Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

La humillación de Ángela Merkel y el llamamiento a un “holocausto musulmán” en Polonia

21 de marzo de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Nota de la redacción de Revolución / revcom.us: Hemos realizado varias revisiones del artículo original para ayudar al lectorado que no está familiarizado con los temas importantes que se tratan aquí: una sección sobre Polonia se convirtió en un recuadro y se agregaron unas notas y subtítulos.

29 de noviembre de 2017. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Sorpresa y conmoción sacudieron a toda Europa cuando el partido Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) casi triplicó sus anteriores resultados en las elecciones federales de septiembre de 2017 y entró al parlamento alemán. Desafortunadamente, mucha gente vio este cambio de acontecimientos como una anomalía en un sistema que se autocorrige. ¿Cómo pudieron tener los fascistas una popularidad profunda y duradera en un país que ellos mismos ya llevaron al desastre en la II Guerra Mundial? Los cuatro partidos que han gobernado Alemania en diversas combinaciones desde la guerra habían mantenido la esperanza de que al hacerles concesiones a las demandas antinmigrantes del AfD, podían socavar la popularidad del AfD, fortalecer el centro político y evitar una mayor polarización.

Pero, sucedió lo contrario. La cancilleresa alemana Ángela Merkel no ha podido conformar una nueva coalición de gobierno. Esto ha generado la crisis política más grave en Alemania desde que emergiera de los escombros de la II Guerra Mundial. Las consecuencias son potencialmente de mucho mayor alcance porque Alemania ha sido un pilar esencial de la estabilidad política en Europa. Mucha gente quería ver a la “madre” Merkel convertirse en “la lideresa del mundo libre”, una alternativa a todo lo que representa Trump. Indiscutiblemente, ella ha sido la más firme representante del consenso socialdemócrata y políticamente liberal que ha prevalecido en Occidente desde la guerra, un orden que Trump y otros de su ralea se proponen demoler.

El problema no es solo que ninguno de los partidos convencionales logró una mayoría, ni que el AfD les quitó muchos votantes a todos. De más importancia, todo el establecimiento político tradicional sigue perdiendo legitimidad. Independientemente de lo que Merkel haga para remendar la crisis gubernamental inmediata, su impotencia y desesperación revelan el grado a que el AfD ha tomado la iniciativa. Está obligando a los otros partidos a reaccionar al respecto, a adoptar partes de su discurso y programa, por miedo a que de lo contrario se desacrediten más a sí mismos y fortalezcan aún más a los fascistas. A su vez, esto legitima a los fascistas y alimenta su insaciable sed de poder. Esta dinámica está impulsando hoy los acontecimientos políticos.

El AfD empezó como un partido “euroescéptico”1, criticando el “cosmopolitismo” de la Unión Europea por no servir a “nuestros” mejores intereses. El centrarse en el país, que en contexto solo puede significar en pro de los intereses de los capitalistas imperialistas monopolistas que lo dirigen, se ha pasado a centrarse en “la nación”, sea que se defina por la “germanidad” como algunos ideólogos corteses de los partidos gobernantes lo han puesto, o por “la sangre” como prefieren los fascistas nostálgicos del nazismo. Sin importar cuáles otras cuestiones puedan ser muy importantes para otros partidos (como la escandalosa y calculada dependencia de Alemania del carbón sucio), el AfD ha tenido éxito al hacer de la inmigración la cuestión central para todo el espectro político. Si bien desde hace mucho, los ideólogos de los partidos dominantes han insinuado ideas similares a las del AfD, los fascistas las han despojado de su ambigüedad y las han montado en una cruz ardiente: la gente que no es como “nosotros” no tiene lugar en Alemania o en suelo europeo.…

Valores reaccionarios y el ascenso del fascismo

Frente a todo esto, alguna gente, en las universidades y en las calles, argumenta que es “natural” que los seres humanos se inquieten por la presencia de personas que no son como “nosotros”. Casi todos los comentaristas dirán que la “causa” de la humillación de Merkel fue su decisión en 2015 de aceptar a un millón de inmigrantes.

Esto ignora la dimensión demagógica de la política actual. Si bien Alemania es hogar de muchos más inmigrantes que Polonia, el AfD tiene más seguidores en regiones con relativamente menos inmigrantes. En Polonia en general hay muy pocos inmigrantes, e incluso menos musulmanes. La presencia física de extranjeros no explica el auge del fascismo.

