La cocaína de la CIA & la "guerra contra las droga" en Los Angeles

Cómo criminalizó el sistema a una generación

Obrero Revolucionario #888, 5 de enero, 1997

En la película Set It Off, se ve a cuatro mujeres jóvenes de los proyectos de Los Angeles sentadas en una azotea, tratando de olvidar el dolor de su vida por unos momentos. Miran una fábrica desierta, donde antes conseguían trabajo algunos vecinos. Cleo (interpretada por Queen Latifa) dice que en esa fábrica pagaban $15 la hora y que ella volaría a trabajar ahí.

Pero hoy no hay tal: el único trabajo que consiguen es de salario mínimo, que ni alcanza para pagar una guardería, limpiando oficinas de noche. La única otra opción que ven es algo desesperado: ese día, en la azotea, las cuatro deciden robar un banco.

Mucha gente, en comunidades como Sur Centro de LA, entiende exactamente lo que dicen Cleo y sus amigas. El sistema ha robado a millones toda posibilidad de conseguir un trabajo estable que pague las cuentas. ¿Qué clase de "opciones" ofrece este sistema, especialmente a la nueva generación? ¿Trabajos como freír hamburguesas que no alcanzan para pagar la renta? ¿Welfare? O si no, la "economía ilegal": la vida dura y peligrosa del chanchullo, la prostitución o la venta de droga.

Cuando la gente se ve en la necesidad de cruzar esa línea y entrar en la "economía ilegal", el sistema lo toma como excusa para caer encima como un ejército invasor. Desde hace años, cada año meten más gente a la cárcel. Están zampando a toda una generación a cárceles que cada día están más llenas.

El sistema lo llama una "guerra contra la droga". Con el pretexto de que hay una "epidemia de crack", aplica medidas extremas a chavos que caen con unas pocas rocas de crack. Una serie de nuevas leyes racistas desata castigos patentemente injustos contra los chavos negros.

Y ahora es del dominio público que el mismísimo gobierno abrió el chorro de cocaína a principios de los años 80. La CIA, el Departamento de Justicia, Aduanas, la Casa Blanca y la DEA protegieron muchos de los aviones y redes que importaban las drogas.

¿Se sorprende alguien de que haya tanta furia? Miles de chavos acabaron en la cana, mientras los peces gordos que protegieron el tráfico de coca recibieron ascensos y honores. George Bush llegó a ser presidente. Oliver North se postuló al Senado. William Weld, empleado del Departamento de Justicia que obstruyó la investigación del narcotráfico, llegó a ser gobernador de Massachusetts.

He aquí un vistazo a la verdadera historia de lo que pasó en comunidades como Sur Centro LA.

Primera etapa: Se evaporan los trabajos

Los adolescentes a quienes la chota esposa hoy en los barrios de L.A. ni siquiera habían nacido cuando el sistema capitalista empezó a eliminar muchos de los empleos estables que tenía la clase trabajadora en la ciudad. Desde 1971, más de 320 firmas se han ido de la ciudad a parques industriales suburbanos, donde casi nunca contratan negros. Entre 1978 y 1982, desaparecieron 10 de las 12 mayores plantas (fuera de la industria aeroespacial) del sur de California y se eliminaron 75.000 trabajos. Incluso los trabajos gubernamentales de "barrenderos" que hacían los chavos en los veranos de los años 70 desaparecieron, pues el gobierno suspendió los fondos.

Cuando los chavos salen del ghetto a solicitar trabajo en el centro o en los suburbios, tropiezan con patrones que piensan que la juventud negra tiene "mala actitud". Después de 300 años de trabajo no pagado o pagado a duras penas, a los afroamericanos no les entusiasma mucho un trabajo de mierda o un capataz humillante. Muchos patrones hoy piensan que los negros no son lo suficientemente agradecidos ni serviciales como para "merecer" un trabajo.

Sin empleos, en Sur Centro el desempleo ha subido casi 50% desde principios de los 70 y el poder adquisitivo de la comunidad ha bajado un tercio. Los pequeños negocios y tiendas de negros quebraron. La mitad de los chavos negros seguramente nunca encontrarán un trabajo en este sistema. En California, el porcentaje de los niños pobres se duplicó de 11% a 23% en los últimos 20 años.

¿Es de sorprenderse, entonces, que cuando apareció la cocaína barata en el ghetto de Los Angeles miles de jóvenes se ofrecieron a venderla?

