Sobre los tiroteos y asesinatos desgarradores en Chicago, y el futuro por el que tenemos que luchar

Joe Veale

| Periódico Revolución | revcom.us

 

Un fin de semana. Dos días. 74 personas baleadas. 12 muertos. Las personas baleadas tienen de 11 años a 60 años de edad. Muchos son muy jóvenes. Algunos son adolescentes. Algunos son veinteañeros. Seres humanos preciosos... hasta el último de ellos.

Incluidos aquellos que por ahora están atrapados en la vil trampa de balear y matar a otras personas que son como ellos. Balear y matar a personas que SON IGUALITAS A ELLOS, por represalias, por venganza, por “respeto”.

Bob Avakian formuló la pregunta en Lo BAsico, el manual de la revolución: “…Pregúntese: ¿cómo es que de niños preciosos pasan a ser supuestos ‘monstruos irredimibles’ en unos pocos años? Se debe al sistema y a lo que éste le hace a la gente — y no a una ‘naturaleza humana que no cambia y no se puede cambiar’”. Analicémoslo.

Giuliani, el abogado de Trump, y ese régimen fascista en su conjunto, tachan de “animales” a estos jóvenes y piden que se envíe a los federales a: “HACER QUE CHICAGO VUELVA A ESTAR SEGURO”, pero ¿“SEGURO” para quién? Esa es simplemente una palabra en clave para cuando Trump dice: “HACER QUE ESTADOS UNIDOS VUELVA A TENER GRANDEZA SER BLANCO”. Estas son palabras en clave apenas disfrazadas que llaman a la limpieza étnica y al genocidio contra de negros, latinos, inmigrantes, musulmanes y personas LGBTQ.

Obama tachó de “maleantes” a estos jóvenes después de que se rebelaron tras el asesinato policial de Freddie Gray en Baltimore. Y les echó la culpa a los padres de estos jóvenes cuando sacaban malas notas en la escuela, diciendo que tenían que dejar de alimentarlos con pescado frito y sémola para el desayuno.

Hillary Clinton los tachó de “super-depredadores”.

Pero veamos lo que el SISTEMA que Trump, Obama y Clinton representan le hace a nuestros jóvenes.

Mire el futuro a que se enfrentan. En la adolescencia, si no antes, ya está requete-claro que este sistema capitalista-imperialista no les ofrece ningún futuro. Los trata de criminales. De gente “tonta”. De personas con problemas de “manejo de la ira”.

Después de la derrota del sistema esclavista en la Guerra Civil, este sistema obligó a los negros a volver a las plantaciones como aparceros en el sistema del Jim Crow de supremacía blanca con el Ku Klux Klan, sherifatos y linchamientos. Luego, después de la Segunda Guerra Mundial, la gente fue expulsada de la tierra y se fue hacia el Norte y salieron al Oeste para escapar del Jim Crow y buscar una vida mejor para mantener a sus familias: trabajaron en las plantas siderúrgicas, astilleros, empacadoras de carne y fábricas automotrices, en los trabajos peor pagados, más sucios y peligrosos, los últimos en ser contratados y los primeros en ser despedidos.

Pero en las últimas décadas trasladaron esos trabajos de las comunidades marginadas de las ciudades, primero hacia el Sur de Estados Unidos, luego a México en las maquiladoras a lo largo de la frontera, luego a Asia en busca de mano de obra barata y mayor rendimiento de las inversiones en este sistema. Así que las personas de hoy en día se encuentran en una situación diferente. Si logran conseguir algún trabajo, es algo que solo refuerza la noción de que no valen ni un comino. Un mezquino trabajo que es aún más degradante y no realza su humanidad. La manera general en que este sistema, con la supremacía blanca en su ADN, está estructurado les enseña que lo único que se merecen, como pone al descubierto Bob Avakian en su discurso ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS!, es una bota por el culo y una bala en el cerebro.

Por cierto, ningún ser humano aceptará porquerías así. Encontrará formas de desafiar estas porquerías. Las personas “se resistirán” a que les trate de esta manera deshumanizante. Cualquiera que se halle en una situación semejante tratará de encontrar una forma de lograr sobrevivir en este mundo de una manera que considere que le dé sentido y “dignidad” a su existencia. Por muy larga o corta que sea esa existencia.

