Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
¡Liberen a Gonzalo y a todos los presos políticos!
Perú: un indulto criminal para el asesino en jefe, Fujimori
14 de enero de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us
8 de enero de 2018. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. El ex presidente peruano Alberto Fujimori ha sido perdonado después de pasar una década en prisión de una condena de 25 años por corrupción y asesinato, por las masacres que él personalmente ordenó en una campaña terrorista contra una guerra revolucionaria cuya meta era liberar a Perú de la opresión. Esta decisión produjo una ola de indignación y furiosas manifestaciones en las calles. No solo suscitó un odio más extenso contra un gobierno ya en descrédito, sino que propagó ese descrédito hacia el llamado Estado de derecho del Perú. Lo que arroja mayor claridad sobre la injusticia criminal de este indulto es que Abimael Guzmán (también conocido como presidente Gonzalo), el jefe del Partido Comunista del Perú (PCP) que lideró esa revolución, sigue enterrado vivo en confinamiento solitario después de 25 años, condenado a morir allí pese a que la cadena perpetua no se considera legal en Perú. El país mantiene encerrados a decenas de presos políticos, algunos siguen encarcelados incluso después de haber cumplido su condena.
Este es un claro ejemplo de la justicia de clase, de un sistema donde lo que se considera de beneficio para la clase dominante se supone justo y se pueden perdonar los crímenes más sangrientos si le sirven a ese Estado de derecho, a la vez que nunca se puede perdonar la rebelión contra ese sistema.
Fujimori fue liberado por el actual presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, por medio de un acuerdo en el que, a cambio, los partidarios de Fujimori salvaron a Kuczynski de su destitución por corrupción. Esta es una situación de costumbre en un país en el que todos los jefes de Estado durante los últimos 37 años han sido oficialmente acusados de aceptar sobornos y de sobornar a unos y otros, y algunos otros están encarcelados o en el exilio. La corrupción es el modo normal de funcionamiento del Estado peruano, en todo nivel. Estas puertas giratorias carcelarias no tienen nada que ver con ningún cambio en el sistema, pero guardan una relación muy estrecha con la constante lucha interna entre los gobernantes y sus representantes políticos.
En cuanto a las masacres por las que condenaron a Fujimori, distan de ser las únicas por las que él, otros presidentes y el Estado que lideraron son responsables. Cuando el Partido Comunista del Perú (PCP) empezó a movilizar a los campesinos pobres y otros en una sublevación contra el sistema, que se inició en 1980 y llegó a convertirse en una guerra popular apoyada por millones de personas, la policía y las fuerzas armadas respondieron con una masacre en masa tras otra, matando indiscriminadamente a combatientes y a gente del común por igual. Los terroristas del Estado detuvieron en redadas y mataron a varias decenas de miles de personas. Se han encontrado algunos restos en fosas comunes clandestinas. Otros siguen desaparecidos hasta el día de hoy. Cientos de presos revolucionarios que participaron en el levantamiento de 1986 en tres cárceles fueron asesinados, muchos fueron ejecutados a sangre fría pese a haberse rendido. Barrios Altos y La Cantuta fueron dos crímenes por los que se condenó a Fujimori por haberlos dirigido personalmente, imputación realizada por tribunales que también dictaminaron que las víctimas no eran culpables de nada, incluso de acuerdo a las normas del reaccionario sistema de justicia peruano.
En el barrio de la clase obrera de Lima, Barrios Altos, en 1991, media docena de oficiales de inteligencia irrumpieron en una parrillada en un patio trasero, obligaron a todas las personas a tirarse al suelo y vaciaron sus armas automáticas con silenciadores contra ellas, matando a unas 15 personas, entre ellas un niño de 8 años, e hiriendo seriamente a otros cuatro. Se dijo que las víctimas eran simpatizantes de los rebeldes. Después del crimen, Fujimori asistió a una celebración con los asesinos en los cuarteles de su servicio de inteligencia.
La Cantuta es una universidad para normalistas, muchos de sus estudiantes provienen de zonas pobres. Durante un largo tiempo las autoridades habían temido de los estudiantes desafiantes y repetidas veces habían enviado fuerzas de seguridad a atacarlos. En 1992, miembros del mismo escuadrón de la muerte sacó a rastras a nueve estudiantes de las residencias estudiantiles y a un profesor de las residencias del cuerpo docente, y los ejecutó, y luego enterraron sus cuerpos en secreto.