Segunda etapa: Cocaína barata
de la CIA

A comienzos de la década pasada, de repente llegaron enormes cantidades de cocaína barata a Los Angeles. El precio bajó a la mitad. Como documentamos el mes pasado, la CIA ayudó a establecer y protegió una inundación de cocaína barata para financiar la guerra de la contra en Nicaragua. Gary Webb reveló en el San Jose Mercury News que narcotraficantes de la contra/CIA específicamente y a propósito escogieron los barrios negros de Sur Centro y Compton. Danilo Blandón vendió cocaína a redes ya existentes: primero a los Crips y más tarde a los Bloods. Las ganancias financiaban la guerra de la CIA/contra.

La venta de cocaína atrajo a mucha gente porque pagaba la renta y compraba comida, ropa y carros. También causó mucha desgracia en esas comunidades. Muchos chavos terminaron muertos o incapacitados porque la competencia capitalista atiza conflictos en el seno del pueblo. El consumo de coca aumentó de 10 a 12 veces en todo el país. Miles de nuevos adictos vivían y morían en edificios abandonados, y cometían actos desesperados para obtener droga.

Tercera etapa: La represión fascista es peor que el crack

A fines de los años 80, el presidente George Bush anunció que acabaría con el uso de la droga. ¡Ese ex jefe de la CIA era uno de los narcotraficantes más notorios del mundo! Dijo que atacaría "la demanda", o sea, a los adictos y los vendedores de poca monta. Era un plan de represión fascista contra las comunidades oprimidas.

El Departamento de Policía de Los Angeles fue el pionero de esa "guerra". En 1987, se lanzó a una serie de rastrillajes fascistas en "barrios de droga" (o sea, barrios pobres negros o latinos). El DPLA tenía órdenes de parar e interrogar a cualquier persona de la que "sospechara" que era pandillero (o sea, por vestirse chévere o por caminar con un tris de orgullo). En dos meses arrestaron a 1500 jóvenes. A miles más, les ordenaron tirarse al suelo con los brazos y las piernas abiertos, los registraron y los anotaron en sus computadoras.

En abril de 1987, el DPLA mandó mil agentes a Sur Centro en una operación de cerco y aniquilamiento al estilo de la guerra de Vietnam llamada Operación Martillo. Arrestaron a "más jóvenes negros que nunca desde la Rebelión de Watts de 1965", en su gran mayoría por ofensas triviales. Para 1990, el DPLA y los sheriffs arrestaron a 50.000 sospechosos en esos rastrillajes.

Por su parte, la prensa de Los Angeles atizó histeria, tildando a los chavos negros y latinos de "asesinos despiadados" y "terroristas urbanos". Exageró ridículamente los cálculos de pandilleros gruesos, de 10.000 a 50.000 y más tarde hasta 100.000. En una ciudad con un total de 100.000 jóvenes negros, eso es criminalizar a toda una generación.

Esas tácticas al estilo de la gestapo desataron mucha indignación por toda la ciudad. En 1992, cuando el caso de Rodney King estalló, mucha gente de Los Angeles estaba lista para una rebelión.

Abren cárceles en vez de escuelas

Los gobiernos federal y estatales aprobaron nuevas medidas policiales y carcelarias extremas con el pretexto de la "guerra contra la droga". La cantidad de presos se duplicó en los últimos 10 años. Hoy hay más de 1,5 millones de presos en penales federales y estatales, y medio millón más en otras cárceles. Cada año arrestan más o menos un millón de personas en conexión con drogas. Arrestan el doble por posesión que por vender.

Las nuevas leyes federales y estatales muchas veces dictan sentencias obligatorias extremas por droga. Las cárceles están repletas de gente acusada de tener unos pocos gramos de cocaína o marihuana. La sentencia federal promedio por droga subió de 62 meses en 1986 a 86 meses en 1991. En 1992, había más presos en cárceles federales por droga que presos por todos los delitos en 1980. Clinton destinó más dinero a la construcción de penales, encima de los de $1,6 billones que gastó Bush. En California, en esta década por primera vez se gastó más dinero en cárceles que en escuelas.

¿Quiénes han sido golpeados más? Los jóvenes de las nacionalidades oprimidas, especialmente los chavos negros. Tres cuartos de los que entran a la cárcel son negros o latinos. La gran mayoría son hombres, pero la cantidad de presas está creciendo mucho.

Doble standard racista

El gobierno ha impuesto nuevas leyes de droga que castigan a los negros más duro y más frecuentemente por las mismas actividades.

