Comunismo y religión -- Parte 3: El Islam

Raíces y revolución

Obrero Revolucionario #916, 20 de julio, 1997

Vamos a usar el materialismo dialéctico para analizar ciertos aspectos del Islam y su libro sagrado, el Corán, históricamente y en el mundo de hoy. En su libro A History of God, Karen Armstrong escribe sobre el origen de la religión islámica (o musulmana) fundada por Mahoma a comienzos del siglo 7. Relaciona su surgimiento con cambios significativos en las circunstancias y "fortuna" de la tribu de los koreichitas de la región de la Meca, a la cual perteneció Mahoma, específicamente con un cambio rápido y dramático de una vida nómada en las estepas de Arabia a una vida muy próspera en el comercio de la región de la Meca (en lo que hoy es Arabia Saudita). Asimismo hubo cambios ideológicos correspondientes. Armstrong lo caracteriza de la siguiente manera: "a causa de las grandes transformaciones en su modo de vida, a los antiguos valores de la tribu los suplantó un capitalismo desenfrenado y despiadado". En realidad se trataba de un mercantilismo precapitalista; sin embargo lo que dice Armstrong es importante. Armstrong continúa: "La gente se sentía vagamente desorientada y perdida. Mahoma entendía que la tribu koreichita iba por un rumbo peligroso y que necesitaba encontrar una ideología que le ayudara a adaptarse a su nueva situación". "En aquella época", añade, "en general cualquier solución política sería de tipo religioso".

La religión islámica de aquella época, cuando Mahoma la empezó a formar, recibió una variedad de influencias, especialmente de las otras grandes religiones monoteístas, el judaísmo y el cristianismo, que tenían creyentes en la región. A partir de todo eso, Mahoma estableció una nueva religión que combinaba aspectos de esas religiones y tradiciones monoteístas con las tradiciones de las tribus beduinas de Arabia. Sin embargo, el islamismo era una nueva síntesis, adaptada a las nuevas condiciones de Arabia en la época de Mahoma, y capaz de transcender y superar las divisiones entre las tribus, uniendo a los árabes. Este aspecto fue muy importante: de las nuevas condiciones de vida habían surgido tanto la necesidad como la posibilidad de unir a los árabes por encima de las divisiones tribales. Conseguirlo fue una de las grandes ventajas de la nueva religión del islamismo que Mahoma sintetizó a partir de diferentes tendencias e influencias.

Bueno, cuando digo que forjó esa nueva síntesis a partir de diferentes tradiciones en el contexto de una situación de cambio, no quiero decir que Mahoma se sentó y se propuso conscientemente: "Voy a tomar un poquito de judaísmo, un poco de cristianismo, voy a poner a Cristo como uno de los profetas principales...", etc. (aunque es cierto que incorporó aspectos significativos de toda la tradición de Abraham y Moisés). Mahoma afirmaba que recibía todo eso de dios (Alá), por medio del arcángel Gabriel, y al parecer estaba en un estado hipnótico mientras dictaba mucho de lo que llegó a ser el Corán.

Es obvio que no puedo determinar si era sincero o hasta qué punto era sincero, hasta qué punto es cierto que entró en un estado hipnótico y experimentaba todo tipo de alucinaciones--lo cual es muy probable porque al parecer ayunaba con frecuencia--o hasta qué punto todo fue fríamente calculado. Es claro, como demostraré un poco más adelante, que hay ciertas partes del Corán que Mahoma calculó fríamente; sin embargo, es muy posible que fundamentalmente Mahoma de verdad creía que recibía la palabra divina de Alá.

Pero lo importante aquí para ubicar esta religión en su contexto material e histórico es que surgió en medio de una nueva situación, con cambios radicales. Era una nueva religión capaz de proporcionar una explicación ideológica de esos cambios y de unir a los árabes, transcendiendo y superando las divisiones de las tribus. Como Armstrong sintetiza: Mahoma "les brindó a los árabes una nueva espiritualidad que se ajustaba en forma muy especial a sus propias tradiciones, y que desencadenó reservas de poder tales que en un lapso de cien años establecieron su propio gran imperio, que se extendía de los Himalaya hasta los Pirineos, y fundaron una civilización muy propia".

