Esta semana en el fascismo:
El desfile de monstruos, conflictos en la cima y el reto se intensifica: Tenemos que impedir que el régimen de Trump y Pence gobierne
18 de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Resumen básico: Donald Trump aún no asume la presidencia, pero ya establece el marco y avance hacia su objetivo. El fascismo que Trump y Pence auguran aún no llega, pero el tren está por entrar en la estación — a menos que la gente actué. Se han estallado conflictos en la cima, en veces intensamente, pero se desvanecen y la normalización continúa. La única cosa que podría romper la cerca —levantamientos populares masivos desde todo sector de la sociedad— sigue contenido; si bien estallaron repetidas chispas de lucha durante la semana, aún no ha estallido un auge generalizado del tipo que necesitamos.
Todavía hay tiempo, pero no mucho; los próximos días, obviamente, serán decisivos. ¿La clave? Confrontar la realidad de que representaría eso; y unirse con los que ahora actúan audazmente para PARARLO.
Consiguiendo la aprobación de los monstruos
Desde el martes, los monstruos del régimen de Trump y Pence que ocuparán el gabinete y otros puestos importantes comenzaron su desfile de confirmación por el Senado. Incluidos eran Jeff Sessions, la única persona en los últimos 50 años rechazado para una magistratura federal debido a su racismo, nominado para procurador general; Rex Tillerson, actual jefe de Exxon, ahora nominado para Secretario del Estado; el general John F. Kelly, nominado para secretario de seguridad de la patria; el general James Mattis, nominado para Secretario de Defensa; y Mike Pompeo, nominado para director de la CIA. A pesar de la lucha importante de parte de manifestantes al interrumpir las audiencias sobre Sessions, y a pesar de algunos acalorados intercambios de palabras, parece que la mayoría de las nominaciones están en camino para ser confirmados. Para captar lo reaccionario que son esos nominados, lea aquí.
La prensa puso mucho énfasis en las diferencias con Trump que expresaron varios nominados sobre diferentes temas. En ocasiones los nominados objetaron levemente con las posiciones declaradas de Trump sobre la tortura, el carácter de Rusia, la importancia de un muro en la frontera con México, el requisito de registro para musulmanes en Estados Unidos y la prohibición de entrada de musulmanes en Estados Unidos; y si agarrar a una mujer por sus genitales constituya o no abuso sexual (¡!). Por lo general eso se trataba de decir a los senadores lo que querían oír o lo que necesitaban para encubrirse políticamente, con tal de conseguir la aprobación del Senado —que puede demorar o hasta rechazar un nominado— y de crear una situación en la cual votar en contra del nominado no parecería “razonable”.
Las diferencias concretas que quizás existan entre Trump y algunos nominados respecto temas particulares no detendrán que Trump imponga lo que él quiera hacer — miembros de su gabinete o bien consintieran con eso (y usarán su oposición previa para demostrar lo “razonable” que ha de ser la posición de Trump)1, o bien los destituirá. Para colmo, ni siquiera requieren aprobación del senado las posiciones clave sobre política del asesor de seguridad nacional y el estratego principal, las que tienen los fascistas de hueso colorado Mike Flynn y Steve Bannon.
Es casi segura la confirmación del racista descarado Jeff Sessions —cuyas posiciones incluyen la defensa de la encarcelación en masa y sentencias mínimas obligatorias para la posesión de drogas, anular todo amparo judicial para un inmigrante indocumentado contra su deportación, oposición a la ley federal que protege a clínicas de aborto y oposición a cualquier esfuerzo del gobierno federal a fingir tan siquiera de intervenir en departamentos policiales de una brutalidad especialmente flagrante— posiciones sobre las cuales ni siquiera le preguntaron tan siquiera. Si bien las interrupciones desde el público por parte de Carl Dix y otros miembros de Refuse Fascism, y de Code Pink, Democracy Spring, and casi una decena de estudiantes de la Universidad Howard en la organización afroamericana NAACP rompieron la atmosfera sofocante y normalizador de “lo mismo de siempre” de esas audiencias, la mayoría de los demócratas ni siquiera se le opusieron sobre sus posiciones indignantes, reaccionarias y racistas. (En contraste con las preguntas leves de los otros demócratas, al final del segundo día de audiencias, tres congresistas negros, los diputados John Lewis y Cedric Richmond y el senador Cory Booker testiguaron en contra de Sessions y desenmascararon su racismo poco cubierto). Incluso el senador archirreaccionario Ted Cruz felicitó a los demócratas por su “autocontrol admirable”.
