El linchamiento: un deporte típicamente estadounidense
19 de febrero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
De un(a) lector(a):
Una efigie de un hombre mexicano ahorcado se ha colgado continuamente de un balcón de segundo piso en la calle principal, en el centro de su plaza pública, de Placerville (o sea, Ciudad de Linchamientos), California — una ciudad que es una parada turística preferida entre Sacramento y el lago Tahoe. La efigie ahorcada refleja la historia del estado de California, donde se lincharon a al menos 163 mexicanos entre los años de 1848 y 1860 por sí solos.
En el otoño de 1871 tuvo lugar el mayor linchamiento en masa en la historia de Estados Unidos: entre 17 y 20 chinos (algunos informes dicen que incluía a niños) fueron sistemáticamente torturados y linchados por una turba de 500 blancos (500 siendo más del 10% de la población de Los Ángeles en ese entonces). En la turba estaban miembros de las clases altas y las fuerzas del orden. Este incidente se encubrió por más de 140 años.
En las últimas décadas en Estados Unidos apenas se ha comenzado a excavar y sacar a la luz la historia del linchamiento de afroamericanos en la literatura popular y la conciencia de masas, con libros como Without Sanctuary [Sin santuario] (2000), y la Equal Justice Initiative (EJI) [la Iniciativa de Igualdad de Justicia] (2015), un informe trascendental sobre el linchamiento. Pero el grueso de este crimen estadounidense todavía está oculto y enterrado junto con sus miles y miles de víctimas en el sur — tanto el Sur (la región sureste de Estados Unidos) como los otros estados al sur de la frontera canadiense.
El informe de la EJI “Lynching in America: Confronting the Legacy of Racial Terror” [El linchamiento en Estados Unidos: Afrontar el legado de terror racial] logró documentar más de 4.000 asesinatos de negros a manos de turbas entre 1877 y 1950 en sólo 12 estados del Sur, lo que constituye sólo una fracción de las personas brutalmente asesinadas dado que muchos, tal vez la mayoría, de los asesinatos pasaron sin ser reportados o fueron encubiertos.
Como Bob Avakian trata de modo visceral en su charla Revolución: por qué es necesario, por qué es posible qué es, en el capítulo “postales del ahorcamiento”, estas acciones violentas y depravadas eran eventos públicos, a menudo celebraciones de masas anunciadas con anticipación. Los funcionarios federales, estatales y locales y las fuerzas del orden los toleraban y a menudo los alentaban si es que no participaban ellos mismos. La mayoría de las veces, no condenaron o encarcelaron a nadie por el linchamiento, aun si arrestaron a alguien y lo juzgaron ante un tribunal.
El libro de 2015 de los historiadores Cleve Webb y William Carrigan, Forgotten Dead: Mob Violence Against Mexicans in the United States 1848-1928 [Los muertos olvidados: La violencia a manos de turbas contra los mexicanos en Estados Unidos 1848 a 1928] documenta por primera vez este aspecto poco conocido del grado en que el linchamiento ha sido un elemento esencial de la cultura nacional de la historia de Estados Unidos, con el objetivo de aterrorizar segmentos enteros de su población.
Es relevante para el despliegue del programa fascista del régimen de Trump, azuzando una histeria de la turba de linchamiento con sus mítines al estilo Nuremberg y ahora sus órdenes ejecutivas. Webb y Carrigan observan en una pieza en el New York Times (20/2/15) “When Americans Lynched Mexicans” [Cuando estadounidenses linchaban a mexicanos] que en los 60 años que siguieron la invasión estadounidense de México en 1846 que se apoderó de más del 55% de la tierra de México, las turbas asesinaron a incalculables miles de mexicanos, aunque los autores sólo lograron documentar definitiva y cabalmente menos de 600 de estos debido a la falta de cuentas históricas precisas y detalladas.
Algunos de los incidentes asquerosos documentados en su artículo en el New York Times:
» 5 de julio de 1851, una multitud de 2.000 personas en Downieville, California observó el linchamiento extralegal de una mujer mexicana [embarazada]...
» 3 de noviembre de 1910, una turba arrebató a un mexicano de 20 años de edad... en Rock Springs, Texas... lo ató a un árbol de mezquite, lo empapó con queroseno y lo quemó vivo... miles de personas asistieron para presenciar el evento...
» 28 de enero de 1918, una banda de Texas Rangers [policía estatal] y ganaderos de Texas acorraló a casi dos docenas de hombres [mexicanos], registraron sus casas, e hicieron marchar a 15 de ellos a un risco rocoso cerca del pueblo y los ejecutaron.
El sitio web de California’s Forgotten Lynchings incluye una observación perspicaz de que “[d]ada la aprobación y gusto local por el espectáculo asesino, es claro que el linchamiento no era sólo una cuestión del Sureste de Estados Unidos, sino más bien era un rasgo nacional profundamente arraigado.... Para contexto, la guerra entre México y Estados Unidos se libró [por] el ideal del Destino Manifiesto, es decir, la creencia de que Dios dio a Estados Unidos el derecho de hacerse cargo de todo el continente.... El presidente James Polk… declaró la guerra, diciendo ‘[Mexico] ha invadido nuestro territorio y derramó la sangre estadunidense sobre el suelo estadunidense’”. Los autores también señalan que “A los mexicanos con cesiones de terrenos de larga data les expulsaron de sus concesiones y los dijeron perros mestizos y bandidos...”.
Trump demuestra a la perfección la sonrisa maliciosa y el pavoneo del jefe puro estadounidense de una turba de linchamiento.
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