Desde luego, como el análisis de Armstrong también implica, ese imperio no se construyó simple ni fundamentalmente confiando en la espiritualidad y la fuerza de sus ideas. Se extendió por el poder de las armas y no simple ni principalmente por su irresistible lógica y espiritualidad. Por otra parte, Armstrong tiene razón en recalcar que esa nueva ideología, con su fachada religiosa, correspondía a las tradiciones y la nueva situación de los árabes en aquel período y proporcionó una matriz ideológica unificadora y una fuerza motriz para establecer y expandir su civilización y su imperio.

El origen del islamismo

Bien, pero ¿cuál es la tradición del Islam? ¿Cuál es la esencia de su ideología? ¿Cómo se caracteriza la civilización, es decir, las relaciones de producción y las relaciones sociales, a las que esta ideología refleja y sirve? ¿Cuál es el papel que juega en el mundo de hoy y cómo se relaciona con la transformación que se requiere de la sociedad y del mundo? O sea, ¿cuál es su papel en relación a las dos rupturas radicales de que habla El manifiesto comunista (la ruptura radical con las relaciones de propiedad tradicionales y con las ideas tradicionales)?

El islamismo, al igual que el cristianismo y el judaísmo, ensalza y expresa el patriarcado y la opresión de la mujer, el pillaje y la captura de mujeres (y otros seres humanos) como botín de guerra, la esclavitud y otras formas de explotación. Todo esto se predica y defiende abiertamente en el Corán y, como ya mencionamos, Mahoma incorporó mucha de la tradición de Abraham y Moisés. Por ejemplo, en gran medida el Corán incorpora la explicación de las escrituras mosaicas sobre el origen de la vida y el universo, que reflejan el limitado conocimiento de la naturaleza en aquella época y que han refutado descubrimientos científicos posteriores. Mahoma combinó la "tradición mosaica" y otros aspectos de la "tradición judeo-cristiana" con las tradiciones de los pueblos árabes. Cuando el imperio islámico se extendió a otras regiones, conquistando y sujetando a otros pueblos, también "se incorporaron" algunas de las tradiciones de esos pueblos conquistados a la religión islámica, aunque el Corán seguía siendo su base fundamental y su corazón; asimismo el cristianismo, al expandir su alcance y especialmente al asentarse como la religión oficial de diferentes imperios, ha incorporado aspectos de otras religiones, tales como la religión pagana de la Roma antigua y las diferentes religiones de los pueblos conquistados y colonizados por los imperios cristianos.

A lo largo del Corán se encuentran ejemplos que comprueban que es un reflejo de la era y el tipo de sociedad en que vivía Mahoma, de la sociedad y situación que él conocía directamente, incluso sus condiciones geográficas y sociales. La visión del cielo que ofrece el Corán, por ejemplo, resalta la importancia de la sombra, de poder ampararse del extremo calor del sol, pero no se trata de una situación en que todo el mundo en el cielo tiene aire acondicionado; la razón es que no existía el aire acondicionado en aquella época y aun en sus trances hipnóticos Mahoma no podía inventar una imagen de aire acondicionado eléctrico. En cambio el Corán sí habla de un paraíso de muchos árboles frondosos regado por corrientes de agua. Es decir, se trata de una visión idealizada propia de una persona que vivía en el desierto de Arabia bajo las condiciones materiales y sociales de Mahoma; describe cómo tal persona imaginaría un sitio ideal para pasar la eternidad. El Corán tampoco habla de la posibilidad de visitar otras partes del mundo en avión porque en aquella época no había aviones. En cambio ofrece su propia visión idealizada del cielo.

