Los super-depredadores Trump y Pence aceleran el peligro del cambio climático
Necesitamos expulsar al régimen fascista...
Y ADEMÁS necesitamos un mundo completamente diferente
1° de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
El peligro de un desastre ambiental global debido al cambio climático se ha hecho cada vez más claro en los últimos años. Y entonces llegó el régimen de Trump y Pence que en sus primeros 100 días ha puesto a toda marcha el rumbo hacia una catástrofe ambiental.
El cambio climático ya tiene un impacto devastador en el mundo natural y en la vida humana. El hielo y los glaciares árticos están derritiendo a un ritmo acelerado, contribuyendo al aumento del nivel del mar. Los arrecifes de coral, hogar de una increíble variedad de vida marina, se están muriendo. El tiempo extremo —altas temperaturas récord, sequías más prolongadas, tormentas más fuertes— están forzando a decenas de millones de personas a salir de sus hogares y convertirse en “refugiados climáticos”.
Existe un consenso abrumador entre los científicos del mundo, el resultado de décadas de investigación cuidadosa, de que el cambio climático causado por la actividad humana es real, y que el aumento de los niveles de gases de efecto invernadero (como dióxido de carbono) en la atmósfera producido por la quema de combustibles fósiles causa el aumento de las temperaturas mundiales, que a su vez tiene toda clase de efectos que amenazan la vida en la Tierra. Una emergencia ambiental se cierne sobre la humanidad y el planeta.
En esta situación, un régimen compuesto por tipos que niegan los efectos del cambio climático y lunáticos anticientíficos ahora encabeza la principal potencia económica y militar del mundo, con un líder, Trump, que ha calificado de “engaño” el cambio climático. Si bien respaldan la ciencia y la tecnología que sirven a su agenda de “Estados Unidos Primero”, socavan la ciencia en áreas críticas como la salud pública y el cambio climático efectuando enormes recortes de fondos y cacerías de brujas contra los científicos. Temerosos de que las acciones de Trump y Pence resulten en la pérdida de los datos científicos para el conocimiento humano, los científicos y otros frenéticamente tratan de preservar esos datos.
Trump firmó una orden ejecutiva el 28 de marzo que comienza a eliminar las medidas mezquinas que Estados Unidos ya había adoptado para limitar la emisión de gases de efecto invernadero. Su orden exigió que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) esencialmente destripara el Plan de Energía Limpia de Obama, que prometió reducir un poco las emisiones de gases de efecto invernadero. La orden de Trump también hace que tierras públicas estén disponibles para la minería de carbón; y elimine regulaciones que limitan las emisiones de las centrales eléctricas a carbón, normas que limitan las emisiones de metano (otro gas clave de efecto invernadero) y otras protecciones ambientales.
Si los fascistas del régimen de Trump y Pence logran consolidar su control del poder, será una pesadilla para la humanidad. Hay que negarles la oportunidad de causar por años el daño irreversible al planeta y la vida. Hay que detener y expulsar del poder a este régimen de super-depredadores, tan pronto como sea posible.
Trump aún no ha retirado oficialmente a Estados Unidos del acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático. Pero las acciones iniciales de Trump en relación al medio ambiente ya han dejado claro que su régimen no tiene ninguna intención de cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de los acuerdos de París, por inadecuados que fueran esos objetivos, lo que puede causar que otros países, temerosos de que los capitalistas estadounidenses obtengan una ventaja competitiva, asimismo abandonen el tratado de París, con el resultado de que aún más gases de efecto invernadero entren a la atmósfera.
Echemos un vistazo al acuerdo de París, supuestamente el logro supremo de Estados Unidos y las otras potencias que “encabezan” la lucha contra el cambio climático. Las fuerzas dominantes detrás de ese tratado dijeron abiertamente que ni siquiera pretendían adoptar medidas que impedirían que las temperaturas globales subieran más de 2 grados centígrados — lo que según los climatólogos es necesario para evitar que el medioambiente global caiga en un desastre. Aunque todos los países cumplieran con los objetivos voluntarios de recortes en los gases de efecto invernadero —lo cual es muy improbable— todavía se realizarían incrementos inaceptables de la temperatura global. El acuerdo ni siquiera menciona a las fuerzas armadas estadounidenses, la mayor institución emisora de gases de efecto invernadero en el mundo.
Esto sólo toca la superficie de por qué los acuerdos de París —aunque se efectuaran sus medidas plenamente— sólo podrían frenar un poco la llegada de la catástrofe ambiental, en el mejor de los casos. No hace lo que se necesita urgentemente para hacer frente a la amenaza del cambio climático de una manera concreta.
Hay que expulsar al régimen de Trump y Pence antes de que haga aún más daño. La realidad es que Trump es una concentración extrema de un sistema —el sistema del capitalismo-imperialismo— que ya estaba llevando el mundo hacia el desastre ambiental desde antes de que llegara Trump. La solución no es “volver” al acuerdo de París y a un capitalismo-imperialismo supuestamente más “sensato” y “cuerdo”. Bajo este sistema, no se puede hacer nada a menos que, en última instancia, genere ganancias. Es un sistema en el que diferentes capitalistas y bloques de capitalistas compiten entre sí bajo el despiadado mandamiento de “expandirse o morir”, obligándolos a explotar el medio ambiente con rapacidad sin tener en cuenta las consecuencias para la humanidad y los ecosistemas, la compleja red de vida del planeta.
Lo que se necesita es una revolución concreta que arranque de raíz y elimine el presente sistema. Una revolución que dé lugar a un sistema económico y político completamente nuevo, con un estado que tenga una orientación y un ethos completamente diferentes a los que existen en el sistema actual, inclusive en relación con el medio ambiente. De hecho, ya existe un plan para una sociedad así: la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, escrita por Bob Avakian. Invitamos a todos los que se angustien por el estado del mundo y busquen soluciones concretas a los horrores y peligros que enfrenta la humanidad a que le entren a esta visión inspiradora —y viable— de un mundo completamente diferente que es posible.
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