¿Alguien podría negar que Trump ha progresado en la consolidación de su aparato fascista en el curso de lo anterior? ¿Alguien podría negar la necesidad urgente de resistencia para impedir que se consolide aún más?
Las riñas sobre Rusia
Aunque parezca raro, Rex Tillerson, el nominado por secretario del estado “de la tendencia dominante” (comparado con los demás), posiblemente es el que reciba la mayor oposición. Eso se debe a un fuerte desacuerdo dentro de los del poder que sí se dio esta semana, sobre la orientación y política de Trump hacia Rusia y los vínculos históricos de Tillerson con Rusia, y con Putin en particular, en su capacidad como jefe de Exxon.
Durante las últimas semanas, varias agencias de inteligencia estadounidenses, junto con la administración de Obama, afirmaron que Rusia intentó entrometerse en las elecciones estadounidenses (al hackear, o acceder ilegalmente, las computadoras del partido demócrata) y que esa intervención tenía el propósito de favorecer a Trump. Si bien no se puede aceptar esas alegaciones no más sin más, demuestran al mínimo que hay sectores significativos de la clase gobernante estadounidense que quieren impedir que Trump cambie la política estadounidense hacia Rusia (y con eso, otras posiciones importantes también), usando esas alegaciones como palanca para sacarlo de su coqueteo con Putin.
Trump por su parte no sólo se había negado en absoluto, hasta muy recientemente, aceptar esas conclusiones, también ha cuestionado la confiabilidad e honestidad de las propias agencias de inteligencia. Si bien los dos lados de esta disputa —Trump por un lado y sus oponentes por el otro— están peleando sobre cómo mejor efectuar el dominio y saqueo estadounidense sobre el planeta entero, y en ese sentido esa disputa “no importa” a los que queremos un mundo mejor que de verdad sea libre del dominio de todo tipo, en otro sentido más profundo esta disputa sí importa muchísimo. Cada facción en esta disputa tiene mucho en juego, y por eso en todo el transcurso los comentaristas han notado lo “extraordinario” y “sin precedente” que es que semejantes desacuerdos se discutan en público. (Para más sobre el tema, vea en inglés “Trump, Russia, and Hacking Elections: The Ruling Class Shitstorm, the Battle in the Streets, and What Humanity Needs Right Now”, y en español, Trump, la CIA y la controversia sobre la piratería cibernética / "hacking": unos puntos de orientación).
El martes, 10 de enero, ese conflicto alcanzó otro nivel cuando CNN filtró las noticias de que las agencias de inteligencia habían dicho tanto a Trump como a Obama que hay fuentes creíbles que declararon que los rusos tenían información sobre Trump que podían usar para chantajearlo y que hubo contacto entre fuerzas alrededor de Trump y agentes de inteligencia de Rusia tan recientemente como el verano. CNN notó que esos informes no se habían verificados, pero aun así eran relevantes ya que Trump y Obama fueron informados. Luego Buzzfeed filtró una alegación particularmente salaz no confirmada, contenida en el informe.
¿Se puso a la defensiva Trump? Al contrario, acusó a las agencias de inteligencia de filtrar el informe y las comparó con Alemania Nazi (¡no por los crímenes concretos de esas agencias sino porque tenían las agallas de anotar tan siquiera esas alegaciones sobre Trump!). Ya para fines de la semana, aunque Trump apenas reconoció a medias en su rueda de prensa que fue Rusia que había hackeado el partido demócrata, todavía mantuvo su orientación generalmente favorable hacia Putin y Rusia. Otras fuerzas en la clase gobernante —en este caso principalmente republicanas— seguían buscando cómo obligar a Trump a cambiar su punto de vista. El domingo, el equipo trumpista de Pence y Reince Priebus salieron en defensa de Trump, mientras el director de la CIA saliente criticó a Trump. Por lo que esta contradicción particular sigue siendo muy aguda. Por otro lado, nótese bien: En este momento Trump da muy pocas señales de que va a cambiar de posición (de hecho, ya “está sondeando” el potencial retiro de las sanciones contra Rusia por su piratería cibernética).
