Una respuesta a Noam Chomsky y John Halle:

No tenemos que “votar por el mal menor” NI “votar por un tercer partido”
¡Tenemos que derrocar el sistema entero a la mayor brevedad posible!

24 de agosto de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Bob Avakian y Cornel West sobre: ¿Qué lograr votar? ¿Se puede detener el fascismo mediante el voto? (Video en inglés)

De un lector:

Bob Avakian (BA) ha escrito que, “En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la ‘democracia’ sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores”.

Hoy, Noam Chomsky y John Halle ofrecen un poderoso ejemplo de las “implicaciones peores” de que BA habla. En el artículo “An Eight Point Brief For LEV (Lesser Evil Voting)” [Un argumento de ocho puntos a favor de votar por el mal menor] publicado el 15 de junio, Chomsky y Halle argumentan que el extraordinario peligro de Donald Trump obliga a “la izquierda” a votar por Hillary Clinton.

El problema no es solamente que Chomsky y Halle promueven el apoyo para una persona (Hillary Clinton) que está sumido hasta el cogote en el genocidio del pueblo negro y en crímenes de lesa humanidad que se extienden de Irak a Libia y más allá. El problema más profundo es que permanecen atrapados —y en realidad luchan para mantener a otros atrapados— dentro de los dictados de un sistema que requiere y se nutre de la opresión genocida del pueblo negro y los crímenes de lesa humanidad en todo el planeta.

Adentrémonos en esto.

En primer lugar, Chomsky y Halle desarrollan todo su argumento a favor de “votar por el mal menor” en oposición a la estrategia de apoyar a los candidatos de un tercer partido. Pero estas NO son nuestras únicas opciones.

Constitución, leyes y derechos

Constitución, leyes y derechos, en la sociedad capitalista y en la futura sociedad socialista

Selecciones de los escritos de Bob Avakian y pasajes de la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

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De hecho, estas “opciones” son simplemente expresiones distintas del mismo error fundamental, el de aceptar y permanecer encerrado en la dictadura capitalista —y las opciones que nos ofrece esa dictadura— y todos los horrores que el presente sistema inflige a los pueblos del mundo, lo que incluye las guerras imperialistas de parte de Estados Unidos, la genocida encarcelación en masa, la salvaje brutalidad contra la mujer, la destrucción del medio ambiente y la satanización de los inmigrantes. Estos crímenes no son simplemente “problemas de política”, sino profundas grietas sociales de esta sociedad que están arraigadas en el sistema del capitalismo-imperialismo tal como se ha desarrollado en Estados Unidos. Hoy están inextricablemente entretejidas en ese sistema. No se puede eliminar estos crímenes bajo este sistema.

Por lo tanto, lo que se necesita no es ni “votar por el mal menor” ni “votar por un tercer partido” bajo el presente sistema — lo que, en efecto, constituye votar por el sistema.

Lo que se necesita es una verdadera revolución que derroque el presente sistema y lo sustituya por un sistema radicalmente diferente, la Nueva República Socialista en América del Norte. Sólo de esta manera podemos poner fin a los horrores que el presente sistema genera, y seguirá generando, no importa quién gane sus elecciones.

En segundo lugar, al presentar su argumento a favor de “votar por el mal menor”, Chomsky y Halle insisten que el peligro de Trump es mayor que el peligro que representa Clinton.

Sin embargo, el problema es mucho más grande que Trump. Trump y la extrema retórica y programa fascista que él vomita estriban en la profunda supremacía blanca y chovinismo patriotero de Estados Unidos, así como las necesidades particulares de un sistema de explotación y opresión mundial que hace frente a desafíos intensos. Por esta razón, todos los medios de comunicación y políticos importantes de la clase dominante siempre han tratado a Trump como un candidato “legítimo”. Considere, por ejemplo, las horas y horas de “debate razonado” que se han concedido a sus fantasías genocidas y misoginia bárbara.

La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto) del PCR fue escrita con el futuro en mente. Tiene la intención de plantear un modelo básico, y los principios y las pautas fundamentales, para el carácter y el funcionamiento de una sociedad y un gobierno radicalmente diferentes a los ya existentes: la Nueva República Socialista en América del Norte, un estado socialista que encarnaría, institucionalizaría y fomentaría relaciones y valores radicalmente diferentes entre las personas; un estado socialista cuyo objetivo final y fundamental sería lograr, junto con la lucha revolucionaria por todo el mundo, la emancipación de toda la humanidad y el inicio de una época completamente nueva en la historia humana —el comunismo— mediante la abolición final de todas las relaciones explotadoras y opresivas entre los seres humanos y de los conflictos antagónicos destructivos que surgen de esas relaciones.

