Trump ataca a los inmigrantes del Medio Oriente y del norte de África... La gente responde con lucha… ¡A LLEVARLA MÁS ALTO!
8 de febrero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
La última semana y media han presenciado un diluvio de lucha sumamente importante e inspiradora contra los esfuerzos del régimen de Trump y Pence de vedar la entrada de los inmigrantes musulmanes de siete países del Medio Oriente y del norte de África. En cuanto corrió la voz de la prohibición, miles de manifestantes se lanzaron a los aeropuertos, y al menos decenas de miles más han protestado toda la semana, de la Ciudad de Nueva York a Starksville, Misisipí, de Utah a Los Ángeles. Cientos de abogados ofrecieron sus servicios sin cobrar. Al cierre de esta edición, la orden de Trump ha sido suspendida por las cortes por ahora, pero su futuro dista mucho de ser cierto.
Una prohibición ultrajante
El viernes 27 de enero, Trump firmó una orden ejecutiva que impuso una prohibición selectiva a los inmigrantes de siete países de mayoría musulmana del Medio Oriente y del norte de África: Irán, Irak, Libia, Somalia, Siria y Yemen. Los pasajeros que ya estaban en pleno vuelo o se aterrizaron en Estados Unidos después de firmarse la orden fueron “detenidos”, mientras las autoridades se maniobraron para regresarlos a sus países de origen. Había residentes permanentes de Estados Unidos (con tarjeta verde o mica) y familias de refugiados cuya entrada fue aprobada tras años de investigación de antecedentes. Contaban con visas válidas. Incluso prohibieron la entrada a un niño de cinco años que separaron de su madre, una paciente de cáncer de mama etapa IV. Aparte de los detenidos en los aeropuertos estadounidenses, los medios de comunicación identificaron a 90.000 personas afectadas directamente — varadas mientras estaban de visita en sus países de origen o rechazadas en aeropuertos por todo el mundo.
La prohibición singulariza específicamente a los musulmanes. Un asesor cercano de Trump, Rudy Giuliani, le dijo al “Noticiero” FOX: “Les contaré toda la historia del asunto: Cuando por primera vez Trump lo anunció, dijo ‘prohibición a los musulmanes’”. Y después, “me llamó y me dijo, ‘Forma una comisión, demuéstrame la manera correcta de hacerlo bajo la ley’”. La prohibición estableció un trato preferencial para los refugiados solicitantes de asilo que se identifican con “religiones minoritarias” en su país de origen. Visto que todos los países afectados son de mayoría musulmana, dichas minorías se tratan de los cristianos. Por si acaso quedara una duda sobre la intención de la disposición, Trump le dijo a la Christian Broadcast News que era para priorizar a los solicitantes de asilo “cristianos” por encima de los “musulmanes”.
La orden ejecutiva de Trump también prohíbe la entrada a Estados Unidos durante 120 días a todos los refugiados de todas partes del mundo, y prohíbe a los de Siria por un tiempo indefinido. Muchos de esos refugiados provienen del Medio Oriente y de los países de mayoría musulmana que han estado sometidos a una horrible agresión militar estadounidense que ha durado décadas y de hecho continúa en este mismo momento; de rutina las tropas yanquis y sus aliados matan a familias enteras, y de hecho esta situación ha obligado a millones de personas a huir a fin de salvarse. Además, el capital imperialista estadounidense ha explotado salvajemente a estos países y ha devastado sus economías y sociedades. Esa situación, por su parte, ha engendrado un número relativamente pequeño de personas quienes apoyan al yihadismo islámico fundamentalista —una ideología completamente reaccionaria y un movimiento cruel— y ahora decenas de millones de personas se encuentran atrapadas entre estas dos fuerzas reaccionarias, lo que ha hecho que su vida sea aún más insoportable.
La crisis política
Los inmigrantes están entrelazados en la economía y tejido de la sociedad estadounidense. Una de cada tres personas en la Ciudad de Nueva York es un inmigrante. Los inmigrantes juegan un papel crítico en la economía estadounidense: de los obreros sobreexplotados en la construcción, la agricultura y los servicios, a los profesionales con formación académica superior, como en la medicina (más del 25 por ciento de todos los doctores en Estados Unidos son originarios de otros países) e ingenieros de alta tecnología.
