Cómo funciona el presente sistema — y por qué hay que derrocarlo
12 de octubre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
“Las personas tienen que adentrarse con seriedad y ciencia en la manera en que el presente sistema del capitalismo-imdperialismo funciona en los hechos, y los correspondientes resultados concretos en el mundo”.
— Bob Avakian, “3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor”
Mire con los ojos abiertos al mundo: las guerras por el imperio y por un lugar en el imperio, que matan a millones de personas y reducen a polvo a decenas de millones personas más... los negros, latinos y amerindios sufren discriminación a cada paso, sometidos a la denigración, la encarcelación en masa y el asesinato a manos de la policía... las mujeres, la mitad de la humanidad, soportan opresión y denigración en todas partes del mundo, su cuerpo constituye una zona de batalla en una cultura de la violación, dominación y cosificación... millones y millones de inmigrantes desplazados, satanizados y obligados a vivir a las sombras — o a morir en el mar o el desierto... y para colmo, la acelerada destrucción del medio ambiente. Ponen a los jóvenes, por todo el mundo, los unos contra los otros en conflictos criminales o en la lucha por uno u otro fundamentalismo demente. Eso es una locura.
Esos horrores no son casuales o fortuitos sino que están integrados en el sistema económico y político bajo el que vivimos, el capitalismo-imperialismo. Aquellos que gobiernan al sistema están muy interesados en mantener estos horrores en marcha y en provocar más. Además, aunque quisieran resolver esos problemas insoportables, no lo podrían hacer. Se necesita una revolución, y nada menos que una revolución.
Lo que hace el presente sistema
El capitalismo es un “modo de producción”, la manera específica en que la sociedad está organizada para producir y distribuir las necesidades para la vida. Miles de millones de personas en todo el mundo trabajan colectivamente para producir esas necesidades. Sin embargo, los medios para producir esa riqueza son de propiedad privada y los controla una clase dominante mucho más pequeña, la de los capitalistas imperialistas. Esos capitalistas explotan a los miles de millones de personas en el planeta que no poseen tales medios y tienen que intercambiar su capacidad de trabajar por un salario o buscar a duras penas otra forma de sobrevivir. Los capitalistas establecen el marco para la sociedad entera, la que incluye a los cientos de millones de personas “en las capas medias” que tal vez tengan una pequeña empresa o trabajen de profesional, gerente, maestro, etc. Y esos capitalistas compiten entre sí, en una lucha despiadada de expandirse-o-hundirse para mantenerse en la cima.
Sobre la base de dicha propiedad y control sobre la riqueza, la clase capitalista-imperialista domina la política, la cultura y las ideas, y construye una masiva máquina de represión y poderío militar para mantener su dominio. Usan la fuerza —dictan— sobre aquellos que no aceptan ese marco. Y luchan entre sí sobre cómo gobernar.
El capitalismo es la causa central de las formas crueles de opresión a las cuales las personas se enfrentan en la actualidad. Veamos un solo ejemplo fundamental: el ascenso del capitalismo, tanto en Estados Unidos como a nivel internacional, impulsó el secuestro, asesinato y centenaria esclavitud de millones y millones de africanos. La esclavitud había existido antes, pero nunca con el febril impulso asesino creado por el capitalismo. Sobre la base de ese horrendo crimen, los gobernantes desarrollaron toda una red de opresivas instituciones políticas y relaciones sociales (relaciones entre los diferentes grupos de personas) apuntaladas por viles ideas racistas para reforzar y justificar esa opresión. Estas se integraron profundamente en todo el tejido social. A medida que las necesidades e intereses del capitalismo-imperialismo hayan cambiado a lo largo de las décadas con el concomitante cambio de las formas de explotación y opresión, se ha vuelto a hilar los hilos opresivos de ese tejido... pero nunca se han roto... y el sistema ha seguido manteniendo esa opresión.
Para poner fin a dicha opresión se requeriría (y se requerirá) de una masiva revolucionarización y reestructuración de todo — no sólo de la política y del sistema de “justicia penal”, sino de la educación, la salud, la vivienda, la cultura, las maneras en que las personas se ven y se relacionan entre sí, y las maneras en que se asignan los recursos y se determina y se lleva a cabo la producción. Todo eso constituiría un nivel de trastorno el que representara una amenaza muy grande para el propio funcionamiento del presente sistema y su implacable afán de ganancias. Lo anterior se vio en las dos grandes luchas contra esta opresión: la guerra de Secesión que eliminó la esclavitud abierta y la lucha de liberación negra de la década de 1960. Después de esos enormes auges de trastorno y levantamiento, se dio un muy corto e inicial período de reformas — y luego el sistema brutalmente suprimió, reprimió y encauzó a las masas populares de regreso a los confines del presente sistema. Se eliminaron algunas formas de opresión... pero algunas nuevas, algunas aun peores, surgieron en su lugar.
Ese mismo principio se aplica a todo problema candente que enfrenta la humanidad. Los cambios convulsivos que se requieren para resolver esos horrores, TODOS LOS CUALES SE PODRÍAN RESOLVER en un marco social diferente con un modo de producción diferente, pondrían en peligro el funcionamiento del sistema.
Por qué el presente sistema no puede resolver esos problemas
De aún más importancia: los capitalistas no podrían resolver esos problemas, aunque quisieran hacerlo. El capitalismo “funciona” y sólo puede funcionar por medio de la competencia de un capitalista, o un bloque de capitales, contra otro. La producción puede estar, y por lo general está, altamente organizada en unidades de producción individuales; pero se da una batalla anárquica a muerte en la competencia del mercado.
