Dejen de estar a la espera de unos salvadores, dejen de tratar de no pensarlo muy duro… y pónganse a participar para realmente EXPULSAR al régimen de Trump y Pence

30 de octubre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 4 de noviembre, miles de personas se tomarán las calles, con la demanda de expulsar al régimen de Trump y Pence y el compromiso de no parar hasta que sí sea expulsado. Esos miles de manifestantes tienen que crecer, y tener como meta crecer, a millones de personas, para arrancar a la humanidad de lo que verdaderamente es un desastroso camino. Esa es la verdad.

Lo que no es verdad es que alguien o algún evento “desde arriba” intervendrá sin que tomemos acción. Y en las últimas dos semanas hemos presenciado la evaporación de una esperanza falsa tras otra.

Vimos al senador Bob Corker, el jefe republicano del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, reiterar repetidamente su temor de que como resultado de los comentarios y acciones de Trump, ¡“podríamos estar encaminados hacia una tercera guerra mundial”! Sin embargo, nadie en la clase dominante —ni republicano ni demócrata, incluido el propio Bob Corker— se ha puesto a llamar a la gente a dejar lo que están haciendo y unirse para poner fin a este horror. De hecho, aunque el discurso de Bob Corker repitió críticas de otros “peces gordos” y “hombres sabios” republicanos, inclusive George W. Bush, y esas críticas le hicieron eco a su discurso, no solo no sucedió nada, sino que el efecto neto fue que casi todos coincidieron en que Trump ahora era más fuerte. En otras palabras, el Partido Republicano se volvió aún más fascista a la imagen de Trump. La gran ironía en esto fue cuando el senador republicano anti-Trump, Jeff Flake, planteó la pregunta, ¿cómo responderemos a nuestros hijos cuando nos pregunten qué hicimos para resistirnos y revertir esto? — ¡y poco después anunció que iba a jubilarse!

Vimos al jefe del gabinete de Trump, John Kelly, con quien muchos contaban como una especie de cortafuego contra la locura de Trump, salir a todo vapor con su propia forma de fascismo trumpista al estilo del culto a los militares y dejó en claro que iba a defender a su jefe contra todos y todo, incluso con calumnias y mentiras irredentas.

Vimos la revista New Yorker publicar un perfil devastador de Mike Pence, desengañando a cualquiera de la noción de que una “presidencia de Pence” de alguna manera sería menos devastadora que el gobierno trumpista. El desprecio teocrático por las mujeres y los homosexuales, junto con el fanatismo de los últimos tiempos, literalmente le dio pesadillas a la gente, tal como debería hacer.

Vimos el titular de primera plana del New York Times, “Se disminuyen expectativas en 3 investigaciones sobre lazos con Rusia”, con la explicación que la investigación sobre Rusia ha pasado a segundo plano y era poco probable que resultara en algo después de todo, al menos a corto plazo. Ahora, al cierre de esta edición, se informa de acusaciones y se rumorea que se va a despedir al fiscal especial Mueller, pero aún así, sin que se inicien masivas manifestaciones el 4 de noviembre, nada bueno resultará de esto (y a corto plazo hasta podría aumentar la probabilidad de maniobras desesperadas de parte del “equipo de Trump”.

Vimos a un importante donante demócrata decir que iba a apoyar a los candidatos demócratas que pidieran un juicio político contra Trump. La ausencia casi total de respuestas de poderosos demócratas a esta oferta fue tan ensordecedora como su silencio en respuesta a las repetidas advertencias de Bob Corker.

Vimos al propio gran dios Zeus negarse a bajar del cielo y salvar a la humanidad… Bueno, no. En realidad no vimos eso, pero algunas de las esperanzas a las que la gente está aferrada no son mucho más inverosímiles que esa perspectiva.

El quid del asunto es lo siguiente: la pesadilla ya ha avanzado muchísimo, y avanzó aún más esta semana. Nada la impedirá salvo millones de personas, en protestas masivas, no violentas y sostenidas por todo Estados Unidos, a partir del 4 de noviembre. Si hacemos esto, pues sí, las diferencias y conflictos con Trump entre aquellos que gobiernan en este país podrían entrar en juego y ser parte de expulsar al régimen, detener y luego revertir la consolidación del fascismo.

La gran necesidad de esto, así como las raíces de este fascismo, se explican con profundidad en el nuevo discurso de Bob Avakian. La extensa sesión de preguntas y respuestas forcejea profundamente con las preguntas y las contesta: sobre lo que sigue, cómo juntar y unir a personas con puntos de vista muy diversos, cómo entender la necesidad de hacer sacrificios.

Existe la oportunidad de hacer esto, de formar parte del 4 de noviembre para alterar y revertir radicalmente lo que ahora es un rumbo verdaderamente catastrófico. De hecho, en realidad somos responsables ante aquellos que ahora están sufriendo terriblemente bajo la locura de Trump y Pence, ante aquellos que sufrirán aún más, de Corea del Norte y Irán a los ghettos, barrios y reservas indígenas de Estados Unidos, debido a la locura, y ante las generaciones futuras cuya vida ya se está arruinando y, lo que es peor, ya se está poniendo en grave peligro.

Miles de personas sí pueden crecer a millones. Cada gran movimiento se inicia en medio de la inercia y escepticismo, abre brecha y luego crece por olas, con crestas y senos, al aguantar los ataques y regresar con más fuerza después de los ataques, pero siempre en una lucha por surgir aún más alto. No hay garantía de que ganemos. Pero SÍ hay una garantía virtual de que si no actuamos, primero miles y luego millones de nosotros, los resultados serán catastróficos.

 

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