Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:

El referendo británico sobre la salida de la Unión Europea: ¡Dejen de pensar como británicos (¡y europeos!) y empiecen a pensar en la humanidad!

15 de junio de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

6 de junio de 2016. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Robert Borba. El 23 de junio, Reino Unido votará sobre si “Permanecer”, o “Salir” de la Unión Europea (UE). Independientemente del lado que se esté, este referendo es una trampa reaccionaria.

Por una parte están los que argumentan que la mejor forma de controlar las fronteras británicas, impedir la entrada de “hordas de inmigrantes”, desatar el poder las corporaciones británicas, derrotar a los enemigos del país y proyectar el poder británico a nivel global es abandonar la UE. Por la otra parte están los que argumentan que la mejor manera de controlar las fronteras británicas, impedir la entrada de “hordas de inmigrantes”, desatar el poder las corporaciones británicas, derrotar a los enemigos del país y proyectar el poder británico a nivel global es permanecer en la UE. La pregunta central que le plantean a la gente es simplemente cómo mejor promover los intereses imperiales británicos. Respaldar a cualquiera de las partes en este debate no es neutral: solo convierte a la gente en cómplice del imperialismo británico y los horrendos crímenes que seguirá cometiendo, en el frente interno, en Medio Oriente, en África y en todo el mundo — sea parte o no de la UE.

La campaña por Permanecer la lidera el primer ministro británico David Cameron junto con el laborista Jeremy Corbyn y tiene el respaldo de los líderes de aliados clave del Reino Unido —el presidente estadounidense Barack Obama, la cancilleresa alemana Ángela Merkel, el presidente francés François Hollande— y del FMI, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y firmas gigantes como Morgan Stanley, JP Morgan y Goldman Sachs. Es difícil imaginar un grupo más en contra de los intereses del pueblo británico. Pero los líderes de la campaña por Salir están a la par: ha ganado el respaldo de Donald Trump y del presidente ruso Putin, y la dirigen prominentes tories [conservadores] como el ex alcalde de Londres Boris Johnson, que busca utilizar la campaña para convertirse en primer ministro, y el derechista Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés).

En 2013 Cameron prometió realizar un referendo sobre la permanencia o la salida del Reino Unido de la UE, a fin de zanjar serias divisiones en la clase dominante británica y en particular del Partido Conservador, que entonces encabezaba el gobierno. No obstante, en ese momento esto podía haberse parecido a una movida segura — en ese entonces pocos imaginaban que resultaría en algo diferente a seguir igual. Hoy, en un contexto de intensificada tensión global, como la rivalidad entre Rusia y Estados Unidos, la lucha interna en la UE y el auge del resurgente nacionalismo por toda Europa y Occidente, el resultado es muy incierto.

Salir de la UE, soñar con un imperio recuperado

Los que propugnan una salida argumentaban inicialmente que el Reino Unido prosperaría una vez liberado de la “tramitología” de los burócratas “no elegidos” de la UE. Estas afirmaciones han chocado con un torrente de estudios que aparecen varias veces a la semana argumentando que Reino Unido no puede dejar el marco del mercado único de la UE sin sufrir algún daño económico, por lo menos a corto plazo.

Aunque se niegan a admitirlo, las fuerzas pro Salir han buscado cambiar los términos del debate. Como lo pone el líder del UKIP Nigel Farage, “¡No se trata de la economía, estúpidos! Se trata de la soberanía”. Con esto Farage se conecta con el profundo sentir que arde en millones de personas desechados y marginados por la forma en que hoy funciona el mundo, y busca que ese descontento no apunte a su verdadera fuente. Los defensores de una salida evocan las penurias que sufren amplios sectores de la sociedad británica, el estancamiento o caída de los salarios reales, el recorte de las prestaciones, el deterioro de los servicios públicos como el transporte y la asistencia médica, y utilizan todo esto para traficar con el sentimiento de privilegiados especiales profundamente incorporado en la sociedad británica durante generaciones de vida favorecida bajo el Imperio y que se mantiene hoy, y dirigir toda esa furia y frustración hacia los que supuestamente están “en una posición inferior”, especialmente los inmigrantes y musulmanes. El conocido tory David Davis, por ejemplo, denuncia a la UE como una “máquina para la transformación del empleo — les quita empleos a ciudadanos británicos y los pone en manos de los inmigrantes provenientes de la UE” (Sunday Times, 28 de mayo de 2016), principalmente los este-europeos de Rumania, Bulgaria y Polonia.

