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Civilización occidental: "¡Muerte a los inmigrantes!"
29 de abril de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
Iodmeni en la frontera entre Grecia y Macedonia, 10 de abril. Un hombre sirio en el lugar del ataque le dijo al New York Times: “Este es el último día. Esta es nuestra última esperanza. O cruzamos y morimos o morimos en Grecia”. Foto: AP
El 10 de abril, luego de que los 28 países de la Unión Europea votaran el cierre de sus fronteras y el envío de refugiados de vuelta a Turquía, la policía macedonia atacó a unos 500 migrantes que se concentraron en el lado griego de la frontera (cercada con doble hilera de alambre de púas) para exigir que les dejaran pasar. Les lanzaron andanadas de gas lacrimógeno, granadas aturdidoras, balas de goma y chorros de líquido a presión con cañones de agua.
Según Médicos sin Fronteras (MSF), su personal médico atendió a unos 260 lesionados. Cerca de 200 fueron tratados por dificultades respiratorias. Algunos quedaron inconscientes cuando los gases inundaron las carpas, en las que han estado viviendo más de 11.000 personas en el lodo y bajo la lluvia desde que cerraron las fronteras el 20 de marzo. Más de 30 tenían heridas por balas de goma, incluyendo tres niños menores de 10 años, y otros 30 tenían heridas abiertas de otro tipo. MSF informó que entre los heridos por balas de goma había mujeres embarazadas y niños. Aunque el intento de atravesar la frontera y obligar a Europa a darles asilo fue encabezado por hombres jóvenes, la mayoría de la gente en el campamento son mujeres y niños, y los niños se están enfermando cada vez más.
Se debe respaldar a estos valientes migrantes que se niegan a rendirse. Un hombre sirio en el lugar del ataque, el pueblo fronterizo de Idomeni entre Grecia y Macedonia, le dijo al New York Times: “Este es el último día. Esta es nuestra última esperanza. O cruzamos y morimos o morimos en Grecia”. La alternativa a morir en Grecia o Macedonia ahora es aceptar ser enviados de vuelta a Turquía, donde hay pocas esperanzas de obtener un permiso de trabajo o algo diferente a ser depositados en un gigante programa de tráfico de personas en el que la Unión Europea (UE) le paga a Turquía por cada alma que le envían.
Aunque proteger a los sirios es supuestamente la razón tras el bombardeo y la progresiva invasión a Siria dirigidos por Estados Unidos, ahora mismo la guardia fronteriza turca les están disparando a los sirios, incluso a niños, que tratan de entrar a pie a Turquía. Según Amnistía Internacional, es un “secreto a voces en la región” que Turquía también está devolviendo por la fuerza a Siria a los refugiados, porque las potencias europeas han decidido pagarle para que albergue apenas cierta cantidad. Amnistía Internacional declaró: “En su desesperación por sellar sus fronteras, los líderes de la UE han ignorado tercamente los hechos más simples. Turquía no es un lugar seguro para los refugiados sirios y cada día es menos seguro”.
Muchos otros de los que están enviando como cargamento humano de Grecia a Turquía son afganis, iraquíes y pakistaníes a quienes les han dicho que la UE se niega a considerarlos refugiados. Su desgracia es venir de países que están bajo la dominación estadounidense —huyendo de situaciones y gobiernos creados por Estados Unidos y sus aliados europeos, especialmente Reino Unido, Francia y Alemania. Para la UE, esto simplemente muestra que son desagradecidos y no se les puede permitir escapar de las bendiciones que Occidente les ha otorgado: sociedades atrapadas en el atraso y regidas por gobiernos islamistas reaccionarios que combaten a rivales islamistas reaccionarios anti-Occidente.
La separación que hace la UE entre “migrantes económicos” y potenciales “refugiados políticos” (es decir, gente de países que Occidente no controla actualmente) no busca ayudar a ningún grupo de gente sino a dividir a estas masas que huyen, y engañar a la opinión pública.
El conocido choque en la isla griega de Quíos entre refugiados afganis y sirios tiene que verse como un logro momentáneo de la política que busca hacer que los esclavos se peleen entre sí, y que se remonta a la época romana. Pero después de este incidente, unas 800 personas derribaron las cercas de púas que rodeaban el centro de detención y marcharon hasta el turístico puerto local, acampando a la vista del mundo. Sigue habiendo peligro de ataques por parte de la policía y del partido neo-nazi griego Amanecer Dorado. Una situación similar se vive hoy en el puerto del Pireo, donde 4.500 refugiados se niegan a abandonar el área frente a la terminal del ferry.
Al día siguiente del ataque en Idomeni, mucho después de que se había mostrado en los medios de comunicación internacionales, y de que las oenegés y otros lo denunciaron ampliamente en Grecia y en el mundo, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, lo calificó de “una gran vergüenza para la sociedad europea y para un país que quiere ser parte de la UE”, (es decir Macedonia, cuya entrada en la UE ha sido bloqueada por Grecia debido a su histórica rivalidad). Esta es una vergonzosa evasión de responsabilidad de su parte.
Este ataque vino justo después de que el parlamento griego aprobara una ley que legaliza la deportación de refugiados sin importar la total ilegalidad de la misma bajo la legislación griega, de la UE, y el derecho internacional. Sea que lo admitan o no, la policía macedonia disparaba en nombre del gobierno griego y la UE, tan presta a castigar a Grecia por no pagar a los bancos y tan presta a recompensarla por detener, humillar, lastimar y deportar inmigrantes.
Este ataque fue solo uno de una serie de ataques que han sido constantes durante un mes. Esta no es una mancha en la “civilización Occidental”, sino parte del funcionamiento de un sistema global de explotación que ha dividido el mundo entre países imperialistas, y países bajo dominación económica, política y militar, aunque también los imperialistas y otros reaccionarios pelean entre sí. Frente a las consecuencias que produce su propio sistema, no se puede esperar que reaccionen de otra manera que por medio de la fuerza cuando la “estabilidad” de ese injusto sistema está bajo amenaza.
La valía, la dignidad y los derechos de los individuos, la protección de la vida humana y todas las demás palabras bonitas que las potencias de Occidente pretenden defender las están pisoteando ante la mirada de todo aquel que se permita mirar.
“¡Muerte a los inmigrantes!”. Este no es solo un cántico de las pandillas fascistas que buscan atacar a los refugiados en sitios de Grecia y en muchas otras ciudades europeas, es también la deliberada, aunque tácita, política de la UE y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
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