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La verdad sobre la revolución maoísta en Tibet

Mike Ely

 

 

Parte 1: Cuando gobernaron los Dalai Lamas: Un infierno en la tierra

Parte 2: Asaltar los cielos

Parte 3: Los Guardias Rojos y las Comunas

Parte 4: Regresa la opresión: Después del golpe de estado en China

Parte 5: La vida bajo el Dalai Lama en el exilio

Parte 6: Los sueños terrenales del Dalai Lama

Si dos sastres anuncian que tienen una tela de hilo mágico (que solo gente especial puede ver) y que quienes la ven pueden ayudar al pueblo tibetano, muchos reconocerán el cuento de "El traje nuevo del emperador".

Pero los mitos tejidos alrededor del Dalai Lama son más engañosos. Como consecuencia, en Estados Unidos muchos intelectuales, estudiantes y artistas creen que el Dalai Lama representa una lucha justa de liberación en Tibet. Varias películas sobre su vida y varios conciertos de rock piden su regreso al poder.

De acuerdo a la mitología de ese movimiento, el Tibet tradicional era una sociedad armoniosa, y la Revolución China de 1949 fue una invasión que inició una larga pesadilla para el pueblo tibetano. Unos hasta creen que apoyar al Dalai Lama es una forma de oposición al gobierno estadounidense, que tiene lazos con el gobierno chino.

La realidad es todo lo contrario.

En el antiguo Tibet, el Dalai Lama era la cabeza de una opresiva sociedad feudal. Cuando la Revolución China llegó a Tibet después de 1950, los sacerdotes (llamados lamas) y los aristócratas lucharon contra la liberación de los siervos, que vivían en condiciones de esclavitud. Durante los años 50 el Dalai Lama (quien siguió en el poder) y su familia establecieron una relación con la CIA, que financiaba y abastecía de armas a levantamientos en Tibet y en la región colindante de Kham. Cuando el Dalai Lama abandonó el país en 1959, lo acompañaron dos agentes de la CIA (su cocinero y radiotelegrafista). En el exilio, después de 1959, su familia conspiró con la CIA para sabotear los cambios revolucionarios que transformaban la región.

¿A poco el Dalai Lama es un "luchador por la libertad" o un "monje humilde" (como él mismo suele decir)? ¡Para nada! Es un fiel servidor de un orden social opresivo y una querida mascota de la CIA.

En 1976, un golpe de estado tumbó a los revolucionarios maoístas en China y, para gran alegría de Estados Unidos, un nuevo gobierno pro capitalista dirigido por Deng Xiaoping conquistó el poder. Esos sucesos tuvieron graves consecuencias para el pueblo tibetano.

Desde esa fecha, los imperialistas yanquis han aplicado una táctica "de doble filo" hacia ese reaccionario gobierno chino, y el Dalai Lama ha desempeñado un papel especial en ella.

Por un lado, los imperialistas tienen muchos lazos, tanto económicos como geoestratégicos, con China. La restauración capitalista abrió las puertas a nuevas inversiones y formas de dominación, y Washington ha hecho todo lo posible por aprovechar esas oportunidades.

Pero por otro lado, también presionan a los dirigentes chinos para que sean más sumisos a sus demandas. Con ese fin aprovechan la situación de Tibet y promocionan al Dalai Lama.

Esas tácticas duales han llevado a gente progresista a pensar que apoyar al Dalai Lama y la independencia de Tibet (es decir, Tibet vs. China) es una posición justa y de oposición a "su propio" gobierno. En realidad, se han dejado engañar.

Pero el programa del Dalai Lama no tiene nada que ver con la liberación del pueblo tibetano. Pide un arreglo entre el gobierno chino y la vieja clase dominante tibetana (actualmente en el exilio). Quiere que le devuelvan unos privilegios y cierto grado de influencia a la jerarquía religiosa, y a cambio ofrece ayudar a apaciguar a la población con su filosofía pacifista.Si bien el gobierno chino no ha mostrado el menor interés en dichas propuestas, el Dalai Lama las sigue presentando en giras internacionales.

La verdadera revolución en Tibet, así como el papel del Dalai Lama, no son como los pintan. En realidad la única solución para el pueblo de Tibet es la lucha contra los que restauraron el capitalismo en China, los imperialistas yanquis y todas las potencias imperialistas, que explotan la mano de obra y los recursos de la región.

Los que vivimos en las entrañas de la bestia tenemos la obligación de no dejarnos engañar; hay que examinar el traje del emperador.

La primera parte de esta serie demostró que la sociedad tibetana era sumamente opresiva: la abrumadora mayoría de la población vivía esclavizada y explotada por una minúscula clase dominante de aristócratas y los altos lamas (curas budistas).

La segunda y tercera partes describieron cómo los maoístas organizaron a la clase oprimida para que se liberara ella misma: apoderándose de las tierras de los viejos explotadores, aboliendo siglos de privilegios y supersticiones del feudalismo, y desarrollando nuevas formas de propiedad y Poder colectivas.

La cuarta parte describió cómo el golpe de estado reaccionario que se dio en China después de la muerte de Mao en 1976 llevó al Poder a las fuerzas antimaoístas. Con la restauración del capitalismo, en Tibet volvió a surgir una división entre ricos y pobres en el campo, las políticas chovinistas de los nuevos gobernantes amenazan la cultura y los derechos de las nacionalidades minoritarias como los tibetanos, y se ha desencadenado el poder militar del Estado contra el pueblo.

En la quinta parte examinamos la naturaleza de clase de las fuerzas del Dalai Lama en el exilio: cómo formaron un ejército al estilo de la contra nicaragüense al servicio de la CIA y cómo organizaron una sociedad opresiva en sus campamentos en la India.

En la sexta parte de la serie, seguiremos examinando la naturaleza de clase del Dalai Lama. Veremos sus recientes propuestas para Tibet y demostraremos que no tienen nada que ver con la liberación del pueblo tibetano.


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