Preguntamos, de nuevo, ¿alguien pudiera negar que Trump ha hecho progreso concreto en la consolidación de su aparato fascista por medio de todo lo anterior? ¿Alguien pudiera negar la necesidad urgente de resistencia para impedir que se consolide más?
Trump ataca la prensa
El miércoles, el día después de la publicación de lo filtrado, Trump aprovechó la ocasión de su primera conferencia de prensa en seis meses para lanzar una embestida feroz contra Buzzfeed y CNN. Eso llegó a su punto culminante cuando el periodista de CNN Jim Acosta trató de hacerle una pregunta y Trump, desde el podio, continuamente le negó el derecho de hablar o hacer una pregunta. Después de varias rondas de lo mismo, el ayudante de Trump para la prensa amenazó con sacar a Acosta si persistía2.
Trump no sólo logró humillar y silenciar a Acosta, logró algo peor: hizo que el resto de la prensa lo aceptara. Ni un solo periodista defendió a Acosta en el acto, aunque lo apropiado hubiera sido negar en masa a proceder con la conferencia de prensa hasta que Acosta hiciera su pregunta. En ciertas maneras, fue en esa instancia en que se avanzó más el programa fascista de Trump. De nuevo, ¿alguien pudiera negar que Trump ha hecho progreso concreto en consolidar su máquina fascista en todo eso? ¿Pudiera alguien negar la necesidad urgente de la resistencia para impedir que avance más?
Los demócratas: el disentimiento por parte de John Lewis y la vergonzosa capitulación de Obama y Sanders
El viernes, entró al conflicto John Lewis, un congresista de Georgia desde hace muchos años, antes un participante en el Viaje por la Libertad y un líder del movimiento por los derechos civiles (Lewis encabezaba a los manifestantes atacados en el Puente Edmund Pettus, en Selma, Alabama en 1965, un momento crítico en ese movimiento, así como en la historia de Estados Unidos). De hecho, ya había testiguado contra Sessions, siendo uno de los pocos testigos que desenmascararon el significativo racista tras el llamado de Sessions por “la ley y el orden” (y, en una violación del protocolo del congreso, lo programaron para testiguar muy tarde en la audiencia cuando todos menos uno de los senadores republicanos ya habían salido del salón, faltándole el respeto).
Pero esta vez Lewis testiguó para otra ronda y declaró que, debido a la alegada intromisión de Rusia en las elecciones, Trump no es, para él, un presidente legítimo y que él no iba a asistir a su ceremonia de inauguración. Trump lo atacó verbalmente —no por referirse a la conexión rusa alegada sino por las condiciones de las masas de raza negra en el distrito de Lewis, afirmando que Lewis se trataba de puro “bla bla bla” (aunque Lewis por poco perdió la vida en Selma). También Trump describió la comunidad negra de Atlanta de “infestada de crimen” — reminiscente de la fraseología y simbolismo de los nazis para atacar a los judíos.
El mencionado ataque de Trump, ridículo, racista y sin principios, empezó a cambiar la disputa de una que se enfocaba en los alegados hacks rusos, a una en la que ese tema se ligó a cierto grado con la posición de Trump hacia los negros — una posición que llevaría a cualquier persona con un comino de justicia a calificar a Trump de ilegítimo. El racismo de Trump es profundamente arraigado y de muy larga data, desde hace décadas. Llegó a sus momentos peores cuando en 1991 exigió la ejecución de cinco muchachos negros y latinos menores de edad en Nueva York (entre ellos Yusef Salaam, un iniciador de refusefascism.org), luego su insistencia hasta la fecha que deben estar presos a pesar de su exoneración tras pasar años en la prisión, su insistencia durante la campaña en “la ley y el orden por encima de todo”, lo que no es más que una clave racista por soltar a la policía sin freno alguno, y su coqueteo durante y después de la campaña con el Klan y grupos neonazis (junto con su nombramiento a altos puestos a Bannon, Sessions, DeVos (nominada para Secretaria de Educación), y otros que, de igual medida, merecen a perfección el título de “puerco racista”). Incluso con todo eso, incluso con el racismo que se escurría de Trump y sus ataques contra Lewis, las hienas de Trump aullaban que Lewis estaba “dividiendo al país” y que tenía que unirlo. (Respecto esa última necedad, en este momento urge que esta sociedad se divida tajantemente, entre los que instalan el fascismo o concilian o colaboran con ello, por un lado, y los que lo combaten por el otro lado).
