Detrás del desastre “natural” del huracán en el Caribe: Una brutal historia de colonialismo, esclavitud, e invasiones y dominación imperialistas

14 de septiembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

“¡El Caribe!” Playas bañadas de sol, cielos y agua azules, hoteles de lujo y un pequeño ejército de lugareños que brindan bebidas y sonrisas a los turistas en el relax al lado de piscinas en lugares como San Martín, las Islas Vírgenes o Barbados.

“¡El Caribe!” Un centro financiero en países como las Islas Caimán, Las Bahamas o Domínica, donde enormes corporaciones establecen sus “sedes” y los ricachones guardan sus activos para no tener que pagar impuestos.

“El Caribe”: escena de una devastadora crisis económica, pobreza y miseria en naciones como Puerto Rico, la República Dominicana y Haití.

Cada una de estas imágenes contiene una cierta realidad. Cada una amplifica enormemente la vulnerabilidad de las decenas de miles de personas en El Caribe ante grandes tormentas como Irma, que están cobrando más fuerza y más frecuencia debido al calentamiento global. Y que cada una es un producto —no de las necesidades o deseos de los habitantes de estas islas— sino de la historia de más de 500 años de conquista colonial y dominación imperialista.

La conquista europea

La cadena de islas grandes y pequeñas en el Caribe y sus cercanías fueron conquistadas principalmente por el imperio español a principios de los años 1500. Fue el umbral de la acumulación de capital en Europa, y las grandes potencias buscaban oro y plata para financiar el comercio y la industria que nacía. La conquista y saqueo del Caribe (en ese entonces conocida como las Indias Orientales) fue parte de lo que Carlos Marx, el fundador de la ciencia del comunismo, describió con suma ironía como “los albores de la era de producción capitalista”.

En La Española, no solo encontraron oro sino también cientos de miles de arahuacos y taínos, de los cuales Colón dijo:

No tuvieron ningún inconveniente en darnos todo lo que poseían. Al contrario, ofrecen compartirlo con cualquiera […] No llevan armas, ni las conocen... Sus lanzas son de caña. […] Serían unos criados magníficos. […] Con cincuenta hombres los subyugaríamos a todos y con ellos haríamos lo que quisiéramos. [Énfasis agregado]

Y así fue —no solo en La Española sino en todo el Caribe. En las minas, mataron de trabajo a enormes cantidades de arahuacos y otros pueblos autóctonos. Cuando se resistían, la represión era salvaje — un cura escribió que los españoles “no se lo pensaban dos veces antes de apuñalarlos a decenas y veintenas y rebanarlos para probar el filo de sus espadas…”.

En pocas generaciones, prácticamente eliminaron a la población autóctona entera, posiblemente de millones de personas, obligándolos a trabajar hasta la muerte, enfermedades y la destrucción de su economía agrícola.

Pero mientras los españoles extraían el oro, en Europa su poder decaía. Cada vez más, las potencias rivales —Gran Bretaña, Francia y Holanda— asaltaban sus barcos y colonias en el Caribe, y con el tiempo se apoderaron de muchas de sus más importantes colonias como Haití (la parte occidental de La Española), Jamaica, Aruba, las Islas Caimán, Martinica y muchas más. Esto sucedió por medio de guerras intensas, en las que la población autóctona sufrió enormemente. Entre 1762 y 1914, la Isla de Santa Lucía cambió de manos siete veces.

A la fecha, varias potencias europeas y Estados Unidos todavía retienen a algunas de esas islas en condición de “territorios de ultramar”, “estados libres asociados” y otros términos que intentan ocultar una verdadera relación colonial. En el caso de San Martín, la isla está dividida entre los franceses que dominan un lado y los holandeses que dominan el otro. Además de las ganancias que sacan de estas islas, les sirven también como puntos estratégicos en la importante región del Caribe, que otra vez podría tomar dimensiones principalmente militares en futuras condiciones.