Al mismo tiempo, es cierto que una característica básica del mundo imperialista hoy —la división del planeta entre los que se dan un festín y los que les dar de comer— se ha hecho tan insoportable que millones de personas en África, Asia y Latinoamérica prefieren arriesgarse a morir que aceptar el futuro que les puede ofrecer un país oprimido por el imperialismo. Esto, a su vez, se ve como una amenaza a la tranquilidad y estabilidad de Europa. Hay una crisis real de la dominación imperialista, y su efecto más importante está en la superestructura, las ideas y modos de pensar que corresponden a la forma en que se organizan las sociedades.

En un reciente artículo titulado “It’s the Kultur, Stupid” [Es la cultura, estúpido], el historiador Timothy Garton Ash utiliza encuestas de opinión y análisis de las cifras del voto alemán para desmentir la idea de que el éxito del AfD solo puede explicarse por las dificultades económicas. Aunque sus baluartes están en la antigua Alemania oriental, una zona en relativa desventaja por la globalización imperialista, el AfD atrajo importante respaldo en todo el país salvo un distrito electoral. La mayoría de sus partidarios informan que su situación económica es “buena” o “muy buena”. En vez de cuestiones del bolsillo, lo que más les preocupa es el debilitamiento de los valores que consideran que deben mantener unida a la sociedad alemana, “el país, la familia y la religión”, temas que también son primordiales para la base social estadounidense de Trump.

Hasta hace poco, se ha identificado a Merkel, junto con otros líderes europeos convencionales (y el mismo aparato central de la Unión Europea), con el “multiculturalismo”, la idea de que sus sociedades deben acoger y tolerar a las personas de diferentes culturas. Hay mucha hipocresía y ceguera sobre cómo se ejerce la opresión. En Francia, en comparación, todos los partidos políticos sostienen que los extranjeros deben integrarse a la cultura dominante. Pero, tanto en Alemania como en Francia, una cuestión crucial es el carácter de esa cultura dominante, y los peligros que presenta su debilitamiento.

Los fascistas en todo Occidente se han quejado constantemente de que las fuerzas democráticas liberales que han gobernado el orden imperialista no han sido lo suficiente severas en su tratos con las reaccionarias fuerzas yihadistas que se les oponen, en particular en el Medio Oriente — en su campaña presidencial Trump repetidamente gruñía que “¡Obama es débil!”, y pregonaba abiertamente el uso de la tortura. Pero estos reaccionarios también mezclan erróneamente el islam en general con el reaccionario fundamentalismo y la yihad, y perciben al fundamentalismo islámico como todo lo que piensan que Occidente debería ser pero no lo es: sociedades obedientes a la autoridad tradicional, cohesionadas por la religión, basadas en “la familia” (patriarcado, género tradicional y otras relaciones opresivas) y agresivamente decididas a rehacer el mundo a su imagen. Algunos fascistas en Estados Unidos incluso han llamado a una “Sharia blanca”2, lo que significa en especial forzar a las mujeres a volver al hogar y a la autoridad del esposo.

Tanto en los países imperialistas como en los países dominados, el auge de concepciones del mundo reaccionarias aún más extremas es una reacción al menoscabo de las formas de vida que corresponden a los llamados “valores familiares”, debido al funcionamiento del sistema imperialista mundial y a la aceleración de los efectos de la globalización, haciendo que los barrios, regiones y sociedades de todo el mundo se sientan irreconocibles para muchos de sus habitantes. Los cambios en la estructura familiar y la posición de las mujeres son uno de los factores más relevantes y profundamente sentidos. Por ejemplo, muchísimas mujeres han sido sacadas de la casa — literalmente en Polonia, donde las mujeres constituyen la mayoría de los millones de personas que se han ido a trabajar a Alemania, Reino Unido y otras partes, dejando atrás a los padres de familia y otros hombres. Este es uno de los muchos cambios básicos en la vida de las mujeres y los hombres que ponen en conflicto su forma de vivir con los valores patriarcales en los que les enseñaron a creer.

El mismo sistema opresivo mueve a los fascistas y a los partidos gobernantes convencionales

Incluso mucho antes del auge del AfD, los ideólogos conectados con los partidos gobernantes de Alemania discutían la necesidad de una “cultura alemana dominante”, en oposición a lo que se decía que eran valores islámicos (“nosotros no somos burka”, dijo el ministro alemán del Interior). La cultura de su “nosotros” se define por el mismo patrioterismo alemán y el mismo patriarcado al estilo alemán que los sanguinarios fascistas defienden más ferozmente. Esta es una de las razones por las que los partidos tradicionales no pueden competir bien por los corazones y las mentes en Alemania y Polonia, y en otras partes. Ellos representan el mismo sistema capitalista opresivo que perpetúa las relaciones opresivas entre las personas, y ellos también se interesan enormemente no sólo en conservar, sino fortalecer, esas relaciones y los valores y las ideas y formas de pensar que las reflejan y las imponen.

