Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:

Australia: una guerra contra los refugiados

20 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Unos niños refugiados participantes en una protesta en marzo de 2015 contra su reubicación en Nauru y contra las condiciones de vida en la isla. Foto: Amnistía Internacional

 

Según Amnistía Internacional, los refugiados trasladados inicialmente a Nauru pasaron un año o más albergados en hacinadas carpas de vinilo en un centro de detención llamado “Centro Regional de Procesamiento”, con una temperatura interior que con frecuencia alcanzaba de 45 a 50ºC, además de lluvias torrenciales y anegaciones. Foto: Amnistía Internacional.

 

Nuevos albergues en el centro de detención de Nauru. Foto: ONU

8 de mayo de 2017. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. “Aquí la gente no tiene una vida real. Solo sobrevivimos. Somos almas muertas en cuerpos vivientes. Somos como cascarones vacíos. Ya no tenemos esperanza o motivación”.

Esto es lo que lo una refugiada le dijo a un investigador de Amnistía Internacional sobre la vida en Nauru. Solicitaba asilo en Australia, pero fue transferida por la fuerza a esta pequeña isla del Pacífico y retenida allí. No solo hacía una poética declaración. Hablaba por Hodan Yasin, una joven somalí de 21 años, que se inmoló prendiéndose fuego en mayo de 2016, y por Omid Masoulmali un joven iraní de 23 años que también se prendió fuego en Nauru y, en su caso, perdió la vida. Este es un mensaje de los más de 60 refugiados en esta isla que se han suicidado o buscado hacerse daño para escapar a un insoportable cautiverio. Todo esto es el resultado del abuso extremo, el maltrato y la deliberada tortura mental y psicológica que el gobierno australiano ha infligido en los refugiados que buscan llegar en botes a Australia.

Pequeñas embarcaciones con miles de refugiados, buena parte de Irán, Irak, Afganistán y los países del sur de Asia, se han dirigido a Australia desde hace años. Algunas no logran llegar. Muchas de las embarcaciones son viejas y están en mal estado. Si naufragan en el Océano Índico entre Indonesia y Australia, nadie va en su ayuda. Muchas vidas se han perdido por la indiferencia de las autoridades australianas. Las llamadas de emergencia no se contestan. Testigos sobrevivientes relatan ocasiones en las que un guardacostas los contactó y prometió enviar ayuda, pero esta nunca llegó. Se ha hecho cada vez más obvio que la indiferencia de los guardacostas constituye un acto de deliberada negligencia. Las nuevas leyes que se propusieron eran tan brutales que mucha gente no podía creer que las aprobaran, mucho menos que las implementaran. Sin embargo, fueron aprobadas en el parlamento por ambos partidos dominantes e impuestas por la coalición del gobierno que llegó al poder en 2013.

“Operación Fronteras Soberanas” puso al ejército al control de las operaciones de asilo. Este interceptaba embarcaciones en el mar y llevaba a los pasajeros a una de las dos islas remotas del Océano Pacífico, Nauru y Manus (parte de Papúa Nueva Guinea), dos naciones dominadas por Australia. Supuestamente, los refugiados estarían forzados a permanecer allí temporalmente mientras se tramitaba su solicitud de asilo. Pero los meses se convirtieron en años, y durante estos años las leyes antiinmigrantes se hicieron incluso más duras.

Después de aprobar otras leyes antiinmigrantes en 2014, embarcaciones militares que ahora patrullan las aguas australianas detienen y capturan los botes de inmigrantes, los remolcan hasta Indonesia o devuelven a los pasajeros en botes inflables o en botes salvavidas. Esto cortó el flujo de solicitantes de asilo en Nauru y Manus, pero los que siguen atrapados allí tienen pocas posibilidades de irse. Inclusive, si se encuentra que estos solicitantes de asilo son refugiados, les dicen que nunca les permitirán entrar a Australia. Tienen que instalarse en Nauru y Papúa Nueva Guinea, si no lo hacen se los llevan a Camboya. No importa dónde puedan obtener la ciudadanía, se les tiene prohibido en el futuro poner siquiera un pie en Australia, incluso teniendo visas de turista o de negocios.

La “vida” de los refugiados en tales condiciones

Actualmente hay unas 1.900 personas confinadas en las dos islas australianas de detención. Las últimas estadísticas del gobierno australiano muestran que hay 871 hombres recluidos en la isla de Manus, y 373 personas viven en el centro regional de procesamiento en Nauru. Otros 700 refugiados enviados a Nauru viven en la comunidad de la isla (Guardian, 2 de febrero, 2017). Puede que los que se han establecido en Papúa Nueva Guinea y Camboya no estén incluidos en estas cifras.

