Dos preguntas planteadas durante la crisis en la frontera—pero pocas veces, o nunca, articuladas y contestadas:

1) ¿Cuáles son los orígenes de esta frontera?
2) ¿Por qué la gente está arriesgando todo para cruzarla?

4 de julio de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

 

1) La actual frontera de 3200 kilómetros entre Estados Unidos y México se creó tras el violento robo por parte de Estados Unidos de la mitad del territorio de México durante la guerra de 1846-1849. Estados Unidos instigó esa guerra, invadió a México y masacró, violó y saqueó a civiles. El Caso # 83 de la serie de revcom Crimen Yanqui analiza esto más a fondo.

Como ha dicho Bob Avakian:

Bueno, por supuesto, la esclavitud no fue el único factor que desempeñó un papel importante en el surgimiento de los Estados Unidos como potencia mundial, cuya fuerza económica subyace a su enorme fuerza militar. Un factor histórico importante en todo esto fue el robo de territorio, a escala masiva, de México así como de los pueblos indígenas. Pero, a su vez, gran parte de esa conquista de territorio fue, por un largo período de tiempo hasta la guerra de Secesión, en gran medida para ampliar el sistema esclavista. “Recuerda El Álamo”, nos dicen siempre. Bueno, muchos de los “héroes” de El Álamo fueron cazadores y traficantes de esclavos…. Y extender el sistema esclavista fue uno de los objetivos principales de la guerra con México, aunque la guerra también condujo a la expansión hacia el oeste del sistema capitalista en desarrollo centrado en el norte de Estados Unidos. (Lo BAsico 1:2)

2) La gente está arriesgando su vida y la de sus hijos al cruzar la frontera porque está huyendo de las condiciones infernales creadas POR Estados Unidos en sus países. La gran mayoría de quienes hoy son tratados como “criminales”, detenidos en campos de concentración, a quienes el gobierno estadounidense les ha robado sus hijos, son personas pobres de Centro América tratando de escaparse de una crisis de pobreza y violencia, donde las pandillas controlan los barrios pobres, a menudo confabulados con la policía y los políticos. La terrible situación con las pandillas es más que nada la culpa del imperialismo yanqui, por todo lo que ha hecho. En las décadas de los años 1970 y 1980, guerras reaccionarias respaldadas por Estados Unidos expulsaron a cientos de miles de centroamericanos de sus tierras y de sus países. Muchos vinieron a Estados Unidos donde los jóvenes se encontraron en ghettos sin trabajos que valen la pena y a la vez inundados de cocaína, que en parte se vendía para financiar a las fuerzas militares reaccionarias de Nicaragua. Encima, un salvaje terror policial y encarcelación en masa en nombre de “la guerra contra las drogas” era la realidad cotidiana de la juventud negra y latina. Esta situación, junto con la moral del capitalismo de “sálvese quien pueda”, contribuyó en buena medida al enorme crecimiento de las pandillas en los ghettos, especialmente en Los Ángeles y el sur de California, muchos de los que vinieron a la fuerza desde Centro América y sus hijos encontrándose atrapados en eso. Luego, a fines de los años 1980 y principios de los 1990, Estados Unidos empezó a deportar a miles de jóvenes centroamericanos en nombre de “la guerra contra las drogas”. Jóvenes que habían pasado toda la vida perseguidos por la policía, algunos de quienes habían sido reclutados por las pandillas, ahora se encontraron en países pobres y devastados que apenas, o en absoluto, conocían. Entre 2001 y 2010 unas 130.000 personas tildadas de “criminales extranjeros” fueron deportadas a Centroamérica.

Estas deportaciones tuvieron un enorme impacto en los pequeños y pobres países de Centro América. El Salvador es el país más congestionado de las Américas, con una población de unos 6 millones de personas. La “cultura pandillera” que se originó en Estados Unidos se ha arraigado de formas muy feas en las condiciones empobrecidas y económicamente deprimidas de los barrios atestados de Centroamérica. Buena parte del campo de estos países ha sido devastada, y las economías de estos países y la posibilidad de que su gente se ganara la vida ha sido arruinada. La horripilante violencia pandillera, que incluye batallas entre diferentes sectores de la policía y las fuerzas armadas aliadas a diferentes pandillas, es una plaga que azota al pueblo.

Ante tal situación, mucha gente en esos países ha llegado a la conclusión que la única salida es juntar algo de dinero, encarar la difícil y a menudo peligrosa trayectoria de miles de kilómetros, y cruzar la frontera de México-Estados Unidos donde cientos mueren cada año al atravesar el desierto — con la esperanza de encontrar seguridad para ellos y sus familias en Estados Unidos.

 

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