Esa visión idealizada del cielo refleja las condiciones geográficas de Mahoma (la importancia que da a los árboles frondosos, las corrientes de agua, etc.); pero además, y lo que es más importante, refleja el patriarcado y las relaciones sociales opresivas y explotadoras en general de la sociedad de su era. Por esa razón la visión del paraíso del Corán además de árboles frondosos y corrientes de agua tiene todo tipo de seductoras "doncellas de ojos negros" y muchachos que están a la orden ¡para servir a los fieles en el paraíso!

Ahora, ¿qué nos dice esa visión del paraíso sobre los fieles según el criterio de Mahoma, los que iban a recibir tal recompensa en el paraíso? Y, ¿qué nos dice en cuanto a las relaciones sociales y el modo de producción subyacente que Mahoma de hecho expresaba, en estado hipnótico o no, cuando planteó esta religión? Esta visión no representa la visión o la voluntad de algún dios eterno, trascendental, omnisciente, omnipresente y omnipotente, sino la de un ser humano; refleja las condiciones naturales y sociales (las relaciones de opresión patriarcal) en que vivía. Esto se expresa de formas más curiosas y concretas. Como ya hice mención, en algunos aspectos Mahoma era muy astuto en lo que incorporó en el Corán: además de las referencias muy frecuentes al cielo con las "doncellas de ojos negros" para servir a los fieles, hay referencias mucho más personales que claramente fueron maquinadas por Mahoma.

Esto se ve muy claramente, por ejemplo, en el capítulo (sura) del Corán titulado "La prohibición". Es muy interesante. Hay que tener presente en la lectura del Corán que se supone que quien habla no es Mahoma sino Alá por medio del arcángel Gabriel. En un momento dado Alá decide regañar a Mahoma por consentir a sus esposas. Según escribe Mahoma en el Corán, Alá le dijo, refiriéndose en forma muy personal e íntima a su situación, que complacía demasiado a sus esposas. ¿A qué se refiere Alá?

Pues, las esposas de Mahoma estaban enfadadas con él por acostarse con una esclava, ya que había prometido que la iba a dejar; obviamente las esposas le reclamaban y, entonces, en el Corán Alá regaña a Mahoma por ser demasiado tolerante con sus mujeres al respecto. Y según relata Mahoma, Alá les advierte a las esposas que hay muchas más mujeres disponibles: "Si os repudia, Dios puede darle esposas mejores que vosotras". Lo que pasa es que Mahoma dice, pues mis mujeres están molestando mucho, así que necesito un verso del Corán que les advierta que si no se portan bien puedo conseguir esposas mejores. Tal vez Mahoma de verdad creyó o se convenció de haber recibido ese mensaje de Alá, pero cuando menos hay que decir: ¡era muy conveniente para él! En secciones como esta lo que se ve, además de una representación general de ciertas relaciones sociales patriarcales, es una manifestación directa (y bastante crasa) del interés de Mahoma en imponer esas opresivas relaciones patriarcales en sus relaciones familiares y sexuales. A tal grado que Mahoma consigue el apoyo de Alá para advertirles a sus esposas que dejen de darle lata sobre su amante esclava.

El islamismo y el imperialismo

Dejando atrás los orígenes del Islam y cómo el Corán refleja el mundo--las relaciones económicas y sociales--en que vivía Mahoma hace unos 1400 años, en cuanto al papel del islamismo en el mundo de hoy podemos decir que en general en las sociedades donde es la religión predominante no se ha experimentado una revolución democrático-burguesa cabal y la sociedad no ha sido transformada en forma cabal de acuerdo al modo de producción burgués. Por otra parte, en muchas de esas sociedades, la creciente penetración del imperialismo tiende a producir una especie de "híbrido": el islamismo defiende las antiguas tradiciones que corresponden a las relaciones precapitalistas, pero al mismo tiempo intenta modificarlas o "interpretarlas" de acuerdo a ciertos cambios en las fuerzas de producción y las relaciones productivas correspondientes. (Y en gran medida las diferencias en la "interpretación" y la práctica del Islam en distintas sociedades, al igual que el cristianismo y la religión en general, reflejan diferencias en las relaciones de producción y sociales predominantes en esas sociedades, contando el grado de penetración imperialista y la transformación correspondiente de las relaciones y condiciones económicas.)

