Ideas de un lector sobre la epidemia del coronavirus COVID-19

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De la redacción (10/03/2020): A medida que la pandemia del coronavirus —una epidemia que cubre un extenso ámbito geográfico— sigue extendiéndose, los siguientes puntos de orientación posteados la semana pasada sigue siendo relevantes.

Lo que está saliendo en mayor relieve es la forma en que el funcionamiento subyacente de este sistema, el sistema del capitalismo-imperialismo, limita y bloquea fuertemente la respuesta que se necesita a nivel mundial — a pesar de los mejores sentimientos de la gente. Esta situación ocurre de la mano con las políticas de los fascistas cristianos tales como aquellos en el régimen de Trump y Pence, las cuales agravan la misma situación. En lugar de movilizar la medicina y recursos científicos más avanzados, médicos, funcionarios de la salud pública, así como investigadores para trabajar en equipo, la respuesta a la pandemia la ha distorsionado y configurado la rivalidad entre las grandes potencias, como entre Estados Unidos y China, o el afán de ganancias de las corporaciones farmacéuticas privadas en la lógica de acumular o morirse del capitalismo-imperialismo. Por ejemplo, se informa que Estados Unidos y China casi no están cooperando en torno a esta epidemia del coronavirus. Una contradicción especialmente flagrante es que, si bien Estados Unidos se ha beneficiado enormemente de su posición en la cima de una economía parásita cebándose de los recursos y la riqueza del planeta, dominando y superexplotando a enormes partes del planeta, para nada está cerca de poner estos recursos, profesionales médicos y infraestructura al servicio de solucionar este problema — para la humanidad.

Toda esta situación la han agravado más Trump y las máquinas de propaganda fascista como el Noticiero Fox que le restan importancia a esta crisis a cambio de mezquinos fines políticos y debido a que no quieren “espantar” a los “mercados” o a la economía; la designación de Pence —un fascista cristiano que se opone a la ciencia de la evolución y que cree en la teología del “Fin de los tiempos”*— para coordinar la respuesta en Estados Unidos; y la negativa a aceptar la ciencia y a trabajar con los científicos cuando no es políticamente conveniente y no están en concordancia con los objetivos tergiversados y mezquinos de Trump.

Aún cuando la gente se incline por mejores sentimientos, como cuando se cuida de los más vulnerables, debido a la manera que está organizada la sociedad y a la manera en que los organismos de propaganda de este sistema dirigen a la gente a pensar, en lo fundamental la gente termina por “preocuparse de sí misma”, respondiendo a manera de individuos y no colectivamente. Lo que ejerce un peso abrumador en Estados Unidos es un arraigado chovinismo pro estadounidense que se centra en la forma en que está situación afecta a los estadounidenses, y no en la manera en que afecta a la humanidad, y aborda la respuesta desde ese ángulo. Por ejemplo, eso se manifiesta en algunas críticas a Trump de parte de algunos burgueses liberales dirigentes electorales y comentaristas que le echan la culpa por no cumplir con “el pueblo estadounidense”, aunque la crítica básica a la tardanza y la falta de capacidad de respuesta del régimen de Trump y Pence se justifica eminentemente.

Las anteriores sociedades socialistas —sobre una base económica, política y social radicalmente diferente— han lidiado de manera muy distinta con los problemas de salud pública, movilizando a la población y los recursos sociales colectiva y conscientemente, en oposición a los dictados de las necesidades del capital. (Vea “No sabes lo que crees que ‘sabes’ sobre… La revolución comunista y el VERDADERO camino a la emancipación: Su historia y nuestro futuro, Una entrevista a Raymond Lotta”). Por ejemplo, cuando China era socialista (1949-1976), sus logros con respecto a la salud pública no tenían par en cuanto a alcance y rapidez. Con una combinación de poner las necesidades de la gente en primer lugar, la movilización de recursos, y la combinación de la entrega de servicios médicos con los esfuerzos, participación y educación de las masas populares, en los años 1950 la China revolucionaria rápidamente eliminó el cólera, peste, viruela y enfermedades comunes relacionadas con la nutrición. Al sacar lecciones de esta experiencia pero al ir mucho más allá como parte de un marco completamente nuevo para emancipar a la humanidad, la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian, contiene un enfoque de la salud pública que pone un marco, para lidiar con las epidemias tales como el coronavirus, el que es muy radicalmente diferente al que estamos presenciado hoy.