Una parte de la oposición expresada en el movimiento contra la prohibición surge de compañías e instituciones en muchas esferas —tecnología, academia, medicina e investigación médica, por ejemplo— que se apoyan en los profesionales de muchas otras partes del mundo y que creen que las medidas de Trump concretamente perjudican su capacidad de competir y sobrevivir. Ellas tratan de unirse contra Trump en lo que respecta a esas medidas. También ha surgido una indignación “desde abajo”, entre las personas que trabajan en esas profesiones y comunidades. La gente joven, que ha crecido entre compañeros de trabajo y amigos de todas partes del mundo, se enfurecen al ver que los satanicen y los ataquen tan feo. No están dispuestos a permitirlo.
Unos sectores de la clase dominante, principal pero no solamente los demócratas, temen profundamente las posibles repercusiones sociales, políticas y económicas de la embestida estilo “corta y quema” de Trump contra todos los inmigrantes y quieren moderarla. Además, argumentan que permitir la entrada a un número (relativamente minúsculo) de refugiados contribuirá a proyectar a Estados Unidos como un “defensor de derechos humanos” en el mundo.
El régimen de Trump propone transformar radicalmente el estatus quo en el mundo, y en Estados Unidos, y rehacer la sociedad como una sociedad fascista. Sataniza y amenaza a todas las personas de la fe musulmana. Jura con regresar forzosamente a la mujer a la posición de ser un apéndice al servicio del hombre. Amenaza con aplastar a los jóvenes negros, latinos y de otro color. Ha declarado que separará a muchos millones de familias inmigrantes, de México, Latinoamérica y del mundo entero. Ya está actuando para acallar con mano dura a toda oposición, incluso al interior de la clase dominante, y para reprimir brutalmente toda resistencia de masas. Está dispuesto a ir al borde —y quizás ir más allá del borde— de una guerra nuclear y la destrucción ambiental como parte de lo anterior. Forjar una base social para todo eso requiere traficar con los temores, el racismo arraigado y el chovinismo estadounidense de sectores de la población. La prohibición migratoria cuadra con esa meta.
A medida que la gente se ponía de pie en contra de la prohibición y a medida que los abogados trababan batalla en las cortes, las cortes por su parte frenaron al régimen de Trump y Pence. Al cierre de esta edición, por el momento sigue en vigor la suspensión de la orden.
Se necesita: Un movimiento INCONDICIONAL contra todo el programa
Desde los primeros días del movimiento, ha existido una contradicción entre la furia de la gente en las calles y los esfuerzos de los políticos demócratas para ponerse a la cabeza de todo eso y dirigirlo de regreso a los confines del sistema. Se hace en dos sentidos. Primero, el programa político de los demócratas es el de dirigir a la gente a fortalecer los “controles y contrapesos” del sistema. Quieren que las manifestaciones sean muy moderadas —por eso hay una desconexión tan grande entre la furia de la multitud y los discursos de esos políticos— y quieren canalizar los esfuerzos de la gente hacia el apoyo a los alcaldes locales, presiones sobre el poder judicial, etc.
Segundo, los demócratas promueven la noción de que el “verdadero Estados Unidos” es un refugio para los inmigrantes. En realidad, como comprueba claramente el artículo acompañante, Estados Unidos (es decir, el capitalismo-imperialismo estadounidense) siempre ha explotado y ha utilizado a los inmigrantes para apuntalar su sistema, con frecuencia los ha sumido en condiciones verdaderamente horrendas. Estas fuerzas buscan, como mucho, algún tipo de arreglo en que el programa esencial del régimen de Trump salga adelante pero con ciertas escapatorias y el relajamiento de ciertos elementos. (Lea “¿Una nación de inmigrantes? ¡Hágannos el favor! Estados Unidos: “Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres, vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad…” para explotarlas hasta el último suspiro”.)
Mientras tanto, los fascistas de Trump y Pence no tienen la intención de retroceder en ningún aspecto. Tratan de intimidar al poder judicial y de meter en cintura a los republicanos titubeantes y amenazan a los alcaldes de ciudades importantes, aunque las supuestas ciudades santuario en realidad NO ofrecen nada parecido al santuario.
