La dirigencia del partido Demócrata NO debió haber sacado de su cargo a Al Franken. Y Al Franken NO debió haber renunciado

13 de diciembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

8 de diciembre de 2017. El jueves, los líderes del Partido Demócrata obligaron al senador de Minnesota, Al Franken, a renunciar a su puesto por acusaciones de acoso sexual. En un solo día, 35 senadores demócratas parecen haber decidido repentinamente que Al Franken debe irse, y forzaron al senador de Minnesota a renunciar y dejar el puesto al que fue elegido legalmente. Al hacerlo, hicieron un daño grave a principios importantes, así como a todo el auge de lucha contra el acoso y abuso sexual.

Entre seis y ocho mujeres, algunas anónimas, acusaron a Franken de acoso y abuso sexual. Franken o ha negado completamente algunas de estas acusaciones o dice que las recuerda de otra manera. Existe un procedimiento para investigar tales acusaciones, una audiencia del Comité de Ética del Senado. En años anteriores, tal audiencia resultó en la expulsión del ex Senador Bob Packwood. Sin embargo, en lugar de dejar que se desarrollara el proceso por medio del cual estas acusaciones podían resolverse con ambas partes presentando su caso, los líderes del Partido Demócrata aparentemente le hicieron a Franken “una oferta que no podía rechazar” y lo obligaron a renunciar.

Las acusaciones no son una prueba. Al insistir en que Franken se fuera, la dirigencia demócrata le impidió ejercer un derecho básico: el derecho a enfrentarse a sus acusadores y examinar las pruebas en su contra en un proceso de confrontación.

Al aceptar renunciarse, Franken se rindió ante la mentalidad de muchedumbre y la presión de la dirigencia demócrata. Es muy posible, e incluso probable, que el procedimiento del Comité de Ética del Senado tenga fallas y se lleve a cabo de forma sesgada contra las mujeres, como casi toda institución de esta sociedad; no obstante, las personas deben tener el derecho de impugnar los cargos en su contra en algún foro. Además, al purgar perentoriamente a Franken, en lugar de dejar que el proceso se desarrollara, los líderes demócratas se dirigieron su fuego contra un individuo y dejaron impune una institución que está saturada de la opresión de la mujer.

A principios de esta semana, criticamos una tendencia de “tratar automáticamente a todas alegaciones y acusaciones como hechos comprobados, y de inmediato y en efecto tratar a los individuos acusados como ‘culpables hasta que se demuestre lo contrario’, a la vez que diversas instituciones dan pasos concretos inmediatos para despedirlos de su empleo, acosarlos tanto de modo que huyan de la vida pública, invalidar y enterrar su arte u otras obras, privarles de representación, demolerlos en las redes sociales y en general convertirlos en léperos y parías sociales”. Porque Franken es de tan alto perfil, porque esto anula un proceso legal (las elecciones), y porque fue una maniobra tan manifiesta de una poderosa institución de la clase dominante (el Partido Demócrata), la acción del jueves exacerba gravemente una tendencia ya terrible.

Hoy, este tratamiento se aplica a los acusados de abuso sexual. Mañana podría aplicarse a cargos de “ayudar al terrorismo” o “traición”, como a menudo ha pasado y de hecho sigue pasando en Estados Unidos. ¿Es eso lo que queremos?

Para aquellos que han preguntado por qué Franken debe tener el debido proceso cuando con demasiada frecuencia las mujeres que son acosadas no lo tienen, hay que plantear el interrogante: ¿Quieres poner fin a la opresión de todas las personas, o simplemente tener tu oportunidad de vengarte de ellos que te oprimió a ti?

Como hemos dicho, la ola de denuncias contra el acoso y el abuso sexual ha sido principalmente justa y extremadamente importante. Debe continuar — dirigiendo su fuego y energía principalmente a la cultura en su conjunto, las instituciones que son cómplices de este comportamiento y las relaciones sociales que moldean y entrenan a los hombres a comportarse como depredadores. Pero las injusticias como esta renuncia obligatoria no solo causan daños graves a los individuos y a los principios críticos epistemológicos y legales, sino que terminan saboteando y perjudicando este movimiento. Este enfoque desvía el movimiento hacia callejones sin salida, apartando a las personas que quieren ver este acoso denunciado y TERMINADO pero que también quieren ver una sociedad en la que exista el estado de derecho, el respeto por el proceso de llegar a la verdad y el respeto por los derechos de las personas, sin importar cuán odioso sea el acto de que las acusan. Esta tendencia, no controlada ni detenida, se convertirá de un movimiento justo en un paroxismo de venganza de 15 minutos. ¡No!

La noche de la renuncia de Franken, Lawrence O’Donnell de MSNBC, visiblemente incómodo con las prisas por expulsar a Franken de la vida pública, trató sin embargo de justificarlo diciendo que “Hay sabiduría en la ola”. Esto está mal, terriblemente mal. “La ola” tiene una justa ira por la injusticia, pero también existe el potencial de transformar ese enojo en venganza, en lugar de justicia. La sabiduría no consiste en seguir cada expresión de un movimiento, sino en ver la fuente del problema y el camino a la solución, indicando los callejones sin salida y los baches a lo largo del camino, y luchando por los principios.

Finalmente, Franken señaló correctamente la aguda ironía de que al menos 35 senadores demócratas hicieran marchar a uno de los suyos al paredón sin hacer nada para exigir que Trump —grabado admitiendo un comportamiento mucho peor que lo que le acusan a Franken— fuera expulsado de poder. De hecho, no solo no han hecho nada para destituir a Trump, sino que la dirigencia del Partido Demócrata lo desalienta activamente y trata de suprimir cualquier intento de hacerlo. Para ellos, “la ola” aparentemente debe terminar antes de llegar a la puerta de la Oficina Oval. Y tendría mucho sentido preguntarse, dado que Franken ha dirigido tantas preguntas agresivas a los funcionarios de la administración de Trump y Pence, si la expulsión de Franken podría estar relacionada con una mayor supresión de cualquier intento parecido.

 

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