Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
EL CRIMEN: La madrugada del 8 de noviembre del 2004, Estados Unidos lanzó la “Operation Phantom Fury” [Operación Furia Fantasma] — un ataque masivo por aire y tierra contra Faluya.
En las semanas antes, el ejército estadounidense había bloqueado toda entrada y salida de Faluya, ciudad de 300.000 habitantes. Infantes de la Marina y efectivos del Ejército estadounidenses dispararon miles de proyectiles de artillería, cientos de cohetes, bombas y misiles, y casi 100.000 proyectiles de metralletas y cañones contra la densamente atestada ciudad. Un sargento de la infantería de la Marina advirtió: “Desencadenaremos los perros del infierno, los desencadenaremos… Ni saben lo que les espera — ¡llega el infierno! Si hay civiles adentro, pues están en el lugar equivocado en el momento equivocado”.
El 8 de noviembre, “Parece que el cielo sobre Faluya está explotando”, informó un periódico, mientras desataron el masivo bombardeo. Entre los proyectiles estaban bombas de racimo y el fósforo blanco, una bomba incendiaria química que puede quemar la piel y la carne hasta el hueso. Al principio los funcionarios estadounidenses lo negaron, pero después tuvieron que admitir que sí usaron esas armas, armas que son ilegales bajo la ley internacional, y cuyo uso constituye un crimen de guerra.
Luego lanzaron un ataque terrestre con buldóceres blindados que destruyeron todas las calles principales, y soldados disparaban contra todo lo que se moviera, avanzando “casa por casa, de cuarto en cuarto, desatando muerte y destrucción contra esa anciana y orgullosa ‘Ciudad de Mezquitas’”, informó el Guardian. Para el 16 de noviembre, los infantes de Marina controlaron la mayor parte de la ciudad.
Los reporteros que entraron después describieron Faluya como “un desierto”, “una ruina total”, donde gatos y perros desesperados se cebaban de los cadáveres en las calles. Murieron por lo menos 2.000 iraquíes —que Estados Unidos califican de “insurgentes”— y unos 800 o más civiles. La otrora ciudad atestada quedó vacía y quebrada, 60% de sus edificios dañados o destruidos: “36.000 hogares, 9,000 tiendas, 65 mezquitas, 60 escuelas, las dos estaciones de tren, uno de los dos puentes, dos centrales eléctricas, tres plantas de tratamiento de agua y el total de instalaciones sanitarias y la red telefónica”, según el Comité de Compensación de Faluya.
Unas 200.000 personas se encontraron forzadas a salir de la ciudad —primero por el bloqueo, después porque les cortaron el agua y alimentos, luego por las amenazas de invadir, y finalmente por el ataque mismo— para terminar dispersadas alrededor del Irak central desgarrado por la guerra, a menudo en grandes ciudades de carpas improvisadas donde ya había brotes de enfermedades como la tifoidea.
EN SUS PROPIAS PALABRAS:
“¡A darles una tunda! ¡A los que quieran parar la marcha de la democracia los perseguiremos y los mataremos! ¡Tenemos que ser más duros que el diablo! Eso de Vietnam, ni se asemeja. Es un estado mental. No podemos dar ese mensaje. Es un pretexto para preparar nuestro retiro… Hay una serie de momentos y este es uno de ellos. Está en prueba nuestra voluntad, pero somos resueltos. Nosotros tenemos un mejor camino. ¡Manténganse firmes! ¡Perseveren! ¡Mátenlos! ¡Tengan confianza! ¡Impónganse! ¡Los vamos a aniquilar! ¡No nos rajamos!”.
—Presidente George W. Bush, dirigiéndose al general Ricardo Sánchez y otros mandos militares“Los civiles inocentes en esa ciudad tienen todas las directrices que necesitan sobre cómo evitar meterse en un lío”.“Los civiles inocentes en esa ciudad tienen todas las directrices que necesitan sobre cómo evitar meterse en un lío”.
—Secretario de Defensa Donald Rumsfeld
LOS CRIMINALES: El presidente George W. Bush, que les dijo a sus generales: “¡A darles una tunda! ¡A los que quieran parar la marcha de la democracia los perseguiremos y los mataremos! ¡Tenemos que ser más duros que el diablo! Eso de Vietnam, ni se asemeja…”.
El vicepresidente Dick Cheney, que dijo que la invasión y ocupación de Irak fue “una de las campañas militares más extraordinarias jamás realizada”. Donald Rumsfeld, el ministro de “Defensa” de Bush, que dijo que la destrucción de Faluya no “pararía hasta ser total”. Los generales Richard F. Natonski, Keith Stalder y James Mattis, que comandaron las fuerzas estadounidenses.
El gobierno iraquí interino escogido por Estados Unidos, que autorizó el ataque.
LA COARTADA: Estados Unidos alegó que estaba liberando al pueblo de Faluya de las garras de un grupo de terroristas extranjeros, y que tenía mucho cuidado para proteger a la población civil.
EL VERDADERO MOTIVO: Aplastar a las fuerzas sunitas que eran aliadas del gobierno de Saddam Hussein y que combatían contra la ocupación yanqui. Para castigar colectivamente al pueblo de Faluya y sembrar terror entre los seis millones de sunitas de Irak, y para servir de “lección objetiva”, como lo explicó un exoficial del Ejército, sobre el poderío de Estados Unidos y el hecho de que está dispuesto a utilizarlo en contra de cualquiera, en esa región y más allá.
REINCIDENTE: Después de la Operación Furia Fantasma, los militares yanquis alegaron que le habían “roto la espalda” a la resistencia contra Estados Unidos. Pero no fue así, y desde ese entonces han trabajado con el gobierno reaccionario de Irak para volver a ocupar Faluya que ahora está bajo el control del Estado Islámico. Actualmente otro asalto sanguinario es inminente, esta vez respaldado por Estados Unidos y los gobiernos de Irán e Irak. Los grupos de derechos humanos han informado que el constante sitio de la ciudad ha recortado drásticamente los comestibles y que por lo menos 50.000 personas padecen hambre y la amenaza de morir.