Esto se demuestra, por ejemplo, en Irán. Durante las décadas del 60 y 70, si bien siguió siendo un país semifeudal y semicolonial, Irán experimentó ciertas transformaciones económicas y sociales parciales pero significativas asociadas con el programa de "modernización" del sha, dirigido por el imperialismo estadounidense. Con la caída del sha--y la reacción en contra de los efectos de esa "modernización" contribuyó al levantamiento que lo tumbó--la "República Islámica" que suplantó en el poder al sha no se ha propuesto acabar con la tecnología asociada con la "modernización" del sha ni con la penetración y dominación imperialistas de la economía de Irán; al contrario, ha tratado de aprovechar esa tecnología.

De hecho existe una analogía en este aspecto con los fascistas cristianos de Estados Unidos y fuerzas semejantes de otros países imperialistas. Los fundamentalistas islámicos no se proponen imponer literalmente todas las condiciones económicas y tecnológicas de la era de Mahoma; tampoco los fascistas cristianos tratan de rehacer la sociedad con las condiciones económicas y tecnológicas vigentes en la era de Jesús, Moisés o Abraham. No dicen: "hay que botar toda la tecnología avanzada". De hecho, utilizan tecnología muy avanzada.

Es más, los fundamentalistas islámicos de Irán han incorporado algunos de los cambios realizados por el sha, ciertos cambios parciales en la base económica de la sociedad. No intentan dar marcha atrás sino injertar aspectos de las antiguas tradiciones en la superestructura y también hasta cierto grado en las relaciones de producción y sociales actuales. El resultado es una especie de "híbrido": la sociedad en su conjunto mantiene su carácter semicolonial y semifeudal, pero tiene rasgos muy particulares porque la superestructura es dominada en un alto grado por fuerzas que apuntan a imponer aspectos de la cultura, las costumbres y las relaciones sociales que se contraponen a la "modernización" pero, fundamentalmente, esas fuerzas se ven obligadas a actuar de acuerdo a las relaciones de producción características de la sociedad semicolonial y semifeudal, y a favorecer una mayor dominación y penetración del imperialismo en el país.

Bien, en cierta forma existe una analogía entre el papel del Islam hoy día en Irán y muchos otros países, y el desarrollo inicial del Islam en la situación en que Mahoma vivía (esbozada anteriormente). La analogía o similitud tiene que ver con la convulsión y la dislocación masiva de la sociedad--y en el mundo de hoy el desplazamiento y la urbanización de enormes cantidades de campesinos (lo que podemos describir como una "tugurización")--y ante esta situación de cambio vemos la atracción del fundamentalismo islámico.

En el mundo de hoy, toda esa convulsión, trastorno de la vida tradicional y dislocación se relacionan--objetivamente y en gran medida en la conciencia popular--con el imperialismo occidental y su penetración y dominación del país. Es decir, muchos de estos fenómenos--el desplazamiento y la urbanización de las masas campesinas, millones de las cuales son arrojadas a las ciudades o a vivir en condiciones de miseria en los tugurios, arrancadas de la economía formal--objetivamente se relacionan muy estrechamente con el imperialismo, de hecho son producto de su dinámica, en particular del imperialismo occidental. Y en gran medida las masas relacionan esos cambios con la penetración y la dominación imperialistas. Si bien las masas no lo entienden de manera científica, de manera espontánea sí relacionan el desplazamiento y la desesperación con el imperialismo y el Occidente, con la "modernización". Además, el fundamentalismo islámico ofrece una explicación de todo esto, que no es de ninguna forma científica pero tiene cierta acogida porque a primera vista parece corresponder y ofrecer una explicación y una forma de resistirse a las poderosas fuerzas ajenas que han producido cambios repentinos y violentos en el modo de vida tradicional, a la vez que han perpetuado y profundizado la pauperización de las masas.