Si bien se dice que la Ilustración que imbuye la “cultura dominante” alemana estuvo relacionada con elementos esenciales para el progreso humano como la razón, la ciencia y la separación entre la sociedad y el control de la iglesia, también llevó al capitalismo a la victoria en Europa y abrió el camino para que Europa y Norteamérica impusieran la esclavitud y la depredación a la mayoría de la gente del mundo. El lugar de Alemania en el mundo, cerca de la cima de los mayores depredadores del planeta, y el imperativo de impulsar esa posición en medio del tumulto político de hoy y la creciente competencia entre las potencias mundiales, no es tema de desacuerdo fundamental entre el establecimiento político tradicional y los fascistas. En las clases dominantes, se considera que es aceptable discutir cómo liberar a Alemania de la “carga” de su pasado (liberarla de “culpa” para que pueda actuar como las potencias victoriosas de la II Guerra Mundial, como Estados Unidos y Francia, que pueden enviar tropas y usar armas de destrucción masiva sin preocuparse de la opinión pública interna). El AfD simplemente lleva esto un paso adelante llamando a honrar los “logros” militares de Alemania en las guerras mundiales. Cuando ocuparon sus escaños en el Bundestag, sus delegados usaron cintas amarillas en solidaridad con el ejército alemán3.

Así que hay una continuidad subyacente entre estas posiciones y discursos, pero también hay diferencias importantes. Una razón es que los fascistas no solo están buscando rescatar todo lo más reaccionario de la “cultura dominante” de hoy, sino alinearla más con lo que realmente ha hecho el imperialismo alemán, pero más fundamentalmente, con lo que probablemente tendrá que hacer ahora.

El tratamiento de los migrantes por Europa: Inhumanidad a escala masiva

Merkel y el establecimiento tradicional alemán están tan mal preparados para enfrentarse a los fascistas en la política y en la esfera de las ideas, por una razón muy clara: si vemos cómo Merkel, y Europa han manejado la inmigración, tanto en términos de las medidas como en la ideología subyacente.

Para que quede claro, la decisión original de Merkel de aceptar a un millón de recién llegados a Alemania se basó en las necesidades de la clase dominante capitalista-imperialista alemana ante la muy baja tasa de natalidad y el decrecimiento de la población. Los “valores familiares” alemanes estigmatizan a las madres que trabajan. Sin embargo, los empleadores alemanes necesitan a un millón más de trabajadores al año. Y, para estos imperialistas es más difícil mover sus fichas sin que haya muchos más alemanes.

Los partidos gobernantes afirman ahora que tienen que limitar la inmigración por razones humanitarias (de otra manera los fascistas llegarían al poder y su gobierno sería peor). Pero la realidad es que Alemania, al igual que las otras potencias europeas, es responsable de una inconmensurable inhumanidad en masa contra millones de no europeos que tienen tantos motivos y derechos para viajar en busca de algo mejor, como los millones de personas que han dejado su hogar y familias atrás en Polonia o Alemania oriental, aunque no se les haya inculcado el venenoso sentido de tener derecho a privilegios especiales.

Aun antes de que Merkel anunciara un cambio en la política, Alemania tenía a Hungría y otros países haciendo su trabajo sucio antinmigración cerrando la ruta de los Balcanes hacia el norte. Alemania hizo que Grecia estableciera espantosos “campamentos de refugiados” donde 15.000 personas están pasando el lluvioso invierno, por lo general en tiendas de campaña y casuchas. Alemania también adoptó su propio tipo de tráfico humano cuando le ofreció a Turquía un pago por cada inmigrante devuelto de Europa. Pero, lo peor se concentra en Libia, donde el caos producido por la cínica intervención imperialista ha dejado un fragmentado Estado central. Esto ha dejado una brecha en el muro de los Estados que han sido respaldados por Occidente a cambio de impedir que su propia población y otras personas salgan de las costas del sur del Mediterráneo.