Pero ¿quién fue el verdadero responsable del destripamiento de la industria manufacturera británica en la última generación, la destrucción de decenas de miles de empleos y la disminución de los salarios? No fueron los meseros rumanos los que trasladaron la industria de construcción naval de los puertos de Newcastle y el nororiente a Asia, en busca de mayores ganancias. Y ¿quién fue el responsable del terrible déficit de vivienda económica que provoca una espiral de indigencia en todas las ciudades británicas?, ¿acaso fueron los obreros polacos, que trabajan largas horas en los sectores más pesados y de baja categoría de la industria de la construcción? ¿O resultó de una concertada política estatal de desmantelar el Estado de bienestar y rematar la vivienda pública, iniciada por la primera ministra Margaret Thatcher y continuada a la par por los gobiernos tory y laborista, en combinación con la actividad especulativa de gigantes inmobiliarias y banqueros que, habiéndose beneficiado de enormes rescates del gobierno tras la crisis financiera de 2008, financian proyectos de vivienda principalmente en sectores lujosos fuera del alcance de todos salvo la elite global y británica?

Se trata de la misma clase capitalista que ha presidido años de globalización imperialista con la creciente desigualdad que la acompaña, en Reino Unido y todo el mundo. Menos del 1% de la población percibe la misma cantidad de una riqueza creciente en los últimos diez años (26%) que todo el 50% de los de abajo, lo que crea niveles de desigualdad nunca antes vistos en generaciones — un proceso que, no hay que olvidar, tuvo lugar bajo los gobiernos tory y laborista por igual.

Esta singularización a los inmigrantes como la causa de las penurias de las masas lo repiten de forma más elegante Cameron y la campaña Permanecer, que promete constantemente “controlar las fronteras británicas”. Este mensaje es un rotundo engaño sobre la causa del sufrimiento que padecen millones, y va de la mano con una moral abiertamente nacionalista reaccionaria. A los anti-inmigrantes no les importa un bledo las razones por las que millones de inmigrantes huyen de sus hogares ni qué les sucede.

Con la visión bloqueada por anteojeras patrióticas, entrenan a la población gente para que no vea lo obvio: una de las principales fuerzas responsables de expulsar a la gente de su hogar desde Afganistán hasta África es el mismo imperialismo británico, en complicidad y a veces en rivalidad con otras potencias imperialistas. Dense una vuelta por las calles de comunidades inmigrantes al oriente de Londres y vean los rostros de niñeras, recolectores de basura, conductores de radiotaxi — afganis, somalíes, bangladesís, pakistaníes, indios, iraníes, sirios. Son rostros que reflejan siglos de Imperio, cada rostro cuenta una historia de invasión, ocupación y saqueo, de los campos de concentración y tortura que Reino Unido impuso sobre los keniatas durante la llamada rebelión de Mau Mau, hasta su firme respaldo al apartheid en Sudáfrica (cuando la primera ministra británica Margaret Thatcher tachó de “terrorista” a Mandela), la lista sigue, una página tras otra.

Ambos bandos tratan a los inmigrantes, privados de sus historias, como una simple fuente de beneficios para Reino Unido y la población británica: ¿qué tanto le quitan (Salir) o le agregan (Permanecer) a su propio bienestar? No hay consideración alguna por la vida y las condiciones de los inmigrantes mismos. Para dar un ejemplo: durante la última semana de mayo en medio de las noticias acerca de 1.000 seres humanos que perdieron la vida en la desesperada travesía por cruzar el Mediterráneo, esto no se mencionó ni una sola vez en un panel de debate de la BBC, de una hora de duración, sobre la UE, con la participación de tories además del ex líder laborista Ed Milliband y la parlamentaria del Partido Verde, Caroline Lucas, aun cuando la discusión se centró en muy buena parte en la inmigración.

La camisa de fuerza mental de esta campaña adoctrina a la población para que baje la vista y solo vea su propia situación —“¿qué tanto me afecta a mí?”, “¿qué tanto nos afecta a nosotros, los británicos?”— como si la vida de los británicos fuera de alguna manera más valiosa que la de los sirios que huyen de la guerra, o la de los etíopes y somalíes que huyen de la absoluta pobreza y el caos. ¡Pero no lo son! Como plantea Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (revcom.us): “¡Internacionalismo — el mundo entero ante todo!”. Esta es la única moral digna de todo el que quiera un mundo mejor.