Lea o pida en línea la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto).

Es preciso reconocer lo siguiente: Un sistema que trata a un nazi como Trump como “legítimo” es en sí completamente I-legítimo. Hay que derrocar tal sistema, y no votar por el mismo.

Una parte fundamental de la preparación para una revolución es emprender una resistencia política independiente de masas. Esto, de hecho, es la ÚNICA manera de hacer retroceder los crímenes de este sistema y es una parte esencial de los preparativos para derrocar lo mismo. Cuanto más feroz sea esa resistencia política —contra las guerras por el imperio de Estados Unidos, su misoginia rampante, su satanización de los inmigrantes, su genocidio contra el pueblo negro y su destrucción del medio ambiente—, y cuanto más esa resistencia se vincule con la realización de una revolución concreta, mejor será la situación, no importa quién llegue a ser presidente.

Por el contrario, cuanto más las personas hagan lo que promueven Chomsky y Halle y encuentren su lugar en las opciones criminales dictadas por el sistema criminal que nos domina, peor será la situación. Como ha señalado Bob Avakian en un audio reciente (en inglés): “Seguir aceptando el marco y las ‘opciones’ dictados —sí, DICTADOS— por el presente sistema y sus fuerzas e instituciones gobernantes — repetidamente seguir apoyando o conformándose con el ‘mal menor’ sólo conduce a un mal cada vez mayor”. (transcripción mía)

Esto ha pasado repetidas veces, lo que incluye bajo Obama. Demasiadas personas apoyaron a Obama cuando se postuló para la presidencia por primera vez, en gran parte porque él no se parecía tan belicista o bárbaro al presidente Bush. ¿El resultado? Obama ha superado a Bush en términos de ataques de aviones no tripulados, deportaciones, la legalización del espionaje, el asesinato de ciudadanos estadounidenses1, la tortura y encarcelación de los que destapan sus crímenes y mucho, mucho más. Mientras tanto, las personas que habían protestado por estas cosas cuando Bush las hacía permanecieron en silencio cuando Obama las hacía.

¿Y qué de la propia Hillary Clinton? Como secretaria de Estado, no sólo era una parte importante de los crímenes cometidos bajo Obama, sino cómplice y activa participante en el masivo aumento por parte de Bill Clinton de la criminalización y encarcelación de las personas negras, la destrucción de servicios sociales de los que dependían millones de mujeres y niños pobres, la militarización de la frontera entre Estados Unidos y México y las asesinas sanciones que causaron la muerte de medio millón de niños iraquíes, etc. En su campaña actual, su audición para ser comandanta en jefe promete no sólo continuar los crímenes de guerra de Obama, sino intensificarlos en el Medio Oriente.

Apoyar a Hillary Clinton, aunque usted lo haga en nombre de “oponerse al mal peor”, constituye respaldar todo lo anterior. Lo hace cómplice de esos crímenes. Y fortalece el sistema que es la causa de esos crímenes.

       

En tercer lugar, y en lo más fundamental, lo que subyace a todo esto es que Chomsky y Halle caen precisamente en el error de que advierte Bob Avakian. No reconocen el carácter de clase de la democracia estadounidense y a qué clase beneficia.

En la primera frase de su ensayo, Chomsky y Halle escriben: “Entre los elementos de la forma débil de la democracia consagrada en la Constitución, las elecciones presidenciales siguen planteando un dilema para la izquierda de que cualquier forma de participación o falta de participación parece imponer grandes límites sobre nuestra capacidad para desarrollar una oposición seria al programa corporativo al que sirven los políticos del establishment”. (énfasis mío)

Sin embargo, el problema no es que la “forma de democracia consagrada en la Constitución” de Estados Unidos sea “débil”. Tampoco que un “programa corporativo” haya corrompido a los “políticos del establishment”. El problema es que “la forma de la democracia consagrada en la Constitución” es una que —al igual que la misma Constitución de Estados Unidos— refleja y sirve a la dictadura de la burguesía (la clase capitalista). La clase capitalista posee y controla los principales medios de producción —la tierra, los recursos naturales, la energía, las fábricas, el transporte y los sistemas de comunicación, etc.— y esa clase acumula una enorme riqueza mediante la brutal explotación de gente en Estados Unidos y en todo el mundo. E imponen y defienden esa explotación por medio del estado capitalista — por medio de invasiones, ocupaciones, la tortura, golpes de estado, ataques de aviones no tripulados, asesinatos extrajudiciales, desenfrenados asesinatos policiales, etc. Nunca se ha utilizado su poder estatal —sus ejércitos y su policía, sus tribunales y sus prisiones— para ningún propósito que no fuera el de reforzar los intereses de la clase capitalista, ni se podría utilizar de otra manera.

