El "Código del Silencio" y los venales y despiadados cerdos policías que trafican con la droga en Chicago

9 de noviembre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Vídeo de la cámara del tablero de la patrulla del asesinato policial de Laquan McDonald, Chicago

El asesinato policial de Laquan McDonald a 5:00 minutos del vídeo

A finales de 2015, apareció un video de la ejecución a sangre fría de un adolescente negro no armado llamado Laquan McDonald por la policía de Chicago en 2014. En el video, mientras Laquan se aleja de los policías con las manos a los lados, los policías le disparan 16 veces, un disparo menos que su edad. El video, divulgado 400 días después de la muerte de Laquan, destapó un encubrimiento del asesinato a todos los niveles, desde los altos oficiales del departamento de cerdos policías hasta la “veeduría policial”, el alcalde y la fiscalía del estado de Illinois, lo que suscitó una indignación amplia y protestas furiosas en las calles, y ha formado una importante parte de una crisis que se ha desencadenado en los pasillos del poder en Chicago.

Una reciente serie titulada "Código del Silencio", del periodista Jamie Kalven, resultado de una investigación de tres años, arroja luz sobre otro encubrimiento insidioso de los crímenes de la policía de Chicago. Los artículos de Kalven, quien había puesto al descubierto el reportaje de autopsia que mostraba que Laquan McDonald fue baleado 16 veces y fue el primero en informar sobre la existencia del video de su asesinato, están en el sitio web de The Intercept (en inglés) El Instituto Invisible, una compañía de producción periodística en la que Kalven participa, imprimió 40.000 ejemplares del "Código de Silencio" para distribuir a más de 400 locales en Chicago, incluyendo 80 bibliotecas públicas.

Como describe el "Código del Silencio", desde la década de 1990 hasta comienzos de la década de 2000, un equipo táctico "anti-pandillas" asignado a los enormes multifamiliares en el Barrio Sur (South Side) de Chicago llevó a cabo una gran empresa criminal que exigía sobornos a los vendedores de droga a cambio de protección contra la represión policial y los grupos rivales de drogas. Hicieron cumplir estos arreglos con ataques violentos a aquellos que no cumplieron o se interpusieron en su camino. La serie de Kalven se centra en dos policías de bajo rango que trataron de hacer filtrar la historia, pero luego fueron presionados, acosados y físicamente amenazados por altos oficiales que trataban de tapar el desenmascaramiento de las actividades ilegales de sus policías "anti-pandillas". Este era el "código de silencio" en operación.

Este caso no se trata sólo de un solo grupo de cerdos policías corruptos y no sólo de una sola ciudad, sino que revela algunos puntos más profundos sobre la naturaleza y el papel de la policía como ejecutores armados de todo un sistema opresivo en AmériKKKa.

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Chicago es una de las ciudades hacia la que millones de negros del Sur emigraron al Norte en busca de una vida mejor y libertad de las turbas de linchamiento y la segregación abierta. Fueron super-explotados en las fábricas y bodegas del sistema capitalista, si es que pudieran conseguir trabajo. Y fueron segregados en zonas estrictamente establecidas por empresas inmobiliarias respaldadas por el gobierno y por turbas blancas racistas que atacaban a cualquier persona negra que se atreviera a entrar en el "vecindario equivocado". Decenas de miles de negros fueron acorralados como ganado en un corredor de los multifamiliares en el Barrio Sur. Y a medida que los empleos industriales iban desapareciéndose de Chicago y de otras ciudades, la vida se hizo cada vez más dura.

Los multifamiliares de múltiples plantas han sido demolidos por la municipalidad: no para mejorar la vida de las personas, sino dado que aquellos con poder e influencia querían romper lo que veían desde su punto de vista de clase capitalista como el peligro de masas de gente enojada y desesperada que viven cerca del corazón de un gran centro urbano. Y las empresas capitalistas querían aprovechar esta "valiosa propiedad inmobiliaria". Pero hasta principios del 2000, estos multifamiliares eran la mayor concentración de pobreza en los Estados Unidos.