El cruel singularización a los inmigrantes por parte de ambas campañas propone no solo “cerrar la puerta” y reforzar el control a la inmigración, sino también intimidar y acobardar a los millones de inmigrantes que ya viven en el Reino Unido. Reafirman a la fuerza los valores esenciales de la “britanidad”, al igual que los valores eurochovinistas en numerosos otros países imperialistas. Replicando el llamado populista del fascista candidato presidencial yanqui Donald Trump a “Hacer que Estados Unidos sea grande otra vez”, los políticos británicos llaman a volver a poner el “Gran” en “Gran Bretaña”, lo que solo puede significar un mayor horror para millones por todo el mundo que han padecido su dominación militar y económica, y en el propio Reino Unido.

El señuelo reaccionario de la “civilización europea”

Ninguno de los bandos cuestiona la posición general británica en el mundo, y ven a Europa como si fuera un grupo de una localidad provinciana. “Seremos más fuertes como país si cooperamos con nuestros vecinos para enfrentar juntos los retos”, afirma el líder laborista Corbyn (http://www.labour.org.uk/blog/entry/jeremy-corbyn-europe-speech).

Pero la UE no es una benévola asociación de vecinos. Si acaso trabaja para un bien común, lo hace a favor de las clases capitalistas de los 28 países europeos que, a pesar de las desigualdades y la rivalidad entre sí, se benefician de estar en el lado dominante del reparto del mundo entre países oprimidos y opresores. Todo en Europa, desde los museos que son en gran parte colecciones del saqueo colonial, hasta sus principales negocios y su cultura, llevan el sello de la historia de siglos de tráfico de esclavos, opresión colonial y guerras por el imperio. Europa no es un dato geográfico que se puede “redefinir”, como sostienen muchos europeos que se autodenominan izquierdistas; es una realidad histórica a la que hay que hacer frente por medio de la revolución y el derrocamiento.

Como argumenta una reciente declaración del Grupo Manifiesto Comunista Revolucionario sobre la crisis de inmigración, “El poder político de todo Estado europeo protege y se basa en todo un sistema socioeconómico de explotación cuyos tentáculos se extienden a todo el planeta. La globalización ha hecho que esta explotación sea más generalizada, más brutal y más perjudicial para el actual tejido social. Requiere que todo gobierno de estos Estados refuerce y facilite este proceso… Creer en la posibilidad de una Europa acogedora e incluyente pero imperialista es peor que una ilusión. Oculta la realidad actual y pasada de lo que la democracia capitalista de Occidente y su sistema de valores perpetúan en el mundo; es imposible implementarla no importa quién gane las elecciones; y es incapaz de enfrentar los ataques reaccionarios de las chillonas hordas fascistas o de los islamistas que pretenden ofrecer un orden social y moral alternativo opuesto a la decadencia y miseria ofrecidas por Occidente” [SNUMQG 2015-09-28]. ¡Mírese no más cómo el primer ministro de Grecia, Alexander Tsipras, y el partido Syriza han pasado de ser críticos socialdemócratas a brutales agentes del orden de la Fortaleza Europa!

¿“La política de lo posible”, o la emancipación concreta de la humanidad?

Hay mucha gente que está hastiada de los dos bandos de este debate. En un artículo titulado “Los políticos que respaldan la Brexit [la salida de Reino Unido de la UE] son tan espantosos como los políticos que se le oponen”, el comediante Frankie Boyle afirma que “ambas campañas han sido completamente racistas”, y se pregunta si los británicos son los “abominables intolerantes que cada una de esas campañas ha asumido que son” (Guardian, 1º de junio de 2016). Otro comentarista, Gary Younge, lamenta: “A falta de un reto más amplio al orden neoliberal, simplemente votar sí o no equivale a elegir la zanja donde morir”. Pero Younge luego elige a regañadientes su zanja. ¡Ya basta! Elegir su propia zanja no es neutral — las personas tienen que ponerle fin a esta lógica del “mal menor”, a rebajar su vista a “la política de lo posible”, a limitar su visión a resultados aparentemente tangibles dentro del marco capitalista existente: eso ineluctablemente terminará por conciliarse con los horrores.