Bob Avakian, "La 'trampa de votar' en el capitalismo"


De Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué, una charla filmada de Bob Avakian, dada en 2003 en Estados Unidos.

Todo esto es lo que impone los términos de lo que hace el presente sistema — y NO sus elecciones.

De hecho, uno de los ejemplos más llamativos de la verdad de lo anterior se puede encontrar en la propia experiencia que citan Chomsky y Halle; pero ellos la malinterpretan completamente.

Chomsky y Halle denuncian lo que llaman una “facción ultra-izquierda del movimiento por la paz” por haber “minimizado los peligros comparativos de la presidencia de Nixon durante las elecciones de 1968, con el resultado de seis años de muerte y destrucción sin sentido en el sudeste asiático y también una fractura predecible de la izquierda, allanando el terreno para su colapso durante las décadas de reacción por venir”.

Esto simplemente no es verdad. ¡Constituye un error muy grave echar la culpa al movimiento anti-guerra por la matanza que llevaba a cabo el gobierno de Estados Unidos, y en especial echarle la culpa a aquellos del movimiento que tenían el buen sentido de romper con las elecciones del presente sistema y ponerse en las primeras filas para emprender una resistencia significativa!

La VERDADERA lección de las elecciones durante la guerra de Vietnam es precisamente lo opuesto a las conclusiones que han sacado Chomsky y Halle. Para entenderlo, examinemos brevemente dos elecciones, las de antes y las de después de los años más intensos de la guerra estadounidense contra Vietnam.

En las elecciones de 1964, Lyndon Johnson prometió reducir la intervención de Estados Unidos en Vietnam, mientras que Goldwater pidió que se autorizara que los comandantes de campo estadounidenses en Vietnam lanzaran armas nucleares sin confirmación presidencial. Después de ganar las elecciones, sin embargo, el presidente Johnson intensificó y amplió la guerra enormemente.

Luego, en 1972, el presidente belicista Nixon fue reelegido en una victoria arrolladora contra el demócrata antibelicista George McGovern. Sin embargo, sólo unos meses después, Nixon comenzó a retirar las tropas estadounidenses y abandonar la guerra.

En ninguno de esos casos jugaron papel alguno las elecciones para determinar lo que los gobernantes de Estados Unidos hicieron en Vietnam. Eran los dictados y las necesidades de su sistema los que lo determinaron. Durante años, los gobernantes de ambos partidos gobernantes principales habían creído que iba a obedecer sus intereses expandir su dominio del sudeste asiático por medio del terror militar y el genocidio. A medida que sufrieron derrotas militares y políticas cada vez mayores a manos de los luchadores por la libertad vietnamitas —y a medida que cada vez más personas se rebelaron contra los gobernantes en su propia “patria”—, los gobernantes llegaron a creer que correspondía a sus intereses retirarse de esa guerra. Una vez más, ¡el voto NUNCA tenía absolutamente nada que ver con eso!

Por último, volvamos a la frase de Bob Avakian con la cual empecé, y las dos frases que la siguen:

“En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la ‘democracia’ sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber ‘democracia para todos’: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?”.

Bob Avakian da en el blanco, y ya es hora de que otros exploren en serio lo que dice. Es muy nocivo ignorar —o negarse a reconocer— el carácter de clase de la democracia que nos gobierna y a qué clase beneficia. Siempre que la burguesía mantenga su monopolio sobre el poder político y el poderío militar, impondrá y elogiará una forma de democracia que facilite su dictadura —y explotación y saqueo— sobre el pueblo en Estados Unidos y en todo el mundo. No hay manera de cambiar eso mediante la participación en sus elecciones — ni por medio de “votar por el mal menor” ni “votar por un tercer partido”.

Pero sí se puede cambiar esto mediante una revolución concreta. Éntrele aquí.


1. Vea “El asesinato cometido por Estados Unidos en Yemen: Inconstitucional… y ominoso”, revcom.us, 9 de octubre de 2011. [regresa]

 

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