* Según opina la teología del “Fin de los tiempos”, llegará pronto la “segunda venida de Jesucristo” de las profecías de la Biblia, y que cuando eso se dé, todos los cristianos que “fueran realmente cristianos” serán “raptados” hacia el cielo (mientras que los demás estarán destinados para el infierno), desde donde observarán mientras Jesucristo azotará al resto de la población con siete años de “tribulaciones”, después de lo cual comandará la épica batalla contra el “anticristo” y establecerá el Reino de Dios de mil años sobre la Tierra.  [volver]

He venido siguiendo las noticias y los análisis de la crisis del coronavirus en desarrollo, y quería ofrecer algunas de mis observaciones al respeto. He estado trabajando para evaluar la trayectoria a la luz de estas tres preguntas:

¿Qué está pasando?

¿Por qué está pasando?

¿Qué es lo que corresponde a los intereses de la humanidad?

Aquí van algunas de mis ideas sobre esta crisis emergente, divididas en dos grandes temas: Alguna información básica y la crisis del coronavirus COVID-19 en perspectiva; y El régimen fascista de Trump y Pence ha agravado esta crisis, y quizá solamente se inicie el peligro.

Alguna información básica y la crisis del coronavirus COVID-19 en perspectiva

El nuevo coronavirus (COVID-19) es un fenómeno natural; pero la forma de tratarlo ocurre en un contexto social. El virus que brotó en China es el COVID-19, y forma parte de una familia de virus biológicamente emparentados llamados coronavirus. Fue inesperado e imprevisto el brote de este virus en China, y su propagación ahí. Estuvo “fuera de lo que se esperaba”, y en ese sentido, es como un desastre natural o un accidente. Se podría compararlo con un huracán. En este caso, se trata de un desastre natural el que ya ha llegado a estar en una gran escala, si no es una epidemia mundial total (pandemia) ya.

Al igual que los desastres naturales, la forma en que esto afecta a las personas y la manera en que se lidia con él ocurren en un contexto social. Vivimos en una sociedad dividida en clases y con otras divisiones sociales muy importantes. A nivel mundial, el mundo entero está dividido entre un puñado de países imperialistas, tales como Estados Unidos, Japón y los países oesteeuropeos, y las muchas naciones del mundo a los que aquellos países oprimen, a los que se llaman comúnmente el tercer mundo. En particular, esto ocurre en un contexto hoy en el que las naciones y los pueblos del mundo están muy interrelacionados y además en el que hay movimientos fascistas en el poder, o los que están contendiendo por el poder, en muchos países. Todos estos factores en conjunto montan el escenario para la forma en que se diagnostica esto, la forma en que se difunde el mensaje, la forma en que se trata a la gente — y en última instancia quién vive y quién muere.

La familia de los coronavirus es una que conocen los científicos y los especialistas de la salud; pero eso no implica que los científicos puedan predecir cómo y cuándo se desarrollaría, sus manifestaciones particulares, y dónde y cuándo brotaría. El brote del SARS (síndrome respiratorio agudo severo) de 2002-2003 fue causado por un coronavirus diferente. Aunque el SARS tuvo una alta tasa de mortalidad entre aquellos que lo contrajeron, no se propagó tan fácilmente, por lo que menos de mil personas murieron a causa de él en todo el mundo. Casi 3.000 ya han muerto por el COVID-19.

El carácter subyacente de estos virus ha sido y sigue siendo estudiado por los científicos. Cómo surgió y evolucionó el virus, cómo muta (cambia), cómo afecta a diferentes seres humanos y cómo se propaga —a veces de una especie a otra— son algunas de las cosas que estudian. Los científicos también estudian la forma en que los factores sociales interactúan con el desarrollo y la propagación de los virus. En este caso, esto incluye la relación de los virus como el COVID-19 con el cambio climático, la invasión humana a los hábitats de la vida silvestre, los patrones de la migración humana y la globalización altamente integrada y conectada del sistema capitalista. Sin embargo, el hecho de que las causas y dinámica subyacentes generales y más profundas de estas nuevas enfermedades, así como la forma en que interactúan con la sociedad, sean científicamente conocibles no significa que fuera posible anticipar cuándo y dónde ocurriría este brote específico.

El COVID-19 se propaga fácilmente. Los profesionales médicos advierten que parece que este virus esté propagándose con relativa facilidad de persona a persona (como los resfriados y las gripes). Según su mejor entendimiento en este momento, hasta el 80% de las personas que contraen el virus no exhibirán ningún síntoma o sólo se enfermarán levemente. Esto tenderá a acelerar su propagación.