Estos fueron los multifamiliares donde la unidad táctica del Departamento de Policía de Chicago encabezada por el sargento Ronald Watts operó durante años, con su actividad al estilo de la mafia. Watts, un policía negro, había crecido en el barrio por el que él y su equipo ahora merodeaban. Jamie Kalven escribe: "A cambio de ‘un impuesto’, Watts y su equipo protegían a los vendedores de droga contra la interferencia de las fuerzas del orden público y jodían a su competencia. Su operación fue mucho más allá que joder a un vendedor de drogas de poca monta. Eran jugadores importantes en el tráfico de drogas en el Barrio Sur”. ¿Qué tan importantes? De acuerdo con Kalven, un pequeño vendedor de droga estimó que "para una línea popular de droga vendida en múltiples sitios... el impuesto de Watts podría ser tan alto como $50.000 a la semana".

Cuando los dos denunciantes de la policía, Shannon Spalding y Danny Echeverría, entraron en escena, oficiales de alto nivel en el departamento de policía, incluida su División de Asuntos Internas, así como funcionarios en el FBI y la Administración para el Control de Drogas (DEA), ya había sabido de las actividades de Watts y su equipo durante bastante tiempo. Pero de alguna manera, Watts y su equipo continuaban llevando a cabo su empresa con impunidad. Evidentemente, no eran un grupo de "pícaros" que operaban por su cuenta a escondidas, sino que se dedicaban a su "negocio" con el conocimiento, si no el respaldo activo, de fuerzas influyentes dentro del departamento de policía y otras fuerzas del orden.

Kalven escribe: "Aparte de Watts, [la investigación de Spalding y Echeverría] se centró en los miembros de su equipo y altos oficiales sospechosos de conspirar con él. También se rumoreaba tanto en la calle como en el departamento que Watts estaba involucrado en el asesinato de dos vendedores de drogas que lo desafiaron".

"¿Por qué es que en 2015 seguimos luchando por la justicia?" (en inglés)

Un corto del vídeo REVOLUCIÓN Y RELIGIÓN: La lucha por la emancipación y el papel de la religión; un Diálogo entre CORNEL WEST y BOB AVAKIAN. Vea la película completa en inglés aquí.
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En el programa Democracy Now!, Spalding dijo que también investigaban acusaciones de que Watts y su grupo "sembraban narcóticos en individuos inocentes y falsificaban informes policiales, hacían detenciones bajo falsos pretextos, encarcelaban por falsas acusaciones. También están las denuncias de... la violencia física y palizas por incumplir ese impuesto, así como las incautaciones sin orden, tumbar puertas y registrar los apartamentos de la gente, el robo de todo lo que no estuviera clavado al piso. Y las alegaciones se repetían una y otra vez proveniente de cada individuo con el que hiciéramos informes de inteligencia, junto con nuestros informantes confidenciales".

Un informante con el que trabajaron Spalding y Echeverría era un hombre sin hogar el que apodaban "Chewbacca" que a veces actuaba como un transportador de droga. Cuando le preguntaron cuántas veces había visto a Watts recibiendo pagos, respondió: "Cientos de veces. Durante años. Los chicos lo llaman Ave Sedienta. Tienes que pagar impuestos para vender droga. Watts no es nada agradable. Tú desapareces si vas contra Watts”.

Chewbacca describió una confrontación entre Watts y Wilbert Moore, conocido como "Chaparro Gordo", un vendedor de droga que operaba fuera del multifamiliar Ida B. Wells. Watts exigía una mayor tajada a Chaparro Gordo, quien se negó y al contrario amenazó con ir a denunciarlo ante los federales. Pocos días después, el Chaparro Gordo fue asesinado. Chewbacca le dijo a Spalding y a Echeverría: "Nadie vive para contarlo, cuando se meta con Watts. Watts no deja testigos”.


Unos jóvenes negros juegan al básquetbol en el multifamiliar Stateway Gardens. Foto: Wikimedia Commons

La unidad de Watts no era la única en el Departamento de Policía de Chicago que llevaba a cabo una actividad tan despreciable. Por ejemplo, una unidad de "élite" conocida como la Sección de Operaciones Especiales, se desmandaba durante años: brutalizaba a la gente, sembraba falsas pruebas, invadía hogares sin órdenes judiciales y robaba grandes cantidades de efectivo, hasta que un gran escándalo obligó al departamento a desmantelarla en 2007.

