Roy Moore, la moralidad bíblica y la rabia masculina fascista
15 de noviembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
13 de noviembre de 2017. La semana pasada, el Washington Post detalló alegaciones de que Roy Moore —el candidato del Partido Republicano al escaño en el senado estadounidense para Alabama— abusó sexualmente de Leigh Corfman cuando ella tenía 14 años en 1979. Según el Post, Corfman, que ahora tiene 53 años, dice que Moore, que en ese entonces tenía 32 años, la llevó a la casa de él y “le quitó la blusa y los pantalones y él se quitó la ropa. La tocó por encima del sostén y los calzoncillos… y agarró la mano de ello para que le tocara a él por encima de sus calzones”. Ella dice que se recuerda que pensaba, “Yo quería que se acabara… quería salir de ahí”. El Post también reportó que tres otras mujeres —con sus declaraciones atribuidas públicamente— dijeron que Moore las “persiguió” cuando ellas tenían una edad de entre 16 y 18 años, cerca del mismo período en que ocurrió el asalto sexual alegado contra la muchachita de 14 años. Más tarde, una mujer que trabajaba en la oficina del fiscal en ese entonces dijo que era sabido que Roy Moore buscaba relaciones con muchachas adolescentes — y ella también dejó constancia con su nombre.
Favor de tomar de nota de que si Moore se abusó de Corfman, cometió un delito grave; de hecho, aunque fuera consensual, constituiría un crimen por ser ella menor de edad. El hecho de que Moore era asistente del fiscal en el tiempo de los incidentes alegados los hace aún más graves — se trata de un hombre con más de treinta años que perseguía sexualmente a adolescentes y que lo hizo como una figura invertida del poder y el aura del estado.
Aunque en el principio Moore parecía admitir a Sean Hannity en el Noticiero Fox que sí buscaba citas con adolescentes cuando él ya tenía más de los 30*1, Moore ahora ha atacado a las mujeres que lo acusaron. Uno de sus seguidores en la legislatura les llamó mentirosas, pero luego dijo que si en realidad hubieran dicho la verdad, se debería procesarlas por “encubrir” los delitos de Moore. Mientras tanto, Trump —que por su parte ha sido acusado varias veces y se jactó descaradamente en una grabación de abusar de mujeres— no ha tomado ninguna posición hasta la fecha.
Con este caso, tres cosas importantes se exhiben en toda su fealdad:
Primero, este es el tipo de porquería repugnante y opresiva que ha sido arrastrado a la luz del día durante el último mes sobre hombres poderosos en todas partes, en cada esfera, que se aprovechan de su poder para dominar y subordinar a mujeres adultas. El principal torrente de alegaciones se ha concentrado en el abuso, el hostigamiento y la violencia conectados con el lugar de empleo: el uso de la violencia y la coacción sexuales, o la amenaza implícita de la misma, así como el hostigamiento verbal, para rebajar a las mujeres, tenerlas subordinadas, y/o expulsarlas. Las alegaciones contra Moore son de depredación a niñas, aprovechando su estatura como un oficial de la ley. Pero hay dos semejanzas entre el torrente importante actual y el caso de Moore. Primero, es la misma afirmación del privilegio y poder masculinos contra mujeres y muchachas sin poder; y segundo, se trata de la valiente denuncia por parte de mujeres que han sido victimizadas por estos abusadores que, hasta ahora, las han dejado sin voz.
Segundo, hay la justificación bíblica con que algunos de sus seguidores defienden a Moore. El auditor estatal Republicano de Alabama, Jim Zeigler, declaró que aunque sean ciertas, estas acusaciones son “mucho ruido y pocas nueces”. Al cabo, dijo, las alegaciones son que un hombre de 32 años “salía” con adolescentes, y se detuvo antes de hacer relaciones sexuales. (Sin mencionar que la alegación no es que Moore “salió” con una niña de 14 años sino que le quitó la ropa, la tocó, y guio la mano de ella para que tocara su pene — actos que claramente son ilegales.) De ahí Zeigler fue más allá, recurriendo a las Escrituras para defender a Moore: “Ahí está en la Biblia. Zacarías y Elizabeth por ejemplo. Zacarías era extremadamente viejo para casarse con Elizabeth y ellos se hicieron los padres de Juan el Bautista… También ahí está lo de José y María. María era una adolescente y José era un carpintero adulto. Se hicieron los padres de Jesús… No hay nada inmoral ni ilegal en esto. Quizás un poco insólito”.
Piense en eso un momento. En la cosmovisión de Ziegler, la moralidad bíblica “triumpfa” sobre la ley secular acerca de la violencia y la edad de consentimiento sexual. Esta es teocracia: el reino de la religión, donde las reglas de una religión particular determinan las leyes. El propio Moore fue sacado dos veces de la Suprema Corte estatal de Alabama por anular la ley secular con edictos religiosos: una vez en 2003 por negarse a obedecer un orden judicial federal de quitar un monumento que pesaba 2.300 kilos con los Diez Mandamientos de un edificio judicial en la capital estatal; y otra vez en 2016 por ordenar a los jueces en cortes inferiores a que continuaran imponiendo la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo en Alabama a pesar de la determinación de que esa prohibición era inconstitucional. Ahora, en el momento que escribimos lo presente, sigue en marcha para ser elegido senador. Esta misma cosmovisión teocrática no sólo es la que Pence enarbola, como lo hemos documentado nosotros y muchos otros (enlace en inglés), sino que forma un elemento fundamental del movimiento fascista en conjunto lo que Trump encabeza.