Repito, el ejemplo de la "Revolución Islámica" de Irán es muy ilustrativo al respecto, tanto en lo actual como en lo que se refiere a las sublevaciones iniciales del 78 y el 79 que produjeron el triunfo y la toma del poder del ayatola Jomeini y las fuerzas asociadas con él: fuerzas que parecen oponerse a "la modernización" asociada con el imperialismo, y si bien se le oponen en ciertos aspectos secundarios, en lo fundamental dependen del imperialismo, y se subordinan a él y a la acumulación internacional y el dominio del capital. Al observar los estallidos iniciales de la revolución iraní era evidente que una base importante de la "Revolución Islámica" en general, y específicamente de las fuerzas del ayatola Jomeini, eran las masas campesinas recientemente desplazadas y urbanizadas, amontonadas en los cinturones de miseria alrededor de las ciudades.

Ahora, es importante tener presente que durante el auge revolucionario en Irán en ese período, particularmente antes de que los fundamentalistas agrupados alrededor del ayatola Jomeini se asentaran en el poder, había muchas fuerzas en el campo de batalla, entre ellas maoístas y otras fuerzas revolucionarias seculares, tanto como algunas fuerzas islámicas que jugaban un papel positivo en la lucha revolucionaria y que se oponían a la institución del gobierno reaccionario y teocrático del ayatola Jomeini y sus secuaces. El fundamentalismo islámico reaccionario no fue la única fuerza en el campo de batalla, ni siquiera fue la única tendencia islámica. Desafortunadamente y a pesar de esto, logró el triunfo a corto plazo, convirtiendo el auge revolucionario en su contrario, es decir, en la consolidación del poder por fuerzas reaccionarias cuya ideología y programa significan la opresión y explotación de las masas y a fin de cuentas la dominación del imperialismo.

Es importante también entender que los campesinos desplazados y amontonados en los cinturones de miseria no eran la única fuerza significativa afectada por "las modernizaciones" del sha y por la dominación imperialista de Irán y su permanente "penetración" y "transformación" de diferentes aspectos de la sociedad iraní. También había grupos importantes de las capas sociales medias, las capas urbanas medias, que se vieron afectados por esto. Esas fuerzas también formaban una parte importante de la base social de la caída del sha, y algunas llegaron a ser la base social de la consolidación posterior del poder por las fuerzas agrupadas en torno al ayatola Jomeini y su "Revolución Islámica".

Un aspecto clave que demuestra el verdadero carácter contrarrevolucionario de esta "Revolución Islámica" es que no llegó a movilizar--y definitivamente no desencadenó cabalmente--a las masas campesinas que permanecen en el campo. Esta "Revolución Islámica" no tenía (ni tiene) ningún programa para realizar la revolución agraria en el campo como punto central de la revolución. Viendo todo esto se destaca la necesidad de una auténtica revolución: una Revolución de Nueva Democracia como preámbulo directo de la revolución socialista, que la situación en Irán aún exige y que las fuerzas marxista-leninista-maoístas del país se empeñan en plasmar; una revolución dirigida por el proletariado, capaz de ganar a las masas socavando la influencia de los fundamentalistas.

El fundamentalismo islámico
y la revolución proletaria

El fundamentalismo islámico es un fenómeno significativo como expresión ideológica en el mundo de hoy, y además es un movimiento político que obviamente cobra influencia y fuerza organizada, no sólo en el "Oriente Medio" sino en otras partes del mundo y hasta en Estados Unidos. Al igual que todos los fenómenos sociales importantes, hay que adquirir un conocimiento profundo e integral del fundamentalismo islámico en tanto tendencia ideológica y política y en tanto fuerza material. Es preciso entender más a fondo la atracción que tiene, particularmente entre las masas desplazadas que viven en los barrios pobres y los tugurios de las ciudades de muchos países del "Oriente Medio" y otras partes del tercer mundo.