Sin embargo, según lo que se ha visto hasta ahora, entre las personas mayores y las personas con enfermedades crónicas u otros problemas de salud, el virus será muchas veces más mortal que la gripe. En Wuhan, China, el epicentro del brote, los profesionales de la salud y los trabajadores también han sido duramente afectados. Médicos y enfermeros relativamente jóvenes han muerto. En China hay una severa escasez de equipo protectivo para aquellos que tratan a los pacientes más enfermos, y se han hecho llamamientos para que enfermeros de otros países acudan en su ayuda. Esto puede ser un indicio de que muchos proveedores de atención médica en las primeras líneas están contrayendo la enfermedad y no pueden seguir trabajando.

La dominación del imperialismo de Estados Unidos está agravando el COVID 19. Si bien hay mucha ansiedad en Estados Unidos por la posibilidad de que la enfermedad se afiance aquí —lo que los funcionarios de salud pública creen que sea muy probable—, no hay ni de cerca suficiente preocupación, fondos gubernamentales, pericia o esfuerzos por movilizar para ayudar al resto del mundo, que ya está bregado con la propagación del COVID-19.

Imagine lo que pasará en Irán, por ejemplo. Irán está experimentando ahora un gran brote del COVID-19. Este es un país en el que las “sanciones” de Estados Unidos —prohibiciones a las transacciones comerciales y financieras hacia y desde Irán con el fin de que el país se ajuste a los dictados políticos de Estados Unidos— ya han paralizado su economía. Las sanciones han causado una escasez de medicamentos y una crisis sanitaria más amplia incluso antes de que el COVID-19 llegara. Estas sanciones ya han causado muchas muertes; ¿qué significará ahora?

La dominación del mundo por el imperialismo, incluido el estadounidense, ha hecho que otras partes del mundo —los países de África, Asia y América Latina— se enfrenten a una pobreza extrema, a hacinadas condiciones de vida y a pésimos sistemas de atención sanitaria. Esto hace que miles de millones de personas sean mucho más vulnerables a estas plagas de hoy día de lo que deberían ser y provoca muertes innecesarias incalculables. Esto se puede observar en el grave impacto y la propagación del cólera en Haití y del SIDA y el virus del ébola en África, y además en la lenta y débil respuesta internacional a estas epidemias. Si bien los virus no reconocen las fronteras ni las nacionalidades, los países imperialistas (con su riqueza, relativamente más altos estándares de ingresos y educación, y en general sistemas de atención sanitaria e infraestructura desarrollados) pueden darse el lujo de adoptar un enfoque que potencialmente sea relativamente más efectivo para hacer frente al virus en sus “países base”, mientras que con una exagerada frecuencia dejan en el olvido a los países con menos recursos sanitarios pero los que a menudo son más afectados.

Aunque los científicos, los profesionales médicos, los trabajadores de la salud y muchas personas del común realizan esfuerzos heroicos para hacer frente al virus y tratar de salvar al mayor número posible de pacientes enfermos, los esfuerzos sinceros de las personas que tratan de detener esta pandemia se verán profundamente malogrados y fuertemente trabados por la concepción del mundo, las relaciones económicas y las prioridades políticas del sistema imperialista mundial. Algunos países ya están sellando sus fronteras y acaparando recursos para su propia población (como el equipo protectivo médico que ahora mismo se necesita desesperadamente en algunas partes de China y otras partes del mundo), en lugar de centrarse en la forma de derrotar la epidemia a nivel mundial.

Inicialmente, los funcionarios del gobierno de Estados Unidos encargados del virus ni siquiera prometieron poner ninguna vacuna o remedio a la disposición de todos los que la necesiten en Estados Unidos y mucho menos en cualquier otro lugar. El secretario de Salud y Servicios Humanos Alex Azar argumentó que además de los fondos del gobierno para el desarrollo de una vacuna y otras medidas, también habrá alguna inversión privada, y esos inversionistas necesitarán obtener una ganancia. Y la obtendrían… bajo este sistema. Recuerden que durante muchos años, Estados Unidos se negó a poner a la disposición de África medicamentos para el SIDA que salvan vidas, ya que el continente fue devastado por la enfermedad y decenas de millones de personas murieron innecesariamente.