Es necesario que todo capitalista persiga siempre más ganancias, lleve a cabo la producción de manera cada vez más eficiente y barata, a una escala cada vez más grande y más tecnológicamente avanzada, y que explote a los trabajadores bajo su mando tan profunda y despiadadamente como sea posible. Si no, otro capitalista aprovechará la oportunidad y lo destruirá. Supongamos que General Motors le dijera a Toyota y Volkswagen: “Vamos a reducir nuestro crecimiento a fin de salvar los ecosistemas del planeta y vamos a abandonar el mercado chino”. Bueno, ¡adiós a GM como una unidad rentable de capital! La producción para sacar ganancias, la competencia para expandirse en busca de mayores ganancias, es lo que impulsa el presente sistema. Hay “reglas del juego”. En lo fundamental, no se trata de avaricia corporativa o de unas personas equivocadas que toman las decisiones políticas equivocadas, sino de la naturaleza interna del sistema.
Esa coacción de expandirse o hundirse ha impulsado todos los crímenes del capitalismo. Impulsa y moldea todos los cambios en la manera en que la gente trabaja y lleva la vida cotidiana. Pero es ciega, sin el control de la sociedad. Los capitalistas invierten en la mecanización de la agricultura y cambian la producción de la subsistencia campesina a las exportaciones para el mercado mundial... y cientos de millones de campesinos resultan en la ruina, expulsados de la tierra hacia los barrios marginados del mundo entero. Los capitalistas trasladan la producción a zonas empobrecidas del mundo a fin de obtener mayores ganancias y ventajas sobre sus rivales... y la gente en los barrios marginados de Estados Unidos resulta abandonada y encerrada, y a su paso hace metástasis como un cáncer un sistema entero de encarcelación en masa y represión policial.
Hoy, con el desarrollo del capitalismo en el sistema mundial del imperialismo, la dinámica tiburonesca se desenvuelve a una escala política mundial, lo que incluye la constante rivalidad entre las diferentes potencias imperialistas y en las guerras por defender o expandir el imperio. Por ejemplo, ¿por qué es que Estados Unidos y otras potencias luchan continuamente por dominar al Medio Oriente, dejando millones de muertos y millones más que huyen para salvarse? Debido a que, según los cálculos que son a la vez horribles y absolutamente necesarios en el marco de expandirse o hundirse bajo el sistema del capitalismo, si una potencia no domina, otra potencia lo hará.
El meollo del asunto es lo siguiente: aunque de alguna manera un grupo de capitalistas imperialistas se dejara convencer, contra todos sus intereses fundamentales, de modo que aceptara la agitación social necesaria para abolir y transformar la opresión que caracteriza y domina la presente sociedad; e aunque se podría convencer a esos capitalistas de modo que reasignaran los recursos necesariamente masivos en un intento de resolver esos problemas... de manera muy inmediata dicho grupo se toparía con la propia manera en que funciona el presente sistema: comer o ser comido. Dicho grupo de capitalistas saldría aplastado, en lo económico y, si es que siquiera alcanzara tal objetivo, en lo político. Ante la posibilidad de su propia extinción como capital contra la certeza de las extinciones de poblaciones enteras o incluso una buena parte de la vida en este planeta, las propias leyes del presente sistema, es decir las “reglas del juego”, siempre impulsarán el capital, de modo que éste opte por su propia supervivencia. Y si un bloque de capitales de alguna manera no lo hiciera, ellos mismos se vendrían abajo, y otro bloque se elevaría a la cima.
Así es cómo funciona el sistema económico y político bajo el cual vivimos. Por esas razones, para que la humanidad respire libremente, es absolutamente necesario nada menos que una revolución contra el capitalismo-imperialismo, misma que derrote y desmantele las instituciones de represión violenta que el capitalismo-imperialismo despliega para su protección y expansión.
Como dice BA en EL COMUNISMO NUEVO:
[E]n última instancia, el modo de producción sienta las bases y pone los límites para el cambio, por lo que se refiere a la manera de tratar cualquier problema social, como la opresión de la mujer, la opresión del pueblo negro o de los latinos, la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, la situación con el medio ambiente, o la situación de los inmigrantes, etc. Aunque todas esas cosas tienen una realidad y dinámicas propias, y no se pueden reducir al sistema económico, todos ocurren en el marco y en las dinámicas fundamentales de dicho sistema económico; y dicho sistema económico, dicho modo de producción sienta las bases y establece los límites fundamentales del cambio con respecto a todas esas cuestiones sociales. Por lo que, para deshacerse de todas estas diferentes formas de opresión, es necesario tratarlas en sí, pero también es necesario cambiar en lo fundamental el sistema económico a fin de contar con la capacidad de poder llevar a cabo esos cambios en términos fundamentales. En otras palabras: Es necesario tener un sistema económico que no impida hacer esos cambios y que por el contrario no sólo los permita sino que siente una base favorable para hacerlos.
Lecturas adicionales:
"Convertirse previamente en capital"... y poner fin al capitalismo
Pasaje de EL COMUNISMO NUEVO: “Mediante cuál modo de producción”
El "Esto lo cambia todo" de Naomi Klein contra Hacerle frente concretamente a la crisis climática
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