El camarada Will Reese—Una celebración y conmemoración, 14 de mayo de 2016

Noche, militante del Club Revolución de la Ciudad de Nueva York

1° de junio de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Mi corazón está roto por la pérdida de Will Reese. Era una persona que realmente amé profundamente. Para mí, fue un mentor y un modelo a seguir, fue como mi hermano, me enseñó mucho, fue un camarada, luchamos juntos en la línea... y fue también mi mejor amigo.

Puede que esto suene un poco vanidosa, porque reconozco que, si bien impactó cada parte de mi vida, también impactó la vida de muchas personas.

Conocí a Will hace unos ocho o nueve años, cuando llegó a Nueva York para dirigir un área clave del trabajo del Partido. En el momento en que lo conocí, yo era una persona que había sido atraída a la revolución debido a Bob Avakian, pero me encontraba con un pie adentro y otro afuera, en parte porque me molestaba lo que caracterizaba una gran parte del trabajo del movimiento en ese tiempo, y también por estar fuertemente lastrado simplemente tratando de arreglármelas y sobrevivir en este mundo, sobre todo después de abandonar la escuela secundaria e ir a trabajar para tratar de ayudar a mantener a flote a mí y a mi familia. Yo no entendía todo lo que estaba ocurriendo en ese momento, pero cuando llegó Will, las cosas cambiaron. En lugar de simplemente centrarnos en la próxima protesta, aunque sin duda hicimos eso (se ríe), nos centramos en llevar la revolución a la gente. Empezamos, él y yo, a trabajar estrechamente en Harlem, especialmente en preparación para una importante presentación de la película de una charla de Bob Avakian sobre la revolución, Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es, en el Centro Schomburg, no lejos de aquí, cerca de la nueva Libros Revolución. Will luchó para servir de modelo y darnos dirección para que no tratáramos la revolución y el comunismo —que en realidad se trata de derrocar este sistema opresivo y emancipar a nosotros y a toda la humanidad— como si fuera “lo nuestro” o sólo algo para otros una vez que hayan pasado toda una vida siguiendo cada callejón sin salida. Trabajamos para llevar esto a los lugares, y las personas, que más lo necesitaban.

Will Reese, October 2010 Will agita a la multitud con un apasionado pedido de fondos en el diálogo entre Carl Dix y Cornel West, “En la era de Obama, segunda parte: Terror policial, encarcelamiento, falta de empleos, educación errónea. ¿Qué futuro hay para nuestra juventud?” Foto: Revolución/revcom.us

He aprendido mucho trabajando en estrecha colaboración con Will. Aprendí sobre la teoría revolucionaria, sobre la historia, sobre las diferentes partes del mundo que yo ignoraba, sobre la música y la cultura... yo aprendía a vivir de modo diferente, mientras aprendía cómo luchar por un mundo diferente. Cuando empecé, tenía mucho odio por la opresión — mi opresión y la opresión de la gente como yo. Y mientras estaba ansioso por aprender todo acerca de la opresión de toda la gente en todas partes y cómo acabar con ella, él luchaba conmigo porque yo solía ver esto sólo de forma política y de una manera un poco estrecha. Ya saben, “en esos días”.

Él trató de hacer que me interesara el jazz [risas en el público], pero yo a veces podía ser cabeciduro, “en esos días”. Le diría yo, “No es lo mío, hombre. No me interesa la música”. Hablábamos de la historia del jazz, que surgió de la opresión del pueblo negro. Y yo podía apreciar eso, históricamente, pero realmente insistió, “No, hombre. Tienes que escucharlo”. Me obligó a sentarme mientras me ponía la música. Me mostró un documental que tenía una gran cantidad de grabaciones en vivo de John Coltrane, y una vez para su cumpleaños fuimos a un bar llamado Saint Nick’s Pub, que no queda lejos de aquí, bueno alguna vez sí —probablemente ya no exista— y escuchamos el jazz en vivo.