La propagación del coronavirus COVID-19 y algunas de las medidas adoptadas para detenerlo ya han trastornado el funcionamiento normal de muchas sociedades. El gobierno de China (que de hecho no es comunista, a pesar de lo que afirman sus dirigentes y otras personas1) impuso una cuarentena sin precedentes a 45 millones de personas en las zonas más gravemente afectadas por el virus. Se han vuelto más generalizadas las restricciones a los viajes dentro y fuera de los países con grupos de casos. A medida que los brotes del virus azotan a partes de Europa, Corea del Sur, Irán, etc. y los gobiernos tratan de limitar o frenar su propagación, se está paralizando o trastornando el funcionamiento normal de la sociedad de maneras sin precedentes que afectan a millones de personas. Grandes porciones de Lombardía (donde se encuentra Milán, la segunda ciudad más grande de Italia) y otras provincias del norte de Italia están “bajo encierro”... todas las escuelas del Japón van a cerrarse durante dos meses... han cerrado los lugares sagrados islámicos de Arabia Saudita a los visitantes extranjeros.

Estos trastornos también han afectado a la economía mundial. El capitalismo-imperialismo es el marco económico de toda la economía mundial; penetra en cada parte del globo. El mundo está altamente interconectado y es dependiente de las cadenas de suministro mundiales para la producción y distribución de las necesidades básicas y lujos de la vida, donde el montaje de un producto como el iPhone quizá esté ubicado en las maquiladoras de China, pero se entregan los componentes y refacciones electrónicos desde muchas otras partes del mundo, y se embarca el producto final a nivel global para el consumo. Todo, de la medicina a la electrónica y las piezas de máquinas, se fabrica en los países donde las empresas pueden obtener las máximas ganancias. Luego, estos productos se circulan por el mundo, conectándose a las cadenas de suministro “justo a tiempo” que ahora se están trastornando de maneras importantes. Se han desplomado los mercados bursátiles de todo el mundo, incluidos los de Estados Unidos, lo que indica el impacto que el virus está ejerciendo en la economía mundial.

En Estados Unidos hay un pequeño número de casos confirmados en este momento. No obstante, los expertos señalan que casi no se están haciendo pruebas. Al 1º de marzo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) confirmaban que había hecho menos de 500 pruebas, aunque han pasado siete semanas desde que se confirmó el primer caso del COVID-19 en Estados Unidos. En contraste, Corea del Sur ha analizado muestras de 100 mil personas. De hecho, hasta hace unos días, los CDC sólo analizaban muestras de las personas que habían viajado a la región de Wuhan, China, o que estaban cerca de alguien que había estado allá, en lugar de analizar muestras de todas las personas hospitalizadas con enfermedades respiratorias, tal como recomiendan los expertos en pandemias. Por más de una semana, los CDC no analizaban muestras de un paciente en California del que los funcionarios sanitarios estaban preocupados de que tuviera el virus COVID-19. Resultó que ese paciente dio positivo, es decir, que en efecto tenía el virus. Para colmo, ¡estaban defectuosos los equipos para tomar muestras y analizarlas que los CDC despacharon a ciudades por todo Estados Unidos y no se podrían utilizar! Así que en este momento, debido al casi total fracaso de las pruebas, nadie sabe cuántos casos del COVID-19 haya en Estados Unidos, ni qué tan lejos o qué tan rápidamente se propagará.

El régimen fascista de Trump y Pence ha agravado esta crisis, y quizá solamente se inicie el peligro

El régimen fascista de Trump y Pence ha tomado medidas que quizá agraven seriamente el impacto del coronavirus COVID-19. Después de tomar el poder, el régimen de Trump y Pence destripó la infraestructura de enfermedades infecciosas de Estados Unidos, echó a la fuerza a los líderes clave y trató (sin éxito) de recortar el presupuesto de los CDC. Ante la crisis del COVID-19, al inicio la administración Trump anunció que iba a asignar 2.500 millones de dólares para hacer frente a la posible epidemia en Estados Unidos. Esto es muchísimo menos que el mínimo que los expertos consideraron necesario. Para colmo, Trump no prometió nada para ayudar a las personas en otras partes del mundo que en este momento son mucho más afectadas por la propagación de este virus.

De manera aún más criminal y fundamental, el régimen de Trump y Pence ha emprendido una guerra contra la ciencia, el método científico y los científicos en general. Ya hay informes de que se está diciendo a los expertos y funcionarios del CDC que no den sesiones informativas públicas. Enviaron a los trabajadores de la salud y los servicios humanos sin entrenamiento ni equipo de protección para tratar a las personas que estaban en cuarentena en las bases militares de Estados Unidos debido a una posible infección del coronavirus. Luego, cuando reportaron la situación, ¡los acusaron de no “jugar con el equipo”!

