!-- El “affair del memo”: un acto en el camino a un Estados Unidos fascista

El “affair del memo”: un acto en el camino a un Estados Unidos fascista

8 de febrero de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 2 de febrero, con la autorización de Donald Trump, la dirigencia republicana del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes publicó un memorándum de cuatro páginas producido por su mayoría republicana sobre supuestos abusos de FISA. Tribunales de FISA (las siglas en inglés de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera) son la rama del poder judicial que aprueba la vigilancia electrónica, a base de evidencia que les proveen cuerpos policiales.

La acusación central del memo es que al solicitar el permiso del tribunal de FISA para intervenir las comunicaciones del personal de campaña de Trump, el FBI (Buró Federal de Investigaciones) usó como evidencia un dossier escrito por el ex agente británico de inteligencia Christopher Steele sobre los vínculos de la campaña Trump con Rusia, pero supuestamente no reveló que dicho dossier fue financiado, en parte, por la campaña de Hillary Clinton, y por lo tanto tenía motivos políticos. Alega que Steele dijo que era “desesperado para que Donald Trump no fuera elegido”, y que esto constituía una “clara evidencia del sesgo de Steele”, la que no se reflejó en las aplicaciones ni renovaciones de la vigilancia electrónica.

No sólo el contenido del memo, sino toda la manera en que se lo escribió y se lo publicó, representan otro adelanto más en el asalto contra las normas por las cuales el estado burgués estadounidense ha funcionado durante muchas décadas, y tiene como objetivo imponer una nueva norma: un poder ejecutivo fascista que, en última instancia, no esté restringido por otras ramas o instituciones gobernantes. Según este nuevo modelo, el papel de estas otras es el de facilitar, actuar como auxiliar y encubrir el poder de la rama ejecutiva, que de por sí es altamente concentrado en manos del presidente, creando así una fuerza que no rinde cuentas y a que en esencia no puedan cuestionar ni sus oponentes burgueses ni las masas populares.

En general están bajo un asalto fascista las normas de la democracia burguesa liberal que sustentan los aclamados “controles y contrapesos” de la Constitución estadounidense, su separación de poderes y el estado de derecho en general — y este acto marca un paso en ese rumbo.

Trump y la máquina de ruido republicano-fascista

Los republi-fascistas que publicaron el memo con la autorización y bendición de Trump, junto con su órgano propagandístico el Noticiero Fascista Fox, están usando el memo para alegar que hay sesgo político en la dirigencia del FBI en contra de Trump, y para socavar las investigaciones sobre los vínculos de la campaña de Trump con Rusia, porque supuestamente surgieron del dossier de Steele y por lo tanto tienen motivos políticos. El portavoz fascista de Fox, Sean Hannity, constantemente brama que las revelaciones del memo son “¡el mayor escándalo político en la historia estadounidense!”.

Su refrán es que el tribunal FISA no hubiera emitido el orden de vigilancia si supiera de la fuente de financiamiento. Dos puntos: primero, la solicitud para el orden tenía mucha más información (incluida lo que no sabemos), y el orden se renovó más de una vez. Segundo, y de fundamental relevancia, la realidad es que en los primeros 35 años de la existencia de los tribunales de FISA, se les pidieron 35.529 órdenes… y aprobaron todos menos 12. Especialmente a partir del 11 de septiembre, el gobierno ha tenido rienda suelta casi total para espiar a cualquier persona del planeta (como lo revelaron las filtraciones de Edward Snowden). Eso no es ningún inconveniente para los fascistas, para nada. Pero supuestamente la única vez conocida que esa solicitud rutinariamente aprobada para vigilancia fue aplicada a un agente de Trump, pues revela una gran conspiración. Además, el memo mismo contiene una referencia a otra persona del personal que posiblemente provocó la vigilancia al alegar independientemente que los rusos tenían acceso a cartas electrónicas de la campaña de Clinton.

El memorándum nombra a dirigentes actuales y recientes del FBI y el Departamento de Justica que pidieron la vigilancia electrónica específica, entre ellos el fiscal general adjunto Rod Rosenstein (a cargo de la investigación por Mueller), el ex subdirector del FBI Andrew McCabe (al que lo obligaron a renunciar recientemente), and y el ex director del FBI James Comey (al cual Trump lo despidió en mayo del año pasado). La máquina de ruido republicano-fascista ruge que la dirigencia del FBI ha sido parte de un ataque y conspiración continuados de motivos políticos para socavar la presidencia de Trump. Al alegar que la investigación por Mueller (sobre la supuesta cooperación de la campaña de Trump con Rusia para interferir en la elección de 2016, y sobre la relacionada obstrucción de la justicia) surge de raíces y sesgo antitrumpistas, cuestionan su credibilidad y objetividad, y piden terminarla.

