De una estudianta de UCLA:
Por las políticas intolerantes se necesitan protestas no violentas, y no un discurso civil
3 de noviembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Uno de los lugares clave donde se está difundiendo Rechazar el Fascismo y se está impulsando el 4 de Noviembre son las escuelas — de las escuelas secundarias de Chicago a la Universidad de Columbia en Nueva York y la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA) en la costa oeste, y otros lugares. Lo siguiente es un ensayo de opinión de Tala Deloria, una estudiante de geografía del quinto año de la UCLA, que se posteó en la página web del Daily Bruin el 24 de octubre. La traducción al español es la responsabilidad de revcom.us.
En el contexto de un régimen fascista en el poder, no se puede desarrollar un “discurso civil” con los fascistas.
Los grupos conservadores en el campus como Young Americans for Freedom (Jóvenes Estadounidenses por la Libertad), un grupo adscrito a la Young America’s Foundation (Fundacion de Jóvenes Estadounidenses), reciben millones de dólares en subvenciones y apoyos para pagar a unos oradores que no reconocen la humanidad de sectores enteros de la población, tal como denigrar a los inmigrantes indocumentados. Estos oradores incluyen a David Horowitz y Ann Coulter y sirven de sicarios intelectuales de la administración presidencial, proporcionando justificaciones para los crímenes de los fascistas en la Casa Blanca.
Argumentar a favor del discurso civil en un momento en que estas ideas cuentan con el aval del estado, por ejemplo por medio de los tuits amenazantes del presidente en apoyo de estos oradores, sirve para avivar las llamas del fascismo.
El régimen fascista del presidente Donald Trump y del vicepresidente Mike Pence hoy controla las riendas del poder en Estados Unidos. El régimen está formado de descarados monstruos supremacistas blancos como Jeff Sessions, un senador denunciado por varios comentarios racistas mientras fungía de fiscal federal, así como otros tales como Scott Pruitt y Betsy DeVos, todos los cuales tienen la intención de subordinar a las mujeres o impulsar un programa xenófobo cuyo propósito son deportaciones en masa.
Estos son teócratas anti-ciencia que amenazan con destruir al mundo emprendiendo un holocausto nuclear contra países como Corea del Norte. Han satanizado, criminalizado y desatado la violencia contra los musulmanes, los inmigrantes y a la gente que vive en las comunidades marginadas de las ciudades. Han tomado medidas mediante palabras y acciones para reducir a las mujeres a incubadoras, por ejemplo, están eliminando los requisitos de que el seguro de salud pagado por los empleadores cubra el control de la natalidad para las empleadas y luchando contra el derecho de las mujeres al aborto.
La negación de atención médica para millones de ciudadanos de Estados Unidos negándose a pagar por los subsidios a las compañías de seguros es una amenaza a su vida. La administración de Trump también amenazó con negar cualquier forma real de ayuda a Puerto Rico tras los dos recientes huracanes que azotaron al país, poniendo en peligro la vida de los puertorriqueños. Los administradores han expresado su desprecio por la verdad, atacando a la ciencia del cambio climático y la evolución, y al método científico en general. De varias maneras, han agredido a los derechos y libertades civiles, por ejemplo con prácticas que limitan la capacidad de ciertas comunidades de votar, y ataques a la prensa.
Trump habló ante la Cumbre de Votantes de Valores de 2017 organizada por un grupo de odio anti-LGBTQ, el Family Research Council (Consejo de Investigación Familiar), un evento que el Southern Poverty Law Center (Centro Legal para la Pobreza Sureña) describió como una “galería de la escoria de la derecha radical”. Trump le dijo al público, compuesto de activistas anti-LGBTQ, que sus voces “ya no serán calladas”.
Usó una palabrota para describir a Colin Kaepernick, el jugador de fútbol americano que hincó la rodilla durante el himno nacional estadounidense en protesta por la brutalidad policial. Al mismo tiempo, el FBI tilda de terroristas internos a los “extremistas de la identidad negra”, y la administración ataca a los decretos de consentimiento destinados a corregir los atroces abusos de los poderes de la policía, alegando que son parte de una “guerra contra los policías”.
Rechazar el Fascismo plantea un reto para el 4 de noviembre y un llamamiento a todos a que reconozcan a este régimen por lo que es: un grave peligro para la humanidad y el planeta. El propósito de nuestro reto es: poner fin a esta pesadilla con la movilización de miles de personas de todo Estados Unidos en las calles y su participación en una resistencia no violenta de masas hasta que se cumplan nuestras demandas. Nos negamos a aceptar a un Estados Unidos fascista.
En Los Ángeles, la resistencia sostenida se iniciará en Pershing Square a la 1 p.m. La semana siguiente, nosotros en la UCLA participaremos en protestas, incluidos paros. Los estudiantes hemos jugado un papel clave en casi todos los movimientos sociales y políticos, y ahora hace falta nuestro apoyo más que nunca. El futuro del mundo está en nuestras manos, y tenemos una responsabilidad, como gente que está recibiendo una formación para ser los futuros líderes de la sociedad, de no solo expresar nuestra oposición a los horrores desatados por este régimen, sino también ponerle fin.
Estoy orgullosa de haber interrumpido el panel, “¿Qué es el discurso civil? El desafío al discurso del odio en una sociedad libre”, donde gente buena denunciaba lo que llamaba “la censura estudiantil de ideas con las que no están de acuerdo”. Esa gente no distingue entre los que defienden y los que se oponen a las ideas reaccionarias que cuento con el aval del estado, y presenta el argumento nocivo de que tenemos que escuchar amablemente como amigos las opiniones de unos y otros.
Estoy de acuerdo con el lema de la universidad “Fiat lux” — “Que se haga la luz”, pero este régimen fascista, y no las protestas estudiantiles, es lo que pisotea la luz. Debe haber luz para los millones de inmigrantes, para la gente de color en las comunidades marginadas de las ciudades, para las mujeres, para la gente LGBTQ, para los refugiados, para el pueblo de Corea del Norte — para todos. Ante la realidad que enfrentamos, decirles a los estudiantes, “Tienen que escuchar amablemente como amigos las opiniones de unos y otros” o “Pueden cambiar las cosas con el puro poder de preguntas incisivas”, quiere decir normalizar el fascismo.
Estos argumentos son equivalentes a argumentar que los luchadores por la libertad de la era de los derechos civiles debieron haber desarrollado un “discurso civil” con el Ku Klux Klan en lugar de perturbar el ambiente e interrumpir la vida de costumbre. Fingir que el discurso civil resolverá algo en este contexto solo sirve para poner a las personas a la defensiva mientras el régimen arrolla a porrazos la vida y los derechos de la gente.
Rechazamos ese camino. Imagínense qué tanto hubiera importado si la gente en la Alemania nazi hubiera sonado la alarma de esta forma audaz y hubiera organizado a millones de personas para parar al fascismo mientras todavía les quedaba una oportunidad. Aprendamos de la historia, reconozcamos lo mucho que está en juego y actuemos con toda nuestra creatividad y determinación para expulsar a este régimen antes de que sea demasiado tarde.
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