Al respecto me parece importante hablar de un punto que se aborda en "El fin de una etapa--El comienzo de una nueva etapa"*. Este ensayo analiza "la muerte del comunismo"--en particular el fin de la Unión Soviética como un falso estado "comunista" (un estado revisionista) y el desbaratamiento del bloque soviético--y declara que a nivel estratégico no representa una derrota sino un aspecto positivo para nosotros pues significa que el revisionismo se ha vuelto más abiertamente burgués, lo que a su vez produce "un campo más abierto" para los auténticos marxista-leninista-maoístas, para nuestra tarea de enarbolar la bandera del comunismo y agrupar a las masas en torno a ella. Al repasar esto y al pensar en diferentes aspectos a la luz de sucesos posteriores, como la fuerza creciente del fundamentalismo islámico, me parece que hubo una tendencia secundaria en "Fin/comienzo" a subvalorar la complejidad de la situación con la "muerte" del revisionismo soviético.

Como recalcó Lenin cuando argumentaba contra el "izquierdismo infantil" y el dogmatismo, el mundo sería muy sencillo y la revolución muy fácil si sólo consistiera de dos ejércitos: uno se forma a un lado del campo de batalla y dice "estamos por el socialismo" mientras el otro se forma al lado opuesto y dice "estamos por el imperialismo", así se enfrentan y punto y se acabó. Pero, como Lenin recalcaba, hacer la revolución siempre es mucho más complejo: siempre hay más de un ejército en el campo de batalla (por lo menos en un sentido político y muchas veces literalmente en lo militar), inclusive en el amplio campo de la oposición al sistema dominante; siempre se agrupan diferentes fuerzas en torno a las diferentes banderas (y hasta las fuerzas "comunistas" tampoco son "puras"; por el contrario, consisten de muchos aspectos contradictorios). Si bien este principio tiene muchas implicaciones y aplicaciones, en este momento quisiera enfocarme en su relevancia para el fenómeno de la "muerte del comunismo" y sus consecuencias. De hecho, los cambios en la Unión Soviética (que produjeron el colapso de la Unión Soviética y su bloque), además de lo acontecido en China con el golpe y la restauración del capitalismo a mediados de los 70, se encuentran entre los principales factores que impulsaron el crecimiento del fundamentalismo islámico como tendencia y su influencia y fuerza material. Así que hay que observar esa realidad, entenderla más a fondo, actuar en consecuencia y saber explicarla a las masas. Hay que reconocer la situación estratégicamente favorable y maximizar nuestros avances en esta situación, pero para poder hacerlo, hay que tomar bien en cuenta y actuar de acuerdo a lo complejo de la situación.

Cabe notar--y esto es un punto muy importante--que esta tendencia islámica fundamentalista cobra fuerza precisamente entre las masas que tienen que ser ganadas a la revolución proletaria (es más, tienen que ser sus fuerzas principales), es decir, la revolución dirigida por el proletariado. En el caso de los países del tercer mundo, la revolución generalmente pasa por la etapa de la nueva democracia como preámbulo a la etapa socialista; sin embargo, desde la perspectiva histórico-mundial, es parte de la revolución proletaria. Así que existe una contienda profunda y aguda entre nosotros y esas fuerzas islámicas fundamentalistas. A veces, en ciertos contextos y en un grado limitado, esas fuerzas se oponen a la dominación imperialista o a aspectos de la misma, pero a fin de cuentas, cada vez que se empeñan en realizar su programa y rechazar el programa del proletariado, irremediablemente terminan sirviendo al imperialismo, y a la explotación y opresión general de las masas.

A nivel estratégico, se trata de ganar a las masas a una bandera u otra: una que representa sus intereses fundamentales o una que se contrapone a ellos, aun cuando se opone a ciertos aspectos secundarios del orden establecido. Se trata de centenares de millones de las masas consideradas o declaradas marginadas por las clases dominantes, pero no son de ninguna forma marginales para el proceso de la revolución proletaria y la transición de la época burguesa a la época comunista. Y aparte, no son de ninguna forma marginales en el proceso general de acumulación imperialista.