Los que son transferidos a Nauru, pasan inicialmente un año o más albergados en hacinadas carpas de vinilo en un complejo de detención donde la temperatura interior por lo general llega a los 40-50 °C. Nauru tiene un extensión de 21 km cuadrados, con servicios sumamente limitados para sus apenas 10.000 habitantes.

Los refugiados que llegan allí con graves condiciones de salud, como enfermedades de corazón y riñón, diabetes acompañada de pérdida de peso y demás, no reciben una atención médica especializada, según un informe de Amnistía Internacional del 2 de agosto de 2016. El hecho de que el gobierno australiano trata a los refugiados como criminales los hace vulnerables a ataques físicos y un trato abusivo por parte de algunos residentes isleños fuera de los campamentos, y algunas veces dentro de los mismos. Durante un asalto a un campamento, un solicitante de asilo iraní fue asesinado y al menos 70 fueron lesionados. Especialmente las mujeres están en peligro. Rara vez dejan los campamentos, y cuando lo hacen, por lo general es en grupo o con acompañantes masculinos.

Ali Bagheri, un joven refugiado de Afganistán de la minoría hazara, llegó a Australia en 2001 luego de sobrevivir a un incendio en el que murió su sobrino en el bote que los transportaba. Después de eso, pasó 10 años en detención en el Pacífico Sur. Le dijo a la BBC: “No se le desea a nadie pasar por eso… la gente allí no tiene esperanza. Tienen muchas enfermedades mentales y desordenes psicóticos. ¿Por qué retener y torturar a inocentes refugiados? Todo ser humano tiene derecho a solicitar asilo… cuando era niño tuve que presenciar cómo trataban de suicidarse unas personas. Perdí mi infancia en ese centro de detención” (bbc.co.uk, 11 de noviembre, 2014).

Esto lo ha confirmado un informe de Amnistía Internacional que afirma que los refugiados sufren de ansiedad, dificultades para dormir, altibajos emocionales, depresión prolongada, y pérdida de memoria a corto plazo. Esto ha afectado a niños que sufren de pesadillas y otros comportamientos preocupantes. Estos niños hablan de una extrema presión y una prolongada incertidumbre sobre su futuro de una manera que claramente implica que se están atormentados por pensamientos autodestructivos o suicidas.

El fotoperiodista Ashley Gibertson, nacido en Australia, logró entrevistar a algunas personas en la isla de Manus, lejos de la vigilancia de las autoridades: “Unos 900, de Irán, Irak, Sudan y otras partes, han estado detenidos desde el 2013. Nunca había conocido refugiados tan quebrantados. La inmensa mayoría no quería compartir sus historias conmigo. ‘¿De qué sirve?’, me decían. Los han molido hasta la desesperanza, los han torturado por el desempoderamiento… [Muchos] han acogido el licor, o intercambian cigarrillos (reciben hasta tres paquetes por semana) por marihuana local. Muchos toman píldoras para dormir que distribuyen las enfermeras. Cualquier cosa para pasar el tiempo y escapar de su angustia” (“Me avergüenza ser australiano”, New York Times, 12 de diciembre, 2016).

Los refugiados y sus opciones

Aquí vuelve a plantearse una pregunta común: ¿por qué la gente escoge pasar por tales peligros y penurias? Los reaccionarios que gobiernan los países imperialistas desarrollados tienen una respuesta estereotipada. Creen, o por lo menos pregonan, que los refugiados llegan a estos países a abusar del sistema de bienestar y aprovecharse de su forma de vida. Tachan a los refugiados de gente indeseable, una carga para los “contribuyentes”, y los culpan por el desempleo, el crimen y otros problemas sociales. Pero los medios informativos rara vez mencionan que la inmensa mayoría de gente que se convierte en refugiada no tiene ningún opción mejor.

Las políticas y la intervención imperialistas han dado lugar a las destructivas guerras en Irak, Afganistán, Libia, Siria y Yemen, para nombrar unos cuantos ejemplos, segando la vida a cientos de miles de personas y causando el desplazamiento de decenas de millones. Muchos refugiados huyen de la persecución de gobiernos apuntalados por los mismos países en los que solicitan asilo. Esta violencia va de la mano con las desiguales relaciones por medio de las cuales el sistema global de comercio e inversión ha enriquecido a las potencias imperialistas y deformado la economía de muchos países en África, Asia, y Latinoamérica, destruyendo el sustento de millones de campesinos y otras personas. Pero, para los gobernantes imperialistas, el problema no son los miles de millones de personas afligidas, sino el muy pequeño porcentaje que busca refugio en los países más ricos.