El azúcar y la esclavitud

Con los nuevos gobernantes pusieron en práctica nuevas y salvajes formas de explotación. A medida que iban agotando los yacimientos de oro y exterminando a las poblaciones autóctonas, los ingleses, holandeses y franceses (así como los españoles en las islas que les quedaban) recurrieron a la agricultura para sacar ganancias. Y para eso recurrieron a la esclavitud. Se calcula que secuestraron a cinco millones de personas de África para esclavizarlas en el Caribe.

Uno de los más monumentales crímenes de toda la historia es que todas las potencias europeas y Estados Unidos molieron el tejido y los huesos de generaciones de africanos en el proceso de formar su gran riqueza y poder de hoy — del sistema capitalista-imperialista en su conjunto. Tomemos al Haití francés como un ejemplo del sistema que reinó también en Puerto Rico, Jamaica, Cuba y otras partes: los gobernantes coloniales de Haití importaban hasta 40.000 esclavos al año. Para fines del siglo 18, el 60% del café y el 40% del azúcar que se consumía en Europa, ya provenían de este pequeño país, y por lo tanto era la colonia más valiosa de Francia.

Las condiciones eran brutales: los esclavos que trabajaban bajo el látigo y al sol a plomo, desnutridos y desamparados, maltratados y torturados, ¡tuvieron un promedio de expectativa de vida de 21 años! Esto suscitó una valiente resistencia, la que fue castigada con las más grotescas torturas. Un ex esclavo escribió:

¿Acaso no han colgado a los hombres patas arriba, los han ahogado en sacos, los han crucificado en tablas, los han enterrados vivos, los han amasado en el mortero? ¿Acaso no los han hecho comer su propio excremento? ¿Acaso no los han metido en baldes de jarabe de caña ardiente? ¿Acaso no han metido a hombres y mujeres en barriles revestidos de picos y los han mandado rodando hacia el abismo?

Sin embargo, ante todo esto, los esclavos haitianos siguieron organizando rebeliones hasta que, en 1804, Toussaint L’Ouverture (y después de que él fue asesinado por los franceses, Jean-Jacques Dessalines) encabezaron una guerra revolucionaria que derrotó a una serie de ejércitos europeos y estableció la república independiente de Haití. Esta victoria inspiró a los esclavos en otras partes, y el creciente temor por otras revoluciones fue un factor importante en por qué, entre 1838 y 1863, las potencias europeas decidieron abolir la esclavitud en el Caribe. (Otros factores que contribuyeron a la abolición de la esclavitud fueron la oposición de unos sectores de la gente en Europa, y los cambios económicos que disminuyeron su importancia para la extracción de ganancias capitalistas.)

Después de la esclavitud: La Guerra hispano-estadounidense y el ascenso del imperialismo yanqui

Con el fin de la esclavitud de mediados a fines de los años 1800, las grandes potencias siguieron explotando salvajemente a las naciones del Caribe. Donde existían recursos naturales como bauxita (en Jamaica) o petróleo (en Trinidad), grandes sectores de la población, entre ellos los descendientes de los esclavos y de los sirvientes bajo contrato, fueron a trabajar para enriquecer a los imperialistas, pero ya no como esclavos sino como proletarios “libres”.

Las grandes potencias también batallaban —a veces en guerras abiertas, a veces por otros medios, pero siempre con belicosidad— para determinar cuál de ellas iba a dominar y controlar la fuente de tanta riqueza e influencia global.

En 1898, Estados Unidos le declaró guerra a España, y la venció pronto y se apoderó de sus colonias en el Caribe. Los soldados yanquis ocuparon a Cuba, y se apoderaron directamente de Puerto Rico. En 1904, el presidente Theodore Roosevelt, para advertir a sus rivales imperialistas, declaró el “derecho” de Estados Unidos a portarse como “potencia internacional policíaca” en el Caribe, e intimidó a la República Dominicana y otros países del Caribe para que transfirieran el control de sus economías de las potencias europeas al control de Estados Unidos.