Y mientras estos grupos llevaban a cabo sus empresas criminales, los inquilinos de los multifamiliares soportaban la brutalización cotidiana, la degradación y la deshumanización a manos de los cerdos policías en general. Jamie Kalven, que fue asesor del consejo de inquilinos del multifamiliar Stateway Gardens durante parte de este período, fue testigo de primera mano: "La fuerza excesiva era más la norma que la excepción. Para algunos agentes, era deporte. Se calificarían unos a otros por los golpes que infligieron. Era de rutina el lenguaje de insultos racistas (“nigger”, "mono" y “hoodrat" [rata del barrio]); en ocasiones, por los altavoces de los vehículos policiales. Había agentes que lo encontraban divertido jugar con los que estaban bajo su poder: organizaron una carrera a pie de adictos a la heroína para determinar quién iría a la cárcel, por ejemplo, u obligaron una mujer que habían registrado en la calle a caminar a casa desnuda desde la cintura para abajo”.

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Spalding y Echeverría creían al principio que su investigación tenía el respaldo de algunos funcionarios en el FBI y la unidad de Asuntos Internos de la policía de Chicago. Pero se toparon con una oposición y obstrucción en el departamento de policía todo el tiempo, lo que aumentó a un nivel completamente diferente cuando un oficial de supervisión "delató" su identidad para que la investigación supuestamente "confidencial" ya no fuera así. Como Spalding le dijo a Democracy Now!: "Era imperativo que nuestras identidades no fueran reveladas, en vista de que los objetivos de la investigación eran los oficiales y los jefes, y no sabíamos hasta dónde llegaría la cadena de mando, lo que significaba que ellos tenían acceso a toda nuestra información personal, por ejemplo, donde vivíamos, nuestros hijos, cualquier cosa que ellos quisieran, lo que nos hizo muy vulnerables. Por lo tanto, la revelación de nuestra identidad es básicamente lanzarnos a los lobos".

       

Los dos policías presentaron una "demanda de denunciantes" en un intento de detener la represalia en su contra, que enumera los nombres de varios jefes, comandantes y sargentos. Pero eso sólo hizo que las amenazas en su contra, procedentes de altos oficiales del departamento, fueran aún más intensas. Una ex policía le dijo a una televisora de noticias de Chicago que personalmente escuchó a un sargento decirle a Spalding: "Que mejor use su chaleco a prueba de balas. Puede irse a casa en un ataúd, y no quiero tener que llamar a su hija y decirle que está... ya sabes, que ella se ha ido”.

Todo lo anterior obligó a Spalding a salir del departamento; Echeverría todavía trabaja en el departamento pero está "muy aislado", según un informe. En mayo de 2016, justo antes de que su demanda fuese a juicio, la municipalidad resolvió el caso por $2 millones. La investigación a Ronald Watts y su equipo finalmente condujo a una sola acusación de robo de fondos públicos. Él y un miembro de su equipo, Kallatt Mohammed, se declararon culpables en 2013. A pesar de todos los años y el alcance de su actividad criminal, Watts recibió sólo 22 meses en la cárcel y Mohammed 18 meses. Pagaron varios miles de dólares en multas, proveniente de las sumas desconocidas de dinero que ellos y sus compañeros habían robado.


Bob Avakian, "Un mundo mejor es posible", de la charla filmada REVOLUCIÓN: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es. Este corto de la charla habla de los carceleros que obligaron a los presos a pelearse entre sí como gladiadores en la prisión estatal Corcoran, California.

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De manera más reveladora, ninguno de los superiores que hayan colaborado con Watts o hayan participado en la supresión de la investigación y represalias, incluidas las amenazas de muerte contra los denunciantes, han sido condenados por ningún delito ni siquiera han sido castigados en el departamento. Por el contrario, los diversos oficiales designados como acusados en la denuncia o que supuestamente conspiraron con Watts se jubilaron del departamento con pensiones de cientos de miles de dólares y, en la mayoría de los casos, pasaron a ocupar otros puestos de liderazgo en "el orden público".