En 2000, después de que se amainó la guerra popular y de que la clase dominante (y el Estados Unidos del que ésta depende) y que había respaldado a Fujimori durante una década decidió deshacerse de él, de repente los medios “descubrieron” su corrupción y él fue obligado a huir del país. Luego, cuando intentó volver a escena, terminó acusado de dirigir las dos masacres.
Sin embargo, no fueron las atrocidades cometidas por Fujimori lo que llevó a su caída, como lo evidencia la disposición de los gobernantes a perdonarlo hoy por esas masacres. Dos años después de su elección en 1990 en lo que se llamó un “autogolpe de estado”, envió tanques para cerrar el congreso y utilizó el ejército para resolver las luchas internas en la clase dominante peruana que impedían los esfuerzos de reprimir la rebelión. Las crueles acciones contra el pueblo por las que más tarde lo condenaron se conocían muy bien en ese momento, pero en la cúpula de de la sociedad y entre los imperialistas estadounidenses se aceptaron ampliamente o se pasaron por alto. Luego los que gobernaban Perú desecharon a Fujimori porque sus propias rivalidades continuaron y para intentar restaurar la legitimidad de un Estado que abiertamente se había lavado las manos con la sangre del pueblo.
El líder del PCP fue capturado en 1992 y se le dio cadena perpetua en un corto juicio sumario y secreto realizado por oficiales del ejército encapuchados. Mientras permanecía aislado en una cárcel isleña controlada por el ejército, Gonzalo llamó a concluir la guerra popular por medio de acuerdo negociado con el gobierno. Aunque gran parte del partido fuera de las prisiones denunció este llamado, y se negaron a aceptar que el llamado venía del mismo Gonzalo, y pese a que Fujimori lo rechazó, no obstante esto fue un factor muy importante en el declive de la guerra popular. La captura de Gonzalo y la posterior derrota de la guerra popular fueron consideradas el mayor logro de Fujimori. Luego, cuando Fujimori cayó en desgracia, sometieron a un segundo juicio a Gonzalo, su pena fue reafirmada por un tribunal civil bajo el mandato del sucesor de Fujimori, quien tuvo que huir del país para evitar ir a la prisión.
Abimael Guzmán tiene 83 años y está enfermo, afirma una reciente declaración de su abogado, quien argumenta que, si Fujimori puede salir libre, supuestamente por razones médicas, pues no existe fundamento legal para que su cliente siga encarcelado. Otros presuntos líderes del PCP sentenciados a 25 años de cárcel junto con Gonzalo enfrentan nuevos juicios por sucesos en tiempo de guerra décadas atrás para asegurar que nunca salgan de prisión.
Quizá los herederos y rivales políticos de Fujimori lo perdonen, pero millones de peruanos no sienten lo mismo. Incluso una media docena de miembros del gabinete y otros funcionarios del gobierno se sintieron compelidos a renunciar para evitar ser parte del descrédito del presidente Kuczynski.
En víspera de la Navidad, cuando se anunció el indulto a Fujimori, miles de personas inundaron las angostas calles del centro de Lima cerca del palacio presidencial. La policía demostró la esencia del Estado peruano criminalizando la protesta, cercó a los manifestantes y luego los obligó a dispersarse. Otra gran manifestación tuvo lugar dos días después. El 4 de enero, justo antes de la liberación de Fujimori, furiosas manifestantes trataron de marchar hacia la residencia del actual presidente, solo para encontrarse con torrentes de gas lacrimógeno y una masa de fuerzas de seguridad. Muchos manifestantes llevaban retratos de las víctimas de Fujimori o carteles con sus nombres. En las marchas asistieron padres de familia y otros familiares de las víctimas del régimen de Fujimori, y jóvenes que no podían aceptar la nueva injusticia representada en el indulto, que equivale a una declaración oficial de que sus crímenes contra el pueblo no son crímenes para la ley y el sistema.
El 17 de marzo de 2017, el Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar (SNUMQG) anunció su transformación en una herramienta más completa para la revolución basada en la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian. Lea el editorial del SNUMQG aquí: “Editorial: Introducción a un SNUMQG transformado”.
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