Estados Unidos practicaba semejante imperialismo descarado en nombre de “proteger” al Caribe de las potencias extranjeras, y más adelante se declaraba un “buen vecino” del Caribe y de América Latina. De hecho, se subía al escenario mundial como potencia imperialista que rivalizaba contra los imperios de Europa, a costa del sudor de los pueblos del Caribe y otras regiones oprimidas.

Mientras tanto, Estados Unidos desplazaba a rivales y se apoderaba de isla tras isla. En 1902, Estados Unidos declaró que Cuba iba a ser un “territorio protegido” bajo su control, para lo cual estableció una base naval (colonia) en Guantánamo. El pueblo cubano había estado luchando contra España por su independencia, pero cada vez más Estados Unidos enviaba buques de guerra y soldados para reprimir las protestas contra el imperialismo yanqui. La Infantería de Marina yanqui invadió a Cuba en 1906 y se quedó hasta 1909. Otras incursiones ocurrieron en 1912 y en 1917, luego ocupó al país hasta 1933.

En Cuba y en otros países caribeños, la agricultura siguió siendo el principal aspecto de la economía, pero se organizaba cada vez más bajo el mando de los imperialistas, como agricultura para la exportación —plátanos, azúcar, café, cacao— lo que dejó que muchas islas con un sector agrícola próspero y suelo rico dependieran de la importación de alimentos para poder alimentar a sus poblaciones, una salvajada que persiste hasta hoy.

Para los años 1950 en Cuba, Estados Unidos ya controlaba el 80% de los servicios públicos, el 90% de las minas, casi el 100% de las refinerías de petroleo, el 90% del ganado y el 40% de la industria del azúcar. Y convirtió al país en un paraíso para los consorcios de juegos al azar, empresas inmobiliarias, hoteleros y mafiosos. Como resultado, las condiciones para los cubanos eran horrorosas: los trabajadores de los cañaverales enfrentaban condiciones increíblemente opresivas — el trabajo de esclavo se alternaba con períodos de desempleo. Cien mil cubanas fueron explotadas como prostitutas para el turismo del sexo. Los yanquis le dieron respaldo económico y militar a un odiado régimen tras otro para reforzar este esquema opresivo político, económico y social.

Cuando la revolución cubana de 1959 derrocó al cruel régimen de Batista, Estados Unidos impuso un embargo y amenazó a Cuba por décadas, hasta volvió a invadirla en 1961 (Playa Girón) y siguió con sus amenazas de guerra, incluso el potencial de una guerra nuclear mundial durante la Crisis de los Misiles de 1962. Hoy el régimen de Trump y Pence amenaza con renovadas hostilidades contra Cuba.

       

La conquista y colonización de Puerto Rico, Haití, la República Dominicana

En 1898, Estados Unidos también mandó tropas a Puerto Rico y le arrebató la isla a España. Eso marcó el principio de décadas de ocupación militar, explotación y pobreza, supresión cultural y subyugación nacional de Puerto Rico por Estados Unidos. En 1901, la Suprema Corte de Estados Unidos resolvió que Puerto Rico era un “territorio no incorporado”, o sea una colonia sin acceso a la estadidad. Un estudio de 1934 determinó que a los trabajadores puertorriqueños en los cañaverales estadounidenses les pagaban un promedio de 12 centavos al día.

En la vecina isla de La Española, Estados Unidos mandó sus soldados a invadir a la República Dominicana en 1905 y 1907 y ocupó al país de 1916 a 1924, arrebatándola del control de Alemania. Estados Unidos puso a la República Dominicana bajo control económico (“supervisión de aduanas”) de 1905 a 1940, y en 1930 puso en el poder al cruel tirano Rafael Trujillo y respaldó su asesino dominio durante tres décadas hasta 1961, cuando fue asesinado con la ayuda y bajo la supervisión de la CIA.