Trump nombró a Mike Pence, el vicepresidente fascista fundamentalista cristiano, para encabezar la campaña contra el virus en Estados Unidos. Pence predica una interpretación textual de la Biblia. Pence no cree que la teoría de la evolución sea cierta. Ha sido un cruzado contra la ciencia. Como un experto internacional en pandemias tuiteó en respuesta a su nombramiento: “¡DIOS MÍO!” Esto tendrá efectos criminales para la humanidad. En la conferencia de prensa en la que se anunció su nombramiento, nadie ni siquiera preguntó sobre esto.

En su libro, La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo — saber lo que es real y por qué importa, Ardea Skybreak señaló algo sobre el coronavirus del SRAG que es muy relevante para la situación actual con el COVID-19: “Lisa y llanamente, nadie puede entender nada esencial sobre el virus y la epidemia del SRAG (ni las mejores medidas para contenerlos), sin considerar algunos puntos básicos de la evolución biológica. Los principios básicos de la evolución biológica están ayudando, en primer lugar, a identificar la estructura genética de este virus y a averiguar con cuáles otros virus el virus SRAG está emparentado… Este conocimiento evolutivo, a su vez, es importante para averiguar cuáles medicamentos y/o vacunas podrían tener efecto o no en el virus SRAG….”

La satanización continua de los inmigrantes por parte del régimen de Trump y Pence, además del chovinismo nacional reforzado por el imperialismo en general, ha creado un polvorín para propagar un temor xenófobo irracional, especialmente contra las personas que tienen raíces en China, Corea del Sur y otros países asiáticos donde se inició el virus. En ciudades como Chicago, ¡los restaurantes del Barrio Chino están vacíos sin ninguna razón lógica! Y esto puede ponerse aún más feo muy rápidamente. Lo que hace falta es que las personas se esfuercen y trabajen en colectivo para lidiar con una crisis de salud pública.

Mientras tanto, los estrategas fascistas de Trump como Steve Bannon y el secretario de Comercio Wilbur Ross lo ven como una oportunidad para debilitar a su rival imperialista China desde dentro, a medida que el gobierno chino lucha para hacer frente a los retos de una grave crisis de salud.

Los integrantes del régimen fascista de Trump salen en la televisión acusando a sus oponentes del Partido Demócrata y a los medios de comunicación de deliberadamente intentar crear pánico para dañar la economía y su administración. En este momento les conviene menospreciar lo que los científicos generalmente creen que es una amenaza seria. Pero si el virus comenzara a propagarse de forma fuerte en Estados Unidos, no es difícil de imaginar que Trump y los fascistas intentarían utilizarlo para dar grandes saltos en la consolidación del fascismo en Estados Unidos, tomando medidas represivas y azuzando aún más el temor y el odio contra los inmigrantes y las personas de otros países.


1. La revolución en China fue derrotada y el capitalismo fue restaurado después de la muerte del líder revolucionario Mao Zedong en 1976. China se convirtió en una gigantesca maquiladora para las potencias imperialistas, aunque hoy, la misma China ahora es una potencia imperialista emergente. Al mismo tiempo, por diversas razones, han conservado el nombre de “comunista”. Para más información al respecto, vea: No sabes lo que crees que “sabes” sobre… La revolución comunista y el VERDADERO camino a la emancipación: Su historia y nuestro futuro, Una entrevista a Raymond Lotta. [volver]


Una imagen microscópica electrónica del coronavirus del Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS), uno de los tres coronavirus nuevos que surgieron en este siglo. Todos los coronavirus tienen protuberancias puntiagudas en sus superficies externas que se asemejan a las puntas de una corona. Las proteínas puntiagudas se extienden desde el interior del núcleo hasta la superficie viral y permiten que el virus “reconozca y se adhiera” a células específicas del cuerpo. Esta fusión permite que el virus libere su material genético y secuestre la maquinaria interna de la célula. Los coronavirus pueden transmitirse entre seres humanos por medio de gotitas respiratorias que las personas contagiadas expulsan cuando respiran, tosen o estornudan.


El Dr. Li Wenliang, uno de los ocho médicos que intentaron hacer sonar la alarma sobre el brote temprano del COVID-19 pero fueron silenciados por el gobierno de China. El Dr. Li murió el 7 de febrero del coronavirus contraído mientras trataba a los pacientes. Su muerte provocó una gran respuesta en las redes sociales chinas con expresiones de frustración por la forma en que el gobierno chino ha manejado el virus.


El abogado Antonio Liu Yang lanzó la campaña #NoSoyUnVirus en España para combatir la información errónea sobre el coronavirus. Foto: @antonioliuyang

 

 

 

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