Ahora las potencias europeas y Estados Unidos han instalado un gobierno títere (el dizque Gobierno de Acuerdo Nacional) en la capital libia, Trípoli, respaldando a unos señores de la guerra contra otros. Luego de suspender las operaciones de búsqueda y rescate y de criminalizar a las oenegés y ciudadanos del común que trataban de salvar a la gente de morir ahogada, este gobierno títere montó una “guardia costera” libia al parecer manejada por algunas de las mismas milicias que anteriormente habían venido enriqueciéndose transportando inmigrantes a Europa, en embarcaciones inseguras y a veces condenados. Su nueva misión pagada es impedir que los migrantes se acerquen a Italia y al resto de Europa. En coordinación con las autoridades europeas, esta “guardia costera” les dispara y embiste a botes de refugiados en aguas internacionales. Encierran a los que capturan en el mar y en la costa —casi un millón de personas— en campos de concentración “oficiales” del gobierno donde los golpean, les hacen pasar hambre, o los entregan a las milicias “privadas” que operan en territorio del gobierno. Ahí muchas veces los encierran y exigen un pago de rescate o literalmente los subastan como esclavos. Una vez más Europa está entregando a los africanos negros de nuevo a la esclavitud, no en unos barcos que cruzan el Atlántico sino con políticas cuyo resultado es lo mismo, aunque les permiten fingir que tienen las manos limpias.

Alemania y otros países ya han violado sus propias leyes y el derecho internacional que garantizan el derecho al asilo a quienes huyen de guerras y regímenes asesinos, aunque esas leyes, al hacer una diferenciación entre refugiados e inmigrantes, trazan una ridícula e inmoral línea de demarcación entre categorías de personas que escapan de un infierno que ellas no crearon. Una vez las fuerzas políticas dominantes han establecido que unos seres humanos, por nacimiento, tienen derechos que otros no, que solo algunas vidas importan, pues han dividido a las personas entre humanos y subhumanos. Se han embarcado en una lógica genocida, no importa cuál sea la intención. Esto en últimas legitima a los fascistas que quieren solucionar la hipocresía imperialista haciendo un llamado a un genocidio público. Los regímenes democrático-burgueses no pueden impedir con mucha efectividad el auge de fuerzas fascistas porque su mismo sistema, con su funcionamiento y contradicciones y sus valores inherentes, explícitos y tácitos, impulsan su ascenso.

La pregunta: ¿Qué reemplazará al viejo orden opresivo?

El desmoronamiento del orden político, social e ideológico que la mayoría de nosotros hemos conocido durante toda nuestra vida es irreversible. La cuestión es qué lo reemplazará. Los representantes de ese orden no tienen soluciones a la crisis que su sistema ha creado. De hecho, sus valores son opresivos y muy hipócritas. Por esto, no tienen ninguna pasión o voluntad real de hacerle frente al fascismo. Ya hora de desechar las ilusiones de que es posible hacer que estas fuerzas “hagan lo correcto”, o se detendrá está dinámica al jugar según las reglas del marco político existente. Enfrentar y derrotar el ascenso de las fuerzas fascistas y el veneno que propagan nos incumbe a nosotros — a todos los que reconocen los peligros urgentes que las fuerzas fascistas representan, y asumen la responsabilidad de detener su ascenso mediante una resistencia organizada de masas. Una parte indispensable de esto es la necesidad vital de ir a las raíces de por qué está sucediendo esta locura y cómo surge de un sistema capitalista-imperialista mundial, y de difundir un entendimiento del hecho de que hay una solución real a todo esto la que está en favor de los intereses de la humanidad y el planeta — una manera de organizar a la gente del mundo que puede poner fin a todas las relaciones opresivas entre las personas y liberar el potencial de la humanidad. Esto es posible si se guía por la visión y ciencia del comunismo revolucionario desarrollado por Bob Avakian. Así que es sumamente urgente despertar, organizar y movilizar tanta gente como sea posible para hacer retroceder este viraje hacia la derecha como parte de la lucha por cambiar el mundo en pro de los intereses estratégicos y fundamentales de los oprimidos y de toda la humanidad.


1. El “euroescepticismo” (también conocido como “escepticismo de la UE”) es una tendencia política que se opone a la Unión Europea, la agrupación política y económica de 28 países, porque ha debilitado a los Estados nación individuales.  [regresa]

2. “Sharia” es la ley religiosa islámica.  [regresa]

3. Bundestag es el parlamento alemán.  [regresa]

 

El 17 de marzo de 2017, el Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar (SNUMQG) anunció su transformación en una herramienta más completa para la revolución basada en la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian. Lea el editorial del SNUMQG aquí: “Editorial: Introducción a un SNUMQG transformado”.

 

 

 

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