La vida en un estado de terror: Millones de personas en la mira de la guerra contra los inmigrantes del régimen Trump y Pence
26 de febrero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Una detención durante una redada de ICE en Los Ángeles, 7 de febrero.
(Foto: Charles Reed/Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos vía AP)
Bob Avakian, "¿Por qué viene gente de todo el mundo?"
Ante la orden ejecutiva de Trump que pide atizar la represión contra todos los inmigrantes indocumentados y los memorandos del general John Kelly, director del Departamento de Seguridad de la Patria, que esbozan pasos específicos para lo que Trump llama una “operación militar”, millones de inmigrantes están viviendo en constante terror e incertidumbre. En estas últimas semanas, cientos han caído en redadas de ICE (el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas).
Trump dice que arremete contra los “muchachos malos”, entre quienes está Guadalupe García de Rayos, quien fue detenido por ICE en Arizona cuando se presentó a una cita de rutina e inmediatamente fue deportado. Así como Daniel Ramírez Medina en Seattle, que se identificó con su permiso de trabajo, para el cual califica bajo el programa DACA, solo para ser detenido y trasladado a un centro de detención en Tacoma, Washington. O el caso de la mujer transgénica en El Paso, Texas, que fue detenida por ICE adentro de un juzgado a donde había acudido para obtener una orden de protección contra la violencia doméstica. (Vea “Las redadas del ICE de Trump comunican el mensaje: Todos los inmigrantes indocumentados están en peligro en sus miras”.)
De repente, todo ha cambiado para los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Ya no se puede confiar en que si no se les había acusado de ningún delito grave, están relativamente seguro de no ser deportado. Ahora tienen que confrontar como sobrevivir en un país que los ha declarado “criminales” e “indeseados”. En un país que ha hecho crimen el simple hecho de que están aquí, bajo el gobierno de un régimen que ha dejado en claro que los va a cazar y echar con sus “fuerzas de deportaciones”. Recién se empiezan a conocer los relatos de lo que les está pasando a estas personas, y pintan un retrato del terror que viven los indocumentados bajo el régimen fascista de Trump y Pence.
“Los niños están traumatizados por esto”
Un reciente informe del canal de televisión KTLA de Los Ángeles, California, incluyó entrevistas a personas indocumentadas en diferentes partes del país. Algunas de esas personas ya no contestan la puerta. Otras tienen sabanas amarradas para salir por una ventana. Muchas no permiten que sus hijos vayan a visitar vecinos o a la biblioteca después de la escuela. Por todo el país maestros informan que hay padres que, por el temor, no dejan que sus hijos vayan a la escuela. (“Immigration Arrests Sparking Fear Among Immigrant Communities Nationwide”)
Esta es la realidad: estamos viviendo en un país en el que todo un sector de la población de repente ha sido declarado criminal. No podemos mantener nuestra propia humanidad si no luchamos por la humanidad de estos millones que están bajo ataque hoy mismo. ¡Nos negamos a aceptar a un Estados Unidos fascista!
Protesta en el Día Sin Inmigrantes, Austin, Texas, 16 de febrero.
Protesta en el Día Sin Inmigrantes, San Francisco, 16 de febrero.
Protesta en el Día Sin Inmigrantes, Washington, D.C., 16 de febrero.
Fotos: AP
Después de una reunión de cerca de 100 maestros que se reunieron en Austin, Texas, para dialogar sobre cómo hablar con los niños sobre las redadas, alguien dijo, en resumen: “Está claro que los niños están traumatizados por esto. Los jóvenes con quienes he hablado viven con el temor de que el gobierno viene por ellos o por sus padres. ¿Adónde van?”.
Cesar Vargas, uno de los primeros inmigrantes indocumentados de Nueva York que prestó juramento como licenciado, le dijo a KTLA: “Hay personas con quienes trabajo que en realidad quieren borrarse. De ninguna manera quiere salir en público. Pasan menos tiempo afuera. Van al trabajo y después regresen directamente a la casa. Han dejado de comunicarse por Facebook. Se auto-limitan ellos mismos con toques de queda”. Otra persona indocumentada que vive en Brooklyn, Nueva York con su pareja e hijos de 3 y 8 años, dijo: “La gente no sale para tomar un café, o para cenar o llevar a sus hijos a la biblioteca. Uno no sabe cuándo será la próxima redada. Vas al trabajo. Regresas al hogar”. Y agregó: “Camino mirando a mi alrededor. No es solo ICE, sino la policía también. ¿Qué tal si te detienen para hacerte preguntas?”. Un trabajador de construcción que trabajó en las operaciones de reconstrucción en Queens y Staten Island tras la súper-tormenta Sandy en el 2012, dijo: “Nosotros estuvimos entre los primeros en responder ante la catástrofe. Reconstruimos viviendas, y hasta hoy los propietarios nos siguen contratando”. Pero ahora lo que encuentra de algunos es: “Sí, yo sé, nos ayudó a reconstruir nuestra vivienda, pero ya no lo ocupamos y debe regresarse a México”.
“Nos podrían estar esperando en cualquier parte. En cualquier esquina, en cualquier manzana”
Un artículo del New York Times describe cómo una salvadoreña que huyó El Salvador hace 12 años, “se ha impuesto auto-arresto domiciliario, ha dejado de conducir, tiene temor de salir del hogar, pensando en cómo va llevar a su hijo menor, que tiene autismo, a las citas con el médico”. Dijo: “No quiero ir a la tienda, ni a la iglesia — están mirando en todas partes, saben dónde encontrarnos. Nos podrían estar esperando en cualquier parte. En cualquier esquina, en cualquier manzana”. (“Immigrants Hide, Fearing Capture on ‘Any Corner’”)
Todos los días, padres e hijos se llaman por teléfono a lo largo del día, para asegurarse de que todo está bien. Todos se están preparando para lo peor, poniéndose de acuerdo con conocidos que podrían ser tutores de sus hijos si de repente les deportan, así como enseñar a los hijos cómo comunicarse con los tutores y otros contactos de emergencia.
11 millones de personas están viviendo como “fugitivos”
Esta es la realidad: estamos viviendo en un país en el que todo un sector de la población de repente ha sido declarado criminal. Once millones —padres, madres, hijos, abuelos, amigos, compañeros de trabajo, y colegas— todos ahora tienen que vivir como si fueran “fugitivos”. Se les ha dicho que tienen que entregarse a las autoridades o esperara que les capturen. Les están obligando a irse del país donde han vivido muchos años, tal vez la vida entera, para ser mandados a un país desconocido o del cual tuvieron que fugarse.
No podemos mantener nuestra propia humanidad si no luchamos por la humanidad de estos millones que están bajo ataque hoy mismo. ¡Nos negamos a aceptar a un Estados Unidos fascista!
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