El imperialismo yanqui también agobiaba al otro lado de la isla de La Española, al invadir a Haití en 1915, donde impuso su control y lo ocupó hasta 1934. Los ocupantes mataron al menos 19.000 haitianos. Y en 1918, los marines yanquis ayudaron a reprimir un levantamiento popular que dejó 2.000 muertos.

En todos esos países, Estados Unidos impuso nuevas formas de explotación y opresión imperialista. Con frecuencia, una gran cantidad de pequeños agricultores fueron expulsados de las tierras en el interior de estos países a fin de allanar el camino para establecer las plantaciones orientadas a la exportación, una forma de producción que solo requiere un mínimo de trabajadores durante todo el año. Muchos de estos ex campesinos fueron a las ciudades de la costa para buscar trabajo en las industrias que se establecían ahí precisamente para sacar provecho de la desesperación de los campesinos desterrados, a los que forzaron a trabajar duro por poco, simplemente para sobrevivir — por ejemplo, la industria farmacéutica en Puerto Rico y la costurera en Haití (a mediados del siglo 20).

En las últimas décadas, las industrias de servicios dominadas por el imperialismo como el turismo o las “industria bancaria de ultramar” se han expandido rápidamente. Esto también atrajo y obligó a grandes sectores de la población a ir a las ciudades costeras, y estaba relacionado a la eliminación de la agricultura para el consumo local. En el mejor de los casos implicaba trabajos y una ligera estabilidad económica para un sector de la población, al servicio de las necesidades de los europeos y de los estadounidenses, ya sean turistas o ricos evasores de impuestos. Y en el peor de los casos implicaba una despiadada explotación en los cañaverales o en el trabajo en las minas, poco mejor que un esclavo, y luego implicaba que el capital los descartaba al trasladarse a otras partes. En muchos países, esto ha resultado en la formación de enormes tugurios que rodean a las grandes ciudades, donde muchos viven pepenando en los rellenos sanitarios o se ven obligados a trabajar en la peligrosa economía ilegal de la droga.

Todo eso ha conducido al crecimiento de las crisis del endeudamiento, al igual que al progresivo deterioro de la infraestructura nacional física y social y la intensificación de la destrucción del medio ambiente y las amenazas de huracanes cada vez más poderosos. El Caribe es una de las zonas que más depende del turismo en el mundo, lo que está muy vinculado, por ejemplo, a los peligros a la propia existencia de los arrecifes de coral, que sustentan una increíble variedad de vida marítima, debido a los desperdicios que descartan los cruceros de turismo y otros factores. Y como advierten los expertos del clima, basándose en crecientes pruebas científicas, los cambios del clima global —causados en gran parte por la quema masiva de combustibles fósiles y las emisiones de gases del efecto invernadero por el capitalismo-imperialismo— ya están conduciendo a tormentas cada vez mayores y más destructivas y otros “eventos extremos del tiempo”. Las subidas del nivel del mar han puesto en peligro las casas y los medios de vida de millones de personas en las islas del Caribe, al igual que en otras zonas de las costas bajas del mundo.

El puño sangriento de Estados Unidos azota a martillazos al Caribe una y otra vez

Estados Unidos jamás ha dejado de mandar sus soldados para imponer su dominio y esclavización de los pueblos del Caribe.

En 1950, unas fuerzas al mando de Estados Unidos aplastaron una rebelión independentista en Puerto Rico. La marina yanqui desalojó a miles de personas de la isla de Vieques, cerca de la costa este de Puerto Rico, la que usaron para prácticas de bombardeo y la dejaron contaminada. Puerto Rico sigue siendo un “estado libre asociado” — o sea, una colonia. Hoy ha debilitado tanto su infraestructura tras años de una crisis de endeudamiento impuesta por el imperialismo yanqui que ahora enfrenta una grave emergencia de cuidado médico. Incluso el roce con el huracán Irma dejó a millones de personas en Puerto Rico sin electricidad, lo que el gobierno ya ha dicho que podría tardar seis meses antes poder funcionar otra vez. Otras 50 mil personas se han quedado sin agua potable.