Todo ese episodio también encarna lo que señaló Bob Avakian (BA) que la interpretación literal de la Biblia es un horror. Aparte del casamiento con niñas, la Biblia también defiende la esclavitud y otras formas de explotación despiadada; la violación en masa como una táctica de guerra y la trata sexual forzada de las mujeres de pueblos conquistados; matar a las mujeres que no son vírgenes al casarse; ejecutar a las mujeres que se dice son brujas; condenar la homosexualidad no solo como pecado sino como una abominación que se castiga con la muerte; y, entre otros ultrajes demasiados numerosos para especificar, la condenación eterna y el sufrimiento insoportable en el infierno para aquellos que no aceptan el “único Dios verdadero” — y, en el caso del cristianismo, a Jesús como el hijo de Dios a quien crucificaron pero que volvió de los muertos.
Como afirma BA en ¡Fuera con todos los dioses!, “La Biblia defiende y promueve todo eso, junto con muchas atrocidades y barbaridades más. Si uno cree en la Biblia —y sobre todo si cree e insiste en que es la palabra de Dios, inspirada y dictada divinamente por él, y que hay que tomarla en toda su extensión de manera textual—, pues uno tiene que decir que esas atrocidades y barbaridades son buenas y correctas porque la Biblia dice que son buenas y correctas. Eso es precisamente lo que hacen los fundamentalistas cristianos derechistas quienes se pueden caracterizar con mucha precisión como fascistas cristianos”. Ahora dichos fascistas cristianos tienen agarradas las riendas del poder — en particular un dominio sobre los departamentos de educación, vivienda, el medio ambiente, y aún más ominosamente, andan reestructurando el poder judicial a un ritmo sin precedente.
Se aleje o no el régimen de Trump y Pence de Moore de manera oficial —y en este momento, se ha negado a hacerlo— lo importante es que Moore comparte con el resto de este régimen la misma justificación teocrática por la opresión de la mujer. Este es el mismo régimen que, entre otros crímenes, recientemente torturó a una muchacha embarazada de 17 años que estaba en detención y quería hacerse el aborto, aprovechando la plena fuerza y los recursos del poder ejecutivo del estado en un intento de impedir que se hiciera el aborto —un intento que, afortunadamente, fue derrotado— una derrota que el régimen no ha aceptado para nada, como lo expuso Linda Greenhouse en el New York Times (“The Worrisome Future of Abortion Rights,” (en inglés, El futuro preocupante del derecho al aborto, 12 de noviembre de 2017).
Por último, el virulento contragolpe en pro de Moore lo dice todo sobre el movimiento que apoya este régimen fascista. Los aullidos de rabia santurrona contra las acusadoras, por parte del público en el mitin del Día de los Veteranos en que Roy Moore se defendía agresivamente van de la mano con el odio anti mujer desatado en el internet por “atreverse” a hacer cosas como actuar en una nueva versión de Cazafantasmas, con personajes principales femeninas. Moore está haciendo lo mismo que hizo Trump cuando salieron las grabaciones de Access Hollywood; los dos lo negaron y al mismo tiempo lo utilizaron para retomar la iniciativa, para apostar fuerte en la supremacía masculina agresiva. Lo que los políticos “establecidos” que al principio se alejaron de Trump no entendían en ese entonces, y lo que algunos, al parecer, no entienden ahora, es que la denigración pútrida de las mujeres representada por los comportamientos de hombres como Trump y Pence resuena profundamente con la base social para la iniciativa fascista en conjunto. La restauración del derecho y poder masculinos sin trabas forma parte de la triada del movimiento fascista que apoya el régimen de Trump y Pence, junto con la supremacía blanca y el chovinismo estadounidense extremo que apuntalan el programa de agresión y guerra. La sociedad entera está repleta del veneno del resentimiento masculino agraviado contra los esfuerzos de las mujeres de vivir una vida plena, como lo ha plasmado el torrente de indignación suprimido durante tanto tiempo contra el abuso sexual en el mes pasado; los poderosos como Trump, Pence, y Moore han convertido este resentimiento masculino en uno de los puntos de lanza de un impulso para implantar el fascismo.
El hecho de que un fanático como Moore ha subido tan alto aún antes de esas acusaciones… de que sigue postulándose y aún tiene la ventaja para ganar… y de que la propia administración ni siquiera ha aparentado abandonarlo… dice mucho sobre lo mucho que ya hemos emprendido esa marcha, y lo urgente que es derrotarlo, ahora mismo.
1. Cuando Hannity le preguntó si alguna vez había “salido” con muchachas de 16, 17, o 18 años, Moore contestó sin negarlo directamente, diciendo, “en general, no” y que salir con adolescentes “hubiera salido de mi comportamiento usual”. También dijo, “No me acuerdo de haber salido con ninguna muchacha sin el permiso de su mamá”. [regresa]
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