Ya para el domingo dos docenas de diputados representativos se habían sumado al boicot de la inauguración el que inició Lewis — el principio de lo que podría convertirse en una fisura grave en la cúpula.
Sin embargo, toda la semana la mayoría de los demócratas destacados continuaron su vergonzosa danza para normalizar a Trump. Bernie Sanders, en una reunión pública en la CNN el lunes 9 de enero, habló sobre el racismo, el sexismo y la xenofobia de Trump, pero luego se apuró a decir que iba a “trabajar con él donde podamos”. Barack Obama, en su discurso de despedida y en otras ocasiones, continuó exhortando sobre la “gran trayectoria de la historia de Estados Unidos” y les dijo a aquellos bajo su influencia que continuaran trabajando por el cambio dentro del sistema, criticando a elementos de la ofensiva de Trump (para que el público lo escuchara) pero no denunciando a Trump mismo, y en absoluto convocando ninguna resistencia contra la inauguración y para impedir que Trump se hiciera presidente, sino que en lugar muy definitivamente continuando a aconsejar que no se lo hiciera. En resumen, Obama continuó haciendo hincapié en la importancia de la supuesta “transferencia pacífica de poder” a Trump en un momento en que se necesita urgentemente una resistencia seria que no se haya visto desde hace muchas décadas.
El domingo 15 de enero, cuando se le preguntó acerca de la negativa de Lewis a asistir a la inauguración de Trump, un asistente de Obama salió en la tele para recordarle a todos que Trump fue “elegido libremente” (como fue Hitler, por cierto, cuyo partido, a diferencia de Trump, consiguió una pluralidad de votos) y sugirió que Trump “conectarse” con Lewis para que pudieran resolver sus diferencias. Mientras tanto, Sanders se esquivó todo lo que pudo pero a fin de cuentas se negó a llamar ilegítimo a Trump, diciendo que serían “sólo palabras”. Sí, Bernie, serían “palabras”, palabras importantes que sugerirían que la gente NO permite que Trump ejerza los poderes del estado, los que incluyen el ejército y la policía, etc., y que usted anima a la gente a HACER algo contra la monstruosidad que está a punto de pasar.
Sería difícil exagerar el daño que causan estos políticos demócratas de alto nivel que, una y otra vez, demuestran que son representantes de los intereses de la clase dominante de los capitalistas-imperialistas, y que continuamente normalizan a Trump y se niegan a llamarle fascista a un fascista. El punto que ha señalado Bob Avakian de que para aquellos en la cima de la pirámide de esta sociedad, aquellos que gobiernan el imperio, el fascismo es una solución posible a los problemas que enfrentan, y si tienen sus diferencias con los fascistas que ahora están a punto de tomar el poder, los mantendrá “en casa”; pero lo que NO es aceptable para ellos es la revolución que conduce al comunismo — O, en este caso, ni siquiera algo muy lejos de ser una revolución, una lucha con el fin de PARAR la instalación de un régimen fascista, una lucha que implicaría llevar a las masas a la calle y “desestabilizar” su gobierno.
Entonces, preguntamos nuevamente: ¿Alguien pudiera negar que Trump ha hecho progreso concreto en consolidar su máquina fascista en todo eso? ¿Pudiera alguien negar la necesidad urgente de la resistencia para impedir que avance más?
La urgente necesidad de PARARLO
Al mismo tiempo, han salido muchos individuos y grupos para denunciar a Trump en la semana pasada, a veces en gran riesgo, y también se ha realizado acciones Refuse Fascism / Rechazar el Fascismo, esta semana centradas en D.C. Además de la interrupción de las audiencias, Refuse Fascism / Rechazar el Fascismo publicó su Llamamiento a la Acción en la forma de un anuncio de página entera en el Washington Post, anunció un concierto importante esta semana en Nueva York, produjo muy buenos memes y otros materiales, celebró una serie de manifestaciones en varias ciudades y, lo más importante, se tomó las calles de D.C., ofreciéndole a la gente una forma concreta de protestar y un plan atrevido.