Después de asesinar a Trujillo en 1961, Estados Unidos una vez más invadió a la República Dominicana en 1965, y mató de 3.000 a 10.000 dominicanos, a fin de aplastar una rebelión armada de masas y poner en el poder a un gobierno pro estadounidense. Los soldados yanquis realizaron registros de casa por casa y dinamitaron edificios enteros en comunidades residenciales, y ocuparon al país por 14 meses más, a la vez que llevaban a cabo bombardeos y dispersaban con la violencia a manifestaciones públicas. Después del fin de la ocupación formal, el régimen de Balaguer respaldado por Estados Unidos llevó a cabo una ola de terror durante los años 1970. Durante esos años se calcula que en promedio una persona desapareció cada 34 horas. Generaciones de dominicanos fueron forzadas a salir y solicitar asilo, y millones de ellos terminaron por vivir en zonas de pobreza concentrada en las entrañas de la bestia, como Washington Heights en la Ciudad de Nueva York.

En Haití en 1957, Estados Unidos ayudó a poner en el poder al bárbaro François “Papa Doc” Duvalier y sus matones, los Tontons Macoute. En 1971, unos buques de la marina estadounidense hicieron guardia en el puerto de la capital para garantizar la transición del poder al hijo de Duvalier, Jean-Claude (“Baby Doc”). En 1991, la CIA organizó un sangriento golpe de estado para destituir al presidente electo Jean-Bertrand Aristide. Estados Unidos despachó soldados a Haití en 1994-1995 y nuevamente en 2004-2005 para mantener su control. Los casi 100 años de dominio bajo el imperialismo estadounidense han dejado a Haití, el país más pobre del hemisferio occidental, sumamente vulnerable ante los desastres naturales. En 2010, un terremoto dejó a cientos de miles de muertos y 1.6 millones de damnificados. Después, una epidemia de cólera dejó a miles de muertos, y en 2016 el huracán Mateo azotó a Haití y causó enormes inundaciones y deslaves que destruyeron a carreteras importantes y aldeas enteras.

Estados Unidos —la CIA en particular— ha intervenido una y otra vez para moldear la política y economía de Jamaica, lo que incluye obligándola a someterse a los colmillos sangrientos del Fondo Monetario Internacional, (IMF) denunciado en el documental de 2001 Life and Debt (Vida y deuda). En octubre de 1983, Estados Unidos invadió a Granada, derrocó al gobierno y puso la isla bajo el control estadounidense. Las Islas Vírgenes, que Estados Unidos le compró a Holanda en 1916, sigue siendo una colonia. En 1989, Estados Unidos mandó 1.000 efectivos de la policía militar, mariscales federales y agentes del FBI a Santa Cruz para aplastar una rebelión suscitada por las penurias de la población a raíz de la devastación del huracán Hugo. Nada de esto agota la letanía de invasiones, golpes de estado y otros medios para estrangular y mantener bajo su control al Caribe.

La realidad del “paraíso” caribeño

Una frase que se ha repetido una y otra vez en los informes de prensa, sobre los estragos que dejó en su secuela el huracán Irma en el Caribe, ha sido “paraíso perdido” — como si no existiera la larga historia de colonialismo, esclavitud, invasiones imperialistas, explotación en plantaciones y maquiladoras, etc. Y como si no hubiera conexiones entre esa historia y la pobreza, la desintegración de la infraestructura social y el distorsionado desarrollo económico del Caribe que hoy obliga a la gente a ir a las zonas vulnerables de la costa y aumenta su dependencia de las potencias extranjeras — una situación que ha creado una situación de extrema vulnerabilidad ante los estragos de estas poderosas tormentas. Una vulnerabilidad que lleva 500 años en desarrollo, y que para superarla ahora, se requerirá un profundo cambio revolucionario en esa región y en el mundo.

 

 

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