Los ataques antisemitas se propagan en el clima tóxico del régimen Trump y Pence

12 de marzo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

En las últimas siete semanas, se ha crecido una alarmante ola de amenazas y ataques contra instituciones judías en Estados Unidos. En 45 días hubo 90 amenazas de bomba, la mayoría contra centros comunitarios judíos, pero más recientemente también contra escuelas judías, forzando evacuaciones y registros de los edificios, y se difunde un temor primordial entre la gente judía por ellos y sus hijos.

A menudo, la amenaza se transmite por una voz distorsionada por computadora — la voz del Pato Donald pero evocando el horror del Holocausto nazi durante la Segunda Guerra Mundial, cuando demonizaron, encarcelaron, torturaron y luego asesinaron a millones de judíos. A veces la voz dice algo como: “En poco tiempo, se mascará a un gran número de judíos”.

Además, se han producido numerosos incidentes en los que se dibujan suásticas nazis y otros grafitis racistas y antisemitas en el muro de instituciones judías o en comunidades principalmente judías. Y recientemente hubo profanaciones a gran escala de cementerios judíos en San Luis, Filadelfia y Rochester en los que derribaron cientos de lápidas.

Hasta el momento, esta ola de ataques no ha resultado en lesiones o muertes (aunque hay que señalar que en los últimos años ha habido ataques contra centros judíos en los que resultaron heridos o muertos). Pero estos ataques contra el pueblo judío aterrorizan a las comunidades judías y envalentonan a las fuerzas fascistas que tienen un programa concreto de destruir o expulsar a sectores del pueblo que consideran “impuros”, “criminales”, etc.

Trump se niega a condenar el antisemitismo

Trump ha hecho todo lo posible para evitar hablar en contra de estos ataques específicos o para oponerse al antisemitismo. Incluso en el Día Internacional del Recuerdo del Holocausto (27 de enero de 2017, cuando esta ola de ataques estaba en marcha), la declaración oficial de Trump habló genéricamente sobre el Holocausto. Se refirió al “horror infligido a la gente inocente”, pero no mencionó a los judíos que eran los principales blancos y víctimas del Holocausto.

En la conferencia de prensa de Trump del 16 de febrero, un reportero de un grupo mediático en línea trató de preguntarle a Trump qué piensa hacer respecto a las amenazas contra los centros judíos. Trump lo atacó, diciendo que la pregunta era “repulsiva” y que el reportero había “mentido”, y le dijo que se sentara. Y Trump se declaró “la persona menos antisemita que ustedes hayan visto en toda su vida”.

En medio de la creciente indignación por los ataques y la negativa de Trump a condenarlos, abrió su discurso ante una sesión conjunta del Congreso el 28 de febrero diciendo: “Las recientes amenazas contra los centros comunitarios judíos y el vandalismo de los cementerios judíos, así como los disparos en Kansas City de la semana pasada, nos recuerdan que si bien podemos ser una nación dividida en cuestión de la política, somos un país que está unido en condenar el odio y el mal en todas sus formas feísimas”.

Con “los disparos en Kansas City de la semana pasada”, Trump se refería al asesinato de Srinivas Kuchibhotla cerca de Kansas City. Aquí Trump —quien ha incitado a todo tipo de odio racista, xenófobo, misógino— sólo condenó “el odio” y “el mal”. No condenó el racismo blanco xenófobo expresado por el asesino que gritó, “Fuera de mi país” justo antes de asesinar a Kuchibhotla. Amigos y familiares de los dos hombres han denunciado repetidamente a Trump por crear un ambiente que resultó en este ataque.

Tampoco Trump condenó explícitamente el antisemitismo propiamente. Es poco probable que fuera un error, dado que Trump no mencionó la gente judía en una declaración del Día del Recuerdo del Holocausto, y el furor que siguió. A decir de todos, el discurso de Trump en la sesión conjunta del Congreso fue escrito cuidadosamente y leído mediante un teleprompter, lo que hace que la omisión de cualquier mención del antisemitismo sea aún más significativa.

El antisemitismo: parte del paquete fascista Trump y Pence

Al tratar de captar por qué sucede esto —y qué hacer al respecto— debemos basarnos en la realidad básica de que la inauguración de Donald Trump fue la llegada al poder de un régimen fascista. Como decimos en “¿Qué ES el fascismo?”, “El fascismo es cuando la clase burguesa (capitalista-imperialista) ejerza una dictadura abierta, la que gobierna por medio del uso del abierto terror y la violencia, pisotea lo que se supone son derechos civiles y legales, utiliza el poder del estado y moviliza a grupos organizados de golpeadores fanáticos para cometer atrocidades contra las masas populares, particularmente contra los grupos de personas que identifica como ‘enemigos’, ‘indeseables’ o ‘peligros para la sociedad’”.

Históricamente, el antisemitismo ha estado profundamente entretejido en la ideología fascista, que ve al pueblo judío como una élite cosmopolita, desarraigada de nación alguna, tratando de dominar el mundo mediante la manipulación de las finanzas internacionales. Y el antisemitismo se conecta firmemente con el nacionalismo fascista de Steve Bannon, el “estratega principal” de Trump. (Para la historia, y la refutación, de las mentiras, mitos y prejuicios detrás del antisemitismo, y a cuyos intereses han servido históricamente, véase “Revolución responde a la pregunta sobre la naturaleza del Holocausto”).

Por lo general, las figuras del régimen no expresan esta locura antisemita abiertamente. Pero que la promuevan, y entrenan y animan a la gente con esta perspectiva venenosa. Un ejemplo destacado: Justo antes de las elecciones, Trump publicó un anuncio televisivo que atacó lo que dijo que eran “aquellos que controlan las palancas del poder en Washington... intereses especiales mundiales... [que] se asocian con estas personas que no tienen en mente su bienestar”. El anuncio los atacó por ser “responsables de las decisiones económicas que han robado a nuestra clase obrera, despojado a nuestro país de su riqueza...”. Incluyó imágenes del multimillonario George Soros, un magnate judío de fondos de cobertura; Janet Yellen, presidenta judía de la Reserva Federal; y el CEO judío de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein.

Además, el régimen de Trump tiene fuertes vínculos con toda una cloaca de fuerzas abiertamente antisemitas. Steve Bannon se ha jactado de hacer de su Breitbart News Service “la plataforma para la derecha alternativa”. La derecha alternativa es un movimiento racista, supremacista blanco, misógino con un fuerte núcleo neonazi. Richard Spencer, una de las figuras más importantes de la derecha alternativa, celebró la elección de Trump en un mitin marcado por alusiones aduladoras a la Alemania nazi y terminó con personas dando el saludo nazi de brazo extendido “Sieg Heil” y gritando “Heil Trump, Heil la victoria”. Y Bannon se responsabiliza de hacer que estos nazis entren en la corriente principal de la política estadounidense.

Estos crecientes ataques antisemitas son otra clara señal de la fea y peligrosa dirección en que este régimen está llevando la sociedad — rápidamente— y de la urgente necesidad de expulsarlo antes de que tenga éxito.

 

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