las poblaciones oprimidas, a quienes se les mantenía en una oscura ignorancia de las verdaderas causas de su opresión, hacia estallidos de violencia periódicos contra los judíos. Esto alcanzó proporciones genocidas con el asesinato de seis millones de judíos bajo Hitler. (Para un análisis del antisemitismo, Hitler y el Holocausto, véase “Revolución responde a una pregunta sobre la naturaleza del Holocausto” en el número especial de Revolución sobre Israel, el cual se puede descargar.)

El movimiento en las universidades de oponerse a los crímenes israelíes contra el pueblo palestino no tiene nada que ver con el anti-semitismo. Decir que la oposición al sionismo equivale al antisemitismo es como decir que los que se opusieron al régimen sudafricano de virulenta supremacía blanca del apartheid eran “anti-bóeres”, porque los colonos bóeres (afrikáneres) de Sudáfrica que reforzaban el apartheid, habían sido ellos mismos víctimas de la discriminación y la persecución en Europa, y también en Sudáfrica por un tiempo, de parte de los británicos.

Un estudiante israelí de la UCLA, un líder estudiantil de Jewish Voice for Peace (Voz Judía por la Paz), dio una declaración poderosa y persuasiva sobre este intento de suprimir el debate en torno a una crítica cuestión en el mundo:

Este documento no representa la experiencia que he vivido como estudiante israelí en la UCLA. Como estudiante que considero mi trabajo de abogar por los derechos humanos de los palestinos como una expresión de mis valores judíos, me sorprende que la crítica a un estado-nación moderno que viola el derecho internacional con regularidad, sea tan central en un documento contra la intolerancia. El antisemitismo, la islamofobia, el racismo y los prejuicios tanto contra los estudiantes indocumentados como los estudiantes LGBTQ no caben en nuestros campus. Pero en absoluto, hay que emprender enérgicamente el debate político en torno al sionismo y las políticas abusivas del estado de Israel, y no silenciarlo con acusaciones de discriminación. (Al-Bushra, 16 de marzo de 2016)

Consejo rector de la UC maniobra para seguir con el ataque al anti-sionismo

La víspera de la reunión del 23 de marzo de 2016, en la cual se iba a dar a conocer la versión final, Saree Makdisi y Judith Butler, profesora Maxine Elliott de literatura comparada de la UC Berkeley, publicaron un artículo de opinión punzante en el Los Angeles Times, “Suppressing criticism of Zionism on campus is catastrophic censorship” (Suprimir la crítica del sionismo en las universidades es una censura catastrófica”. Dijeron que los “Principios contra la intolerancia” del consejo rector constituían “un intento mal disfrazado de suprimir la libertad académica y sofocar el debate abierto en nuestras universidades... Si se adopta este informe, la investigación y la enseñanza académicas que incluyen puntos de vista críticos, considerados ‘anti-sionistas’, podrían ser tildados de ilegítimos, y se podría silenciar el debate abierto”. Continúan, denunciando el informe como simplemente “la última manifestación de una campaña política bien financiada y cada vez más desesperada, y hasta llevada por el pánico, de erradicar las críticas de las políticas israelíes en las universidades estadounidenses”, frente a un movimiento convincente pro derechos de los palestinos y el aumento de voces judías que se alejan del sionismo. Luego sacan a la luz esto:

Además, el informe se produjo bajo la sombra de presiones externas que provenían, entre otros, del miembro del consejo rector Richard Blum, quien lanzó públicamente esta amenaza velada: “Mi esposa y su senadora de mayor antigüedad [Dianne Feinstein] está preparada para dirigir críticas contra esta universidad”, a menos que la UC encontrara una manera de castigar lo que fuera supuestamente la nueva forma del antisemitismo.

El consejo rector de la UC, en su reunión pública el 23 de marzo, presentó una versión “enmendada” de los “Principios contra la intolerancia”, tras haber hecho malabares para constar que existiera una conexión ilegítima entre el antisemitismo y la oposición política al sionismo. Ahora, una “declaración contextual” dice:

La oposición al sionismo se expresa muchas veces de maneras que van más allá de simples declaraciones de desacuerdo con el gobierno y las políticas, para reafirmar prejuicios e intolerancia contra las personas y la cultura judías. El antisemitismo, las formas antisemíticas del anti-sionismo y otras formas de discriminación no caben en la Universidad de California.

El consejo rector aprobó unánimemente esta versión de los “Principios”. Pocos días después, se anunció que el consejo rector piensa monitorear la “intolerancia”, al recibir informes regulares sobre los incidentes de intolerancia.

*****

Cada persona que vea el peligro que representan estos pasos dirigidos por los representantes políticas de la clase dominante estadounidense, con el propósito de silenciar y aplastar la oposición y resistencia a los continuos crímenes del gobierno israelí contra el pueblo palestino y al servicio de los intereses imperialistas de Estados Unidos, tiene la responsabilidad internacionalista de buscar las maneras de apoyar y unirse a la lucha por derrotar estos ataques contra el BDS y todo el movimiento de apoyo a la liberación del pueblo palestino, en formas que le restan legitimidad aún más a los crímenes de Israel y Estados Unidos. La “alianza Estados Unidos-Israel” no representa los intereses de la gran mayoría de la población estadounidense, ni los intereses de la gente del mundo. Nuestro punto de partida tiene que basarse en la orientación revolucionaria internacionalista desarrollada por Bob Avakian:

Los intereses, objetivos y grandes planes de los imperialistas no corresponden a nuestros intereses — no corresponden a los intereses de la gran mayoría de la población en Estados Unidos ni de la abrumadora mayoría de la humanidad. Hay que entender las dificultades en que se han metido los imperialistas en aras de sus intereses, y hay que responder a ellas, pero no desde su punto de vista y sus intereses sino desde el punto de vista de la gran mayoría de la humanidad y de la necesidad básica y urgente de un mundo diferente y mejor, de otro camino. (Lo BAsico 3:8)

 

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