La tendencia del fundamentalismo islámico cobra mucha fuerza precisamente entre este sector de las masas en los países donde el Islam es una religión importante, en particular la gente desplazada que emigra a los cinturones de miseria o tugurios y que no es incorporada de forma articulada a la economía formal. Mucha gente de esos sectores de las masas formaba la base de apoyo del ayatola Jomeini durante el transcurso de la revolución iraní a fines de los años 70 y comienzos de los 80; además, si echamos un vistazo a Turquía, Pakistán, Egipto y varios países más--regiones donde por lo general el Islam es una religión importante, una ideología importante--esas capas de masas desplazadas y tugurizadas forman la base actual del crecimiento de los movimientos fundamentalistas islámicos.

Nosotros, es decir el proletariado internacional y el movimiento comunista internacional, no podemos permitir que esto suceda; no podemos permitir que las fuerzas del fundamentalismo islámico se apoderen de la bandera de oposición al imperialismo y la opresión. Como he explicado, debido a su cosmovisión y programa, irremediablemente acabarán sirviendo al imperialismo, a la opresión y explotación general de las masas, mientras que nosotros representamos la única ideología y el único programa que se basa en la derrota total y la eliminación del imperialismo y de todas las formas de opresión y explotación.

Ahora, no basta el simple hecho de decir que no permitiremos que esto suceda; tenemos que cambiar la situación por medio de nuestra labor y lucha. Pero, a nivel estratégico, no podemos permitir que las fuerzas fundamentalistas islámicas ganen a esas masas a su bandera porque se contrapone concretamente a los intereses fundamentales de las masas.

De nuevo, regresando a lo que Lenin recalcó, no es el simple hecho de decir: "Aquella bandera, no; esta bandera sí; forménse aquí a nuestro lado en el campo de batalla y no allá; apoyen al socialismo y no al fundamentalismo islámico". Como destacó Lenin, hay que reconocer y manejar la complejidad de la situación, y en particular la complejidad de toda situación que encierra una auténtica transformación revolucionaria. Hay que reconocer los matices y las diferentes formas de todas las cosas, incluso que existen diferencias--en algunos casos diferencias bien significativas--entre las diferentes fuerzas islámicas en carácter político. No todas esas fuerzas son iguales a los fundamentalistas, e inclusive algunos de los fundamentalistas pueden, en ciertas ocasiones y bajo ciertas condiciones, oponerse a ciertos aspectos de la dominación imperialista y ciertas formas de la opresión del pueblo, aunque a fin de cuentas tales fuerzas, sobre todo cuando tengan la iniciativa y cuando lleven el mando--especialmente el mando del gobierno--terminan oprimiendo al pueblo y sirviendo al imperialismo.

Lo central es que hay que ganar a las masas a nuestra bandera llevando a la práctica nuestra línea y programa y, dentro de ese marco, librando una lucha ideológica por el marxismo-leninismo-maoísmo en oposición al fundamentalismo religioso, a toda la ideología religiosa y al idealismo filosófico en general. Y para poder hacer esto de la forma más correcta y poderosa, es necesario entender este fenómeno. Hay que entender profunda y completamente por qué los fundamentalistas islámicos (y otras tendencias similares) cobran influencia y fuerza organizada actualmente entre sectores importantes de las masas. Es una parte importante, una nueva complicación (por decirlo así), del terreno sobre el cual trabajamos, de los factores objetivos y subjetivos que hay que enfrentar y transformar. Es un reto grande para las fuerzas marxista-leninista-maoístas a nivel mundial, representadas en forma concentrada por el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI), y para nuestro Partido para cumplir nuestras responsabilidades internacionalistas y contribuir al trabajo y al desarrollo del MRI de forma llena.

Continuará

* "El fin de una etapa--El comienzo de una nueva etapa", revista Revolución, otoño de 1990.


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