Donald Trump Jr. dijo que el memo significa “sanseacabó” para la investigación Mueller, y le hicieron eco Hannity y otros. El propio Donald Trump tuiteó, “Este memo vindica totalmente a ‘Trump’ en investigación”. El congresista de Arizona Paul Gosar exigió que los oficiales de alto rango actuales y anteriores a los que el memo nombra sean juzgados por “traición” — ¡la que puede resultar en la pena de muerte!

Triturando las normas: Un acto encaminado a la consolidación fascista

Se oponían tajantemente a la publicación del memo no sólo los Demócratas sino las agencias de inteligencia; el FBI publicó una declaración insólita que expresó sus “graves inquietudes sobre las omisiones materiales de hechos que afectan fundamentalmente la precisión del memo”. Estas inquietudes y oposición, las que expresó el director de Inteligencia Nacional Dan Coats, las repitieron ex dirigentes de agencias de inteligencia como John Brennan, ex jefe de la CIA, que acusó con ira que “la ausencia de liderazgo moral y ética en la Casa Blanca inflama esta crisis gubernamental”.

No conocemos todas las divisiones y riñas intestinas de las instituciones de la clase dominante provocadas por la elección y la toma de poder de este régimen fascista. Lo que queda claro es que la publicación del memo en contra de los consejos del FBI, el director de inteligencia nacional y otros representa una ruptura de las normas bajo las cuales funcionan las instituciones de la clase dominante las unas en relación con las otras. También representa un acto deliberado en camino a consolidar el fascismo, desafiando obstáculos a su programa y su voluntad, incluidos los dentro del aparato estatal mismo.

A pesar de la oposición de Rosenstein a la publicación del memo, y la declaración de Christopher Wray, el director del FBI, que esa publicación causaría un “grave” daño a la seguridad nacional, Trump lo desclasificó en su totalidad. Ya que el memo se basa en documentos oficiales “de alto secreto” que los miembros del comité de inteligencia han jurado proteger, y que se les prohíbe legalmente publicarlos ni discutirlos públicamente tan siquiera, los republicanos encontraron un tecnicismo casi nunca usado para justificar sus actos. El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, dijo que deben “hacer limpieza en la organización”, aludiendo al FBI. Traducción: un FBI “purificado” y plenamente “partidista” hacia el programa fascista (y leal a Donald Trump).

La indiferencia pública de parte de Trump ante las advertencias de líderes clave del FBI y del Departamento de Justicia fue una manera de imponer su autoridad incontestada sobre instituciones importantes que son supuestamente independientes del poder ejecutivo. Muchos comentaristas incluso han descrito que el régimen de Trump está “en guerra” con su propio Departamento de Justicia y el FBI.

De hecho, la razón por qué toda suerte de republi-fascistas son leales de manera tan lambiscona a un Trump tan notoriamente desleal y traidor, es porque él es dispuesto y capaz de triturar y hacer añicos las antiguas normas que han funcionado como barreras para los objetivos y metas de todas las corrientes fascistas, que van desde los fundamentalistas cristianos a los supremacistas blancos y xenófobos antiinmigrantes.

Junto con atacar a los que se oponen decididamente al fascismo y al sistema capitalista-imperialista del cual forma parte, una de las líneas principales de ataque de los fascistas es contra la “Weimar”, o la democracia burguesa liberal (el término viene de la República de Weimar, la república burguesa-democrática en Alemania después de la Primera Guerra Mundial que Hitler y los nazis abolieron forzosamente y reemplazaron al asumir el mandato en los años 1930s) — a pesar de que representa el dominio del mismo sistema capitalista-imperialista, aunque de un sector de sus estratos dominantes que discrepa fuertemente con el fascismo. El ataque republi-fascista a las personas específicas nombradas en el memo, a estas instituciones de seguridad, a los demócratas y a los medios de comunicación, y a estas normas, son parte del ataque contra la Weimar. Han incitado aún más a la base social fascista y la han endurecido aún más por medio de la publicación de este memo, y del rebuzno de la máquina de ruido republicano-fascista y sus propagandistas, que incluyen los presentadores del Noticiero Fascista Fox.

Algunos cabezas parlantes liberales como Rachel Maddow están celebrando el hecho de que el memo resultó ser nada más que una pizca de mentiras y distorsiones revuelta con puras ínfulas, y que, aunque uno aceptara como verdad las alegaciones del memo, lo que describe no son actos “escandalosos”, ni siquiera inapropiados, de parte del FBI. Pero estos comentaristas liberales erran, malinforman y desvían. Esquivan el punto fundamental —y sin importar sus intenciones, engañan a la gente— de que todo eso marca un avance hacia la consolidación fascista.