Kalven señala que el "código de silencio" entre los policías por lo común se considera una presión entre los policías de base para no reportar las actividades ilegales y la brutalidad contra las personas que cometen sus compañeros. Dice que lo anterior es un aspecto, pero señala: "Lo que más llama la atención en esta historia es que las represalias contra estos agentes están a las órdenes de los altos funcionarios de supervisión en el departamento. Así que en realidad es una historia... de cómo funciona el código de silencio en el corazón del Departamento de Policía de Chicago".

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Por contundente que sea la denuncia de las actividades depredadoras de estos delincuentes en uniforme, y el "código de silencio" de alto nivel que las encubrió durante años, constituyen sólo una capa de la suciedad que se sale a la luz sobre la policía de Chicago, aparte de las revelaciones sobre el encubrimiento de alto nivel del asesinato de Laquan McDonald. Por ejemplo, se ha arrojado luz sobre la manera en que la policía secuestró a miles de personas y las llevó a una vieja bodega llamada Homan Square sin siquiera una detención formal, torturaron a muchos de ellos en un intento de obtener "confesiones". El expediente electrónico, Chicago Torture Archive (Expediente sobre la Tortura en Chicago) que se abrirá a principios de 2017, contendrá 10.000 documentos sobre más de 100 hombres negros torturados por la policía de Chicago entre 1972 y 1991.

Y claramente, el "código del silencio" no sólo opera dentro de la policía de Chicago. Los detalles pueden variar, pero lo que aquí se revela es cierto en todos los departamentos de policía importantes de los Estados Unidos. Sólo para citar un ejemplo: Un ex policía de Baltimore (que fue expulsado del departamento por intentar filtrar denuncias del abuso policial) escribió un editorial en el New York Times sobre cómo un policía que vio a otros sembrar drogas en una persona "tenía miedo de denunciarlo, temía represalias". El ex policía señaló: "Es difícil hablar en contra de colegas en cualquier parte, pero en las actividades del orden público hay preocupaciones más serias, como su seguridad". (Lea “Es un hecho científico… No puedes ser policía en Estados Unidos si no quieres ser un CERDO”.)

Lo anterior no se trata en lo fundamental de la corrupción, policías "codiciosos" o "jefes" de la policía que quieren protegerse el pescuezo. Los policías no son simplemente “otra pandilla” ni siquiera la “pandilla más grande”. Hasta los policías supuestamente "honrados" forman parte de una fuerza opresora en esta sociedad cuyo papel, como lo ha señalado Bob Avakian:

El papel de la policía no es de servir y proteger a la gente, es para servir y proteger el sistema que gobierna sobre la gente. De reforzar las relaciones de explotación y opresión, las condiciones de pobreza, miseria y degradación que el sistema ha impuesto sobre la gente y está determinado a mantenerla allí. La ley y el orden que representa la policía con toda su brutalidad y asesinato es la ley y el orden que refuerza toda esta opresión y locura.

Lo BAsico 1:24

En los barrios marginados de las ciudades, la policía es una fuerza de ocupación que brutaliza y asesina a la gente, envía enormes cantidades de personas a la cárcel y pone a la gente a luchar e incluso matarse entre sí. Los gobernantes no pueden prescindir de tal fuerza, dado que su sistema de capitalismo-imperialismo ha creado generaciones de jóvenes cuyo futuro se ha vuelto sin esperanza incluso antes de que nazcan. El funcionamiento ciego del presente sistema y los lineamientos conscientes del gobierno han creado condiciones de desesperanza para millones de negros y latinos en los ghettos y barrios, donde muchos se ven obligados a recurrir a la delincuencia para sobrevivir, compitiendo entre sí según la moral de perro-come-perro promovida por el sistema. Cuando el narcotráfico sirve a sus intereses, los gobernantes y sus policías lo usan como un medio de control, y cuando deciden otra cosa, reprimen con terror fascista.

No nos hace falta "reformar" esta fuerza opresora. Lo que se necesita es una revolución concreta que se deshaga del monstruoso sistema que mueve los cerdos policías que brutalizan, asesinan y aterrorizan a la gente. Y tenemos que trabajar urgentemente ahora para preparar el terreno, preparar al pueblo y preparar a la vanguardia para hacer esa revolución a la mayor brevedad posible.

 

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