Asimismo, recuerdo que me mostró una versión de [la canción] “Somewhere Over the Rainbow” [En algún lugar sobre el arco iris] por el cantante hawaiano Iz. “No, hombre... No sé si puedo entrarle a algo tan cursi como el Mago de Oz”. “No, no, no, hombre. Tienes que escucharla”. Tenía razón. No importa cuántas veces antes yo hubiera oído esa canción, nunca la había escuchado atentamente. Y además, la versión de Iz tenía un tono sombrío que todavía resuena conmigo. No lo entendí todo de inmediato, pero recuerdo pensar en Will, y todavía lo hago, cuando me encuentro a mí mismo cantando en voz alta en la ducha la melodía de Coltrane de “My Favorite Things” [Mis cosas favoritas] y pensando que “en algún lugar más allá del arco iris, existe un mundo maravilloso...”.

Llegamos a ser grandes amigos, aunque crecemos un poco diferentes. Él se crió en una familia negra del sur de Virginia bajo el Jim Crow, y yo era un niño puertorriqueño que se crió en el Sur del Bronx bajo el nuevo Jim Crow. El fue uno de esas personas que despertaron durante la década de los 60 cuando la gente desafiaba la injusticia en todo el mundo. Y su vida, la manera en que la vivió, fue un testimonio del hecho de que no todo el mundo se da por vencido o se agota, y que NO, el objetivo no es simplemente “mantenerse firme” y mantener la esperanza. El hermano no descansaba. No se aferraba a los años 60 como si fuese un pasado romántico. Sacó lecciones del pasado y las compartió para que pudiéramos ir más allá esta vez. Esto fue algo que nos gustaba acerca de BA, Bob Avakian, y forcejeamos con el trabajo que hacía Avakian para sacar las lecciones más profundas de todas las luchas de todos los pueblos oprimidos por liberarse, y de cómo avanzar la revolución hasta la emancipación total.

Recuerdo cuando, hace unos años, el Partido, el Partido Comunista Revolucionario, publicó unas cartas que habían intercambiado el Partido aquí y el partido en Nepal. Se había librado una inspiradora lucha revolucionaria allí, pero justo cuando parecía que se acercaba la posibilidad de la victoria, fue traicionada. Fue desgarrador para nosotros, los dos, pero no fue un accidente. La gente allí, incluso los comunistas, simplemente “aferrándose” a lo mejor de lo que se conocía hace 40 años no pudo resolver los problemas de la revolución del presente, y cuando surgieron nuevos retos, rechazaron incluso lo que se aprendió hace mucho tiempo. Recuerdo que yo y Will pasamos toda la noche despiertos hablando sobre estas cartas, tratando de analizar lo que había sucedido, cómo iba a avanzar la revolución mundial en las condiciones actuales. Toda la noche hablamos de Nepal, un pequeño país del cual la mayoría de la gente no había oído hablar, que en un nivel parecía que no tenía nada que ver con lo que estábamos haciendo aquí en Harlem. Pero en un sentido más profundo, tenía todo que ver con lo que estábamos haciendo en Harlem.

Una de las cosas que Will entendió muy claramente era que aquellos que son los más oprimidos bajo este sistema, los que son desechados y a quienes les impiden que trabajen con las ideas, los que son abatidos, trastornados y marcados como resultado de vivir bajo este sistema, SON capaces de entender la ciencia del comunismo, SON capaces de comprender por qué están en la situación en que se encuentran, y qué hacer al respecto. Will reconocía que se exigiría la lucha, y la dirección, pero nadie podía decirle a Will que la gente oprimida no podían ser combatientes conscientes para poner fin a toda forma de opresión. Y él se lo exigía a la gente [aplausos], inclusive a mí. Luchó para que me levantara la cabeza cada vez que este mundo me arrastraba hacia abajo. Incluso cuando me desaparecería, Will iba al Bronx para buscarme. Nunca me abandonó. Recuerdo una vez cuando mi vida estaba muy jodida, él me buscó y me encontró sentado en la calle recostado contra un poste de luz con la cabeza entre las manos. “Oye, hombre. ¿Qué te pasa?” Le dije que todo en mi vida estaba jodido. Él me dijo: “Oh, por eso estás sentado ahí. Lo entiendo... la esclavitud es una mierda. Dame una llamada cuando hayas terminado, voy a estar disponible”.

 

REGRESAR A:
Una vida vivida por la revolución:
El camarada Will Reese —
Una celebración y conmemoración

 

 

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