El FBI: Ningún “amigo del pueblo,” pero hay que oponerse al ataque fascista en su contra

Como hemos abordado a fondo, el Departamento de Justicia, y el FBI que está bajo su autoridad, no son instrumentos de “Justicia” en absoluto. De hecho, existen para el propósito de imponer el poder de todo el sistema y el estado que impone el dominio —y las reglas— de este sistema a las masas populares. Durante un siglo, el FBI ha puesto en las miras a decenas de miles de personas que luchaban por el cambio social, desde comunistas a Martin Luther King y desde Malcolm X a grupos de resistencia indígenas. Las ha vigilado, arrestado, golpeado, torturado, encarcelada, y a veces asesinado. Después de los años 1960, las denuncias de algunos de los peores abusos resultaron en algunas nuevas reglas y orientación para restringir algunos de sus torturas, asesinatos y otros crímenes, porque minaban la legitimidad del FBI y de Estados Unidos en conjunto. Pero el FBI todavía vigila, aterroriza y acusa falsamente a sectores enteros de la gente, especialmente las comunidades musulmanes e inmigrantes, y actúa con el fin de propagar el terror entre toda persona que trate de realizar un cambio social significativo, ni hablar de una revolución.

Eso no es ningún problema para los trumpistas ni los Demócratas — de hecho, tratan de superar los unos a los otros en elogiar el papel represivo del FBI, ensalzando los “valientes hombres y mujeres”, los “de las bases”, etc. Los demócratas y los medios de comunicación liberales como MSNBC compiten entre sí con estos elogios, y encubren el papel y la historia del FBI. Y parte de la polarización peculiar efectuada por esta maniobra fascista contra el FBI es que sectores de personas progresistas —que ya sabían— ahora lo defienden, glorifican su papel, y punto. Los que se deleiten o se diviertan de esta “ironía” están normalizando el fascismo ellos mismos. ¡Hay que luchar contra todo esto, y cambiarlo!

Sin embargo, este asalto contra el FBI y su independencia augura grandes peligros para la gente, y hay que oponerse a estos ataques. ¿Por qué? Porque forma parte del asalto a gran escala contra las normas establecidas, lo que abre la puerta a más horrores, a la socava del estado de derecho y de los derechos humanos, al ataque a sectores populares vulnerables (incluidos los inmigrantes) sin el proceso debido, aún más fomento de políticas supremacistas blancas — todo eso como parte de un programa y una consolidación fascista en general. El peligro más grave de esta consolidación fascista cae sobre las masas populares — en Estados Unidos y en el mundo entero. Lo que se está creando —a menos que la gente actúe decididamente para impedirlo— es un régimen resueltamente en contra de los negros y latinos, los inmigrantes de color, las mujeres, y la gente LGBTQ. También pretende imponer los intereses estadounidenses sobre el mundo entero amenazando descabelladamente con usar, y muy posiblemente usando, su arsenal nuclear con el potencial de destruir el mundo.

El régimen de Trump y Pence es la máxima pesadilla para la humanidad, y es imprescindible no sólo “restringirlo” o “contenerlo” en espera de las próximas elecciones, sino sacarlo del poder lo más pronto posible. En este contexto, el enfoque correcto de estas divisiones agudas en la cúpula se concentra en la siguiente orientación:

Los demócratas, junto con el New York Times y el Washington Post, están buscando resolver la crisis con la presidencia de Trump de acuerdo a los términos del sistema actual y al servicio de los intereses de la clase dominante del sistema actual, que representan. Nosotros, las masas de personas, debemos avanzar a todo vapor y millones de nosotros debemos movilizarnos para resolver esto al servicio de nuestros intereses, al servicio de los intereses de la humanidad, los que son fundamentalmente diferentes y contrarios a los intereses de la clase dominante.

Esto, por supuesto, no significa que la lucha entre los de arriba es irrelevante o no tiene importancia; más bien, la manera de entender y abordar esto (lo que hay que explicar repetidamente a la gente, incluido por medio de la lucha que se necesita y se lleva bien), está en términos de cómo se relaciona con “la lucha desde abajo” y cuáles oportunidades puede ofrecer, para la movilización de masas de personas en torno a la exigencia de que el régimen en su conjunto tiene que largarse, por su naturaleza y acciones fascistas y por lo que está en juego para la humanidad.

 

 

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