El gobierno australiano afirma que su forzoso traslado de refugiados a las islas del Pacífico es una política de “disuasión” concebida para asegurar que otros refugiados dejen de arriesgar su vida viajando en bote hasta Australia. En realidad, esta política es un crimen contra la gente cuya vida ha sido destruida por el sistema imperialista mundial del que Australia es parte, y con frecuencia, de las guerras en las que Australia, en particular, ha desempeñado un papel (como en Afganistán). Esta política es parte de la normalización de la extrema crueldad contra los refugiados a nivel global.

Gilbertson, el fotoperiodista mencionado anteriormente, que durante 20 años ha cubierto campamentos de refugiados y el trato que dan a los refugiados en todo el mundo, dice que incluso después de “ver tantas extremas atrocidades” y “tanta injusticia contra los refugiados”, “en todo ese tiempo, no había visto el nivel de crueldad perpetrado por el gobierno australiano contra estas personas vulnerables, los refugiados de la isla Manus”. Mientras tanto en el Reino Unido, en más de una ocasión, los ministros han planteado la posible adopción del método australiano. La primera ministra Theresa May, ha exigido casi explícitamente dejar que los refugiados se ahoguen en el Mediterráneo para disuadir a otros de llegar a Europa. A un grado letal, la Unión Europea se ha acercado cada vez más al modelo australiano, que puede ser considerado un proyecto piloto para otros países imperialistas.

Hace poco el ministro alemán del Interior, Thomas de Maizière sugirió que se debe transferir a los refugiados que capturan cruzando el Mediterráneo a centros en países del norte de África. Tenía en mente la zona libia bajo el control de un gobierno impuesto por Europa y Estados Unidos, luego de que la OTAN redujera el país a un infierno. Ha habido informes recientes sobre miles de niños y mujeres jóvenes víctimas de abusos sexuales y físicos en los centros para refugiados en esa parte de Libia. El gobierno de Estados Unidos, bajo Obama y ahora bajo Trump, ha respaldado la política australiana para refugiados, a pesar de una reciente disputa sobre si Estados Unidos respetará o no el compromiso de Obama de recibir a un minúsculo número de detenidos en las islas australianas del Pacífico como una muestra de solidaridad con las políticas de Australia.

Al mismo tiempo, el gobierno de Malcolm Turnbull alardea de que Australia nunca va a cambiar sus políticas, e irá a grandes extremos para ocultar del público interno e internacional los efectos de estas políticas. Según el informe de Amnistía Internacional, “Australia y Nauru imponen un severo secreto en el procesamiento de los solicitantes de asilo en Nauru y rechazan la mayoría de las solicitudes de visita por parte de periodistas o investigadores… los periodistas en particular enfrentan severas restricciones para entrar, con un recargo de visado de 8.000 dólares no reembolsables y un prolongado proceso de solicitud. Nauru les ha dado visas tan solo a dos medios de prensa desde enero de 2014. Otras solicitudes han sido rechazadas o no han recibido respuesta. Les han negado permiso para entrar a funcionarios de la ONU, los que en algunos casos han concluido que una visita sería poco práctica debido a las severas limitaciones para su acceso”. Otros gobiernos, en primer lugar Estados Unidos, son cómplices de este encubrimiento.

Sin embargo, ha habido una fuerte oposición a este crimen por parte de muchos grupos e individuos dentro y fuera de Australia. Miles de personas se han manifestado en las ciudades de Australia llevando pancartas que dicen “Tráiganlos aquí”. Entre los refugiados hay algunos que no han perdido la esperanza ni renunciado a su justa lucha. Ha habido ocasiones de resistencia. En Manus en enero de 2015, cientos hicieron huelga de hambre y se atrincheraron en un lugar del campamento para trastornar la política de mantener en la isla a los que reciben el estatus de refugiados.

La crisis de refugiados es una crisis del sistema capitalista-imperialista mundial. Al “proteger” sus fronteras con aún más violencia, los imperialistas buscan proteger su sistema de posibles levantamientos producto de las consecuencias de su sistema y todo lo que hacen para lucrarse de su desigual división del mundo y mantenerla. Se necesita una denuncia y una oposición mucho más fuertes para derrotar estos crueles ataques contra los refugiados poniéndose de lado de los oprimidos y explotados, y contra los opresores y explotadores a nivel mundial.

 

El 17 de marzo de 2017, el Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar (SNUMQG) anunció su transformación en una herramienta más completa para la revolución basada en la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian. Lea el editorial del SNUMQG aquí: “Editorial: Introducción a un SNUMQG transformado”.

 

       

Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.