Ya sea que a alguien le guste o no, estos jóvenes encuentran ese significado y “dignidad”, es decir, el significado que se obtiene al pertenecer a algo, de ser parte de algo más grande que uno mismo, de la vida de las pandillas.

Pero esa vida solo refleja la vida más grande de este SISTEMA y sus valores que produjeron y dieron forma a TODA esta mierda en primer lugar.

Entonces, cuando se dice “Alto a la violencia”, pregunto: ¿Cuál es la causa fundamental de la violencia? ¿Y cómo hacemos frente, desarraigamos y derrocamos a eso?

Nadie debería tener que vivir la vida que estos jóvenes tienen que aguantar. De aún más importancia, nadie tiene que aceptarla.

Pero eso puede lograrse ÚNICAMENTE por medio de la revolución para derrocar este sistema. Tenemos la estrategia y la dirección para eso. Tenemos a BA, Bob Avakian, el líder de la revolución y el arquitecto de un nuevo marco para la emancipación humana. Un nuevo comunismo

Cuando las personas le entran a esta revolución, cambian el mundo y se cambian a sí mismas. Yo no era tan distinto a algunos de estos jóvenes “en los buenos días del pasado”. Pero me topé con la revolución y mientras luchaba contra la opresión, la gente luchaba conmigo para cambiar mi perspectiva. Luego, cuando le entré a Bob Avakian y lo que él está desarrollando, cambié aún más.

Al comienzo de la cita anterior, BA dice: “La gente dice: ‘O sea, ¿me están diciendo que esos jóvenes que andan por allí vendiendo droga y matándose unos a otros y que están metidos en muchas otras cosas, pueden ser la columna vertebral de este poder estatal revolucionario del futuro?’ Sí — pero no lo podrán ser desde donde están ahora, ni tampoco lo podrán ser sin lucha. No siempre vendían droga y se mataban unos a otros y todas esas cosas — y no tienen que estar metidos en todo eso en el futuro…” (Lo BAsico 3:17).

Yo les digo a estos jóvenes: traigan su coraje, traigan su desafío, traigan su “resistencia” a la revolución. Si van a morir, pues háganlo para contribuir a derrocar este sistema. De modo que, al mínimo, la generación que crece con ustedes y después de ustedes tendrá la oportunidad de luchar por algo mejor: que la revolución derroque este sistema y construya un mundo completamente nuevo.

Es como lo que dice BA en Lo BAsico 3:16:

Un llamado a quienes el sistema ha desechado

Aquí hablo no solo a los presos sino a todos aquellos que viven su vida al filo de la desesperación, ya sea que hallen trabajo o no; a los que no tienen trabajo ni techo; a los que el sistema y sus capataces tratan ni más ni menos que basura humana.

Eleven la vista por encima de la humillación y la locura, la mugre y la desmoralización, por encima de la batalla individual por sobrevivir y “ser alguien” según la definición de los imperialistas — de los criminales más espantosos, más monstruosos de lo que jamás haya inventado la mitología o haya encerrado ninguna cárcel. Sean parte de los salvadores humanos de la humanidad: los sepultureros de este sistema y los portadores de la futura sociedad comunista.

No digo esto por hablar ni por querer dármelas de poeta: para conquistar todo esto hay grandes tareas que cumplir, grandes luchas que realizar y grandes sacrificios que hacer. Pero hay un mundo que salvar —y que ganar— y en ese proceso, aquellos que este sistema ha dicho que no valen nada, pueden importar muchísimo. Representan una gran fuerza de reserva que se debe convertir en una fuerza activa para la revolución proletaria.

 

La gente dice: “O sea, ¿me están diciendo que esos jóvenes que andan por allí vendiendo droga y matándose unos a otros y que están metidos en muchas otras cosas, pueden ser la columna vertebral de este poder estatal revolucionario del futuro?” Sí — pero no lo podrán ser desde donde están ahora, ni tampoco lo podrán ser sin lucha. No siempre vendían droga y se mataban unos a otros y todas esas cosas — y no tienen que estar metidos en todo eso en el futuro. Pregúntese: ¿cómo es que de niños preciosos pasan a ser supuestos “monstruos irredimibles” en unos pocos años? Se debe al sistema y a lo que éste le hace a la gente — y no a una “naturaleza humana que no cambia y no se puede cambiar”.

Bob Avakian, Lo BAsico 3:17

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