A pesar de todo este trabajo dedicado e importante, como escribimos este domingo por la noche (cuando los voluntarios en D.C. estaban en proceso de intentar rodear el Hotel Trump), está claro que la resistencia a la instalación de este régimen fascista —una resistencia dirigida a pararlo— tiene un largo camino por recorrer y un corto tiempo para hacerlo. Una y otra vez, las personas se sienten atraídas por esto, pero luego se tropieza con obstáculos entre sus conocidos y a veces se agotan o desalientan. Hay una presión para no hacer frente a los horrores reales de lo que este régimen significará para la humanidad y de ahí la necesidad de PARARLO, y una presión para buscar una forma de resistirse más débil y más fácil.
Las Preguntas Frecuentes publicadas por Refuse Fascism / Rechazar el Fascismo (en inglés aquí, y traducidas al español en www.revcom.us aquí) proveen respuestas a muchas de las preguntas que se han enfrentado y hay que utilizarlas vigorosamente. Las Preguntas Frecuentes se basan en el Llamamiento a la Acción y la Misión y Plan para explicar de modo convincente cómo esto podría suceder. En resumen, necesitamos la intersección de una erupción masiva desde abajo con conflictos concretos en la estructura de poder, conflictos provocados tanto por las diferencias reales sobre CÓMO manejar las intensas contradicciones que enfrentan en general ahora así como por cómo lidiar con millones de personas que exijan que no se permita que este régimen gobernar.
Lo anterior ES posible, en ambos aspectos. Las contradicciones en la estructura de poder de la sociedad han surgido de forma sin precedentes durante la semana pasada, al mismo tiempo que ha avanzado la máquina fascista de Trump y Pence. Una y otra vez, la cuestión de la legitimidad, o quién tiene el derecho de ejercer la fuerza armada del estado, se ha irrumpido en el debate público. Casi todos los días de la semana pasada esta frase estaba en boca de todos, y si bien Bernie Sanders puede desestimarla insincera y vergonzosamente como “sólo palabras”, en muchos aspectos la legitimidad es la palabra más importante en el diccionario en este momento. Esto se debe precisamente a que el fascismo es una solución muy radical a las profundas contradicciones sociales a las que se enfrenta la clase dirigente, una solución que conlleva todo tipo de riesgos — uno siendo el intento de conseguir que la gente acepte las nuevas “normas de legitimación” radicales y sumamente reaccionarias.3
Lo que falta en este momento es una cantidad suficiente de personas “desde abajo” — de la gente de todo sector de la sociedad, aquellos que entienden básicamente, en uno u otro nivel, la profundidad de la amenaza que enfrentamos y la necesidad de la acción radical y sin precedentes para detenerla. Eso y sólo eso permitiría que las cosas se combinen para realmente prevenirla.
Las Preguntas Frecuentes dan respuestas a muchas preguntas que han surgido, y hay que seguir utilizándolas. Pero aquí también debemos decir que, en particular, el temor —el temor al posible caos, en particular por parte de los defensores fascistas de Trump si se le negara la presidencia— no puede limitar nuestra imaginación o nuestras aspiraciones. Tampoco podemos permitir que nuble nuestra comprensión objetiva de la catástrofe que este régimen casi seguramente significará para cientos de millones de personas aquí y literalmente miles de millones alrededor del mundo. Esperar lo mejor frente a esto NO es una estrategia, al menos no es una estrategia para prevenirlo.
Claro, habrá resistencia y oposición de parte de los racistas y reaccionarios de hueso colorado que se han agrupado en el núcleo alrededor de Trump; pero ¿¡¿será más fácil lidiar con esto cuando estas mismas fuerzas tengan a su campeón en el poder, con los medios legales para desplegar las fuerzas armadas que ÉL va a mandar, con el sistema penal y jurídico que ÉL estará llenando con sus nombramientos, con la prensa volviéndose completamente servil (como vimos en avance en la rueda de prensa del miércoles 11 de enero), los derechos (incluidos los derechos de la ciudadanía) despojados de los que disienten y al mismo tiempo sometiéndolos a ciberataques, amenazas y violencia real, y lo que será la oposición legalmente permitida encogida de miedo y buscando las formas de “trabajar juntos”?!? La pregunta tanto exige ser planteada como da la respuesta sí misma. De hecho, será mucho más difícil, extremadamente más difícil. Mucho mejor hacer frente a estas fuerzas ahora cuando aún no tienen en las manos el poder del estado, en lugar de esperar un tiempo supuestamente mejor que con toda probabilidad nunca llegará... o, si y cuando llegue, ocurrirá solamente después de que el daño terrible ya haya sido hecho.