Lo que muchas personas así no entienden es el papel completamente reaccionario que juegan estas elecciones en la sociedad en general, independientemente de cuál bando salga favorecido. Este referendo adoctrina de manera intensiva a la población para que vea las elecciones en la sociedad capitalista como una herramienta de soberanía popular y una vía para cambiar el mundo, mientras lo que hacen en realidad es disfrazar el dominio de una clase de capitalistas explotadores con las vestiduras de la democracia. Cualquiera que sea el bando que gane, pregonarán los reaccionarios crímenes del imperialismo británico como “la voluntad del pueblo”. Pero como ha recalcado Bob Avakian: “En tanto que la sociedad humana esté dividida en diferentes clases de personas, no hay, y no puede haber, nada tal como "elecciones libres", en el sentido de que ningún grupo de la sociedad tenga mayor influencia que otros sobre las elecciones y en general sobre la toma de decisiones políticas. En un mundo del presente tipo, un grupo de la sociedad —que en esencia representa una clase dominante de un tipo u otro— siempre contará con mayor influencia que las demás personas”.

Remachan la idea en la población de que ésta es “el referendo más importante de su vida” y que su voto puede cambiar enormemente el destino del país. Pero lo que este referendo no va a cambiar es la posición fundamental de Reino Unido en la cadena alimenticia imperialista. Su permanencia en la OTAN no se pone a votación, tampoco su permanencia en el Consejo de Seguridad de la ONU, ni su ocupación de Irlanda del norte, etc. La posición de Reino Unido como parte de la estructura de defensa europea y en particular su “relación especial” con Estados Unidos en el saqueo y la explotación de grandes porciones del planeta por parte de empresas multinacionales y bancos británicos, la imposición armada de todo eso y la continuación de la devastación de la vida de la población del Reino Unido, pues, todo eso continuará dentro o fuera de la UE.

Lo que este referendo haráes reforzar las ilusiones de que la democracia parlamentaria representa la voluntad del pueblo y las tendencias a no ver más allá de las posibilidades ofrecidas por ese marco. En tiempos que claman por una perspectiva internacionalista y revolucionaria que tenga como blanco todo el sistema, los argumentos de los “izquierdistas” que apoyan Permanecer (el ex ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis, Slavoj Zizek) y los que apoyan Salir (Partido Socialista de los Trabajadores, Reino Unido) engañan a los que anhelan que se ponga fin a las pesadillas que Europa y Reino Unido han provocado en el mundo, y amarran sus esperanzas a los desprestigiados partidos imperialistas trenzados en sus disputas parlamentarias.

Ya sea desde la perspectiva egoísta más limitada (en qué me beneficia como británico) o de la perspectiva más “izquierdista” de en qué beneficia a “la clase obrera británica”, lo que ambas campañas representan es que entrenan intensivamente a la población para que vea su relación con el mundo por el lente de los intereses del imperialismo británico y confinen su lucha a lo que es posible obtener dentro del marco democrático burgués. Y aunque no es difícil ver por qué muchas personas se molestan por toda la mala leche racista que brota de los partidarios de Salir, en un mundo en el que Europa se ubica en la cima de la cadena alimenticia imperialista, no representa ningún progreso la “ampliación” de eso a una “perspectiva europea”.

El desenmarañamiento del centro político tradicional por toda Europa y Estados Unidos y la creciente polarización de la sociedad presentan serios peligros. Pero estas mismas condiciones explosivas también traen oportunidades concretas de forjar un futuro de diferente tipo. Hay una necesidad urgente de que millones de personas se unan para enfrentar los enormes problemas ante la población en Reino Unido y en todo el mundo — pero que no lo hagan no desde la perspectiva de “nosotros como británicos” o “nosotros como europeos” sino desde una perspectiva internacionalista que parta de las necesidades de la humanidad oprimida, lo que implica poner la bandera británica en un museo, donde pertenece. ¡No necesitamos añorar las promesas incumplidas de una socialdemocracia europea cada vez más inservible, ni ponernos patéticamente a la cola de los sueños del imperio perdido! Tenemos que mirar más allá del horizonte del actual sistema y empezar a construir un movimiento que no solo luche para hacer retroceder la arremetida reaccionaria sino también que nos pueda dirigir hacia la única solución verdadera, la revolución comunista.

 

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