Tom Price, la selección de Trump para encabezar el Departamento de Salud y Servicios Humanos: Un enemigo de la atención médica para los pobres y las mujeres

1° de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Las selecciones de Trump para su gabinete incluyen a enemigos de la educación pública, la vivienda y el medio ambiente para encabezar los departamentos que se ocupan de esas áreas. Ahora, para el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés), Trump ha escogido a Tom Price, un morboso que pretende eliminar los programas de atención medica, especialmente para los pobres, y prohibir el aborto.

Tom Price es un cirujano, un congresista de Georgia, y un miembro de la facción fascista del Partido del Té. Price ha participado de modo prominente en los repetidos intentos para promover proyectos de ley en el Congreso para minar o derogar la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA, por sus siglas en inglés), la ley de atención sanitaria de Obama. Una declaración de un grupo de médicos, firmada por miles de médicos, dijo que las políticas de Price que atacan la atención sanitaria pública “amenazan con dañar a nuestros pacientes más vulnerables y limitan su acceso a la asistencia sanitaria”. (Véase, en inglés, “Thousands of Doctors Speak Out Against Trump’s Pick to Head Health and Human Services”).

La realidad es que ACA (o “Obamacare”) no es una solución real a la atroz situación en la que decenas de millones de personas no pueden pagar la atención médica, miles de ellos muriendo innecesariamente, en un país con una “industria” de la salud avanzada tecnológicamente — y muy rentable. Ante la creciente indignación entre la gente, sectores de la clase dominante sintieron que era necesario contener los costos de atención médica y ampliar la cobertura de seguros en cierta medida. El ACA fue un plan capitalista para mantener la rentabilidad para los capitalistas que tienen grandes inversiones en la atención médica mientras tener en cuenta los intereses de otros capitalistas, y hacer algunas concesiones con el fin de apaciguar una fuente de indignación política contra el sistema. Pero desde el principio, el ACA fue el blanco de Price y otros republicanos que promueven la idea de que el gobierno no tiene responsabilidad alguna de nada que tenga que ver con el bienestar de la gente y que cualquier intento de suavizar el impacto depredador del “mercado” capitalista sobre la gente daña los intereses de su sistema capitalista. (Para más información sobre los conflictos en torno a la ACA, en el contexto de la aguda lucha dentro de la clase dominante, véase “El cierre, la confrontación, y la urgente necesidad de una repolarización… para la revolución”, incluida la barra lateral sobre cómo sería la salud y la medicina en una sociedad socialista revolucionaria).

El National Nurses United [Enfermeras Unidas Nacional], el mayor sindicato de enfermeras en los Estados Unidos, dijo en una carta que pide que el Senado rechace a Price: “Aún hoy, cuatro años después de la promulgación de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio, hemos visto una caída en las tasas de esperanza de vida en los Estados Unidos por primera vez en décadas, millones de personas que se autoracionan los medicamentos recetados u otros tratamientos médicos críticos debido a los altos costos, y las continuas disparidades en nuestro sistema de salud basadas en la raza, el género, la edad, el estado socio-económico, o donde uno vive. Aunque nuestra organización repetidamente expresó sus preocupaciones de que la ACA no era suficiente, la derogación de la ley, especialmente la expansión de Medicaid que extendió la cobertura a millones de adultos de ingresos bajos y moderados, y los límites de algunos de los abusos más documentados en nuestro sistema actual de seguros, sólo exacerbaría una crisis de salud por la cual muchos estadounidenses continúan pasando”.

Como señala la declaración de los médicos, Price quiere “reducir los fondos para el Programa de Seguro de Salud para los Niños, un mecanismo crítico por el cual los niños pobres tienen acceso a la atención preventiva” y “privatizar” Medicare, lo que significaría graves reducciones “en un programa crítico que cubre a 44 millones de nuestros pacientes de edad avanzada”. Price abogó por otras medidas encaminadas a recortar el gasto en salud pública (como la financiación para combatir el SIDA, la malaria y la tuberculosis) y reducir los reglamentos a fin de promover ganancias sin trabas (como por ejemplo oponerse a más reglamentos contra el uso del tabaco).

En el Congreso, Price ha atacado el aborto en repetidas ocasiones, y ahora se une al vicepresidente electo Mike Pence y a otros fascistas cristianos en la cábala de Trump quienes tienen el objetivo serio no sólo de restringir sino de prohibir el derecho al aborto. En 2005 y 2007 Price, junto con Pence y otros en el Congreso, copatrocinaron la llamada proyecto de ley de “Derecho a la Vida”, un intento profundamente reaccionario —y totalmente anticientífico— de establecer una definición oficial de la vida humana que mantiene que comienza en el momento de la inseminación del óvulo. Si esto se convirtiera en ley, efectivamente prohibiría los abortos y trataría a los proveedores de aborto y las mujeres que trataran de abortar como “criminales”.

Pero eso no es todo. Al definir un óvulo fertilizado como un “humano” —lo que quieren Price, Pence y otros fascistas cristianos—  criminalizaría muchas formas de control de la natalidad, como el dispositivo intrauterino, la píldora del día siguiente y las píldoras anticonceptivas hormonales. Price también ha estado muy involucrado en los esfuerzos de los republicanos en el Congreso para negarle fondos a Planned Parenthood / Planificación Familiar, que es un importante proveedor de control de la natalidad, especialmente para los pobres. Este ataque al control de la natalidad deja claro que lo que los fascistas cristianos quieren no tiene nada que ver con “preservar la vida” o “proteger la salud de la mujer”, sino que fortalecer las cadenas de la descarada dominación patriarcal sobre las mujeres, obligándolas a tener hijos contra su voluntad.

Tom Price —un enemigo de la atención sanitaria para millones de personas y del acceso de las mujeres al aborto y el control de la natalidad— es una razón urgente más para impedir que el régimen fascista de Trump y Pence llegue al poder.

 

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