Consideremos de nuevo las grandes luchas de las décadas de 1950, 60 y 70 — ¿era fácil, en ese entonces, tomar medidas directas para enfrentarse al KKK, a las turbas y a los sheriffs que no tenían ningún remordimiento por entregar la brutalidad y la muerte a las personas que exigían los derechos básicos y la dignidad humana? Es fácil olvidar ahora que se le decía a la gente que “fuera despacio”, como cantó Nina Simone en una de sus grandes canciones (“Mississippi Goddam” [El maldito estado de Misisipí]). Pero Nina también cantó acerca de esa mentalidad de ir despacio: “esa es precisamente el problema”. No podemos ir despacio; no podemos dejar de mostrarnos a la altura que se requiere, aunque haya riesgos.
Si usted se deja reconocer la plena profundidad de la situación... si la entiende en su fuero interno, en cualquier nivel... TIENE que actuar a partir de esa comprensión.
La humanidad depende de ello.
1. Por ejemplo, Colin Powell —Secretario de Estado bajo George W. Bush— tenía una reputación de más “moderado” que el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld y otros nominados clave de Bush y Cheney. Bush aprovechó esa reputación cuando hizo que Powell testificara en la ONU que la posesión de “armas de destrucción masiva” por parte de Irak era “un hecho”. Por supuesto, no había hechos que respaldaran esto, como bien lo sabía Powell; pero la reputación de Powell dio su aserción más credibilidad de lo que habría tenido viniendo de los otros bushistas. [regresa]
2. CNN (junto con los otros “medios liberales” que Trump suele atacar con tanta fuerza en este momento) es un órgano de propaganda de la clase dominante, un punto profundamente arraigado por Bob Avakian en el discurso filmado ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS! Sin embargo, dentro del espectro de los principales medios de comunicación, están en el centro, sosteniendo por lo menos una pretensión de reportar historias objetivamente verificables. Mientras que (a menudo) imprimen falsedades totales, en el principal ellos emiten sus informes de maneras que aceptan el marco subyacente de entender el mundo que la clase dominante de este país promueve a través de su control de la educación, la cultura, los medios de comunicación, etc. Tomemos un ejemplo de la charla de BA, la CNN y otros comentaristas de la difusión general usan continuamente la frase “los buenos” al informar sobre las tropas estadounidenses en conflicto con otras fuerzas armadas. Esto no es un reporte objetivo, ya que el ejército estadounidense está lejos de ser los buenos en cualquiera de los conflictos en los que están involucrados (por ejemplo, Irak, donde los “buenos” han sido directamente responsables de la tortura literal y el asesinato de decenas de miles de iraquíes, el exilio de millones más y el hundimiento del país en una guerra civil religiosa que ha llevado aún más decenas de miles de vidas, por absolutamente ninguna razón más que el deseo de los Estados Unidos de aumentar su dominación y explotación del Medio Oriente, también, nota que “Mad Dog” Mattis, el nominado para el secretario de defensa que también obtuvo un pase libre en las audiencias de confirmación del Senado, a la altura de su apodo, dando así liderazgo general a la práctica de “redadas nocturnas” en que las tropas aterrorizarían a las familias iraquíes en medio de la noche, llevando a cabo caos y a menudo asesinato, bajo el pretexto de buscar terroristas). Así que no, no son “buenos”, y sí, los medios están sesgados (como muestra este ejemplo), pero no, esto no justifica a un fascista, o a cualquier otra persona, silenciando e intimidando a la prensa. [regresa]
3. Por el término de normas de legitimación, nos referimos a un consenso impuesto, pero en una medida aceptada, sobre cómo se debe ordenar la sociedad, qué derechos y deberes tienen las personas, etc. Con Trump estas “nuevas normas” incluirían la supresión total de la prensa y de la expresión política en general; el uso del poder estatal y los matones armados para silenciar la disidencia y perseguir a las personas consideradas “indeseables” (en este caso, los musulmanes, los inmigrantes en general, los negros, las mujeres, las personas LGBT y otros); la destrucción vertiginosa y totalmente desregulada y el saqueo del medio ambiente; y una política exterior más abiertamente guerrera, incluida una renovada y extremadamente peligrosa carrera armamentista nuclear. [regresa]
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