En particular: las reglas de sentencia obligatoria de los tribunales federales son muy diferentes para crack y cocaína en polvo, aunque son formas distintas de la misma droga y aunque se ha comprobado que sus efectos son esencialmente los mismos. Los condenados de posesión de cinco gramos de crack (que vale unos $125) reciben una sentencia mínima obligatoria de cinco años de cárcel sin libertad condicional, incluso si es la primera vez. En cambio, en el caso de cocaína en polvo, una sentencia mínima obligatoria de cinco años solo se aplica por posesión de 500 gramos (que vale miles de dólares), o sea, 100 veces más que crack. Los agarrados con unas cuantas rocas de crack pasan muchos años en la cárcel, mientras que los que caen con la misma cantidad de cocaína en polvo pasan unos pocos meses presos.

Esas diferencias judiciales las justifican diciendo que el crack es más adictivo que el polvo y que los consumidores de crack son más violentos. Sin embargo, eso no se ha comprobado. Hace poco, dos especialistas en adicción a la cocaína, las doctoras Dorothy K. Hatsukami y Marian W. Fishman, publicaron una investigación en el Journal of American Medical Association. La doctora Fishman concluye: "La cocaína es cocaína. No importa si se inyecta, se fuma o se inhala, tiene el mismo efecto estimulante" (New York Times, 20 de noviembre de 1996). Las dos doctoras pidieron una reducción de los castigos por crack.

Sin embargo, el ejecutivo, las cortes y la policía insisten en que se mantenga el doble standard. En la primavera, la Suprema Corte lo ratificó específicamente.

¿Cuál es la verdadera diferencia entre el crack y la cocaína en polvo? Es que, por lo general, el crack es una "droga del ghetto" mientras que la cocaína en polvo es una "droga de los suburbios". Mejor dicho, el castigo más duro por crack es un castigo contra los negros: la supremacía blanca y el racismo están entretejidos en las nuevas leyes de droga, así como en todo el resto del sistema de "justicia".

Las consecuencias de esa injusticia y supremacía blanca son extremas: en 16 estados, no juzgaron a una sola persona blanca por crack entre 1987 y 1992. En 24 casos de crack juzgados en cortes federales de LA en 1994, todos los acusados eran negros. La mayoría de los que usan crack son blancos, pero en un estudio de 1993 de 14.000 presos federales por crack, el 88.3% eran negros, el 7.1% latinos y el 4.1% blancos.

¿Tercer strike
de qué?

California tiene una ley de "tres strikes y fuera", según la cual al condenado de tres delitos graves lo sentencian automáticamente a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Clinton quiere una ley federal parecida.

La ley de "tres strikes" también ha tenido consecuencias muy viciadas, en parte porque a los negros los condenan mucho más por posesión de pequeñas cantidades de drogas. El 85% de los que tuvieron un tercer strike son condenados de "delitos no violentos", en la mayoría de los casos posesión de drogas. En California, condenan a los negros 13 veces más que a los blancos con la ley de tres strikes. El 43% de los presos de California condenados con esa ley son afroamericanos, aunque solamente son el 20% de los arrestados por delitos graves. Se ha documentado que hombres blancos cometen por lo menos el 60% de las violaciones, robos y ataques en California.

Una sociedad que ofrece cárcel en vez de futuro

Se calcula que el 13% de los que usan drogas mensualmente son negros (igual al porcentaje negro de la población nacional), pero los negros son el 35% de los arrestados, el 55% de los condenados y el 74% de los presos por posesión de drogas. Solo un ataque planeado contra la juventud negra puede dar esos resultados.

Hoy, más de uno de cada tres hombres negros jóvenes del país está en la cárcel, esperando juicio o en libertad condicional. En muchas ciudades, la cifra es de 40% a 50%. Hay más jóvenes negros en las cárceles que en las universidades. Cada vez que un joven negro o latino sale de la casa corre el riesgo de que la policía lo humille, lo arreste o peor. Las crueles maquinaciones del sistema capitalista se han combinado con las políticas calculadas del gobierno para cerrarles a los chavos las oportunidades de trabajo y educación. Han inyectado grandes cantidades de drogas en la economía de los ghettos. Y luego, el gobierno aprovecha el narcotráfico que ayudó a crear como pretexto para una brutal ola de represión policial, que sigue a la fecha.

Esto no es el arresto y condena de criminales, sino la criminalización de toda una generación de jóvenes oprimidos.

¿Quién tiene la culpa cuando una sociedad reemplaza las escuelas con cárceles? ¿Los chavos de los ghettos, que no tienen educación y trabajo, y se meten en la economía ilegal? ¿O es el gobierno de este país que nutrió redes internacionales clave de tráfico de cocaína? ¿Los chavos negros varados ante las puertas cerradas de fábricas? ¿O este sistema y su insaciable sed de ganancias?


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