Por medio de los programas radiales con llamadas del público, los noticieros Breitbart y FOX y otros medios de comunicación, azuzan a sus secuaces leales e intolerantes para que apoyen todo lo anterior. Eso sin mencionar los tuits de agitación directa por parte del mismo Trump. Si se salgan con la suya con el presente paso, el siguiente paso bien podría ser el registro de todos los musulmanes y otras formas extraordinarias de vigilancia. El que dude de la posibilidad de campos de concentración debe acordarse de los comentarios de Trump durante su campaña, como cuando le preguntaron sobre las medidas que aplicaron durante la Segunda Guerra Mundial bajo las cuales que registraron y después internaron en campos de concentración a los japonés-estadounidenses de primera y segunda generación durante casi cuatro años. Cuando George Stephanopoulos del Noticiero ABC le preguntó específicamente sobre las proclamaciones que condujeron al establecimiento de los campos, Trump respondió: “No quiero reintroducirlo, George, para nada. No me gusta hacerlo, para nada. Es una medida temporal hasta que nuestros representantes —muchos de los cuales son extremadamente incompetentes— nuestros representantes puedan averiguar qué es lo que está pasando”.
Lo que se necesita son dos cosas: primero, en la lucha inmediata, las personas deben continuar intensificando lo que es y ha sido una lucha sumamente importante y batallar por ganarla. Deben continuar y crecer las manifestaciones y acciones de muchos diferentes tipos, que crezcan en tamaño, que van de talleres informativos y vigilias, a la defensa a los individuos contra los esfuerzos ilegítimos de los organismos del orden público de detenerlos en redadas y expulsarlos, a poderosas expresiones de furia de las masas. Si las cortes cambiaran de opinión y emitieran determinaciones a favor de Trump y Pence, un número al menos diez veces mayor de personas debería lanzarse a las calles, y negarse a abandonar las calles, paralizar las actividades de costumbre y desafiar la operación de todo el sistema, y es necesario que la resistencia se extienda a cada oficina, fábrica y escuela en Estados Unidos.
Sin embargo, lo que confrontamos en este momento es más grande que una serie de terribles ataques en diferentes frentes. A fin de cuentas, en solamente las últimas dos semanas, el régimen de Trump y Pence ha lanzado ataques a toda una gama de personas y temas — contra México y los inmigrantes mexicanos, contra las regulaciones ambientales y las luchas para salvar el medio ambiente, contra los pueblos indígenas, contra el sistema de educación pública, contra las mujeres y las personas LGBT (al designar a un reaccionario para la Suprema Corte)… y la lista sigue y sigue. ES TODO UN PAQUETE: un intento, por medio de maniobras implacables, unas tras otras, de reordenar radicalmente la sociedad en la forma del fascismo. Si solamente luchamos contra estas maniobras implacables una por una, aunque ganáramos una que otra victoria, la trayectoria general irá rumbo al horror. Imagínenlo: este régimen no solamente está consolidando de manera forzosa a un Estados Unidos abiertamente supremacista blanco, en el que los que no son blancos no tengan virtualmente NINGÚN derecho y muchos estén confinados en prisiones o campos, de una manera u otra… sino también está amenazando a otros países. Después de todo, se sabe que el líder pervertido del régimen le preguntó a la CIA en las reuniones informativas, “si tenemos armas nucleares, ¿por qué no podemos usarlas?”. El mayor peligro ante nosotros en este momento es el de subestimar el peligro que este régimen representa a raja tabla, no sólo para Estados Unidos sino para el mundo entero y, de hecho, para el futuro de la humanidad y del medio ambiente.
De ahí surge la segunda, y aún mayor, necesidad: un movimiento que diga, ¡NO!, al paquete entero, que exija la DESTITUCIÓN inmediata de este régimen fascista cruel y extraordinariamente peligroso. Es necesario que se propague la posición encarnada en la consigna, “En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista”. La sencilla demanda expresada en los afiches y calcomanías que dicen, “¡NO!”, tiene que aparecer en todas partes. Es necesario propagar la realidad y el análisis de lo que este régimen concretamente representa y pretende hacer. Urge que crezca de manera exponencial la determinación de destituirlo lo antes posible, en los próximos meses antes de que se haya consolidado plenamente y haya eliminado la oposición. Hace falta discusión al interior de este movimiento sobre cómo hacerlo y que se adentre aún más en de dónde surgió este régimen y qué hacer para dejar atrás concretamente el tipo de sociedad en la que siempre hay peligro de esto y en la que, incluso en los “mejores de los tiempos”, explotan y pisotean y oprimen a la gente, y los pocos derechos con los que sí cuentan se ejecutan en el contexto en que a) dichos derechos son débiles y están subordinados a la dictadura real de los que gobiernan la sociedad y están condicionados por dicha dictadura, y b) podemos encontrarnos en una situación en la que incluso pueden arrebatar semejantes derechos.
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